Fumigaciones: Todos somos Ituzaingó. Boletín N° 478 de la RALLT

Idioma Español
País Argentina

A mediados de junio se inició un juicio histórico en contra de las fumigaciones asociadas con los cultivos de soja transgénica en la ciudad de Córdoba. Este es un juicio que está poniendo en el banquillo de los acusados en realidad al modelo sojero agroindustrial que ha logrado extenderse en todo el Cono Sur, y que ahora que ahora podría ser reemplazado poco a poco por maíz. Compartimos una serie de artículos y reflexiones sobre el tema.Boletín N° 478 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos.

TODOS SOMOS ITUZAINGÓ

 

Elizabeth Bravo

 

Red por una América Latina Libre de Transgénicos

 

 

Yo no entiendo de agrotóxicos,

 

pero mi cuerpo si lo sabe

 

(Testimonio Madre de Ituzaingó)

 

 

El 11 de junio se inició en la Cámara 1° del Crimen de Córdoba – Argentina, un juicio penal interpuesto por el Grupo de Madres del Barrio Ituzaingó contra dos productores de soja (Francisco Rafael Parra y Jorge Alberto Gabrielli) y un aero-aplicador (Edgardo Pancello) por volar infracción a la Ley 24051.

 

Por más de 10 años el barrio ha sido afectado por un coctel de agroquímicos que incluye glifosato, endozulfán y otros agrotóxicos asociado al cultivo de soja transgénica. Este juicio es el resultado de varios años de lucha del grupo de mujeres.

 

Los testimonios presentados durante el proceso evidencian que entre 2001 y 2010 se han detectado 193 casos de cáncer entre los vecinos, así como algunas malformaciones como púrpura o labio leporino y que el agua que se tomaba estaba contaminada con plaguicidas. En un trabajo hecho por el gobierno en 2010 -2011, se encontró el 80% de la población infantil del barrio tienen agroquímicos en su sangre (114 menores –de un total de 142 que residen en un barrio). Un médico clínico de la zona, Eduardo Alberto Molina dijo que "nunca había visto tantos pacientes con diabetes e hipotiroidismo como en ese barrio".

 

Fui invitada como al juicio en calidad de observadora internacional junto con el Dr. Arturo Campaña, experto en salud pública y agroindustria. Yo conocí a Sofía y María, dos mujeres que forman parte del grupo de madres hace años. Uno de los primeros recuerdos que tengo de ellas fue cuando Sofía me dijo que ella no le dejaba salir a su hijo a jugar a la calle por miedo a que se contamine. Y es que los niños, con la novedad de ver las avionetas fumigadoras, salían corriendo tras de ellas, y los niños quedaban bañados en veneno. Pero, ¿cómo le controlas a un niño que no salga?.

 

El domingo tuvimos la oportunidad de conocer el barrio acompañados por María, una de las Madres. Ahí pudimos evidenciar la cercanía del barrio al sitio donde, hasta hace un tiempo, empezaban las plantaciones de soja. Los sojeros dejaron de plantar soja junto al barrio, debido al movimiento de las madres en contra de las fumigaciones; sin embargo, los efectos de las fumigaciones se sienten hasta ahora.

 

Ituzaingó es un barrio periurbano que se estableció hace unos 40 años. Es evidente la carestía de servicios básico. Por muchos años el barrio se abasteció de aguas provenientes de las napas, que venía contaminadas por la infiltración de agrotóxicos provenientes de la plantación.

 

La falta de servicio de agua potable fue uno de los determinantes más importantes para que se de la contaminación en los niveles actuales. Arturo Campaña narra así su encuentro con una mujer que pasaba por la calle…

 

Ella nos contó sobre los problemas de dotación de agua para uso humano que viven en el barrio. Nos indicó, cerca de donde la encontramos, una estructura a la que llegaba agua del pozo, y que de ahí era distribuida a las familias. El agua era depositada en tanques (que había sido entregados por el gobierno) que estaban colocados a unos 10 a 15 metros de las casas para aprovechar la caída del agua y que como permanecían abiertos, quedando expuestos a la deriva de químicos y a las fumigaciones que tenían lugar cerca del barrio.

 

Nos indicó que los exámenes hechos por alguna autoridad al agua, revelaron importantes contenidos de endozulfán y otros químicos. Algunos denotan la presencia de químicos de la época de órgano-clorados como hectacloro y otros como los drines. Nos hablaron que no se ha encontrado glifosato, porque la metodología para detectar glifosato en matrices de agua o tierra es un poco complicada.

 

Sobre la situación de salud del barrio, el dice

 

Me llamó la atención que con toda la gente con las que conversamos hacía referencia a la enfermedad. Primero tuvimos contacto con una señora que caminaba al paso. Ella nos dijo que es una de las personas que se ha enfermado debido a la contaminación, que tiene una mala formación de células sanguíneas posiblemente por una afección del sistema ósea. Nos habló también de una debilidad muscular que se le está resolviendo. Inclusive dice que se les está haciendo estudios en relación a alguna forma de enfermedad autoinmune, algún tipo lupus.

