De las Cumbres y las aguas

Idioma Español

Las jornadas llevadas a cabo en la ciudad brasilera de Río de Janeiro el pasado mes de junio, en el marco de Río + 20 y la Cumbre de los Pueblos, dejan algunas inquietudes y también claridades frente al futuro del agua en el mundo.

Entre las inquietudes está el papel de la Organización de Naciones Unidas -ONU- en la garantía del derecho al agua. Por un lado se conoce la resolución de la Asamblea General de este organismo en el que se declara el agua como un derecho humano fundamental y se insta a los Estados a implementarlo (resolución altamente celebrada por algunas organizaciones y plataformas en defensa del agua), y por otra parte, tanto en los documentos de la Economía Verde, como en la declaración de Río + 20, el Programa de Naciones Unidas para el Medio ambiente -PNUMA- elimina el derecho y se entiende el agua como un bien económico, sujeto a la inversión y objeto de mercado.

Así, se hace manifiesta una contradicción en el marco de la ONU, pues desde su Asamblea General presenta el agua como un derecho, y desde una de sus agencias y la más importante para las negociaciones ambientales multilaterales -el PNUMA-, el agua queda convertida en un objeto de mercado.

Esta contradicción no es solamente un asunto conceptual, reviste consecuencias prácticas importantes, pues desde el enfoque de la economía verde, la gestión del agua debe ser producto de la construcción de un mercado mundial integrado, como única posibilidad de llevar agua a la población mundial, e incluso como única posibilidad de cumplir con los Objetivos del Milenio -ODM, y la reducción de la pobreza. Estas osadas propuestas han sido presentadas por compañías como Nestle, y en su entramado conceptual podemos ver la emergencia de nuevas categorías, como la de financiarización.

En las décadas de los 90s los países del Sur Global han estado sometidos a la combinación de todas las formas de privatización y mercantilización del agua, entendiendo la privatización como la negación al acceso para cualquier ser vivo, y la mercantilización como la asignación de valores de cambio a los bienes de la naturaleza y en este caso al agua. Ahora, bajo la financiarización podríamos entender la construcción de mercados financieros o la especulación financiera con las aguas, a lo que de alguna manera daría origen a un mercado mundial integrado, la negociación del agua en mercados financieros, en bolsas de valores como las construídas en los últimos años con los bonos de carbono que tantas ventajas han dado a los países industrializados para seguir calentando y destruyendo el planeta.

Frente a esta inquietud, generada por la ambivalencia de la ONU frente al agua y su concepción, aparece con claridad la denuncia que en los últimos años se ha venido haciendo de la ONU como un organismo capturado por las corporaciones trasnacionales y que en última instancia responde a los intereses de los gobiernos poderosos y las corporaciones, desdibujándose así la misión para la que fue creada.

La pasada conferencia de Río + 20 es una triste prueba de esta situación, pues nuevamente se perdió la oportunidad de escuchar a los pueblos y buscar soluciones efectivas para enfrentar la crisis a la que el capitalismo ha enfrentado a la humanidad y al Planeta Azul en su conjunto.

En contraste, la Cumbre de los Pueblos realizada en el Aterro do Flamengo y que reunió a organizaciones y movimientos sociales de diversas partes del mundo, demostró que las soluciones están en los pueblos, en las organizaciones y movimientos que hoy siguen apostando por un cambio en las relaciones de poder y por encontrar salidas a las causas estructurales de las crisis, para enfrentar las falsas soluciones como las presentadas por la economía verde, y para poner en marcha nuestras alternativas, las de los habitantes de los territorios y las de las gentes humildes y trabajadoras.

Respecto al agua, en la Cumbre de los Pueblos se hizo presente la alternativa que desde hace varios años se viene construyendo mancomunadamente y que consiste en la generación de un modelo público comunitario de manejo del agua, en el que se resignifique lo público más allá del papel del Estado y en el que lo comunitario se presenta como una posibilidad de reconstrucción de algunos estados tomados por las corporaciones gracias a la complicidad de los gobiernos de turno.

Pero también esta alternativa, de fortalecimiento de manejo público y comunitario del agua, es una forma de reforzar los estados que continúan comprometidos con la defensa de lo público y que ven en lo comunitario un aporte a la reconciliación de la sociedad con los bienes comunes.

Las jornadas de la Cumbre de los Pueblos permitieron hacer los balances y análisis para demostrar el peligro al que se ven enfrentadas las aguas en los nuevos 'paradigmas' de los mercaderes de la vida. También dejó una claridad y enseñanza muy importante: la movilización como posibilidad de defender nuestras aguas y nuestras vidas.

Más de 4 jornadas de movilizaciones -de las mujeres, de los pueblos indígenas, frente al extractivismo, etcétera- enseñan que en estos tiempos de crisis, de corporativización de la vida, la alternativa está en convertirnos nuevamente en pueblos en movimiento, hacia la defensa de los bienes comunes, en las calles pero también con la implementación de las alternativas, y del lado de los movimientos de los pueblos y sus organizaciones.

Sin duda son tiempos difíciles a los que nos enfrenta el reordenamiento de un capitalismo verde y que encuentra en los servicios ambientales y el capital natural las mejores herramientas conceptuales para autojustificar que la salida a la crisis consiste en una reasignación de los capitales para el mejoramiento de los megaproyectos, y en general para reinstalar un modelo de desarrollo depredador de la naturaleza. Pero en estos tiempos difíciles los pueblos también se juegan sus alternativas que emergen de la posibilidad de defender las aguas, la soberanía alimentaria, las economías propias, los modelos públicos y comunitarios, elevando sus voces y señalando a través de la implementación de alternativas reales que no se pueden buscar curas peores que la enfermedad, más bien es necesario tejer posibilidades que emergen de los saberes tradicionales y ancestrales, de las comunidades organizadas, de los saberes de las y los trabajadores, de todos los procesos sociales que en la defensa del agua y de la vida continúan diciendo a los mercaderes de los bienes comunes: ¡YA BASTA!!!.

Fuente: CENSAT

Temas: Agua

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