Argentina: el boom de la soja y sus consecuencias. Agrocombustibles vs. soberanía alimentaria
Dentro la producción agrícola-ganadera argentina existe un nuevo asalto de las industrias transnacionales a las pequeñas economías campesinas. Una mirada desde el partido de Hipólito Irigoyen, corazón sojero de Argentina. Desde hace algunos años, el agro argentino es noticia por los altos precios de las commodities agropecuarias, el boom de la soja, las retenciones a la ganadería y su baja rentabilidad; también por la creciente demanda de alimentos y el desarrollo de una cadena alimentaria que se ha convertido en un gran atractivo para las inversiones extranjeras
Desde Henderson, Argentina
Si bien la producción agrícola desde hace más de una década se encuentra cuestionada, Argentina sigue ligada a ella dado que fue desde su origen una nación rica, tanto por la fertilidad como por las características naturales de sus campos.
En el siglo XXI, la necesidad urgente que tienen los países desarrollados de modificar su matriz energética basada en combustibles fósiles, dio origen al auge de los agrocombustibles.
Ante la incapacidad de producir materia prima para abastecer sus mercados locales, los países del llamado Primer Mundo trasladan la responsabilidad de sostener sus necesidades de consumo a los subdesarrollados. El G8 (Grupo de los 8 países màs desarrollados del mundo) solicitó al Banco Mundial (BM) que abriera créditos para apuntalar el desarrollo de este tipo de cultivos en los países de América del Sur.
La estructura agrícola en el mundo está cambiando velozmente a raíz de la fiebre por los agrocombustibles. Estados Unidos es uno de los principales actores en el mercado agrícola internacional, por el volumen de sus importaciones y exportaciones.
En ese sentido, una de las muestras más claras de las lógicas perversas del capitalismo es el empuje que desde gobiernos y empresas trasnacionales se da a la producción industrial de agrocombustibles, principalmente de etanol y biodiesel.
Esta alternativa se presenta como un sustituto del petróleo (un combustible contaminante y no renovable). Además, se palpita como la solución mágica para frenar el calentamiento de la atmósfera.
Carlos Borniego Ingeniero Agrónomo de Henderson (localidad argentina del partido de Hipólito Irigoyen), manifestó al respecto: “no creo que se pueda hablar de agrocombustibles en el mundo como solución al problema de los combustibles, sino que se presentan como un paliativo que está impulsado políticamente desde los Estados Unidos, como potencia mundial, para generar una fuente alternativa de combustible, una estrategia para poder independizarse de los países del Golfo”.
El Distrito desde adentro
Henderson, partido de Hipólito Yrigoyen, se encuentra ubicado en la zona oeste de la Provincia de Buenos Aires, cuenta con una población aproximada de 8.000 habitantes en planta urbana; y alrededor de 9.500 en el Distrito.
El territorio forma parte de la región pampeana, siendo la mayor fuente de explotación y trabajo, la producción agrícola-ganadera. El Distrito tiene una extensión de 166 mil hectáreas, de las cuales según datos registrados por el Censo Nacional Agropecuario de 2002, destina 135 mil a la actividad agropecuaria. De esta cifra, 80 mil la ocupa la ganadería y el resto, la agricultura (más del 60 por ciento).
Desde 1980 la región agrícola más fértil del territorio nacional, denominada pampa húmeda, presenta una fuerte erosión del suelo. Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), alrededor de la mitad de las 5 millones de hectáreas es afectada por el influjo de un notable proceso de erosión que ocasiona la caída de los rendimientos de estas tierras en, al menos, un tercio de ellas.
Para tratar de solucionar este problema, los agricultores empezaron a experimentar con el sistema de “labranza cero” –consistente en la siembra directa de semillas en la tierra, sin necesidad de arar ni practicar ninguna otra forma de labranza-, encontrándose con el inconveniente de no poder controlar las malezas.