 

Luego caminamos a la zona donde años antes se sembraba soja transgénica y que ahora estaban abandonados y están siendo ahora lotizados para un plan de vivienda popular. ¡Qué irresponsabilidad!, pues esas son zonas que debieron ser remediadas y descontaminadas antes de que se pueda iniciar ahí cualquier actividad. Y eso es algo que puede tomar muchos años. De nuevo volvemos a ver cómo priman los interese económicos por sobre los derechos a la salud y a un ambiente sano y libre de contaminación. En nuestra visita al barrio, vimos que ya hay una casa habitada.

 

Ahí conocimos a Susana, una de las madres. Me conmovió cuando nos dijo “Yo no entiendo de agrotóxicos, pero mi cuerpo si lo sabe”. Su casa está a pocos metros de donde empezaba el campo de soja y desde ahí se veía llegar las avionetas aerofumigadoras. Entraban al barrio botando un chorro de agua. “En ese tiempo no sabíamos que eran los agroquímicos, y los niños por la novedad de ver una avioneta corrían tras de ellas”, dijo ella. No sabían que estaban siendo rociados con el elixir de la muerte.

 

Luego señala otras casas y nos dice: “Ahí hay un niño con púrpura” “Mira esa calle, antes pasando una casa había un enfermo de cáncer, ahora hay ya en casi todas las casas un enfermo” “Allá, la señora se murió de cáncer, y en esa casa, una chica de 23 años también murió de cáncer”. Arturo Campaña expresa así sus impresiones luego de conocer a Susana…

 

Otra conversación la tuvimos a media cuadra, a unos 80 metros de lo que habrían sido los límites de la plantación de soja, que ahora ya no está en producción… Ella tiene una cantidad de problemas en la sangre y ha tenido varios abortos. Nos habló de haber tenido una propensión a las reacciones alérgicas en la piel y nos enseñó los estigmas de esas alergias que se revelan en sombras en las piernas.

 

Su única hija le nació con comunicación intraventricular (CIV). A la niña le nota estable, pero en algún momento hay que hacerle una intervención.

 

A través de ella supimos que hay numerosos problemas de tipo sanguíneo en la zona. Nos reveló el caso de un vecinito que tenía púrpura hemorrágica, que podría tratarse tropombisopenia. Y todo esto es en la misma cuadra. Nos habló de que en la calle del fondo, a media cuadra, casa de por medio hay por lo menos una persona con diagnóstico de cáncer, lo que indica que la frecuencia de cáncer es bastante notorio. ¿A quién se le ocurre que en el mismo barrio haya tanta gente con cáncer? Esto nos revela que hay un problema del barrio.

 

Muchos de los vecinos del barrio se oponen a la heroica lucha de las madres porque dicen que sus propiedades se van desvalorizar. Susana nos contó que en algunas tiendas, a las líderes del grupo de madre no las querían atender… lo triste es que meses o años más tarde resultaba que en su familia aparecía un pariente con leucemia, otros con lupus o les nacía un niños con malformaciones.

 

Ella explica que la lucha ha pasado por varios momentos. Primero el enfrentamiento era entre los pobres contra los poderosos (los sojeros). Luego fue entre sanos y enfermos. Nos cuenta con tristeza como su niña le dice al vecino: “Nosotros no somos iguales. Yo tengo una malformación en el corazón, y tu tienes agroquímicos en la sangre”. “Es muy triste que nuestra lucha sea conocida internacionalmente, pero que aquí no se la entienda”.

 

Finalmente nos dijo que “Le han invitado a Malvinas Argentinas para hablar con los vecinos sobre nuestra experiencia. Es que ahí la Monsanto quiere instalar una planta de semillas de maíz”.

 

Si. Mientras se celebra el juicio en contra de los fumigadores, Monsanto anunciaba que iba a “invertir” 1.500 millones de pesos (335 millones de dólares) en la construcción de una planta para procesar semillas de maíz[1] en Malvinas Argentinas. Este anuncio fue hecho en Estados Unidos cuando los directivos de la empresa se reunían con la presidenta argentina.

 

Un comunicado de prensa que apareció en un periódico local (La Voz del Interior) explica que el plan de inversiones de Monsanto incluye más de 170 millones de pesos en investigación y desarrollo local y la construcción de dos nuevas estaciones experimentales (en Córdoba y Tucumán) para el desarrollo de programas de investigación y desarrollo de maíz y soja (¿transgénicos?). El diario dice que esta sería la mayor inversión de Monsanto de este tipo.

 

En esa reunión, la presidenta dijo que

 

“Hace unos instantes estuve con Monsanto, que nos anunciaba una inversión muy importante en materia de maíz (…) Y además estaban muy contentos porque Argentina hoy está –digamos – a la vanguardia en materia de eventos biotecnológicos”.

