De la revolución verde a las nuevas tecnologías - Silvia Ribeiro

Idioma Español

“Una tecnología no sale de la nada; las tecnologías salen de un contexto social. Y si bien es verdad que en algunos casos pueden ser buenas o pueden ser malas, según cómo se usen, en muchos casos no, en muchos casos son tecnologías que se desarrollan para ciertos intereses que ya existen, que son los de la clase dominante y de los poderosos… En general cualquier tecnología, en un contexto de injusticia social, va a exacerbar la injusticia social.”

Exposición de Silvia Ribeiro en la charla-debate “De la revolución verde a las nuevas tecnologías”, co-organizada por Acción por la Biodiversidad y Tierra para Vivir. El tema abordado fue el desarrollo de las tecnologías que actúan sobre la agricultura y la biodiversidad y los aspectos económicos y políticos de estos procesos. Luchas y resistencias.

Febrero de 2014, Buenos Aires, Argentina

–Queremos contarles y homenajear en esta charla de hoy, en este encuentro, a un compañero de una organización hermana, que se nos fue esta semana, el compañero Deli. Que por esas injusticias de la vida nos dejó tempranamente. Así que esta pequeña charla, este encuentro, sirva como un homenaje a él y un acompañamiento a sus compañeros más íntimos, a sus hermanos y hermanas de organización. Queríamos agradecerle a Silvia por esta posibilidad y hermanarnos con Biodiversidad en estos temas, que nosotros estamos empezando a caminar y en los que ellos y ellas tienen tanto caminado.

Cortito y para terminar, nosotros somos Tierra para Vivir, una organización que pertenece a la Corriente de Organizaciones de Base La Brecha. Como Tierra para Vivir, estamos recientemente conformados. Es un espacio que viene desde hace tiempo ya, trabajando en el acompañamiento de tomas y barrios populares; una revista que salió varias veces y cuenta experiencias –y acompaña estas otras experiencias de tomas y demás–; y, más recientemente, desde La Brecha se armó una comisión ambiental, de la que yo vengo, y nos encauzamos junto con Tierra para Vivir y le fuimos dando un cariz de perspectiva más socioambiental. Finalmente, otro espacio que se estaba empezando a reunir también en el marco de la Corriente de Organizaciones de Base La Brecha, compañeros de ahí que venían articulando en todo lo que tiene que ver con la lucha en defensa de lo público, particularmente en la Ciudad de Buenos Aires. También confluimos, así que esas tres vertientes vienen a estar representadas en este espacio que quiere empezar a crecer, que es Tierra para Vivir. Desde ahí, intentamos hasta donde podemos intervenir en esos tres ámbitos: el ámbito socioambiental, el ámbito de la Ciudad y el ámbito de las tomas de tierras y el acompañamiento contra los desalojos.

Bueno, un poco la perspectiva de intentar acompañar el movimiento, a todo este gran movimiento heterogéneo si lo hay, desde una perspectiva que levante la bandera del ecosocialismo, de la lucha de clases, de la emancipación de nuestros pueblos. Y desde este pequeño lugar, ir nutriéndonos de estas experiencias, en pos de ese objetivo. En ese objetivo se inserta esta charla. Muchas gracias por venir, y ahora le doy la palabra a Eugenia, compañera de Biodiversidad.

–Muchas gracias. Mi nombre es Eugenia, formo parte de una organización pequeña, que está en la provincia de Buenos Aires, Acción por la Biodiversidad. Nosotros hacemos un trabajo periodístico, más bien, en torno a la defensa de la biodiversidad en manos de los pueblos. Hacemos un trabajo de divulgación, de denuncia, de acompañamiento de las luchas de las comunidades y sus organizaciones, en defensa de sus bienes comunes y territorios. También coeditamos -junto a unas 10 organizaciones de América Latina- una revista que se llama Biodiversidad, sustento y culturas; algunos de ustedes seguro ya la conocen.

Hoy tenemos a Silvia Ribeiro, que forma parte de un colectivo de trabajo que tiene 15 años de trabajo conjunto en toda América Latina, que se llama Alianza Biodiversidad. Es uruguaya; forma parte de una organización que se llama ETC Group, en México. Es una ONG internacional que trabaja investigando los impactos de las tecnologías, de las nuevas tecnologías. Ella es miembro del comité editorial de la revista Biodiversidad, también es colaboradora permanente del periódico La Jornada de México, y, bueno, hoy va a compartir con nosotros su experiencia y su conocimiento, y la charla de hoy, para la que los convocamos, a la que le dimos el nombre de “De la revolución verde a las nuevas tecnologías”.

Bueno, le doy la palabra a Silvia, para que entre de lleno. Gracias.

(Aplausos.)

–Bueno, gracias a todos los que vinieron hasta acá hoy, y también a la gente de El Canario Rojo, y a las compañeras de La Brecha por la invitación. Para mí, es un gusto poder estar acá y compartir más directamente con varios de los que están acá, que también conozco algunos de los trabajos que hacen, de los escritos. Y, bueno, si digo cosas que ya todos sabían, perdón, pero voy a ver cómo hago en el contexto.

La idea que tengo ahora es darles unas ideas generales sobre lo que está pasando con algunas nuevas tecnologías, no solamente relacionadas a la agricultura. Y, por el trabajo que hacen en La Brecha y otros, me pidieron especialmente que también habláramos un poco de las alternativas o las cosas que está haciendo la gente ahora, a nivel de base. Y, bueno, entonces al final vamos a hablar un poco más de la resistencia al maíz transgénico en México, que es donde yo resido normalmente.

A mí me gustaría empezar diciendo que, con el tema de la revolución verde… La revolución verde se le llama a todo lo que significó lo que hoy le dicen “la modernización de la agricultura”, entre comillas les digo, que en realidad fue la maquinización y el uso de semillas de laboratorio –semillas que les llaman “mejoradas”, aunque no necesariamente mejoraron–, y el uso de una enorme cantidad de agrotóxicos.

