Biocombustibles: la ‘gasolina’ de la destrucción
Los mal llamados biocombustibles son anunciados por las autoridades europeas y norteamericanas como solución para hacer frente al cambio climático y la creciente escasez de los hidrocarburos. Detrás de este engaño masivo –cada vez se publican más informes que dan prueba de ello– están las grandes multinacionales del sector automovilístico, petroquímica y agroindustria que han encontrado la forma de seguir con sus actividades lucrativas en términos capitalistas, pero destructivas en términos del medio ambiente, incluido el ser humano
Agrocombustibles: deforestación, desplazamiento forzado, explotación laboral, cambio climático
Hendrik Vaneeckhaute
La Comisión Europea, junto con los políticos de la Casa Blanca, desde hace mucho defienden los intereses de las multinacionales, y para ello no desestiman esfuerzo alguno. Lo que está en juego es todo el modelo económico capitalista basado en el crecimiento de los beneficios financieros, un modelo totalmente insostenible y destructor, pero al cual no se quiere renunciar. Existen muchas alternativas para combatir el cambio climático, como son el ahorro energético, la promoción de la agricultura ecológica local y de escala pequeña a mediana (perfectamente capaz de producir todos los alimentos necesarios), dejar de promover los medios de transporte menos eficaces (como son los aviones para distancias cortas y los trenes de alta velocidad), promover el transporte público, dejar de promover el consumismo, acabar con los paraísos fiscales, la introducción de una ecotasa para los productos más contaminantes, etc. Pero todo ello son alternativas demasiadas eficientes: acabarían con beneficios de unos pocos, para redistribuirlos para muchos.
El engaño empieza ya con el nombre utilizado: ‘bio’, significa vida, cuando en realidad lo que se está provocando con los biocombustibles es la muerte masiva de biodiversidad, la destrucción de formas de vida indígenas y campesinas, hasta cobrar de forma directa miles de vidas humanas. Además, la palabra ‘bio’, también es un término protegido legalmente para hablar de productos ecológicos (biológicos u orgánicos) y tiene en el público en general una connotación positiva. Hablar de biocombustibles por parte de las autoridades y las grandes empresas beneficiadas es un engaño nada inocente. Aunque sería más exacto hablar de necrocombustibles, tal como lo sugiera Frei Betto, una palabra más acertada podría ser agrocombustibles, o incluso se podría hablar de agroindustria-combustibles.
Los efectos nocivos de los agrocombustibles son diversos y profundos, y en muchos casos provocan hasta más gases de efecto invernadero que los tradicionales hidrocarburos. Las millonarias subvenciones otorgadas por las autoridades a las grandes multinacionales tienen un efecto perverso en el sistema ecológico de la tierra, además de provocar más miseria en diferentes partes del mundo. El aumento espectacular de la demanda provocado por las medidas impuestas por las autoridades europeas y norteamericanas, está causando deforestación, erosión, incendios forestales, aumento del modelo agroindustrial (más consumo de hidrocarburos por la maquinaria y el transporte), aumento del uso de pesticidas, fungicidas, herbicidas y abonos químicos, concentración de tierras, desplazamiento forzoso, aumento de violencia contra población indígena y campesina, represión sindical, aumento del uso de semillas genéticamente manipuladas, aumento de trabajo precario, más hambre, aumento del consumo de agua y menos tierras dedicadas a la producción de alimentos.
Si tomamos en cuenta que dos de los principales causantes del cambio climático son el transporte y la agroindustria, está claro que los agrocombustibles no son ninguna solución. Al contrario, varios estudios demuestran que la producción del aceite de palma incluso produce más gases de efecto invernadero que la de petróleo.
En este momento se está promoviendo la producción de agrocombustibles de forma masiva y se prevén ganancias espectaculares para los inversores. En el Estado Español, actualmente hay una docena de fábricas de agrocombustibles en funcionamiento, otras tantas en construcción y otra decena en planificación. También se aprobó una ley que establece la obligatoriedad para el uso de las mezclas de los agrocombustibles para el año 2009. La Comisión Europea emitió una directiva en el 2003 que impone a los Estados miembros la obligación de adoptar la legislación y de tomar las medidas necesarias para que, a partir de 2005, los agrocarburantes representasen un porcentaje mínimo de los combustibles comercializados en su territorio. En el 2005, el promedio del porcentaje de agrocombustible debería haber sido el 2%, llegando al 5,75% en el 2010. No se alcanzó este porcentaje en el 2005 (se quedó en la mitad, el 1%), ni se llegará al 5,75 en el 2010, pero la Comisión quiere imponer la obligación de alcanzar el 10% en el 2020.