 

La vanguardia en eventos biotecnológicos ha hecho que vastas zonas del Argentina se vivan experiencias similares a las que vimos hoy en el barrio Ituzaingó. Durante el “Segundo Encuentro de Pueblos Fumigados” de Argentina, que se celebró en una carpa colocada en las inmediaciones de los Tribunales Provinciales, de manera paralela al juicio a las fumigaciones, escuchamos muchos testimonios similares, y a veces más desgarradores a los de Ituzaingó. Ahí se narraron las luchas que se llevan a cabo en estos “pueblos fumigados”. Uno de los casos que más me conmovió fue de unos jóvenes de Corrientes que traían la carta de una madre de Puerto Viejo Lavalle, cuyo hijo de 4 años, Nicolás Arévalo, había fallecido.

 

Algunos son de dos mil habitantes, otros un poco más grandes; pero en todos viven gente comprometida en dar batallas titánicas contra este gran coloso que es el gran agronegocio de la soja transgénica. Son luchas de pequeños colectivos de vecinos que de manera heroica enfrentan a las fumigaciones porque afectan su vida y la de sus hijos. Algunos piden que no se fumigue a 800 metros del pueblo, otros que no les instalen un almacén de agrotóxicos en su pueblo…

 

Lo que se ha evidenciado en Ituzaingó es la realidad de miles de pueblos en las zonas sojeras argentinas. Cientos de afectados por las fumigaciones de todo el país que pertenecen a pequeños colectivos ciudadanos denominados “Paren de Fumigar”, llegaron también a Córdoba a acompañar el juicio y a dar testimonio sobre sus propias vivencias.

 

Ahí se puso en evidencia que hay por lo menos 12 millones de personas están afectadas por el modelo productivo de la soja transgénica que incluye: siembra directa, agricultura de precisión, semillas transgénicas y fumigaciones. Este modelo ha hecho que en Argentina se vierten 14 litros de glifosato por hectárea por campaña productiva de soja, lo que significa unos 300 millones de litros de venenos por campaña, lo que significa que cada persona 12 litros por persona. Pero hay datos menos conservadores que hablan de 500 millones de litros al año. Todo ese veneno cae sobre la población de esos “pueblos fumigados” que vive en medio de inmensos campos de soja.

 

Y el gobierno no descarta la idea que este modelo se expanda. Veamos lo que dijo la presidenta en su discurso en Nueva York…

 

“Yo le comentaba – y la gente de Monsanto no lo sabía – que tenemos una Patagonia, en la cual algún productor argentino tiene producción, por ejemplo, forrajera y que uno lo puede observar en medio de la estepa patagónica los círculos que solamente con riego producen forraje de primerísima calidad. Y tenemos también agua en la Patagonia…(allá) han pasado de la minería a cielo abierto a minería en excavación y es justamente donde han encontrado en plena Patagonia ríos subterráneos. A ellos les causa problemas, pero a nosotros nos ha llenado de alegría, porque esto nos da la idea de que el elemento vital: agua, nos va a permitir extender la frontera agropecuaria.”

 

La lucha no es fácil, porque quien está detrás, quien se beneficia y lucra de este drama humano, es el gran poder de transnacionales de Monsanto, Cargill, Bunge, Nidera y de grupos económicos nacionales como Los Grobo. Y cuentan con el apoyo oficial.

 

Pero también en estos pueblos olvidados se dan fuertes relaciones de poder que hacen muy difíciles estas luchas. Recuerdo que una persona que propuso la necesidad de trabajar con las escuelas, para despertar conciencia en los maestros para que se prohíba las fumigaciones en zonas donde hay escuelas, para que los niños no sean fumigados; a lo que otro de los participantes recordó que en la mayoría de estos pueblo la directora de la escuela es la esposa del fumigador, o la madre del sojero… El dueño de la tierra ahora vive de la renta. Gana mucho dinero sin tener que trabajar, y por lo tanto apoya la expansión de la soja.

 

Durante el juicio puesto por las Madres de Ituzaingó, una señora que fue testigo de los sojeros, era la dueña del campo; la señora Godoy, quien vivía en medio de la plantación. Ella aseguraba que nunca vio una avioneta aerofumigadora, a pesar de que los vecinos de Ituzaingó tienen fotografías y filmaciones de las avionetas entrando a los campos de soja, y que hasta encontraron una avioneta desmantelada para que no pueda ser identificada por las autoridades.

 

Y así como ella, que se benefició directamente del modelo sojero, hay muchos otros que lo apoyan y que obstaculizan el trabajo de los colectivos que se oponen a las fumigaciones. El día lunes 17 de junio, los jueces hicieron una visita al barrio y les esperaba un grupo de una diez personas que se oponen al juicio porque han comprado lotes en el campo de soja abandonada.

 

El 17 de junio dio su testimonio la bióloga Diana Raab, quien en el año 2004 trabajaba en la Secretaría de Salud y Ambiente de la Municipalidad de Córdoba en la unidad de Prevención y Gestión, quien explicó que hay dos Ordenanzas Municipales que se deben mencionar: la primera prohíbe la fumigación aérea o terrestre en el eje urbano de Córdoba y la otra prohíbe las fumigaciones a 2 500 metros en el barrio Ituzaingó (esto fue resultado de la lucha del Grupo de Madres).