Entonces, realmente, la revolución verde se puede leer de diferentes maneras, pero lo que es curioso es que la mayor cantidad de la gente, cuando piensa en la agricultura, la alimentación, etcétera –sobre todo acá, en estas regiones, en el Río de la Plata–, piensa que eso realmente es la agricultura que necesitamos y que sin eso no vamos a poder comer. Habrá alguna gente a la que le gusta esto de lo orgánico y la cosa de los campesinos y eso, pero en realidad, para darle de comer a la gente, lo que se necesita son esas grandes extensiones uniformes de monocultivos, con máquinas. Y la verdad que eso no solamente lo piensa la mayoría de la gente, sino que lamentablemente la gran mayoría de los gobiernos, incluso aunque se digan progresistas.

Entonces, a mí me gustaría decir que la revolución verde es un mito tremendo, que está compuesta de mitos sobre mitos, en donde muchas cosas no son verdad y no se han confrontado con la realidad para saber si las afirmaciones de la revolución verde se cumplen. Por ejemplo, la principal afirmación de la revolución verde es que le ha dado de comer a la gente. Desde que comienza la revolución verde… La revolución verde comienza en realidad con trigo y maíz mejorado en México y arroz en Filipinas, y es alrededor, digamos, de los años 60, 70. Pero como que se ha generalizado en unos cuantos países –no en todos, pero en muchos países; para nada en África, por ejemplo, pero en otros países– desde hace más o menos unos 50 años. Y en esos mismos 50 años, si uno mira las estadísticas, lo que ha pasado es que el nivel de gente hambrienta aumentó. Entonces, la primera afirmación básica de la revolución verde, que es que le dio de comer a la gente, no es verdad. Eso para empezar, digamos, en términos generales.

Sí es verdad –para que luego no digan: “No, miren lo que dijo Silvia Ribeiro, no era verdad”–, sí es verdad que bajó el porcentaje mundial… Digamos, aumentó la cantidad de hambrientos, de lo que Naciones Unidas define como hambrientos, pero bajó un poquito el porcentaje en relación con la población global. Sin embargo, si se saca China de la estadística, ni siquiera se cumple eso. Y China es un país que hasta hace muy poco no tenía agricultura industrial, sino que todavía estaba basado en una agricultura bastante descentralizada.

Entonces, el primer mito de la revolución verde es que no es verdad que le dio de comer a más gente. Al contrario, aumentó la cantidad de hambrientos, porque con la revolución verde lo que pasó fue que se produjo mucho más cantidad de un determinado grano por hectárea, pero eso destruyó la diversidad de otros cultivos que crecían junto con eso, y que daba de comer también a más gente. Pero además aumentó también la cantidad de hambrientos, porque esto pasa de ser agricultura descentralizada más o menos accesible a agriculturas que están concentradas y que cada vez se meten en una cadena comercial, en donde para poder comer hay que pagar. Entonces, destroza también muchos de los temas de intercambio, etcétera, y eso hace que también haya menos acceso. Hay mayor cantidad de producción, pero hay menor cantidad de acceso. Entonces, esa es una de las primeras cosas.

En la mayoría de los países la agricultura era una actividad que se basaba en trabajo, semilla, sol, agua, y de pronto ahora es una actividad que requiere una cantidad brutal de petróleo, de energía, de maquinaria. Y, de hecho, la agricultura pasó de ser una actividad que era, desde el punto de vista energético, positiva –o sea que con lo que se metía de trabajo, de sol, etcétera, se sacaba entre cinco y seis veces la energía puesta en cultivos–, y ahora pasó a ser una actividad que en general es negativa. O sea, la cantidad de energía que se mete a través del petróleo, no se recupera con lo que se cosecha. Entonces, esa es otra de las formas de ver eso.

Pero el mito, quizá, más grande (y esto se los voy a decir en general, pero en la revista Biodiversidad, la última, la que acaba de salir, hay un artículo, una especie de resumen de un trabajo de investigación de ETC Group, al que yo pertenezco –lo que hay acá es solamente los titulares del trabajo–), lo más sorprendente de todo, es que esta forma de producir comida ha dejado a la mitad del mundo muy mal alimentada. La mitad del mundo. O sea, en este momento, según cifras oficiales, hay aproximadamente unos mil millones de hambrientos, en realidad, 900 y algo, mil millones de hambrientos, pero hay más de mil millones de la población mundial de gente desnutrida o mal nutrida, o sea, mal alimentada. Y hay un millón 300 mil de obesos. Y cuando uno dice obesos piensa… Ya no son aquellos gordos capitalistas que uno se imaginaba, porque comían muy bien y comían mucho. No, no, no: los obesos son los pobres, porque comen muy mal. La obesidad en el mundo es un fenómeno unido a la pobreza, ¿no? O sea, los ricos en Estados Unidos comen comida orgánica y buena, y no están tan gordos como antes. Los pobres son los que comen toda la basura industrial, que es la que engorda, etcétera.

Entonces, este tipo de agricultura y sistema alimentario, además de no cumplir con estas cosas, condujo a que en 30 años hubiera una concentración brutal de un sistema de producción que a nivel global estaba básicamente muy descentralizado y que, por lo tanto, era difícil de monopolizar. Estaba descentralizada la agricultura en general, en el mundo. En cambio ahora ha pasado cada vez más a estar en manos de cadenas oligopólicas, cadenas de empresas trasnacionales que están concatenadas en los diferentes sectores y que, para decirlo bastante en general, unas 20 empresas trasnacionales controlan, desde la semilla hasta los supermercados, todos los pasos de la cadena industrial. Y las trasnacionales, además, les nombro algunas y todos las conocemos. Por supuesto, en las semillas, Monsanto, Syngenta, DuPont, pero también Bayer, que está hace 100 años. También, Bayer. Las que le siguen, digamos, son Cargill, DuPont, Luis Dreyfus, no son muchas: cuatro grandes cerealeras en el mundo que tienen el 80% de los cereales básicos que se comercian. Luego de eso vienen las de bebidas y procesamiento de alimentos, que las principales son Coca-Cola, Pepsi, Nestlé, etcétera. O sea, son nombres muy conocidos, digamos, ¿no? Y a eso se le suman los supermercados, que hay una disputa básica entre Wall-Mart y Carrefour. ¿Hay Wall-Mart en Argentina?

