Sobre transgénicos: Cinismo, manipulación e ignorancia
Cuando los representantes de los intereses corporativos que favorecen los cultivos transgénicos, presentan una visión manipulada y cínica sobre la realidad en torno a este tema.
Por Jaime E. García*
El 29/5/15 el Sr. Alejandro Hernández, representando los intereses corporativos que favorecen los cultivos transgénicos, presentó en este diario una visión manipulada y cínica sobre la realidad en torno a este tema. Veamos:
-Falacia por falsa analogía: Hernández empieza dando ejemplos exitosos de tecnologías que no tienen nada que ver con el tema en discusión, dado que la aplicación de tecnologías a cosas inanimadas no es comparable con su uso en organismos vivos liberados al ambiente.
-Datos dudosos y desfavorables: las “cuentas alegres” sobre el número de agricultores “embarcados” y áreas cultivadas con transgénicos que nos expone Hernández son aquellas elaboradas y maquilladas por la agroindustria transgénica, y no corresponden a la realidad (goo.gl/5WG6NE). Estos datos, lejos de reflejar un “éxito”, en realidad demuestran su fracaso, dado que en 20 años, nada menos que 89% de los países no aceptan estos cultivos (178 de 200), en virtud de sus promesas incumplidas, amén de los riesgos, incertidumbres y graves impactos negativos que provocan en el ambiente, la comercialización, así como en la salud de las personas (agricultores, poblaciones aledañas a estas plantaciones y a los consumidores). Además, el número de cultivos transgénicos liberados comercialmente no ha pasado de 12, y de estos cuatro abarcan 99% del área cultivada (soya, algodón, maíz y canola).
-Favoreciendo el cambio climático y los residuos de agrovenenos en la comida: la agroindustria transgénica no ha hecho más que intensificar y profundizar los problemas harto conocidos y vividos que conllevan las prácticas de la fallida “revolución verde”, incluyendo la liberación de cantidades masivas de gases de efecto invernadero, generados tanto en el proceso de producción y transporte de las semillas transgénicas, como en la elaboración, transporte y aplicación de los agrovenenos (plaguicidas y fertilizantes, principalmente) a las que son adictas (goo.gl/Up4CoL).
Alrededor de 85% del área con transgénicos son tolerantes a herbicidas, especialmente al cuestionado glifosato, clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “probablemente cancerígeno para humanos” (goo.gl/7mG8KI). No es una buena idea sembrar cultivos resistentes a herbicidas, dado que estos hacen posible que sus residuos tóxicos aparezcan ahora en sus cosechas y, por ende, en nuestra comida, así como en el ambiente en general (goo.gl/Praeb7).
-Colaborando con la deforestación: contrario a la afirmación de Hernández, los transgénicos están favoreciendo la expansión incontrolada de la frontera agropecuaria. A manera de ejemplo, baste citar los casos de destrucciones de ecosistemas naturales, como el monte chaqueño y las yungas en Salta, Argentina. Como lo citan Massarini y Schnek (2015): “Argentina, (...) está enfrentando uno de los procesos de deforestación más fuertes de su historia. Si el desastre continúa a este ritmo, en menos de un siglo se habrán perdido todos los bosques del país”.
-No son más productivos: los estudios independientes sobre esta materia no respaldan la temeraria y falaz generalización de que los transgénicos sean más productivos (goo.gl/TSTgGH). Los monocultivos disminuyen sus rendimientos en el tiempo, cuando se hacen presentes sus efectos colaterales negativos (envenenamiento y salinización del suelo, disminución de la biodiversidad, incluyendo a los agentes polinizadores, y otros).
-Agua y un transgénico dudoso resistente a la sequía: solo se ha obtenido una variedad de maíz transgénico resistente a sequías moderadas, con resultados dudosos, y que no reduce los requerimientos de agua del cultivo (goo.gl/DTx1x0). Lo que sí sabemos con certeza es que las aplicaciones masivas crecientes de plaguicidas y fertilizantes en estos cultivos están envenenando el agua.
-Incompatibles con el ambiente: el cinismo de Hernández no tiene parangón cuando afirma que la tecnología transgénica “es totalmente compatible con el cuido del ambiente y con prácticas ecológicas”. ¡Vaya desfachatez! y menosprecio para la inteligencia de los ciudadanos informados en este tema. Todo lo contrario, son artículos como el aquí refutado los que están descaradamente mal informando a la población.
-Ignorancia transgénica: si alguien está desactualizado con respecto a los conocimientos de la genética es precisamente el Sr. Hernández, quién se quedó con los conocimientos de la genética reduccionista de los años 50’s del siglo pasado, estancada en el obsoleto “dogma central”, basado en el modelo de flujo lineal y unidireccional de la información genética (un gen, una proteína), ignorando así al modelo del genoma fluido para explicar la expresión de los genes, el cual incluye los contextos celular, tisular, el del organismo como un todo, así como el papel del ambiente externo y el contexto temporal en los procesos del desarrollo.
-Discusión enfrascada: esta discusión “de más de 20 años” seguirá enfrascada mientras los defensores de los transgénicos no tengan argumentos válidos que los sustenten. No es con “cantos de sirena”, falacias, verdades a medias o promesas incumplidas, ni con pseudociencia con conflictos de interés, que se logrará salir de esta discusión. Los hechos y la razón son los que deben guiar nuestra posición en este tema.
-”Despertar antes que sea demasiado tarde”: es el sugestivo título del informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (2013), que al referirse a este tema nos confirma, de forma categórica, que: “La agricultura industrializada es insostenible y los ajustes tecnológicos basados en la ingeniería genética no han sido capaces de obtener los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Por el contrario, han introducido productos que restringen la innovación de los agricultores, la conservación in situ de la biodiversidad, y el acceso al germoplasma adaptado localmente”, así como que: “Los modelos de agricultura alternativos, tales como la agroecología, han demostrado el potencial para reducir la pobreza, aumentar la seguridad alimentaria, y reducir la huella ambiental agrícola, porque estos aumentan la resiliencia ecológica de los agroecosistemas, reducen el uso de insumos externos, incrementan los ingresos de los agricultores, y están basados en tecnologías que son entendidas, implementadas y mejoradas por la mayoría de los agricultores pobres y de subsistencia” (goo.gl/IzS7yv).
*Catedrático UNED-UCR. Red de Coordinación en Biodiversidad.
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Fuente: Diario Extra