¿Qué son los agrocombustibles?
En el sector del transporte se habla de ‘biodiesel’ y de ‘bioetanol’.
El llamado ‘biodiesel’ o agrodiesel se obtiene a partir del procesamiento de aceites vegetales obtenidos de cultivos como colza, girasol, soja, maíz o palma africana. El agrodiesel en principio se podría utilizar sin adaptar los motores (actuales) obteniendo rendimientos muy similares con una menor contaminación. En EEUU se comercializa el llamado ‘B20’, una mezcla del 20% de agrodiesel y el 80% de diesel normal. (El ‘B100’ significa agrodiesel al 100% sin mezcla alguna.)
El ‘bioetanol’ o etanol es un alcohol producido a partir del azúcar de la remolacha o de la caña o a partir del almidón de maíz, cebada o trigo. Se mezcla con gasolina en diferentes proporciones. La ‘E5’, 5% de etanol y 95% de gasolina, es la mezcla actualmente propuesta por la UE. Se prevé el aumento hasta el ‘E10’ (la utilizada en EEUU), dado que no sería necesario ningún cambio en los motores. En EEUU se comercializan también los motores adaptados para funcionar con el ‘E85’ (85% de etanol) y en Brasil los ‘E95’ y ‘E100’ son utilizados desde hace muchos años. En algunos países se comercializan los llamados vehículos con motores Flexifuel, FFV (Flexible Fuel Vehicles), o Vehículos de Combustibles Flexibles, con motores adaptados que permiten una variedad de mezclas.
Los agrocombustibles pueden producir incluso más gases con efecto invernadero.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que, para sustituir el 10% de la demanda actual de combustibles de la UE, habría que dedicar el 70% de la superficie agrícola europea. (El grupo BIOFRAC, en un informe publicado por la Comisión Europea, aboga por llegar al 25% de agrocombustibles en el sector de transporte para el año 2030.) Alemania es el mayor productor del agrodiesel (de colza y girasol) en Europa, produciendo casi 2.000 millones de litros, y cubre con ello apenas el 2% del consumo de diesel en su territorio. Para ello dedica ya el 10% del área total cultivado. La gran necesidad en Europa (y en EEUU) implica la importación de agrocombustibles de países del tercer mundo como son Colombia e Indonesia. Como en Europa el consumo de diesel es mayor que el de gasolina, se trata sobre todo de importación de agrocombustibles ‘biodiesel’ como el aceite de la palma africana. Este cultivo tiene un impacto devastador en los países productores.
Holanda, líder europeo en el uso del llamado ‘energía verde’ ha suspendido las subvenciones al aceite de palma. Varios estudios demostraron que la producción masiva de aceite de palma ha catapultado Indonesia como uno de los 5 principales emisores de gases con efecto invernadero, sobre todo por la conversión masiva de bosque tropical en monocultivos de palma, los gigantes incendios para despejar los terrenos y el uso intensivo de abonos químicos. (Incluso se está pidiendo que Holanda, como uno de los principales causantes del auge en la demanda, indemnice a Indonesia por el daño causado.)
Otras investigaciones también ponen serías dudas en cuanto al uso de los agrocombustibles como herramienta contra el cambio climático. La producción de etanol a partir del aceite de girasol, por ejemplo, requiere un 118% más de energía fósil que la de un combustible normal.
Si miramos las cifras de los principales causantes de las emisiones de los gases con efecto invernadero tenemos el siguiente panorama: (% de las emisiones causados.)
- El 18% se relaciona con el cambio del uso del suelo (sobre todo la conversión de bosque en tierras de uso agrícola). Los grandes responsables son las regiones tropicales: el 55% es producido en el Asia tropical, el 30% en América tropical y el 20% en África tropical.
- El 14% se relaciona con la agricultura, de ello, el 38% debido al uso de los fertilizantes.
