La pérdida de hábitats costeros es diez veces mayor que la de selvas tropicales
El ritmo de destrucción de los hábitats costeros es entre cuatro y diez veces mayor que el que sufren las selvas tropicales, lo que convierte a estos ecosistemas (incluyen corales, manglares, marismas y praderas submarinas) en los más amenazados de la biosfera
La destrucción de estos hábitats -fundamentales para el mantenimiento de la biodiversidad marina, para proteger la línea de costa o para asegurar la provisión de alimentos- está directamente relacionada con la ocupación urbanística de la costa, con la sobrepesca y con los vertidos excesivos, sobre todo fertilizantes.
Estas son algunas de las conclusiones expuestas por científicos de varios países reunidos en Madrid por la Fundación BBVA para debatir sobre la magnitud, las causas y las consecuencias de la pérdida global de hábitats costeros.
Así, Carlos Duarte, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y coordinador de este debate, afirma que "los arrecifes costeros, bosques de manglar, marismas y praderas submarinas están desapareciendo a tasas que oscilan entre el 1,2 y el 9 por ciento anual".
En cuanto a la causas, apunta al "rápido crecimiento de la población en la zona costera, que acoge el 60 por ciento del total de los habitantes del planeta, y a la urbanización, destrucción de infraestructuras y destrucción de ecosistemas que este crecimiento conlleva". Por ejemplo, en España el 50 por ciento de la costa está ya ocupada y las mayores tasas en primera línea de playa están en Cataluña y el litoral levantino, que son también las zonas que han sufrido las mayores pérdidas de praderas submarinas.
Duarte añade que "el cambio climático y el aumento del nivel del mar resultante están causando la pérdida y deterioro de los hábitats costeros, incluso allí donde estaban relativamente bien conservados, reduciendo la efectividad de programas y estrategias de conservación".
En este sentido, Iván Valiela, profesor del Ecosystems Center del Marine Biological Laboratory, en Woods Hole (EEUU), asegura que el aumento del nivel del mar asociado al cambio climático derivado de la actividad humana es la mayor amenaza para las marismas y los bosques de manglar, "que se encuentran cada vez más atrapados entre el creciente aumento del nivel del mar y los diques y estructuras que están proliferando para impedir la regresión de las costas".
Valiela afirma que "el aumento de la población humana junto al mar ha sido el factor desencadenante de la destrucción de los bosques de manglar y marismas que han perdido, respectivamente, un 35 por ciento y un 50 por ciento de su extensión desde al año 1980".
La pérdida de estos ecosistemas supone una importante pérdida de funciones ecológicas pero, además, acontecimientos recientes han puesto de manifiesto que su desaparición aumenta la mortalidad humana y multiplica los daños de tormentas y perturbaciones. Valiela indica que "la pérdida de marismas en el delta del Mississipi contribuyó a magnificar los daños causados por el huracán Katrina sobre la ciudad de Nueva Orleans y la tala de manglares en el sureste asiático contribuyó a aumentar el número de fallecidos a causa del tsunami de 2004".
En cuanto a los arrecifes de coral, datos recientes indican que el 44 por ciento de los que hay en todo el planeta han sido destruidos o están a punto de desaparecer. Y en opinión del investigador australiano Terry Hughes, "una vez que los corales afectados por el calentamiento global son reemplazados por algas, es extraordinariamente difícil revertir los daños".
Para Carlos Duarte, la pérdida de hábitats costeros supone un problema ambiental de dimensiones globales con importantes consecuencias: disminución de la biodiversidad, reducción de recursos vivos explotables, disminución de la capacidad del océano para secuestrar CO2 y pérdida de valor recreativo de la zona costera. Además, aumenta la vulnerabilidad de la línea de costa frente a tormentas y la erosión asociada al nivel del mar. "La pérdida de hábitats costeros genera un fuerte impacto económico sobre las sociedades costeras", concluye.
Los científicos han advertido, además, de la desconexión que existe entre la ciencia y la sensibilización social ante este problema, y lo contrastaron con la sensibilidad que los ciudadanos muestran ante otras destrucciones como en el caso de las selvas tropicales.
Por su parte, Iván Valiela considera que "es imperativo, a la vista del valor de estos ecosistemas y las dramáticas consecuencias de su desaparición, que se reduzcan las pérdidas y se inicie su restauración". Y pide que "al existir ya el conocimiento científico y la tecnología para frenar esa destrucción, ahora necesitamos la voluntad política y económica para conseguir ese objetivo".