 

Ella narra que en febrero del 2004 recibió una llamada de Ituziangó.

 

Ese era un lugar muy concurrido por los inspectores de la Municipalidad, debido a las constantes llamadas de las madres, pero ese día fue muy particular. Las madres dijeron que en ese momento estaban fumigando. Me desplazó al barrio y en el tiempo que me demoré en llegar aun se veía el “mosquito” en el campo. Estaba a menos de 2500 metros de donde empieza el barrio. Era una máquina de color verde, abierta, en posición de trabajo. Fui al portón por donde se entra al campo pero nadie me atendió y no puedo hacerlo sin el consentimiento de los dueños. Ahí habían tres móviles policiales que no había sido llamados ni por el Municipio ni por las madres. Los vecinos decidieron ir a la policía para pedir una orden de allanamiento. Yo las acompañé. Como no nos atendían ellas decidieron que no se moverán hasta que no se les atienda. Finalmente, a la 1 o 2 de la mañana consiguieron la orden.

 

Al siguiente día, fue la policía para el allanamiento. Yo participé solo como testigo. Los dueños de la propiedad (Parra) no querían permitir la entrada de la fuerza púbica a la zona doméstica, pero finalmente entramos. Ahí los policías encontraron varios bidones con agroquímicos en una habitación que estaba siendo usada por un miembro de la familia. Los bidones estaban escondidos entre la pared y la cama. Me llamó mucho la atención que en ese lugar, que era un sitio para dormir, había químicos peligrosos (plaguicidas órganoclorados y 2,4D), pues vi la calavera y las dos tibias en alguno de los bidones. Los bidones estaban abiertos, lo que insinúa que en ese momento estaban en uso, por lo que no se los había guardado como reserva. Había un metro y medio de bidones colocados uno después del otro.

 

Cuando se acabó la audiencia, Diana Raab no pudo evitar llorar en los brazos de Sofía, una de las madres. Eran experiencias muy fuertes para ella pues se siente comprometida con la lucha de las madres. Yo tampoco pude evitar que se me resbalen unas lágrimas, porque en este juicio estamos hablando de la vida y de la muerte de un barrio olvidado, marginado, donde la gente está muriendo a costa del crecimiento económico de Argentina. Recuerdo cuando el abogado de la defensa preguntó a uno de los testigos si el sabía que gracias a la soja transgénica el Argentina ha podido mantenerse en un lugar muy competitivo en el mercado internacional de la soja, y que sus competidores también usan la soja RR.

 

Desde esa perspectiva, las madres con abortes constantes, los niños con malformaciones genéticas, los enfermos de cáncer son sólo costos colaterales que deben ser aceptados, porque ese es el costo del desarrollo, un desarrollo que no sólo afecta a las madres de Ituzaingó. Afecta a todos esos pequeños pueblos fumigados que pueblan toda la Pampa Húmeda argentina, y que se extiende a Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil, y que ahora pretende extenderse a la Patagonia.

 

 

Por eso, podemos decir

 

TODOS SOMOS ITUZAINGO.

 

Justicia para ellos y todos los pueblos fumigados, víctimas del actual modelo sojero.

 

 

Fuentes:

 

La Voz

 

Darío Aranda

 

La Voz

Almuerzo en el Council de las Américas: Palabras de la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner con empresarios estadounidenses, en el Consejo de las Américas, en Nueva York.

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CLARÍN Y LA NACIÓN TAPAN UN JUICIO POR CONTAMINACIÓN DE AGROQUÍMICOS

 

Por Manuel Alfieri

 

24.06.2012

 

La prensa hegemónica apoya los lockout de la Mesa de Enlace mientras silencia un proceso que juzga a tres ruralistas por la fumigación en un pueblo de Córdoba. Además, la comisión que debía investigar y a la que acusan de estar inactiva.

 

El pasado 11 de junio comenzó el primer proceso judicial de la historia nacional contra productores sojeros y un fumigador acusados por contaminación ambiental. Pese a la importancia del hecho, los diarios Clarín y La Nación parecen no haberse enterado.

 

El relevamiento de sus páginas desde el día en que se inició el juicio es contundente. Al cierre de esta edición, en el periódico de Héctor Magnetto la noticia es inexistente. Ni una sola nota que informe sobre los reveladores testimonios que pasaron por los tribunales o las pericias realizadas por la justicia. En tanto, el matutino de Bartolomé Mitre apenas dedicó al tema un pequeño artículo de 659 caracteres, donde tímidamente dio cuenta del inicio del proceso. Desde allí en adelante, nada.