- La industria es responsable del 14 % (del 20% si incluimos el uso de la energía).
- El transporte también del 14% (de ello, el 76% por el transporte por tierra, el 12% en avión).
- El 8 % se relaciona con sector de la construcción (del 20% si incluimos el uso de la energía).
- La generación de energía (eléctrica) causa el 24% de las emisiones.
Analizando estas cifras, vemos que el auge en la demanda de los agrocombustibles causa sobre todo un cambio de uso del suelo, segundo responsable de las emisiones, y además es producida por grandes monocultivos (agroindustria) con un uso intensivo de fertilizantes (y otros productos petroquímicos), también líderes en producción de gases con efecto invernadero. Incluimos en el modelo también el transporte (desde las zonas tropicales del planeta hasta las instalaciones de producción en Europa), llegamos a la conclusión de que nada se está haciendo para combatir el cambio climático.
Efectos ‘colaterales’ de los agrocombustibles.
- explotación laboral
Los agrocombustibles se producen en grandes extensiones de monocultivos, en manos de pocos terratenientes o directamente propiedad de las multinacionales, que explotan la mano de obra de forma brutal: mal pagada, condiciones precarias, por temporadas, sin medidas de seguridad (contra los productos químicos), ni seguridad social, etc. Según la OIT, Organización Internacional del Trabajo, los trabajadores de las plantaciones poseen uno de los más altos índices de pobreza del sector agrícola que a su vez es uno de los sectores con más pobreza.
- violencia
La expansión de estos monocultivos en todos los países tropicales está afectando de manera violenta a los pueblos nativos de estas zonas. (Un buen resumen de los efectos de los cultivos de palma sobre las comunidades nativas a cuyos territorios los mismos llegan, en todos los países tropicales, se puede leer en “El amargo fruto de la palma aceitera: despojo y deforestación”, del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, disponible en su web www.wrm.org ) En Colombia los grupos paramilitares, junto con el ejército, y en muchas ocasiones directamente pagados por las multinacionales, se encargan de ‘despejar’ las zonas de poblaciones molestas (con masacres, amenazas, bloqueos económicos, etc.). Lo mismo ocurre en Brasil, Indonesia y otros países.
- contaminación y degradación del suelo
La agroindustria provoca una degradación del suelo y erosión (que a su vez contribuye al cambio climático). Según la FAO, hasta 500 millones de hectáreas de tierras arables desaparecerán en el tercer mundo a causa de estas prácticas.
La agroindustria utiliza de forma masiva los fertilizantes, los pesticidas y los herbicidas, productos químicos (derivados del petróleo) que causan contaminación y perjudican a la salud. (Todo ello forma parte de otra fábula: la fumigación con insecticidas se ha multiplicado por veinte desde 1948, pero ahora los insectos devoran el 13% de las cosechas, mientras que entonces se perdía tan solo el 7%.)
- desgaste de energía y agua dulce
La agroindustria también es un gran consumidor de energía. La población humana se ha cuadruplicado en el último siglo, pasando de 1.500 millones de habitantes a 6.300 millones, mientras la cantidad de energía dedicada a la producción de alimentos se ha multiplicado por 80. Ahora se gasta 80 veces más energía en alimentar a una población cuatro veces mayor.
Uno de los efectos más negativos del cambio climático se verá reflejado en la escasez del agua dulce en muchas regiones del Planeta. La agroindustria consume el 70% del agua dulce a nivel global, y su expansión provocará todavía más tensiones. Las multinacionales en la mayoría de los estados empobrecidos tienen prioridad sobre el uso de los recursos hídricos, como es por ejemplo el caso de Coca Cola en la India, que está dejando a poblaciones enteras sin agua por el consumo masivo para la producción de sus bebidas.
- hambre y desplazamiento de cultivos
El auge en la demanda de aquellos cultivos convertibles en combustibles para los coches europeos y norteamericanos, está causando un aumento en los precios de muchos alimentos básicos. Si tomamos en cuenta que según la OIT, la mitad de los trabajadores en el mundo, 1.400 millones de trabajadores, viven por debajo de línea de pobreza, con menos de 2 dólares al día, el aumento de los precios de los alimentos como los cereales y el maíz, no es ninguna buena noticia.
