Colombia: destrucción de la selva y represión a comunidades indígenas para llenar el depósito de los automóviles
La expansión de la palma de aceite está relacionada con la destrucción a gran escala de bosques tropicales y con graves violaciones y abusos de los derechos humanos. ONGs internacionales en Colombia han documentado 113 asesinatos en las cuencas de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó, departamento del Chocó
El Gobierno colombiano se está embarcando en la expansión masiva de plantaciones de palma de aceite, de caña de azúcar y de otros monocultivos para producir agrocombustibles y otros productos, a costa de las selvas tropicales, de otros ecosistemas igualmente biodiversos y de la población local. El monocultivo de caña de azúcar se está expandiendo en el Valle del Cauca, mientras cientos de miles de hectáreas están siendo convertidas en plantaciones de palma aceitera en la región del Pacífico, en las llanuras orientales y en el Caribe.
La expansión de la palma de aceite está relacionada con la destrucción a gran escala de bosques tropicales y con graves violaciones y abusos de los derechos humanos. ONGs internacionales en Colombia han documentado 113 asesinatos en las cuencas de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó, departamento del Chocó, a manos de paramilitares que trabajan con compañías palmicultoras, para que estas puedan usurpar tierras que legalmente pertenecen a las comunidades afro colombianas. Los grupos paramilitares operan con el apoyo de la Brigada 17 del ejército colombiano.
Más de 10 años después de una campaña de violencia, de desplazamientos forzados y de masacres iniciada en 1996, las comunidades afro descendientes y campesinas han decidido retornar a sus tierras. Pero encontraron que gran parte de su territorio había sido sembrado con palma de aceite sin su consentimiento y a pesar de estar en posesión de los títulos legales. Hasta ahora, el Gobierno no ha hecho nada para proteger a las comunidades y su derecho al territorio.
La expansión de monocultivos para la producción de agrocombustibles, principalmente para biodiesel, está amenazando las vidas, tierras y costumbres de las comunidades afro colombianas, indígenas y campesinas, no solamente en el Chocó, sino también en Tumaco, Magdalena Medio, Vichada, Meta y las regiones amazónicas. Los proyectos de agrocombustibles ya están siendo implementados en los departamentos de Cesar Atlántico, Magdalena, Santander, Norte de Santander, Bolívar, Antioquia, Caquetá, Meta, Cundinamarca, Casnara, Nariño y Cauca. De acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, 200.000 personas son desplazadas cada año en Colombia, completando los 4 millones a lo largo de los 20 últimos años – la segunda tasa de desplazamiento más alta del mundo – con expropiación de más de 6 millones de hectáreas de tierras. La mayoría de los desplazamientos forzosos están provocados por el interés en las tierras, lo que incluye la directiva para la expansión de los monocultivos y otros agro negocios.
De acuerdo a uno de los miembros e CENSAT Agua Viva (Amigos de la Tierra Colombia): “Es la historia silenciosa de la desaparición de los bosques para convertirse en plantaciones. Es la historia de culturas ancestrales convirtiéndose en proletarios de la palma aceitera. Estas voces claman por detener la destrucción propuesta por aquellos que defienden el biodiesel”.
Los bosques tropicales del Chocó, que están siendo destruidos por la expansión de la palma de aceite, se encuentran entre los bosques más biodiversos del planeta. Son refugio de entre 7.000 y 8.000 especies, incluyendo especies endémicas: 2.000 de plantas y 100 de aves.
Escriba al Gobierno colombiano y exija la protección de los derechos de las comunidades afro descendientes y campesinas y de los pueblos indígenas que están siendo afectados por las plantaciones de monocultivos a gran escala; la detención de la deforestación y la imposición de una moratoria a la expansión futura de la palma aceitera y a su programa de biocombustibles, que ha provocado la expansión de los monocultivos; y la protección de los derechos sobre la tierra, la soberanía alimentaria y al entorno biodiverso del que dependen las comunidades.
Esta alerta de emails es apoyada por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz en Colombia, una organización que ha estado acompañando activamente a las comunidades locales en Curvaradó y Jiguamiandó.
En el seminario “Crisis Global, Derechos Humanos y Agrocombustibles” en Bogotá, en agosto 2007, representantes de organizaciones internacionales visitaron la zona Humanitaria y de Biodiversidad Curvaradó y expresaron su fuerte apoyo a las comunidades locales en contra de la expansión de la palma de aceite, que amenaza sus vidas, costumbres, soberanía alimentaria y medio ambiente. Entre estas organizaciones se encuentran FSPI-La Vía Campesina (Indonesia), Confederación Nacional de Mujeres Campesinas (CONAMUCA), Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC)- La Vía Campesina (República Dominicana), BASE Investigaciones Sociales (Paraguay), Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (México), Biofuelwatch (UK), Movimiento Mundial por los Bosques, Ecologistas en Acción (España), Amazon Watch (USA), y Rainforest Action Network (USA).
Nota de Rettet den Regenwald