 

Sin embargo, no sucedió lo mismo cuando otro conflicto, también ligado al ámbito rural, se desató, semanas atrás. En este caso, los damnificados no pertenecían a la clase trabajadora, ni habían sufrido 200 casos de cáncer en una población de sólo 5000 habitantes, tal como sucedió en el barrio Ituzaingó Anexo, en la provincia de Córdoba, donde se está desarrollando el mencionado juicio por fumigaciones con glifosato. La noticia del campo que sí convocó el interés de los diarios hegemónicos fue el más reciente malestar de los representantes de la Mesa de Enlace, quienes rechazaron el revalúo del impuesto al inmobiliario rural en la provincia de Buenos Aires y lanzaron un nuevo lockout, a principios de mes. Clarín y La Nación llevaron el tema a tapa y acompañaron, visiblemente, el reclamo del sector.

 

Una amplia gama de fuentes consultadas por Tiempo Argentino –entre las que se encuentran médicos, ambientalistas y legisladores de diferente extracción política– coincidieron en señalar que el origen de esta disparidad informativa está vinculado a los fuertes intereses económicos que unen a los grupos mediáticos más grandes del país con las multinacionales del agronegocio.

 

Para Fernando “Pino” Solanas, diputado nacional por Proyecto Sur, “Clarín está muy ligado al modelo sojero y al agronegocio, igualmente el diario La Nación. Todo lo que tiene que ver con el tema de las fumigaciones, les es absolutamente ajeno”.

 

Idéntico análisis hizo el ex intendente de Córdoba y actual senador por el Frente Amplio Progresista (FAP) Luis Juez, quien aseguró: “Son grupos con mucho poder económico y mucho poder mediático. Son los más grandes auspiciantes que tienen los monopolios de la comunicación. Hay que leer las páginas de los domingos y te vas a dar cuenta.”

 

El argumento dado por Juez es fácilmente comprobable. Basta con una simple ojeada por las páginas de Clarín. Corporaciones vinculadas al comercio de agroquímicos y semillas transgénicas, como Monsanto, Syngenta, Nidera, Basf, Bayer, Don Mario, entre otras, destinan buena parte de sus ingresos para publicitar en el diario de Ernestina Herrera de Noble. Más precisamente, en el suplemento Rural, dirigido por el ingeniero Héctor Huergo, uno de los impulsores de la entrada de la soja transgénica y el glifosato a nuestro país.

 

En el libro El Mundo según Monsanto, la periodista francesa Marie-Monique Robin se refiere a Huergo como “el más firme defensor argentino” de los transgénicos. En diálogo con Tiempo, Robin consideró: “Este señor tiene un papel muy oscuro en esta historia. Me gustaría saber cómo vive, porque no me puedo imaginar que hizo esto sólo por ideología. Aquí hay intereses muy fuertes”.

 

Huergo dirigió el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) entre febrero y noviembre de 1994, designado por el entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá. “Durante el gobierno de Menem, Huergo convirtió el INTA en una agencia pública al servicio del agronegocio. Toda la información genética que se había desarrollado en 40 años de trabajo, fue transferida a empresas como Monsanto”, denunció el médico Medardo Ávila Vázquez, integrante de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, que acompaña a las madres cordobesas en el proceso contra dos productores, Francisco Parra y Jorge Gabrielli, y un aeroaplicador, Edgardo Pancello, acusados como presuntos instigadores y autores de contaminación dolosa agravada.

 

Sofía Gatica, una de las denunciantes y fundadora de la organización Madres de Ituzaingó Anexo, perdió a su hija una semana después del parto, producto de una malformación en los riñones del bebé. Gatica vincula aquel dolorosísimo episodio con las fumigaciones con glifosato y otros agroquímicos que se daban a diario por sobre los techos de su casa y las de sus vecinos.

 

Pese a que las primeras denuncias, allá por 2006, fueron reflejadas por el autodenominado “gran diario argentino”, hoy el tema parece estar prohibido en ese periódico. “No les permiten publicar nada. Hace unos días vino un chico de Clarín, que estuvo en el juicio y nos hizo entrevistas, pero nos dijo que no estaba permitiendo publicar nada acerca del tema”, relató Gatica. Lo mismo sostuvo el médico Ávila Vázquez: “Estuvo un chico de Clarín haciendo notas, pero nos dijo que probablemente no se publicará nada.”

 

Para el multimedios la cobertura del caso fue, exclusivamente, a nivel local. Según informaron las fuentes consultadas, las únicas empresas del grupo que cubrieron la lucha de los denunciantes fueron La Voz del Interior y Canal 12. Para la ex diputada cordobesa Cecilia Merchán, que presentó proyectos de ley para regular las fumigaciones, se trata de una estrategia de Clarín “para que el tema no se difunda a nivel nacional, de que sólo tome estado público a nivel local”.

 

Otro de los especialistas consultados fue el doctor Andrés Carrasco, docente, investigador de la UBA y ex presidente del CONICET, quien sufrió una virulenta campaña mediática de desprestigio en 2009, cuando publicó un trabajo que comprobó las nocivas consecuencias del glifosato en embriones, aun en dosis muy por debajo de las usadas en campos de soja.