–Sí.

–Bueno, Wall-Mart es no sólo el supermercado más grande del mundo, sino que es la empresa más grande el mundo y es el empleador más grande del mundo. O sea, es el empleador privado más grande del mundo. Wall-Mart realmente cambió; de hecho, Wall-Mart creó estatus de todo: de lo que es estatus de los derechos del consumidor, estatus de sueldo. Hace unos años se hablaba de la wallmartización de los sueldos en Estados Unidos, porque Wall-Mart bajó 26% el promedio de sueldos en Estados Unidos, a través de su política antisindical y de discriminación salarial, etcétera. Bueno, esto, para decirles, tiene muchas cosas.

Ahora, lo paradójico es que en estas empresas que les estoy nombrando hay un fenómeno… A ver, volviendo un poquito para atrás, perdón. Yo les decía, la revolución verde se basa en una parte que es tecnológica, que es todo esto de las tecnologías que se usan. Y hay otra parte que es que esas tecnologías llevaron a posibilitar una concentración corporativa, que a su vez son los que son los dueños de las tecnologías y, por lo tanto, hay un camino todo el tiempo de correspondencia mutua entre ambas. Y, bueno, una tercera pata que ayuda a todo esto, que son las leyes que se hacen, por ejemplo, para favorecer la propiedad intelectual, las patentes, pero también para no permitir incluso la libre competencia. Ese es otro mito que en otra charla podemos hablar, la libre competencia del mercado. El mercado está completamente controlado por algunos monopolios que se basan en la institución de leyes nacionales e internacionales, que les permiten impunidad y que les permiten llevar a cabo lo que hacen. Y las leyes son muy importantes, y eso lo vamos a ver después –tiene que ver con todo lo de las resistencias–, porque a punta de represión no se controla a la gente; la represión es importante cuando ya las cosas están muy pesadas. A la gente se la controla a través de la alienación y a través de cosas que aparentemente son legales, y entonces hay un Estado que organiza cómo se va a dar el juego. Entonces, es también una pata muy importante y esas tres patas –tecnología, poder y concentración corporativa, y leyes– todo el tiempo interactúan.

En el caso, por ejemplo, de la agricultura, les decía, para mí es uno de los casos paradigmáticos de que se han apropiado de un mercado, que en este momento es el mercado más grande del mundo –y estoy hablando en términos comerciales siempre, porque la comida y las semillas y la agricultura no solo son comerciales; entonces, ahora estoy hablando de la parte comercial de la comida y la agricultura. Entonces, en esta parte de la agricultura comercial, es increíble que se han apropiado de un mercado que, además, lo han hecho el mercado más grande del mundo; en el año 2009 sobrepasa el mercado de la energía, o sea, es mayor que por ejemplo el mercado de las petroleras y la venta de energía, el mercado del sistema alimentario. O sea, desde las semillas hasta el supermercado y todo lo que eso significa.

Y no solamente eso; además, ese sistema agroalimentario industrial es el que produce más gases de efecto invernadero y, por lo tanto, es el mayor causante del cambio climático, y eso es cuando se extrapola adónde se dedican, por ejemplo, los transportes, etcétera. Porque, en general, cuando se habla del cambio climático, uno piensa enseguida en los transportes, pero ¿quién usa los transportes? Los transportes tienen mucho que ver con la concentración. No solo el traslado de comida, pero con la concentración en ciudades. Y las ciudades, además, son también un fenómeno que tiene que ver con hacer imposible que la gente pueda vivir en pueblos, en forma descentralizada, etcétera, porque los servicios y todo se empiezan a centralizar. O sea, estoy hablando en general de fenómenos más complejos, pero en donde el sistema alimentario agroindustrial está profundamente conectado; no está separado de estos otros procesos. Incluso porque para vender en un supermercado se necesita que la gente se junte en un lugar; si no, no pueden poner un supermercado. En medio de un lugar donde hay un pueblito cada 30 kilómetros, esperar que la gente vaya al súper: no. O sea, para el súper se necesita una ciudad, es un fenómeno mutuo. Entonces, eso hace también que la descampenización, el hacer que la gente no pueda quedarse en el campo, el destruir los territorios que es parte de los procesos estos de concentración corporativa, significa que mucha gente tiene que salir, u otra gente sale porque seducen a los hijos con las luces de la ciudad, por así decir, y con el consumo, etcétera. Entonces, es un fenómeno complejo, pero está completamente conectado.

Yo ahora estoy entrando solo por una parte, que es la parte del sistema agrícola alimentario. Pero lo que digo es que para las empresas fue fundamental apropiarse de este mercado. No solo porque es el mercado más grande del mundo en este momento, sino porque además es un mercado esencial y cautivo. O sea, Monsanto en este momento es, junto con Microsoft, las dos empresas que tienen los monopolios de mercado más grandes del planeta. Son esas dos. Y tienen monopolios de mercado absolutamente absurdos, que ni siquiera creo que al principio del capitalismo alguien se imaginaba que una empresa pudiera tener. Microsoft tiene más del 90% del mercado; Monsanto lo tuvo –en este momento tiene el 80 y algo del mercado de semillas transgénicas. Pero no hay otro… Ni siquiera las petroleras o las grandes mineras; hay unas cinco, seis o siete empresas en el mercado. En el caso, por ejemplo, de los transgénicos y en el software, no. Hay otras empresas, hay unas cinco o seis –está Syngenta, DuPont y otras–, pero en el caso de transgénicos, Monsanto tiene una cantidad del mercado que es absurda.

