México: cruzada transgénica contra los hambrientos
La Cruzada Nacional contra el Hambre, programa insignia del gobierno mexicano, no tiene nada que ver con terminar el hambre, ni atender o modificar sus causas, pero sí tiene mucho de cruzada.
Ahora los infieles son indios y campesinos que cometen el pecado de tener cultura propia, de ejercer y defender sus propias formas de organización, de producción, de vida, de lucha. A ellos hay que convertirlos a la fuerza a la modernidad: comida chatarra, refrescos embotellados, y si insisten en que en lugar de limosnas quieren seguir cultivando, que sean transgénicos. Todo sazonado con la creación de consejos comunitarios y apoyos selectivos, para asegurar votos y promover el enfrentamiento dentro y entre comunidades.
Es paradigmática la incorporación de las trasnacionales de comida basura Nestlé y PepsiCo a esa Cruzada. Ocupan el primero y segundo lugar como las trasnacionales más grandes del planeta en procesamiento de alimentos y bebidas, ambas ampliamente conocidas por dar al mundo abundantes fuentes de desnutrición, obesidad, diabetes y, en general, promover los malos hábitos alimentarios, generando una enorme carga de gastos públicos en salud. Nestlé ha sido por más de dos décadas el blanco de un boicoteo internacional en numerosos países, por su agresiva promoción de sustitutos de leche materna, provocando mayor desnutrición y colaborando en aumentar la mortalidad infantil, sobre todo en los países más pobres. Por detalles, vea el expediente de la International Baby Food Action Network, IBFAN, galardonada con el Premio Nobel Alternativo justamente por estas denuncias. Digamos, hablando de desnutrir niños, Nestlé es toda una experta. Por ello, la Cruzada le asignó un programa de educación de promotoras, que la trasnacional entrenará en autoempleo. Traduciendo: un pequeño ejército de 15 mil mujeres pobres que hagan propaganda de los productos de la trasnacional, con respaldo público. Con razón, Nestlé tituló el proyecto Mi dulce negocio. Para complementar los efectos devastadores de Nestlé con sus sustitutos de leche materna, Pepsico distribuirá galletas nutritivas (traducción: industriales, con químicos, transgénicos, conservadores, etcétera), dirigidas a mujeres embarazadas, en etapa de lactancia y niños menores de cinco años.
Como si fuera una defensa, Rosario Robles, secretaria de desarrollo social, coordinadora de la Cruzada, aclara que Nestlé participó en el programa Hambre Cero en Brasil. Omite agregar que la trasnacional tuvo que salir de allí por las protestas de la sociedad brasilera en su contra. Estas dos nefastas trasnacionales son apenas la punta del iceberg: también se anuncia la participación de Walmart, el supermercado más grande del planeta, cuyo negro historial en competir con producción nacional, eliminar pequeñas tiendas, bajar salarios, discriminación racial y de género y muchas otras condiciones para generar más hambre, le califican ampliamente para esta Cruzada. Avizoran ganancias muchas otras grandes compañías del sector agroalimentario. No hay duda, el hambre de ganancias de las megaempresas será bien atendido por este programa.
Robles abunda que estamos en una sociedad de globalización y libre mercado, por lo que la participación de las empresas es determinante. Nuevamente omite decir que son determinantes para desatar y continuar la crisis alimentaria y de salud, la pobreza rural, la emigración a las ciudades, a través de la apropiación cada vez mayor de la cadena agroalimentaria, facilitada como ahora, por políticas gubernamentales. Cadena que finalmente se propone apresarnos a todos, con Monsanto en una punta (semillas y agrotóxicos) y Walmart en la otra, y cuyos eslabones son las grandes cerealeras como Cargill y ADM y los procesadores industriales de alimentos y bebidas, como Nestlé y Pepsico.
Al principio de la cadena, Monsanto espera que el gobierno le autorice en breve la siembra comercial de millones de hectáreas de maíz transgénico en el Norte del país. Si las solicitudes en Tamaulipas y Sinaloa sorprendían por que pedían se les autorizara más de un millón de hectáreas para cada tipo de transgénico, ¿qué se puede decir de las que están en curso para Chihuahua, Coahuila y Durango, donde la trasnacional solicita casi 12 millones de hectáreas (11 millones 985 mil 951) para cada uno de los tres eventos de maíz transgénico, en distintas localidades de esos estados? Las superficies solicitadas superan con mucho las actuales sembradas con maíz, porque la intención es ir cubriendo cada vez más en varias estaciones de siembra, garantizándose así la decisión a futuro de qué sembrarán los agricultores (no venderán ninguna otra semilla), haciendo además imposible la fiscalización de lo realmente plantado.
Se configura desde varias aristas una cruzada contra los hambrientos, contra los campesinos, contra la soberanía alimentaria y la autonomía de los pueblos del maíz, para que ni ellos ni nadie más que las trasnacionales puedan decidir qué plantar y qué comer.
Entre muchas respuestas a estas realidades, la Red en Defensa del Maíz, Ceccam, la Vía Campesina, YoSoy132 Ambiental, Jóvenes ante el Desastre y la Emergencia Nacional, el Movimiento Urbano Popular y otras organizaciones, llaman del 25 al 30 de abril a unas Jornadas contra el Maíz Transgénico, con la participación, entre otros, de los premios Nobel Alternativos, Vandana Shiva (India), Pat Mooney (Canadá) y Camila Montecinos (Chile). Acuden además como dictaminadores de otra pre-audiencia nacional del proceso del Tribunal Permanente de los Pueblos, esta vez sobre contaminación transgénica del maíz, en Oaxaca el 26 y 27 de abril. (Programa en http://redendefensadelmaiz.net/). Rendirse ante la cruzada transgénica, definitivamente no está en la agenda.
Por Silvia Ribeiro
Investigadora del Grupo ETC
www.etcgroup.org/es
Fuente: La Jornada