 

“Si hasta el momento no publicaron nada, es porque tendrían que publicar a favor de los que están sentados en el banquillo de los acusados. Ambos diarios tienen enormes intereses en el agronegocio”, aseguró el científico.

 

La Nación, ligado históricamente a la Sociedad Rural Argentina y los sectores más conservadores del país, fue uno de los medios que encabezó la campaña de desprestigio contra lo investigado por Carrasco. En una nota del 24 de abril de 2009, titulada “No aparece un estudio crítico sobre el glifosato”, el diario se refirió al trabajo del investigador como “un estudio de supuesta validez científica”. Un día después, el artículo “Ante el riesgo de volver al pasado” advirtió sobre la “preocupación en el agro por la posibilidad de que se prohíba o suspenda el uso de glifosato, uno de los pilares sobre los que se apoya la producción nacional”, algo que traería “consecuencias muy graves”.

 

La acérrima defensa de la soja y el glifosato que hacen Clarín y La Nación puede resumirse en un simple pero millonario ejemplo: ambas empresas están asociadas en la organización de la megaferia Expoagro, donde cada año realizan jugosos negocios vinculados a la maquinaria, los productos transgénicos y los agroquímicos.

 

Una comisión polémica

 

El 25 de enero pasado, la Defensoría del Pueblo de la Nación emitió una resolución en la que cuestionó el trabajo de la Comisión Nacional de Investigación de Agroquímicos (CNIA), creada por la presidenta Cristina Fernández a comienzos de 2009, a raíz de la relación entre fumigaciones y enfermedades que denunciaron los vecinos del barrio Ituzaingó Anexo, de Córdoba.

 

Para la Defensoría, la CNIA “lejos está de cumplir de modo sostenido en el tiempo con la manda presidencial que la convocó para la investigación, prevención, asistencia y tratamiento en casos de intoxicación o que afecten a la población con productos agroquímicos”. El organismo detectó, además, que la CNIA no cumple con la regularidad de funcionamiento impuesta, no mantiene actualizada su página web y no difunde actas ni informes.

 

“Creo que no están trabajando hoy en día. Si no, tendrían que haber hecho caso a sus propios objetivos, que era llevar a cabo estudios epidemiológicos”, consideró el doctor Andrés Carrasco. Su colega Medardo Avila Vázquez, de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, agregó: “Esta comisión no se está juntando, no se reúne”.

 

Consultados por este diario, desde la CNIA contestaron que “la comisión se reúne con menos regularidad que antes, cada dos o tres meses, pero se está reuniendo”. Así lo explicó Jaime Lazovski, subsecretario de Relaciones Sanitarias e Investigación del Ministerio de Salud de la Nación. El mismo funcionario informó que la CNIA está integrada por diferentes organismos estatales y que, aunque no cuenta con un presupuesto específico, se están realizando distintos trabajos de investigación en todo el país.

 

Sin embargo, muchos de ellos no fueron publicados debido a que “no están escritos en modo de informe”, se excusó Lazovski.

 

El documento más importante publicado por la CNIA, de mediados de 2009, contiene dos conclusiones básicas: que “bajo condiciones de uso responsable, el glifosato y sus formulados no implicarían riesgo para la salud humana o el ambiente”; y que “en la Argentina no existen suficientes datos sobre los efectos del glifosato en la salud humana”. Es decir, no define si el glifosato es inocuo o perjudicial e indica la necesidad de estudios.

 

Para Claudio Lowy, ingeniero forestal y especialista en desarrollo humano sustentable, “no es suficiente la información que ellos proveen. Faltan estudios epidemiológicos y un mecanismo que permita ejecutar lo que recomiendan”.

 

En la misma línea, el doctor Carrasco concluyó: “No van a decir nada que genere un problema político. Ellos se convirtieron en una especie de contrapunto de lo que nosotros denunciamos. No olvidemos que el agronegocio es un pilar fundamental de este modelo.”

 

Fuente: Tiempo Argentino

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EL APOYO A ITUZAINGÓ ARMÓ UN PIC-NIC

 

Las organizaciones que respaldan a las Madres de Ituzaingó en el juicio por las fumigaciones en el barrio armaron una carpa frente a Tribunales que tuvo de todo. Esta semana estará desarmada por falta de fondos.

 

Por Juan Pablo Martínez

 

Medardo Ávila Vázquez y su abogado, Miguel Domingo Martínez, bajan de la sala de audiencias y alrededor de 100 personas los esperan en una carpa armada afuera de Tribunales II. Suena Raly Barrionuevo en los parlantes que están sobre el asfalto, pero lo callan. El murmullo aumenta y las preguntas se multiplican, porque quienes están ahí quieren saber cómo va el primer juicio por fumigaciones con agrotóxicos del país, y los integrantes de la querella quieren contarlo.

 

Es jueves. La carpa se levantó en la esquina de Achaval Rodríguez y Artigas el lunes 11 de junio bien temprano, cuando empezó el proceso, y ya pasó una semana de testimonios. El que tiene que contestar ahora las preguntas es el abogado Martínez. Se sienta en una silla, los interesados lo rodean y el letrado empieza a responder: “Nuestro objetivo de mínima era llegar a este juicio...”