También se está provocando un desplazamiento de cultivos hacia los ‘cultivos combustibles’, provocando más hambre.
Además los cultivos como el maíz, principal fuente alimenticia para muchos pueblos, ahora estarán destinadas a alimentar los coches. Resulta curioso: hay 800 millones de coches en el mundo, y hay 800 millones de personas que padecen de malnutrición crónica. Los estados occidentales han diseñado ya muchos programas para erradicar supuestamente el hambre del mundo, sin conseguir nada. Ahora, en unos pocos años, conseguirán alimentar sus coches.
Palma Africana
El aceite de la palma africana es el aceite vegetal que más energía produce por litro cuando es quemado. El aceite palmera supone un 25% de todos los aceites vegetales producidos en el mundo. El 10 % de los productos del supermercado lleva aceite de palma (desde la pasta de dientes, los cosméticos hasta el chocolate).
África Central fue el principal productor (primero Congo, después Nigeria). A partir de los años 80, Malasia dominó el mercado.
El 87% de la deforestación en Malasia entre 1985 y 2000 fue provocada para plantar palma africana. En Indonesia el cultivo de palma africana ha aumentado un 118% en los últimos 8 años. Indonesia sobrepasará este año probablemente los 17 millones de toneladas de aceite de palma, convirtiéndose en primer productor mundial. Para los próximos años se prevé la plantación de unos 3 millones de hectáreas más de palma. Grandes partes de Sudeste de Asia están cubiertas por las nubes provocadas por los incendios para despejar grandes áreas de bosque tropical. Por todo ello, Indonesia se ha convertido en uno de los principales productores de gases con efecto invernadero, a pesar de ser un estado relativamente poco industrializado.
La existencia de los orangutanes en las selvas de Borneo y Sumatra, está amenazada por la tala de bosque para la plantación de la palma africana.
El cultivo de la palma africana requiere mucho terreno en clima tropical, poca mano de obra (en una primera fase de preparación del terreno y de plantación sí requiere más mano de obra) y muchas sustancias químicas – derivados del petróleo- : fungicidas, herbicidas y plaguicidas. Tres factores explosivos que hacen de su cultivo unos de los más violentos que existen en el Planeta.
- Mucho terreno: la palma africana da mejores resultados en clima tropical, y por ello se deforestan millones de hectáreas de selva (ver ejemplos de Malasia e Indonesia), provocando incendios forestales enormes que ha su vez contribuyen al cambio climático. Decenas de pueblos y poblaciones campesinos son despojados de sus tierras.
- Poca mano de obra, mal pagada y precaria, provocando miseria y desnutrición.
- Muchas sustancias químicas, que provocan erosión, contaminación, envenenan fuentes de agua potable, perjudican la salud de los trabajadores y causan, sobre todo los fertilizantes, más emisiones de gases invernaderos.
Varios estudios han demostrado que el uso de aceite palmera provoca todavía más cambio climático que el uso de petróleo. Una de las causas es el hecho que el mejor suelo para el cultivo de la palmera africana, es la turba. La turba es una especie de esponja de materia vegetal en descomposición, que contiene enormes cantidades de carbono. Al desaguar la tierra de turba, los gases son liberados a la atmósfera. Una vez seca, suele ser quemada para despejar el terreno para la plantación de la palma. Un estudio holandés calculó que en un año este proceso (sólo en Indonesia para plantar palma) provocó la emisión de 2000 millones de toneladas de carbón en la atmósfera, lo cual significa un 8% de todo lo emitido globalmente por la quema de hidrocarburos.
Brasil, la caña de azucar y la soja.
El gobierno de Brásil piensa multiplicar por 12 la producción de etanol para el año 2025. Se quiere aumentar la producción actual (2006) de 17,3 mil millones de litros hasta los 205 mil millones de litros en el 2025. Con ello, Brasil aspira producir el 10% de toda la gasolina (en forma de etanol) necesitada en el mundo. En el 2006, Brásil exportó 1,6 mil millones de litros de etanol a EEUU.
A pesar de una creciente producción, el empleo en la industria azucarera de Brasil disminuyó de 670.000 en 1992 a 450.000 en el 2003 por la creciente concentración de las tierras y la mecanización de la cosecha.
