The Washington Post: Bush quiere el calentamiento
Al calor de las emisiones de carbono en el mundo, el presidente Bush sigue negándose a establecer límites de cumplimiento obligatorio
El discurso pronunciado por el presidente Bush en la Reunión de las Grandes Economías sobre Seguridad Energética y Cambio Climático que tuvo lugar ayer en el Departamento de Estado fue hábilmente resumido por Sigmar Gabriel, ministro de medio ambiente de Alemania: "Lo sucedido aquí significó un gran paso para los estadounidenses y un pequeño paso para la humanidad. En esencia, nos separa un abismo".
El hecho de que el Sr. Bush incluso reconociera que el calentamiento global es un problema real y acuciante, por no mencionar que auspició una conferencia de dos días sobre el cambio climático con la participación de los 16 mayores emisores de dióxido de carbono del mundo, representa un giro sorprendente. Después de todo, durante la mayor parte de su mandato presidencial ha cuestionado las teorías científicas que fundamentan las advertencias con respecto al calentamiento global y se ha opuesto a los esfuerzos encaminados a encarar las cuestiones esenciales del problema. El rechazo del Sr. Bush al Protocolo de Kyoto, que exige reducir las emisiones de carbono en el mundo, sigue siendo una espina atragantada para el Sr. Gabriel y otros ministros europeos. El propio hecho de que no hayan cumplido las normas obligatorias de reducción de carbono previstas en el protocolo, que expira en el año 2012, socava su tono de superioridad moral.
Ahora bien, el gran paso del Sr. Bush fue un pequeño paso para la humanidad porque no dejó de insistir en que cualquier medida que tomen las naciones debe ser de carácter voluntario. “Fijaremos una meta a largo plazo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, dijo. “Cada nación trazará sus propias estrategias independientes encaminadas a cumplir esta meta a largo plazo”. El Sr. Bush dijo que el próximo verano se reunirá con algunos jefes de gobierno para concretar la meta. El enfoque de la voluntariedad sencillamente no prosperará, ni siquiera con “el sistema sólido y transparente para evaluar nuestro avance hacia el logro de la meta fijada” propuesto por el Sr. Bush. Los Estados Unidos deben ir a la vanguardia, y solo pueden hacerlo mediante el establecimiento de su propio programa de obligatorio cumplimiento destinado a reducir el dióxido de carbono en la industria de los Estados Unidos.
Fijar un precio para el dióxido de carbono y dejar que el mercado sea el que indique cómo responder no solo reducirá las emisiones, sino que también reforzará la ofensiva del Presidente encaminada a que la industria desarrolle las tecnologías que permitan mantener en niveles bajos las emisiones de carbono sin detener el crecimiento económico. Mientras esto no suceda, las naciones en desarrollo que fueron excluidas del Acuerdo de Kyoto, como la India y China, no tienen motivos para tomar medidas serias.
Traducido por Milay Cabrales Olivera y revisado por Mabel Rivas González, del Equipo de Traductores de Cubadebate y Rebelión
Fuente: editorial del Washington Post