Y la diferencia es que si bien, para mí, comparten filosóficamente, Bill Gates y los dueños de Monsanto, que son accionistas –no hay un señor gordo capitalista ni un Bill Gates que uno puede identificar–, si bien comparten el mismo tipo de modelo de todo, de acción sobre la gente y sobre el planeta y sobre el mercado, es muy distinto hablar de software que hablar de semillas. Porque las semillas son la base de toda no solo la cadena, sino las redes alimentarias. Nosotros hacemos una diferenciación, porque una cadena alimentaria es justamente la de las trasnacionales, en donde hay un eslabón, hay una unidireccionalidad. En cambio, todo el resto de la comida se produce en forma de redes, o sea, se produce en forma de gente que son campesinos, pero a lo mejor también son maestros, a lo mejor también están en una parte de la ciudad o tienen una huerta en el techo, tienen una huerta urbana. O sea, no es unidireccional, no es un eslabón; es un red.

Entonces, antes de pasar a la parte de tecnología, quiero decirles, en este artículo de la revista Biodiversidad, el primero, que habla justamente de los mitos sobre la cadena alimentaria y la red alimentaria, una de las primeras cosas que pasan es que todo esto que les acabo de decir y que parece impresionante, que uno desde acá, desde Buenos Aires, Montevideo, Ciudad de México, puede pensar que es muy abrumador –porque, bueno, las trasnacionales tienen su maíz, no podemos hacer nada, digamos–, pero en realidad el 70% aproximadamente o más de la comida, de lo que la gente come en el mundo, no lo producen trasnacionales, sino que lo producen campesinos, pescadores artesanales, huertas urbanas. Las huertas urbanas es un porcentaje enorme, que es como un dato clandestino y un poco invisible, pero algunos dicen el 10, el PNUD le adjudica, por ejemplo, el 20%, el programa de Naciones Unidas, a las huertas urbanas. Lo mismo sucede con la pesca, todavía con la recolección; hay una serie de cosas. Y más o menos entre el 40 y el 50% de la comida en el mundo la siguen produciendo estos campesinitos –así les dicen–, que les llaman de subsistencia, como si lo único que hicieran fuera sembrar unas lechuguitas que nada más dan para ellos. En realidad, es casi la mitad de la alimentación en el mundo, con el 20% de la tierra arable. O sea, pese a que han sido desplazados de sus tierras, con el 20% de la tierra gorda, por eso les digo de la tierra arable, de la más rica, los campesinos… A lo mejor incluso menos del 20, porque esos datos la FAO no se preocupa por averiguarlos; la FAO habla de la tierra agrícola (…) Pero la tierra agrícola es de todos. Cuando los campesinos en realidad a lo mejor tienen dos o tres o cinco o 10 hectáreas, pero ocho hectáreas son de piedra y el resto es lo que pueden plantar algo, ¿no?

Entonces, de la tierra arable los campesinos tendrán más o menos el 20% y producen casi el 50% de la comida. Y los producen justamente en pequeñas parcelas, en una gran diversidad. Y la diversidad no es un problema ideológico, no es un problema que dicen: “Vamos a hacerlo diverso porque nos gusta”. Sí, es porque les gusta. En realidad, también es un factor importante de la diversidad el gusto, es un factor. Pero sobre todo producen muchas cosas diferentes para ver si alguna se salva de lo que venga, de la sequía, de la lluvia, de que les vaya una cosa, de no sé qué, y además para poder complementar con varias cosas; eso es lo que produce la diversidad agrícola en el mundo. Y hace que mientras las trasnacionales dicen que son los grandes creadores de las mejoras genéticas, las trasnacionales desde que se crea el sistema de patentamiento de semillas, han hecho, registrado, aproximadamente unas 80 mil variedades. Estamos hablando en términos generales; hay más datos precisos en los documentos de ETC sobre esto. Pónganle 80 mil desde que se crean los sistemas de propiedad intelectual. Tienen 80 mil más o menos variedades registradas. Y la mayoría son flores, porque lo que más patentan son flores de ornato, que es desde el punto de vista comercial lo que les daba más. Entonces, han hecho eso y mucha gente dice: “Ah, 80 mil variedades no está tan mal, es bastante”. Como les digo, el 60% son flores de ornato; el resto son commodities, etcétera.

Los campesinos, en los bancos genéticos –en los bancos genéticos nada más, porque es donde se puede medir–, hay más o menos dos millones de variedades, de semillas campesinas, que no tienen patentes, que son de libre acceso, contra 80 mil de la parte industrial. Pero además de eso, los campesinos todo el tiempo siguen generando, incluso en las condiciones difíciles que tienen en este momento, ¿no? A la pequeña escala, por mil razones, por eso que digo, para subsistir a la situación, por gusto, por cultura, por muchas razones… Entonces, es una base mucho más amplia. Y de los que son hambrientos y están mal nutridos en el mundo, la poca comida a la que acceden, no la acceden de los mercados. Sí, en la ciudad hay muchos que recogen basura, etcétera, pero hay otros que su única forma de comer son los sistemas todavía solidarios que existen en muchos lugares, donde el campesino le da parte de lo que produce, ¿no? Entonces, bueno, además son los que generan, digamos así, gran parte de esto.

Entonces, por eso cuando nosotros vemos en perspectiva, hoy en día, por ejemplo, los transgénicos que se presentan como los que van a alimentar al mundo, lo habrá dicho acá Monsanto hasta el cansancio, lo dice en todos los países del mundo: “No, en el 2050 van a haber 9 mil millones de personas y quién les va a dar de comer”. Bueno, caramba, hoy en día se producen dos kilos y medio de cereales por día por persona, y dos kilos y medio de cereales por día por persona nadie se lo come, es imposible. Entonces, digo, no es un problema de cantidad de producción, número uno. Número dos: en el 2050, aunque aumente la población mundial, etcétera, no son las trasnacionales las que les van a dar de comer. Número tres: hoy en día, la superficie mundial cubierta por transgénicos, según las cifras de los que producen transgénicos, más o menos es el 5%, y, según otras cifras –porque dicen que están muy infladas las cifras oficiales–, es del 2; pero pónganle entre el 2 y el 5%. Entonces, es una tecnología que hoy en día, la de los transgénicos, produce menos.