“Es la solución ideal. El suelo no pierde nutrientes como antes, lástima que no todos pueden acceder a este beneficio debido a sus costos”, afirmó el Ingeniero Agrónomo César Spagnuolo, encargado del INTA de la Oficina de Henderson.
El espacio rural ha perdido sus características naturales por las profundas modificaciones a partir de la intervención del hombre. Éste es destinado para la producción agrícola y secundariamente para la ganadería, la explotación forestal y minería. Estas actividades permiten satisfacer la producción de alimentos y de energía. Los grandes productores agropecuarios realizan una mayor inversión y han logrado una modernización y reestructuración incorporando nuevas tecnologías para aumentar la productividad. Ocupan muchas hectáreas, utilizan el riego artificial y pueden manejar los precios del mercado.
Actualmente el suelo agrario está sobreexplotado por las empresas transnacionales. Desde hace más de una década se evidencia el avance de los grandes ante los pequeños propietarios. “Muchos han vendido o alquilado sus propiedades y emigraron a la ciudad, los campos quedaron despoblados y en manos de grandes capitalistas o arrendatarios interesados sólo por la producción cerealera. Me pregunto qué va a pasar con esa gente y sus hijos si algún día la soja deja de ser rentable”, acusó Spagnuolo.
En tanto, los pequeños y medianos productores son los más desfavorecidos ya que no pueden incorporar nuevas tecnologías, poseen menos hectáreas, su capital es escaso, satisfacen sólo el mercado interno y tienen menor productividad. Sus tierras están deterioradas, la calidad de sus productos es baja, con ganancias escasas y mano de obra familiar.
A su vez, los cereales de la zona aptos para la generación de agrocombustibles son la soja, el girasol, el maíz y la colza, aunque ésta última no es tan habitual. Las fuentes consultadas advirtieron también sobre el advenimiento de la colza como un cereal competitivo a la hora de hablar de esta “nueva fuente de energía”.
El comienzo de una devastación anunciada
La soja ha despoblado el campo porque estableció un modelo de agricultura sin agricultores. La decisión de expandir los monocultivos no se justifica sólo en términos de negocios, ya que las cifras de crecimiento macroeconómico no significan una mejora de las condiciones de vida de la mayoría, sino el enriquecimiento desmedido de unos pocos y sus aliados transnacionales.
El boom de la soja ya se ha instalado en la zona. Según datos aportados por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, en la campaña 2006 y 2007, se sembraron en el Distrito de Hipólito Yrigoyen 45.000 hectáreas de soja; mientras tanto, al trigo se le destinaron entre 12 y 15 mil hectáreas, al maíz 5 mil y 2 mil al girasol.
El monocultivo sojero, tiene varias consecuencias. Según Carlos Borniego se podrían clasificar en productivas y económicas. “Dentro de las productivas, la tendencia hacia el monocultivo tiene algunos riesgos como el incremento de malezas, plagas y enfermedades vinculadas fundamentalmente al cultivo de soja. Dado que no atacan a éste, el productor no las erradica y así hay más malezas en la Pampa Húmeda. En cuanto a lo económico se genera una dependencia de un solo cultivo que pone a la economía del productor agropecuario en una situación de fragilidad ante cuestiones políticas, ambientales y de mercado. Si la soja deja de ser rentable, en la región, vamos a estar atados a un sólo factor económico que nos sostenga”, afirmó.
Además agregó que “mientras la soja siga dando buenos resultados económicos, no habrá problemas. Sin embargo, como asesores no podemos mirar a corto plazo: debemos proyectarnos”.
Refiriéndose al mismo tema, Spagnuolo afirmó que la soja “provoca pérdida de estructura y porosidad del suelo, aumento de su compactación, disminución de la materia orgánica, menor capacidad de retención de agua, más riesgos de erosión, suelos más duros, dificultad de la planta para ‘echar’ raíz y desbalance de nutrientes”. Para concluir, agregó que la alternativa para solucionar esta cuestión, podría ser “reponer lo que se pierde con la cosecha (respecto a fósforo, calcio, nitrógeno y otras proteínas y minerales). La soja se lleva más del 70 por ciento del índice de cosecha y los rastrojos, en lugar de ser destinados al suelo, se queman.