 

La dinámica se repitió durante la semana que pasó, aunque no siempre fueron Martínez o Ávila Vázquez los encargados de informar cómo va todo. También tuvo voz Cecilia Carrizo, la coordinadora del colectivo Paren de Fumigar Córdoba. Entre los murmullos, un grupo de mujeres le da duro al cucharón en una olla que humea en las mañana frescas, para preparar el alimento “popular y orgánico” que todos comen en el lugar.

 

Para Medardo Ávila Vázquez, la carpa fue la “retaguardia” en el juicio y la definió como “un punto de reunión de los vecinos y de los pueblos fumigados de Córdoba y el país”, porque “esto que pasó en Ituzaingó pasa en otros pueblos”.

 

En la carpa se concentraron personas provenientes de diversos puntos de la Argentina y Latinoamérica relacionadas a la problemática de los agroquímicos. Entre ellos, Arturo Campaña y Elizabeth Bravo, que pertenecen a la RALLT (Red por una América Libre de Transgénicos) y que llegaron desde Ecuador para estar presentes en el juicio. “Hemos seguido de cerca el proceso de lucha de la Argentina contra la soja transgénica. En esa instancia conocimos a Sofía Gatica, ella también es parte de la red”, explicó Elizabeth. “Este es un juicio muy importante porque es el primero que se hace contra un principio lateral en la lucha contra los transgénicos, que es la fumigación con glifosato, y puede ser un precedente en Latinoamérica”, agregó.

 

Varios de los testigos que pasaron por la sala de audiencias de la Cámara 1° del Crimen calmaron su estrés visitando la carpa y comiendo la comida que Eva, la encargada de la cocina, preparó todos los días. El jueves hizo sopa de quínoa, una comida típica boliviana acompañada con papas, y que se cobró a cinco pesos con un bono contribución. La idea de la olla fue juntar fondos para el movimiento y poder solventar los gastos de todo lo que se necesita.

 

“Siempre esperamos a los que están arriba (en la sala), a Medardo, para que tengan un plato calentito. Esto lo hacemos para demostrar que hay otra manera de hacer las cosas, porque muchos de los ingredientes fueron donados por productores orgánicos”, contó Eva. Mientras Martínez habla y las ollas humean, al fondo de la carpa se siente un constante traqueteo. Los chicos que se encargan de mantener actualizado el “Diario del Juicio a la Fumigación” derriten las teclas de sus compus transcribiendo los últimos testimonios.

 

Además, en la tienda de campaña que montaron las organizaciones hubo charlas relacionadas a temáticas ambientales, murgas, músicos y artistas que le fueron poniendo color a las primeras mañanas de tensión para descomprimir la espera por novedades. El aguante fue pacífico: lo imputados y los defensores siempre circularon a metros de la carpa sin ningún problema.

 

Francisco Parra y su abogado, Juan Manuel Aráoz, estacionan el auto muy cerquita del lugar. El viernes, Alejandro Pérez Moreno, defensor de Edgardo Pancello (el aeroaplicador), salió de Tribunales por el costado de la carpa y se frenó un ratito para ver qué pasaba en la esquina.

 

La carpa no estará en la segunda semana del juicio. Cecilia Carrizo contó que no disponían de los fondos para mantenerla en el lugar durante todo el proceso. Sin telas blancas y extrañando el calor de la olla común, los que apoyan la causa de Ituzaingó anunciaron que van a seguir con otras actividades en el lugar “para acompañar este juicio histórico”.

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CONVIVIR CON LOS AGROQUÍMICOS

 

Un estudio presentado en el juicio que se sigue en Córdoba a dos ruralistas y un piloto acusados por las fumigaciones en el barrio Ituzaingó Anexo muestra que de 142 chicos de esa localidad hay 114 que tienen agroquímicos en su organismo.

 

Por Darío Aranda

 

Sobre 142 niños del barrio cordobés Ituzaingó Anexo, a 114 se les detectó contaminación con agroquímicos, según reveló un estudio oficial durante el juicio que realiza contra dos productores y un fumigador por presunta contaminación. “El 80 por ciento de los chicos tiene agroquímicos en sangre”, explicó la médica

 

Inés Flamini, de la Unidad de Pronta Atención 28 (UPA, centro de salud vecinal), una de las responsables del informe sanitario. La médica reveló que viven niños con hasta cinco y seis herbicidas e insecticidas en el cuerpo, e incluso se detectó presencia de agroquímicos en chicos fuera del barrio. “Es una prueba más de que el modelo afecta la salud, ya no se puede ocultar”, resumió el abogado que inició la causa, Darío Avila.

 

En 2005, la Municipalidad analizó la sangre de 35 chicos del barrio Ituzaingó Anexo, lindero a campos de soja y donde se multiplicaban las denuncias por contaminación. Los resultados fueron contundentes: 23 tenían agroquímicos en sangre (no hubo presencia de otros contaminantes). En 2010, en el marco de la flamante Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos del Ministerio de Salud, se estudió a 142 chicos de 1 a 14 años.