Los beneficios de este auge en la exportación están concentrados:
El 3,5% de los propretarios poseen el 60% de los terrenos cultivables, mientras el 40% más pobre de la población campesina sólo dispone del 1%.
La multinacional estadounidense Cargill compró la mayor fábrica de etanol del estado de Sao Paulo, junto con 356.000 hectareas de tierra de caña de azucar.
Adeco, una empresa en manos de George Soros, invertió 671 millones de euros en la construcción de tres fábricas de etanol en el Sur de Brasil. Además, Soros planifica comprar terenos por un valor de 750 millones de euros.
Los costes se reparten:
Hasta el 2020 se permiterá la quema de los restos de la cosecha. Cada hectarea quemada así produce 4.500 kg de carbono.
Para la producción de 1 litro de etanol se necesita 30 litros de agua.
Se estima que el 75% de las emisiones de gases con efecto invernadero de Brasil son causados por la deforestación – la mayor parte proviene de la limpieza y la quema de la selva tropical amazónica. A causa de eso, Brasil está entre los 5 principales emisores de tales gases.
Según Greenpeace, desde la llegada al gobierno del presidente Lula da Silva en enero de 2003, se han destruido casi 70.000 km2 de selva tropical amazónica.
En 2002, entre 150.000 y 200.000 personas sufrieron casos de envenenamiento por pesticidas en las áreas rurales, incluyendo unas 4.000 muertes.
Colombia: desplazamiento forzado, violencia paramilitar, deforestación y represión sindical.
La Palma africana es uno de los cultivos ‘estratégicos’ del actual gobierno de Álvaro Uribe. La introducción masiva de la palma africana forma parte integral de la integración y de la legalización del paramilitarismo en el estado.
En diferentes regiones del país la palma africana es introducida de una forma violenta, en territorios bajo control paramilitar, tierras de dónde fueron desplazados centenares de miles de campesinos (en Colombia hay 4 millones de desplazados internos) a través de masacres, asesinatos ‘selectivos’ y amenazas constantes. En el 2003 había 118.000 hectáreas de palma africana, tres años más tarde ya había 285.000 hectáreas, y para el 2010 se quiere llegar al millón de hectáreas.
En el Chocó, una de las regiones con mayores concentraciones de diversidad de especies del mundo, la devastación ya ha empezado y decenas de miles de hectáreas están siendo ‘deforestadas’, quemadas, y plantadas con la palma africana. Miles de hectáreas han sido sembradas en territorios colectivos, de forma ilegal como lo confirman diferentes informes del Defensor del Pueblo, pero protegidas por el ejército. En la zona del bajo Atrato, después de 15 desplazamientos forzados, 200 asesinatos y desapariciones forzosas, quema de pueblos y cosechas, años de bloqueos económicos por parte de los paramilitares y de los militares, con el asedio permanente del ejército a la población retornada a la zona, Del Monte (multinacional estadounidense) firmó un convenio con la empresa Multifruits CIA de Colombia para sembrar 20.000 hectáreas de primitivo y palma africana en el territorio colectivo.
En el Magdalena Medio, dónde la palma africana ya fue introducida hace varios años, la represión de los sindicatos también está en manos de los grupos paramilitares. En el 2001, por ejemplo, fueron asesinados el vicepresidente del sindicato de Indupalma y tres sindicalistas más de las empresas palmeras de Puerto Wilches.