La soya, en todo el mundo se sabe, está comprobado, la soya transgénica produce menos que la soya convencional. Además, usa exponencialmente muchos más químicos. En Argentina es una tragedia; igual que en otros lugares, pero en Argentina en particular. Hay más de 20 llamadas malezas –en realidad, son hierbas que crecen alrededor de los cultivos–, que son resistentes al glifosato. Nosotros tenemos, además, fenómenos tremendos de aumentos de muchos por cientos, creo que hasta el 400%, de frecuencia de cáncer en los lugares donde se planta soya. Y además en todos los lugares del mundo donde se empezó a comercializar la soja transgénica –soja le dicen– tuvieron que cambiar las leyes de protección al consumidor, en los niveles permitidos de agrotóxicos. Porque la soja transgénica, desde el comienzo… Eso se cambió en Argentina, se cambió en Brasil, se cambió en muchos lugares, porque la soja transgénica tiene entre 100 y 200 veces más residuos de agrotóxicos que la soja convencional, aunque sea cultivada con químicos. Y eso es por el hecho de que se hace resistente a un agrotóxico y, por lo tanto, lo absorbe mucho más, porque le echan una gran cantidad desde el inicio. Por eso lo absorbe más y queda ahí. La soja convencional, si le echaban un herbicida, en definitiva la soja era también una hierba, entonces no le podían echar un montón, tenían que echarle la preemergente, la posemergente y no sé cuál otra gente. Entonces, al final quedaban, digamos así, quedaban menos residuos, porque tenían que ir echándole de a poquito.

Entonces, los transgénicos produjeron una cosa así tremenda, que es que la semilla puesta 30 o 40% más –es decir, más cara–, además produjo un impacto tremendo sobre el medioambiente, sobre la salud de la gente, sobre la salud también a nivel de consumo. Además, es una semilla por la que te puede llevar a juicio quien se contamine; esa es una cosa que nace con los transgénicos, que antes no existía. Quien se contamina, como todos los transgénicos del mundo están patentados, puede ir a juicio. Pero entonces uno dice: “¿Cómo es posible que hagan una cosa que es peor que lo que ya era medio malo, que existía antes, y que además sea protegido por políticas oficiales y todo, como sucede aquí y en muchos otros lugares?” Bueno, sencillamente por el poder que tienen estas corporaciones, porque hay una ganancia. Y además porque, por ejemplo en Estados Unidos, en Canadá y yo creo que en Argentina cada vez más es así, los agricultores en realidad dejaron de ser agricultores, para ser gente que renta su fuerza de trabajo y renta su territorio, asume todos los riesgos, a una empresa que le da la semilla, el agrotóxico, y le compra la cosecha al precio que finalmente la empresa decide. Entonces, cambió completamente la estructura incluso social de la agricultura, no solamente todas las otras cosas que sabemos, ¿no? Esto con los transgénicos.

Para las empresas es ideal. Para las empresas es, no solo el mercado cautivo a través del monopolio del mercado, sino a través de la tecnología y de la ley. Entonces, bueno, nosotros ahora, aquí en la Argentina y en algunos otros países, estamos… Realmente es como una especie de brutalidad difícil de describir, que son los cultivos resistentes al 2,4 D. El 2,4 D es, sí, un defoliante, es un herbicida que surgió en la Guerra de Vietnam, en conjunto con otro mucho más tóxico todavía que el 2,4 D, para hacer el Agente Naranja; es lo que usó Estados Unidos para defoliar en Vietnam. Y en este momento se está usando para echarle a los cultivos, uno de los dos componentes del Agente Naranja, que además es un conocido cancerígeno. Pero no solo cancerígeno. O sea, esto que sabemos de la fumigación, porque acá hay todo un movimiento, en Argentina, de pueblos, de “Paren de Fumigar”, etcétera, entonces, esto que ya sabemos que va mucho más allá de dónde se fumiga, con el 2,4 D no solamente van a darle la madre –como se diría en México–, no solamente van a afectar abejas, polinizadores y otros insectos, a otra gente, sino que además van a matar otros cultivos. De hecho, algunos agricultores, por ejemplo en Europa y en Estados Unidos –pero sobre todo en Estados Unidos–, han dicho: “Bueno, 2,4 D por favor no”. Porque si yo por ejemplo planto soja o maíz transgénico resistente al 2,4 D y al lado tengo hortalizas, mata las hortalizas. O sea, es de ese tamaño. Entonces, es muy grave. Y sin embargo acá, como sacándolo con la mano en la cintura, la Conabia en la Argentina está diciendo que el 2,4 D es igual que el glifosato y que otras cosas. O sea, realmente estamos en un problema grave con lo que es el mito al que han llevado los transgénicos, ¿no?

Yo pongo todos estos ejemplos porque está muy unido al uso de la tecnología para el control, fundamentalmente. Aunque la tecnología no es ni mejor ni esté probado que mejora en nada lo que ya había antes. Y eso sucede con muchas tecnologías –y lo quiero plantear en forma general–, que una tecnología de ninguna manera necesita probar que es buena para llegar al mercado. Y eso se aplica no solamente a la alimentación; se aplica a muchas tecnologías. Lo que se necesita es un mercadeo correcto, un monopolio de mercado y leyes que las protejan. O sea, si tienen esos tres elementos, no necesitan que la tecnología sea mejor que nada que ya existía. Puede incluso ser peor, peor en sus términos, como está pasando en el caso de los transgénicos.

Yo quería hablarles un poquito, salir… Porque no es solo lo de los transgénicos; nombré esto de los nuevos transgénicos que vienen. Quiero volver a nombrar que más del 90% de los cultivos transgénicos en el mundo está en 10 países. Lamentablemente, estamos en uno de los 10. Pero, quiero decir, eso nada más para que sepan que aproximadamente 180 países no plantan transgénicos. O sea, los transgénicos no son un fenómeno que está para quedarse y que ya nunca más se va a ir. No. Es una tecnología fallida desde el punto de vista biológico –no voy a hablar de eso ahora–, es una tecnología inexacta, fallida, que tiene peor producción que lo anterior y que lo único que rinde es mayor valor al monopolio, digamos. Al control empresarial sobre el consumidor, sobre el agricultor.

