Paraguay: “La increíble y triste historia de la cándida Stevia y su aldea desalmada”: parafraseando a García Márquez
El Kaa he’e, conocido también por el nombre de Stevia, por miles de años viene sirviendo a la gente del Paraguay y el mundo. Sus propiedades edulcorantes (así como otra decena de otras propiedades) han sido descubiertas por nuestros ancestros guaraníes. La Stevia no ocasionó ningún incendio, como el que le endilgara a la Eréndira de la novela de García Márquez su abuela desalmada, pero los capos de esta aldea la prostituyen y venden, como a Eréndira, sin retribuirle nada a sus verdaderos descubridores
Los más altos funcionarios del gobierno del país se regocijan con la complacencia de sus cofrades piratas. Por ejemplo, cuando se le consulto al ministro de Industria y Comercio Ibáñez sobre las 20 o más patentes que la Coca Cola y la Cargill obtuvieron sobre el Kaa he’e, declaró su alegría por la posibilidad de que la empresa ahora utilice, en exclusivo beneficio propio, la planta sagrada de los guaraníes, sin pagarles a éstos ni un céntimo por el uso de su descubrimiento botánico y farmacológico. En un caso análogo, el del árbol del nim (NEEM para los anglófilos), el Gobierno de la India, pese a las ataduras emanadas de su condición país miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), a las que está sujeto, hizo (y hasta ahora hace) lo que puede para que las patentes sobre creaciones, inventos y material genético indio sean respetados, sea quien fuere el pirata. Así, en mayo de 2000, una coalición de organizaciones no gubernamentales, científicos, parlamentarios europeos (Verdes Belgas) e hindúes, lograron que la Oficina de Patentes Europea revocara la patente reclamada por la W R Grace, una empresa estadounidense con un frondoso prontuario en los anales de la biopiratería. La lección: la verdad triunfa si se la busca.
Nuestro país esta en manos de piratas locales, y los piratas globales lo saben. Por eso hacen lo que hacen con nosotros.
A nuestro país lo acusan de “piratear” por valor de cientos de millones de Dólares anuales en concepto de electrónica, cosméticos, cigarrillos y licores, fabricados en la China y en las trastiendas de Ciudad del Este.
Esta piratería es ilegal en nuestro país, pero está protegida por el gobierno del Partido Colorado, del que es uno de sus pilares primordiales.
A países como Estados Unidos, los acusamos de piratear por valor de miles de millones de Dólares. Solo en concepto de semillas robadas a los pueblos indígenas, desde los mismos EE.UU. pasando por el resto de América y hasta la India y la China, equivale a unos 3.800 millones de Dólares [1]. El de los fármacos derivados de los descubrimientos realizados por aborígenes de todo el mundo, que abarcan como mínimo el 70% de toda la farmacopea actual, alcanza unos 415.000 millones de Dólares [2].
Nuestro gobierno debería, como dirían los más encumbrados filósofos del coloradismo, que viene engendrando portentos intelectuales desde el poder que ostenta desde hace unos 60 años, “rascarse las vestiduras” o rasgárselas y actuar enérgicamente en contra del escamoteo de nuestra soberanía y dejar de “buscarle el pelo al gato”, aunque éste tenga cinco patas. No hacerlo así, constituye delito de alta traición.
Por Miguel Lovera
[1] United States Department of Agriculture / Foreign Agriculture Service
[2] ETC Group, Communiqué 91, Nov/Dec 2005. Oligopoly, Inc. 2005. Grupo ETC