Monsanto: Roundup y semillas genéticamente manipuladas
Monsanto probablemente es una de las multinacionales más destructoras del Planeta. Fue productora de una variante del herbicida ‘Agente Naranja’, con concentraciones de dioxina más altas que la producida por Dow Chemical, utilizada de forma masiva e indiscriminada durante la guerra del Vietnam. Es productora del veneno que se utiliza en Colombia (y otros países) para fumigar grandes zonas de cultivo de coca, destruyendo todo tipo de cultivos y causando miles de desplazados, además de muchos casos de envenenamientos. También es la empresa líder en la producción de semillas genéticamente manipuladas (domina entre el 80% y el 90% del mercado). Ha conseguido patentar varias semillas de trigo de uso tradicional en la India. Es productora de la semilla BT COTTON, un algodón genéticamente modificado que ha sido comercializado con la promesa de grandes beneficios, pero que ha causado desastres financieros (tanto en la India como en EEUU). Según Vandana Shiva, “A causa de los altos costes del cultivo y de los bajos beneficios de su rendimiento, los campesinos hindúes se hallan atrapados en gravosas deudas, para subvenir a las cuales se están dejando la vida. En la última década, en la India, se han suicidado más de 40.000 agricultores (aunque sería más exacto hablar de homicidio o de genocidio). Más del 90% de los agricultores que se han quitado la vida en el Maharashtra y en el Andhra Pradesh durante la estación algodonera de 2005 habían plantado Bt. Cotton.” Un informe secreto de Monsanto, revelado por el diario The Independent (Reino Unido), demuestra que las ratas alimentadas con el maíz transgénico MON 863 tenían riñones más pequeños y variaciones en la composición de su sangre. También es la productora de la hormona sintética que aumenta la producción de leche de las vacas (utilizada en EEUU), pero causante de cáncer.
Y por último, Monsanto produce uno de los venenos más utilizados en el mundo, Roundup (utilizado para cultivos de maíz, soja, palma africana, etc.). Este herbicida mata indiscriminadamente a todas las plantas, incluida las vida bacteriana del suelo, dejando intactas sólo las cosechas transgénicas tolerantes al herbicida. Con el tiempo se producen tolerancias al herbicida, con lo cual la cantidad de herbicida utilizada aumenta cada año. También se están publicando informes que alertan de su toxicidad para anfibios y humanos.
Recientemente Monsanto ha obtenido el permiso del estado colombiano para sembrar semillas de maíz genéticamente manipuladas (MON 810) con el objetivo de cultivar maíz para producir agrocombustibles.
Conclusiones
La locura económica actual hace circular los productos de consumo de forma innecesaria, gozando de todo tipo de subvenciones, -por ejemplo el Reino Unido en 1997 importó 126 millones de litros de leche y exportó 270 millones de litros de leche- o sobre distancias enormes, trayendo judías desde Etiopía o flores desde Colombia en aviones climatizados. La sinvergüenza y la hipocresía de los gobiernos europeos apoyando los crímenes contra la humanidad del gobierno estadounidense, líder mundial en violación de los Derechos Humanos y destrucción del medio ambiente, es un ejemplo claro que a estos no les importan nada los DDHH o el medio ambiente. Pero no hace falta ir a EEUU, las mismas multinacionales europeas con el apoyo de los gobernantes, son las que corrompen, saquean, destruyen y contaminan en África, Asia o América Latina todo lo que está a su alcance.
Los agrocombustibles son la excusa perfecta para no hacer absolutamente nada al problema en el fondo: el derroche de energía en Europa y Norteamérica, un estilo de vida completamente insostenible y una economía basada en el crecimiento de los beneficios (a través del consumismo y la especulación). El modelo económico actual está basado en el principio de los beneficios concentrados y en la generalización de los costes: contaminación global, destrucción generalizada del medio ambiente, aumento de las enfermedades respiratorias, destrucción de estilos de vida comunitarios, etc.
La rapidez y la contundencia de las medidas tomadas por la Comisión Europea y los gobiernos norteamericanos (obligación para distribuir y usar los agrocombustibles) contrastan con la ‘dejadez’ para introducir medidas de otro tipo. Ahora no estamos escuchando a los defensores del falso libre mercado y de la no-intervención del estado que en otros asuntos defienden la actuación ‘libre’ de las multinacionales. Igual de fácil sería aprobar las medidas contra los paraísos fiscales. Igual de fácil sería la introducción de un impuesto sobre las transacciones financieras internacionales (la Tasa Tobin). Igual de fácil serían las medidas para obligar la distribución y el uso de alimentos ecológicos. En los últimos 40 años no se ha logrado erradicar el hambre de los países empobrecidos, pero ahora, en sólo 5 años, se ha conseguido que se cultiven millones de hectáreas, no para alimentar a su población, sino para alimentar a los coches de los ricos. Y en caso de que estos países se queden con algún porcentaje pequeño de los beneficios financieros que sacarán las grandes multinacionales, éste estará destinado al pago de la deuda. El negocio sigue redondo…
Bibliografía
Ver aquí
Fuente: Rebelión