 

“Estudios de biomarcadores de exposición en población infantil del barrio Ituzaingó Anexo” es el nombre formal del trabajo en el que se analizó a niños de “buen estado de salud” (clínicamente detectados) y se excluyó a quienes tenían enfermedades, estaban con algún grado de desnutrición y a quienes consumían medicamentos. Se analizó la presencia de plomo, cromo, arsénico, PCB (elemento presente en transformadores eléctricos) y plaguicidas.

 

Los resultados no se habían difundido hasta la última semana, cuando comenzaron a llegar los análisis a las familias. En el marco del juicio, el miércoles, la doctora Inés Flamini, responsable de la UPA del barrio Ituzaingó, explicó que el trabajo no fue concluido, pero adelantó los resultados: el 80 por ciento de los chicos tiene entre dos y seis agroquímicos en sangre.

 

Además, contó que algunos aviones solían sobrevolar el barrio. Lo mismo afirmó Eduardo Molina, médico clínico de la UPA del Barrio Ituzaingó, y recordó que el 1º de febrero de 2008 pasó un avión amarillo y luego se le irritaron los ojos y tuvo dificultades para respirar. Molina afirmó que en sus 30 años de ejercicio de la medicina nunca había visto (como sí vivenció en Ituzaingó Anexo) tantos casos de diabetes e hipotiroidismo.

 

“Esto confirma la contaminación del modelo agropecuario sobre todo el barrio, ya que los 142 chicos eran de distintas cuadras. Y además derriba el argumento de que las enfermedades son por diversos contaminantes. El estudio determinó que plomo, cromo y otros contaminantes estaban por debajo de lo permitido, mientras que los agrotóxicos están por arriba y son los que afectaron la salud de los chicos”, explicó Cecilia Carrizo, del Colectivo Paren de Fumigar Córdoba, que reúne a más de veinte pueblos de la provincia.

 

En el mismo estudio se tomó como referencia de análisis una población de 62 niños de afuera del Barrio Ituzaingó Anexo (“grupo control de referencia”, común en protocolos de estudios epidemiológicos). Darío Avila, abogado que inició la denuncia del actual juicio y acompaña a las Madres de Ituzaingó, presenció la declaración de la doctora Inés Flamini. “El estudio confirma la gravedad de las fumigaciones en el Ituzaingó Anexo, pero también en el resto de los chicos cordobeses, donde el resultado también fue grave: la mitad del ‘grupo control’ de afuera del barrio tiene hasta dos agroquímicos en sangre. Es una prueba más de que este modelo afecta a las ciudades y no sólo a las que están linderas a los campos”, afirmó.

 

En la primera jornada del juicio, los abogados defensores sorprendieron con la presentación como “prueba” de un informe elaborado en mayo pasado por “técnicos de la Universidad Nacional de Córdoba” que probaría la presencia de agroquímicos en el Parque Sarmiento (en el centro de la ciudad, barrio Nueva Córdoba, a una cuadra de la ciudad universitaria). La argumentación de los acusados es demostrar que en muchas zonas de la provincia hay presencia de agroquímicos, incluso donde no se fumiga (como en el centro de la ciudad). La intención es sostener que Ituzaingó Anexo puede tener agroquímicos, pero que ello no implica que se haya fumigado el barrio.

 

Los dos fiscales (el de acusación, Marcelo Novillo Corvalán, y el de instrucción, Carlos Matheu) rechazaron la prueba por “no ser pertinente” y por no tener “vinculación en tiempo y espacio” con los hechos de la causa. Sin embargo, el abogado de la querella, Miguel Antonio Martínez, solicitó al tribunal la aceptación del informe como prueba. Martínez explicó que los agroquímicos en el centro de la ciudad demuestran la peligrosidad de los tóxicos, su permanencia y la deriva. El tribunal aceptó incluir el informe en el expediente y analizarlo en el transcurso del juicio.

 

Mauricio Berger, del Colectivo Paren de Fumigar, recordó que “desde hace años” denuncian la “deriva descontrolada” de agrotóxicos por superficie y aguas subterráneas. “Que en el Parque Sarmiento haya agrotóxicos demuestra que las consecuencias del modelo agropecuario llegan a la ciudad”, explicó.

 

“Los cultivos transgénicos sujetos a fumigación cubren 22 millones de hectáreas y afectan, directa e indirectamente, a 12 millones de habitantes. Los agrotóxicos llegan a sus casas, escuelas, parques y fuentes de agua”, detalla la Red Universitaria de Médicos de Pueblos Fumigados en su Informe del Primer Encuentro Nacional y destacan que los cánceres, malformaciones y trastornos reproductivos registran “incrementos alarmantes”.

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[1] Se trata del maíz transgénico que tiene tolerancia a glifosato y resistencia a insecto (Bt)

Fuente: RALLT

Temas: Agrotóxicos

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