Entonces, ahora, además, voy a cambiar un poco para hablarles de otras tecnologías, pero que tienen el mismo paradigma. Estamos, digamos, frente a una situación que a nivel global, desde el poder, hay dos paradigmas que predominan. Uno es que hay un paradigma ingenieril. O sea, todo se puede resolver a través de formas de ingeniería, ingeniería genética, ingeniería de materiales en el caso de la nanotecnología, que ahora voy a decir unas pocas palabras. Ingeniería del clima, con la geoingeniería, que es una de las cosas más, para mí, graves en lo que puede suceder, sobre todo por la manipulación climática a nivel global. En fin, pero se basa todo eso ¿en qué? En que, en vez de entender, digamos así, la tierra, las culturas, las relaciones que hay como relaciones de interacción, que no necesariamente son jerárquicas, sino que hay relaciones de interacción, de interdependencia, de mutua alimentación, como sucede además en la naturaleza y no la competencia –también ese es otro mito–; además de eso, se ve todo como si fuera un mecanismo de relojería, algo que se puede manipular desde el punto de vista ingenieril. Entonces, lo nombro porque se repite en muchas tecnologías; es uno de los mitos que tenemos que soportar a tiempo completo y, además, oír como que eso es realmente superior a otras cosas.

Y, por otro lado, hay otra cosa que también es muy fuerte, que es el que todo se va a resolver con una tecnología. O sea que la tecnología de por sí es algo positivo y, entonces, si uno cuestiona a la tecnología es un atrasado quiere volver al pasado y, en fin, está mal. Está, en general, mal. Eso existe como mito; estoy diciéndolo por supuesto en forma caricaturesca, pero todos nos reconocemos, digamos, ¿no? Yo no comparto que la tecnología sea neutra; yo creo que las tecnologías siempre salen en contextos sociales. No existen tecnologías que surgen… De hecho, el paradigma ingenieril niega la existencia de dios, así que no podría ni siquiera dios decir: “Creé una tecnología”. Entonces, digamos, en ese sentido, no existe una tecnología que sale de la nada; las tecnologías salen de un contexto social. Y si bien es verdad que en algunos casos pueden ser buenas o pueden ser malas, según cómo se usen, en muchos casos no, en muchos casos son tecnologías que se desarrollan para ciertos intereses que ya existen, que son los de la clase dominante y de los poderosos, ¿no? Que es una cosa, por lo menos desde el punto de vista de ETC, para nosotros es muy claro.

ETC, mi organización, quiere decir Erosión, Tecnología y Concentración. Nosotros decimos que la erosión, la erosión ambiental del planeta, de los derechos humanos, de las relaciones, tiene que ver con la tecnología y las corporaciones, es decir, con la T y la C. Es un producto de eso. Sin embargo, nosotros no tenemos –estoy hablando mucho, ojalá que nos quede un rato para intercambiar–, nosotros no tenemos una posición en contra de la tecnología per se, no se trata de eso. Pero sí lo que decimos es que es legítimo y está bien que nosotros, como organizaciones, como ciudadanos, como campesinos, como mujeres, etcétera, nos cuestionemos muchas de las tecnologías que nos quieren dar, que tengamos una sana suspicacia antes de empezar. Eso, digamos, diría yo. Porque en general todas las que están en este momento tienen que ver con eso, con reproducir situaciones de injusticia.

Nosotros, en el trabajo que hemos hecho, hemos visto, por ejemplo, que en general cualquier tecnología –y estoy hablando incluso de estas que les decimos buenas–, en un contexto de injusticia social, va a exacerbar la injusticia social. Y me refiero a cualquiera, aunque suene pesado lo que digo. Esa, también, es una aseveración nuestra. Por ejemplo, enseguida dicen: “Bueno, la energía eólica, el viento”. Bueno, yo vivo en México. En México, los parques solares, los parques de viento y los parques solares también, los eólicos, se hacen en territorios indígenas, en donde la gente no puede decidir lo que va a hacer y no lo querían. Entonces, no es que porque sea una tecnología está bien. No. Si esa tecnología se le impone a gente que no quería esa tecnología, por más que la tecnología en abstracto sea buena, digo no. Entonces, no hay tecnologías globales que sirven para todos lados en cualquier condición. Siempre hay tecnologías en un contexto social y en un contexto cultural y económico. Y eso es lo que hay que conocer para saber qué pasa con esa tecnología.

Aparte, yo –y esto es un poco más polémico, incluso en mi organización no sé si todos lo compartimos– pienso que hay tecnologías que están equivocadas, que no deberían existir. Digo, además, además pienso que hay tecnologías que están mal. Más o menos algo así.

Pero de todas maneras, por ejemplo, lo que viene entonces con este paradigma ingenieril que les decía, lo que viene después de los transgénicos, es lo que ahora le llaman, y empieza cada vez más a generalizarse, biología sintética. O sea, los transgénicos –para decirlo en breve– son agarrar un organismo que está vivo, sacarle genes y ponerlos en otro organismo que también está vivo, y hacer que funcionen en ese organismo. Y eso produce una cantidad de problemas enormes a nivel biológico, a nivel de lo que es saltarse la barrera de evolución entre las especies, la coevolución con el medioambiente, o sea, produce muchos problemas. Pero existe uno y se lo ponen a otro que existe. La biología sintética es crear genes en el laboratorio, en principio imitando el mapa de las secuencias genéticas de los organismos que existen, pero no haciéndolos iguales, porque para eso agarran los que son iguales, sino cambiándolos de tal manera de crear propiedades diferentes.

