Los T.L.C. en Colombia son la “lápida” de la soberanía nacional
Después de 9 años de lambonería y sumisión nacional ante el Tio Sam, el 15 de mayo del 2012 se recordará como una fecha entreguista de la soberanía nacional. Con la entrada en firme del tratado de libre comercio con los Estados Unidos.
“La libertad de comercio significa libre entrada para las multinacionales, las cuales, casi todas, pertenecen a naciones del primer mundo y, la mayoría, a los estados unidos. Son 40 mil multinacionales que controlan en 40% de la producción mundial y la mayor parte del comercio internacional” (camblin jose.2000 neoliberalismo).
Después de 9 años, de lamboneria y sumisión nacional ante el TIO SAM, el 15 de mayo del 2012, se recordara como una fecha entreguista de la soberanía nacional. Con la entrada en firme del tratado de libre comercio con los Estados Unidos.
Tratado que estuvo inicialmente acondicionado por el respeto de los derechos humanos. En el país “BANANA” Colombia. Nos llama la atención que los mayores violadores de derechos humanos en el mundo anteponen, derechos que ellos mismos violan, la invasión a Irak, Afganistán y dejando como saldo casi 1 millón de civiles muertos en estos dos países, y la pena de muerte establecida en la mayoría de sus estados, la no firma y pactos por la preservación del medio ambiente, la no suscripción ante la corte penal internacional. Refleja la hipocresía con que los gobiernos de los estados unidos gobiernan el mundo.
Con la entrega de panamá en 1903, Colombia en cabeza del gobierno neoliberal Juan Manuel Santos, ratifica una vez más que somos el patio trasero del imperialismo norteamericano.
También recordar la nefasta tesis de Florentino Gonzales “fue el más grande impulsor del libre cambio que destruyó el aparato industrial del oriente colombiano a partir de 1848. Injusto sería omitir la actividad proteccionista de Rafael Núñez y el vigoroso impulso industrial de la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo.
Para ningún historiador de los temas económicos de Colombia es un misterio que el libre cambio eliminó las manufacturas del Oriente de la Nueva Granada. Nieto Arteta registra que la posición de don Florentino González era antinacional y antipatriótica: “Es antinacional toda teoría o presunta teoría económica que so capa de la conservación de una natural división internacional del trabajo, quiera transformar a Colombia en una economía productora de materias primas y productos agrícolas”.
La memoria de Hacienda de 1848 de don Florentino González acababa, traidoramente, con nuestra economía industrial con palabras absurdas: “Debemos ofrecer a la Europa las primeras materias primas, y abrir la puerta a sus manufacturas para facilitar los cambios y el lucro que traen consigo, y para proporcionar al consumidor, a precio cómodo, los productos de la industria fabril”( Benjamín Ardila Duarte Tomado de:Revista Credencial Historia.(Bogotá - Colombia).Edición 200 Agosto de 2006)
La entrada de productos “alimentarios” provenientes del país cuyo emblema es el águila imperial, cuartos traseros de pollo (alimentados a base de hormonas), carnes (contaminadas en pequeña escala con salmonella). Hacen que la economía avícola y ganadera se vaya a la quiebra inminente, dejando en estos dos sectores casi 600 mil desempleos, ¡será imposible competir con una economía 300 veces más grande que la Colombiana¡.
Qué vergüenza que en nuestra dieta diaria sea remplazada, por maíz, trigo, cebada, arroz y otros cereales, producidos transgénicamente en los campos y laboratorios norteamericanos, conllevando a problemas de salud. Que apropósito en el TLC con los estados unidos, los medicamentos genéricos desaparecerían, para ser remplazados por los laboratorios de multinacionales norteamericanas. También la biodiversidad y las patentes de nuestras plantas medicinales, serán los científicos norteamericanos que se apropien de ellas, haciendo de nuestras selvas y bosques tropicales todo un laboratorio de ingeniería genética, e inclusive hasta con nuestros aborígenes, convirtiéndolos en conejillos de indias.
El sector textil nacional que produce prendas de vestir, desaparecerá con la importación de algodón y ropa usada norteamericana. El sector de los lácteos (leche, mantequilla, quesos), con el T.L.C. de Europa entraran al país a precios muy bajos. Es mas estos productos nos los enviaran procesados a base de lacto sueros (sobra de leche para alimentar marranos), puestos en los estantes de los supermercados en lujosos empaques.
El sector de las artes escénicas, actores, guionistas, libretistas, camarógrafos, diseñadores, estilistas, directores de teatro, quedaran en su mayoría en la calle, teniendo en cuenta que la cuota de pantalla nacional quedara solo en un 50% y el otro 50% en enlatados norteamericanos.
Para completar este frio y sombrío panorama socio económico el T.L.C, que se pretende firmar con la china, se plantea que en dicho tratado el “estado” colombiano le vende extensiones de tierra a agroindustriales chinos, para siembra extensiva de agro combustibles, para extraer etanol, prefiriendo alimentar los motores de los carros que nos van a inundar del mercado norteamericano y chino. Perdiendo para Colombia su seguridad y soberanía alimentaria de nuestras futuras generaciones.
