México: alertan investigadores sobre biopiratería y robo del conocimiento tradicional
Presentan en la Cámara de Diputados libro sobre la diversidad biológica de México. Advierten que trasnacionales patentan especies como el frijol peruano y la nochebuena
La situación de los recursos genéticos de México es preocupante, porque se ha legislado muy poco para proteger la riqueza del conocimiento tradicional que existe sobre ellos, lo que ha conducido a la biopiratería y refleja una falta de voluntad política para la protección de la diversidad biológica, advirtieron expertos.
Investigadores que participaron en la Cámara de Diputados en la presentación del libro Biodiversidad y conocimiento tradicional en la sociedad rural, coordinado por Luciano Concheiro y Francisco López Bárcenas, señalaron que frente al robo de la diversidad biológica y del conocimiento tradicional, se deben explorar los caminos adecuados para su protección, por lo que a escala internacional ya se han establecido ciertas vías, pero en el país aún no hay una línea definida.
México es un país megadiverso, con alrededor de cien pueblos indígenas, los cuales poseen conocimientos sobre la biodiversidad de sus territorios y la utilizan como medios curativos y alimentos; ha habido convenios de universidades con comunidades para obtener este conocimiento y los recursos genéticos que pueden ser comercializados como medicamentos o alimentos. También se han dado situaciones de extracción ilegal de estos recursos, lo cual se conoce como biopiratería.
En entrevista previa a su participación en la presentación del libro, la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, Michelle Chauvet, dijo que este tema debería estar incluido en la Constitución, ya que se trata de un aspecto que afecta la seguridad alimentaria; “México se está quedando a la zaga, debe tomar cartas en el asunto”. Agregó que el país “ha tenido que empezar a legislar por influencia internacional, no por algo propio; está el caso del tratado sobre recursos biogenéticas de la FAO, que México no ha firmado”.
Dijo que debido la extensión del territorio nacional, el aparato regulatorio es débil, lo cual coloca al país “en una situación vulnerable para que se den acciones de biopiratería. Es preocupante no contar con una forma de frenar y evitar el abuso por parte de quienes tienen información. Hay universidades estadunidenses donde los estudiantes toman clases de lenguas indígenas para que tengan una mejor comunicación con los miembros de las comunidades mexicanas”.
Dijo que hay casos en los que se han registrado patentes de productos tradicionales, como es el frijol nuña originario de Perú, el cual está patentado por la empresa estadunidense Appropriate Engineering and Manufacturing, y recordó que también la planta de nochebuena está patentada en California, Estados Unidos.
Manuel Soria, investigador de la UAM Iztapalapa y autor de uno de los capítulos del libro, consideró que “el tema de la biodiversidad y el conocimiento tradicional tiene que ver con la alimentación, las comunidades y la salud; 60 por ciento de la población mundial se cura con remedios, medicinas y procesos derivados de este conocimiento. Es de un carácter colectivo que se hereda y su objetivo es el bienestar social, en cambio, las patentes son de otro mundo, un mundo de monopolios, tecnología privada y con una duración de 20 años”.
Agregó que al ser este conocimiento específico de cada comunidad, se complica hacer una ley que englobe todo lo que significa el conocimiento tradicional; pero es algo que se tiene que discutir. Precisó que en el Congreso de la Unión hay dos iniciativas de ley sobre este tema, una del PAN, que está orientada a la propiedad intelectual y otra del PRI, que propone legislar sobre el conocimiento tradicional y el acceso a recursos genéticos.
Por su parte, Jaime Aboites, investigador de la UAM Iztapalapa, consideró que es necesario hacer un inventario sobre el conocimiento tradicional, el cual se podría hacer de forma codificada para no hacer un “menú” para la industria, lo cual podría ser un riesgo; y también se debería considerar la vía de la denominación de origen de los recursos.
Angélica Enciso L.