La meta es crear organismos vivos completamente artificiales. De hecho, esto es lo que quiere hacer Craig Venter, que es un científico muy conocido, que secuenció el genoma humano. La parte privada, porque el genoma se secuenció una parte pública y una parte privada; él es el de la privada. Y, por ejemplo, Craig Venter hace ya tres años que viene anunciando que ya por fin hizo un organismo artificial, completamente desde cero, componiendo nucleótido por nucleótido, o sea, pedacito por pedacito de los genes, haciendo los genes y después pegándolos. Entonces, lo viene anunciando, pero aún no le resulta. Pero esa es la idea.

Entonces, uno dice: “¿Para qué hacer eso si ya existen, si hay miles de formas biológicas?” Bueno, no, la idea, lo que hizo Craig Venter fue vaciar un organismo vivo, sacándole genes, para ver hasta dónde llegaba a ser un genoma mínimo, que es un genoma que todavía hace que el organismo pueda seguir viviendo y reproduciéndose, duplicándose, pero que le saca todo el resto de las funciones que tiene. Y de hecho él le dice “un chasis”; fíjense el paradigma ingenieril y mecánico. Hace un chasis, como un auto, al que después le van a meter otros genes, según lo que se quiera producir. Entonces, esto es diferente de los transgénicos. No solo porque no tiene nada que ver con nada que exista en la naturaleza, sino porque incluso lo que ya están haciendo es hacer ingeniería de rutas metabólicas. (No se asusten, se los voy a tratar de explicar en breve.) O sea, no es ponerle un gen, por ejemplo, el gen que expresa la resistencia al glifosato. No es eso, como están haciendo con los transgénicos, sino que es: la mayor parte de los principios activos farmacéuticos, o por ejemplo de las fragancias, de los olores fuertes, de los perfumes, de los sabores, como el azafrán, tantas cosas, no son un producto que hace por ejemplo la planta, porque está en sus genes, sino que es algo que la planta, si se lo sacan, podría seguir viviendo, pero su característica es tener eso y, por lo tanto, es parte de su metabolismo. Es algo que hace con su constitución y lo genera, y por lo tanto se llama metabolito secundario. Hay muchos biólogos acá, así que me pueden corregir. Entonces, es un metabolito secundario, es algo que la planta genera en el metabolismo. Entonces, lo que hace la biología sintética es reproducir el metabolismo, no reproducir el gen. Entonces, hace una ingeniería de rutas metabólicas, que trasplanta a otros organismos, para producir productos que se vean como los naturales.

Ahora ustedes dirán: “Bueno, ¿pero eso quién lo está haciendo, dónde está, por qué yo nunca había oído hablar?” Bueno, les voy a dar algunos nombres a ver si conocen algunas de las empresas que trabajan en biología sintética. Chevron, Shell, Texaco, Petrobras…, las seis mayores petroleras del mundo. Las siete mayores farmacéuticas: Pfaizer, Bayer… No me las acuerdo todas. Las siete mayores químicas, entre ellas, Monsanto y DuPont. Las seis mayores de agronegocios, entre ellas Cargill. Las papeleras (como International Paper, etcétera.) ¿Qué es lo que persiguen? Lo que persigue la mayoría de ellas es nuevos combustibles. Por eso están metidas las petroleras. Entones, crean una configuración a nivel mundial, que ya empezaba con esto que le llaman los biocombustibles, que son los agrocombustibles, pero todo lo que oigan por ahí de agrocombustibles de segunda y mucho más dicen de tercera y cuarta generación, está basado en biología sintética. Que es crear organismos, en general, todavía no es creándolos desde cero, sino trasplantándolos, es una ruta metabólica que haga posible digerir la celulosa. Porque la celulosa es el material más abundante que existe en toda la Tierra, todos los vegetales tienen celulosa y además muchos microorganismos tienen celulosa. Entonces, si de pronto todo lo que hay en la Tierra que es vegetal, se podría utilizar como materia prima para combustible, que es el segundo mercado después del alimentario, por supuesto esto es de gran interés; por eso están metidas todas estas empresas.

Ya en Brasil aprobaron crear combustible de esta forma. Se aprobó hace dos años y lo presentaron en la Conferencia Río+20 como una forma sustentable, que teóricamente en vez de basarse en el petróleo se iba a basar en la biomasa. Y esto ustedes lo tienen que haber escuchado, aunque hayan solo escuchado la palabra biomasa. O sea que es decir: “Bueno, no, para salir de la dependencia de los combustibles fósiles, del cambio climático y todo, vamos a usar biomasa”. El problema es que la mayor parte de la biomasa, primero, está ocupada. Es un problema que tenemos, que ahora voy a explicar. Ya se usa la mayor parte de la biomasa del planeta que se puede usar. Segundo: la biomasa, para usarla, si no fuera la que se está usando en alimentos, etcétera, que es lo que pasó con los biocombustibles y generó la crisis alimentaria del 2007 hasta acá, que se genera por los biocombustibles; si no fuera por eso, si dijeran: “No, vamos a usar los desechos de cosecha, vamos a usar la basura y todo eso que no le sirve a nadie, entonces en realidad está bien” –eso también es un mito, pero si fuera así–, para eso sí necesitarían algo que digiera celulosa. Porque la razón, por ejemplo, de que no puedan agarrar eucaliptus y convertirlos en combustible es porque gastan demasiada energía en procesar la celulosa. Entonces, a través de la biología sintética pueden procesar la celulosa de una manera más eficiente desde el punto de vista energético, metiéndola en un tanque con unos bichitos que digieren celulosa, porque los únicos que digieren celulosa normalmente son enzimas como por ejemplo las que tienen las vacas en los estómagos, y algunas otras enzimas que están presentes y que digieren celulosa. Entonces, sacaron parte de esas enzimas, se la ponen en una levadura y las hacen reproducir en bacterias, y ahí entonces hacen que trabajen los microbios, no tengan que hacer otro tipo de proceso.