Como hace 520 años la historia vuelve y se repite, los invasores europeos, a punta de salvajismo y violencia contra nuestros aborígenes se robaron el oro, la plata, esmeraldas, acrecentado en una economía a base del feudalismo y esclavismo.
Con los T.L.C. especialmente con los estados unidos, grandes multinacionales explotaran nuestros recursos naturales, sin que ninguna ley nacional y natural los controle, para explorar y explotar las riquezas de nuestras montañas, a costa de extraer oro, esmeraldas, plata, coltan, níquel etc.
Los ríos amazonas, magdalena, cauca, putumayo, servirán para surtir de agua al pueblo norteamericano, por medio de un gigantesco acueducto que iría desde el amazonas hasta Miami. En estos momentos el agua y el oxigeno de nuestras selvas son canjeadas por deuda externa.
Los T.L.C. que en estos momentos se rectifican en Colombia, no es exagerado decir que le estamos poniendo la lapida a la soberanía nacional, con el siguiente epitafio “padeceremos de sed y hambre, a nombre del capitalismo”. Soberanía acondicionada a los intereses mezquinos de los amos del norte, que hacen ver a Colombia ante el contexto latinoamericano, como una colonia norteamericana.
Recordando a nuestro mas insigne libertador Bolívar, lector de Lucke Montesquieu y otros, además de observador atento de la realidad europea del siglo 19, comprobó que los empresarios rechazaban la intervención del estado en la economía, como habia ocurrido bajo el régimen monárquico absolutista “los clásicos” de la moderna teoría económica , basados en una filosofía individualista, exigían la presencia del estado en la esfera económica, ateniéndose fundamentalmente a las reglas de la libre concurrencia. La ganancia, la acumulación de capital, el éxito empresarial, el ahorro, el cálculo y la previsión se consagraron como valores del nuevo tipo de hombre, el hombre del mundo burgués.
El sistema capitalista, necesitado de descubrimientos científicos en el siglo 19 en pos de un rápido despliegue, propiciaba nuevas especialidades y ramas científicas, como la química, la biología y la física, en función de la industrialización de la revolución industrial, a base de la flora y la fauna del continente latinoamericano, especialmente Colombia.
200 años después, el capitalismo salvaje se entronizara en el corazón de cada uno de los colombianos, haciendo de este la teoría darwinista “el más fuerte sobrevivirá ante el más débil”, en este caso los más fuertes en los T.L.C. son estados unidos, Europa y el dragón del Asia, la china.
En nuestros campos con el T.L.C. ya no se cultivaran maíz, trigo, cebada, algodón, arroz, productos con los que nuestros antepasados glorificaban a sus dioses, el dios sol, el dios luna, el dios lluvia, vendrán a maldecir los jinetes del apocalipsis de los tratados de libre comercio.
El capitalismo es la doctrina que se basa en la explotación del hombre por el hombre, acumulando las riquezas en dinero o en bienes. Para satisfacer en este caso las transnacionales norteamericanas, europeas y las maquilas impuestas por las empresas de los tigres asiáticos.
Como dice el presidente indígena boliviano Evo Morales “El capitalismo lo mercantiliza todo, el agua, la tierra, las culturas ancestrales, la justicia, la ética. No puede haber armonía con la madre tierra en un mundo donde el 1% de la población concentra el 50% de la riqueza del planeta”.
Está demostrado que una economía sustentada en producir solo materias primas, es imposible competir con una economía que las procesa, y las diversifican los países desarrollados, sobre los subdesarrollados.
Citamos como conclusión, al norteamericano intelectual Noan Chomsky “(…) los impulsores del libre comercio también exigen derechos de propiedad intelectual (patentes y registros, entre otros) sumamente proteccionistas. La normatividad de las patentes que avala la organización mundial del comercio (que los países ricos de hoy jamás hubiesen aceptado cuando se disputaba su lugar en el mundo) no solo es extremadamente perjudicial para los países en desarrollo desde un punto de vista económico, sino también afecta la innovación, en realidad, esa es precisamente su finalidad. Lo llaman “libre comercio” cuando en realidad lo que hace es concentrar poder (…)”.
El compilador Carlos G Aguilar Sánchez en su libro los (Mal) tratados de libre comercio, publicado por el departamento ecuménico de investigaciones (DEI), nos deja como una reflexión final. Los tratados de libre comercio son instrumentos técnicos e ideológicos de los grupos neoliberales para enfrentar la actual crisis del sistema capitalista. Se basa en una serie de supuestos que representan los intereses de sus promotores a nivel internacional y nacional: potenciar el libre comercio quitando las conquistas de los trabajadores (as) y agricultores (as), desprotegiendo el ambiente en aras de favorecer la circulación de bienes, servicios e inversiones para las ganancias de las grandes corporaciones transnacionales y los complejos financieros.
Lo que vemos en el futuro es que nuestras cocinas estarán vacías al tenor, del aumento de pobreza y miseria, de quienes perderán sus empleos en los renglones de la economía nacional colombiana.
Fuente: Prensa Rural