Como consecuencia del “avasallamiento” sojero, la ganadería ha ido perdiendo terreno. Según el veterinario Dr. Roberto Ruíz de la Oficina de SENASA (Servicio Nacional de Sanidad Animal), en Hipólito Yrigoyen, la tasa de faena de vacas es alta “debido al desinterés de algunos productores de seguir en la actividad”. El stock ganadero del Distrito es de más de 110 mil bovinos.
La recolonización de la agricultura argentina
La Soberanía Alimentaria es el derecho de las comunidades a definir sus políticas agrícolas, de pesca y ganaderas que sean apropiadas a sus circunstancias exclusivas. Esto incluye el derecho a la alimentación y a la producción de alimentos. También es cultura, identidad y una opción de vida, y, por lo tanto, a nivel gubernamental, exige decisiones políticas que garanticen el derecho de alimentarnos bien.
Es el capitalismo, compuesto por las grandes transnacionales y empresarios, el gran “enemigo” que tiene en la actualidad América Latina y el responsable de todas sus penurias.
Esas grandes corporaciones están destruyendo la biodiversidad, contaminando los bienes naturales como el agua, llevando a la desaparición de flora y fauna y a la contaminación de semillas criollas. Por lo tanto, a la extinción de comunidades y pueblos enteros.
Tanto Borniego como Spagnuolo coincidieron en que la Soberanía Alimentaria es una cuenta pendiente tanto a nivel Nacional, Provincial como local.
La decisión de expandir los monocultivos no puede ser justificada exclusivamente en términos de negocios, pues las cifras de crecimiento macroeconómico no significan una mejora de las condiciones de vida de la mayoría, sino el enriquecimiento desmedido de una delgada capa social y sus aliados transnacionales.
Para garantizar la soberanía alimentaria, es necesario que haya una promoción y recuperación de las prácticas y tecnologías tradicionales, que aseguren la conservación de la biodiversidad y la protección de la producción local y nacional. Un componente básico es el garantizar el acceso al agua, la tierra, los recursos genéticos y los mercados justos y equitativos con el apoyo gubernamental y de la sociedad.
Hacia una nueva política agropecuaria
La falta de políticas estratégicas que incentiven el desarrollo de la producción agropecuaria, abre el camino hacia el desencadenamiento de un proceso de crecimiento fundado en la sobreexplotación de las riquezas naturales del país.
Por lo tanto, es necesario utilizar nuevos instrumentos, tal como lo hacen las economías más desarrolladas. Es decir, aplicar herramientas de la economía ecológica y las tecnologías sostenibles para producir, proteger, regular y distribuir los beneficios de los recursos naturales, que son responsabilidad de toda la sociedad y no sólo de un sector específico.
Es urgente reconocer el valor de los nutrientes de los suelos argentinos e impedir su extracción gratuita por medio de la aplicación de instrumentos de regulación y de control sustentable. De este modo, se lograría la protección y la regulación del ambiente.
Por eso es fundamental practicar una política que privilegie la agricultura campesina de pequeña y mediana escala. Estos sistemas presentan un mayor grado de productividad, tienden a la conservación del ambiente y juegan un papel clave en la soberanía alimentaria. Para esto se deberá enfatizar en los mercados locales y nacionales.
En este escenario agrocombustibles constituyen un proyecto de recolonización imperial, en un nuevo asalto de las industrias transnacionales a las economías campesinas y a la soberanía alimentaria.
Equipo de Investigación de APM
El equipo de Investigación está conformado por Gonzalo Crespo, Silvana Díaz, Myrian Garciari, María de la Paz Rubio, Silvia Salas y Silvia Páiz, alumnos del Seminario “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos” que actualmente dicta la Agencia Periodística del Mercosur (APM) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Extensión Henderson (región sojera de la Provincia de Buenos Aires.
11-11-07
Fuente: APM