Sin embargo, esto que empezó hace unos cinco o seis años, como les decía, en Brasil se aprobó y ya se está produciendo algo que están usando –la clave suena como si fuera común, pero no es común–, están usando caña de azúcar para hacer biodiesel. La caña de azúcar se usa para hacer etanol, porque es mucha azúcar y entonces sale alcohol, ¿no? Tiene como una lógica, uno dice: “Ah, claro, sí, alcohol, azúcar, alcohol”. No. Están usando caña de azúcar para hacer biodiesel, que es un aceite. Y eso es porque primero lo descomponen en estos tanques y después… En realidad, lo que hacen es descomponer en las moléculas básicas de alguna cosa que dé energía, digamos así, y que son diferentes azúcares, y esos azúcares volverlos a recomponer en polímeros equis, en este caso polímeros que lleven a combustibles. El combustible funcionó, se está usando en ómnibus en San Pablo, gracias a las leyes. Gracias a que el gobierno de San Pablo dijo que el 10% de los combustibles tenían que venir de ahí. Pero no les funcionó. Esa para mí es una buena noticia. Digamos, en el sentido de que esto que estaba siendo desarrollado por alianzas del tamaño, por ejemplo, de Texaco con Cargill –uno dice: “Por dios, qué podrá salir de ahí”, ¿no?–, de este tipo de cosas, no les está funcionando y, entonces, se están yendo de ahí por ahora, sin cerrarlo. No les funcionó hacerlo a gran escala. Finalmente, entonces, salieron de ahí porque sustituir a las empresas petroleras está pesado.

Ahora, la idea de ellos era que el petróleo es un hidrocarburo, y lo que ellos decían es que si el hidrocarburo es carbono, hidrógeno y unas cuantas moléculas de oxígeno y unos cuantos millones de años bajo la tierra, entonces dijeron: “Bueno, si tenemos carbono, hidrógeno y oxígeno, ¿por qué vamos a esperar unos cuantos millones? Vamos a hacerlo”. Entonces, lo que intentaron hacer fue hacer los polímeros de lo que después son los derivados del petróleo, pero desde el punto de vista energético no les funcionó. Hasta el momento, pero es lo que intentan; no se crean que está terminado. Estamos en los albores de esto y sigue siendo así.

Con respecto a esto, además, se crea todo una serie de problemas porque, les decía, la biomasa ya está ocupada, entonces, ¿qué quiere decir? Hay un instituto que estudia la huella ecológica, un concepto que podemos discutir también, pero existe. Ese instituto dice, bueno, cuánto es la cantidad de recursos que se usan en la tierra y, según este instituto, desde el año 93 ya terminamos de usar la biomasa del planeta en forma renovable. O sea que más o menos en el 93… No en el año 93, porque es renovable: todos los años volvió a crecer, porque es biomasa. La biomasa planetaria se ha apropiado aproximadamente, comercialmente, el 24%, pero ese 24% ya no da para que se reproduzca en el año. No es renovable, porque se consume más rápido que el tiempo de renovación, entonces, ya no es renovable. En el 93 no era renovable a partir del mes de noviembre; en este momento, porque lo calculan año por año, no es renovable a partir de agosto de cada año, el consumo de biomasa planetaria.

Lo que pasa es que si logran hacer esto y todo esto que están promoviendo de sustituir el petróleo con el uso de biomasa, va a tener dos efectos brutales inmediatos. El primero es que las petroleras, igual que las semilleras, no van a dejar de sacar hasta la última gota de petróleo. No importa que tengan 17 mil alternativas. No lo van a dejar de hacer porque es el negocio, base y corazón del sistema capitalista, tal como lo hemos visto en todo el siglo XX y bastante del XIX. Entonces, no lo van a dejar de hacer. Van a seguir explotando donde haya petróleo, lo van a seguir sacando. Dos: lo que van a hacer es agregar combustibles con biomasa. Entonces, lo que va a pasar es que esta biomasa, que ya no es renovable, la van a consumir más aún. Va a haber una disputa de biomasa mucho mayor. Tres: esto de que van a usar cualquier biomasa que encuentren por ahí, por favor… Una empresa que tiene una producción de combustible quiere una cantidad de biomasa en un lugar, un día, a una hora, para procesarla, y eso es así. No van a ir a recoger un poquito de acá, un poquito de allá y el residuo de allá y no sé qué. Lo que van a hacer es hacer enormes monocultivos de maíz y caña de azúcar, que es lo que están haciendo ya los que trabajan en biología sintética. Entonces, van a hacer caña de azúcar y maíz transgénico para ser usado en este tipo de cosas, por lo que lo hacen no comestible. Que es el transgénico que le han agregado, por ejemplo, mayores porcentajes de lignina y otras cosas que todavía no están plantadas, sino que empiezan a hacerse ahora. ¿Se entiende la lógica? Es nada más para la propaganda decir: “Te vamos a usar todos los residuos que anden por ahí”. Ay, por favor. Cargill lo que quiere es un montón enorme de volumen, todo al mismo tiempo, en un lugar. Y, justamente, Brasil lo que tiene son… Se están apropiando, estas mismas empresas de biología sintética, ya han comprado varias de las mayores azucareras de Brasil, como la Cosan, como Azúcar Guaraní. Entonces, hay acuerdos entre, por ejemplo, Cargill y alguna de las petroleras, que se han comprado estas. Pero además también Monsanto tiene un acuerdo, no me acuerdo bien ahora con cuál, pero con otra de las azucareras de Brasil. Entonces, lo que hacen es completar así la cadena, desde la semilla para plantar, etcétera, pero además el proceso, ¿no? Porque la teoría es que la biomasa será muy ecológica, pero en la realidad no tiene nada de ambientalmente amigable, porque no se puede consumir de esa manera. Entonces, eso era para nombrarles otra de las cosas, otra de las tecnologías que vienen en camino.

¿Qué está pasando con esta tecnología? Primero, está pasando bajo el radar de la gente, por eso es importante que lo sepan. O sea, la gente no lo identifica como algo a lo que es importante oponerse. En Brasil pasó por la comisión de bioseguridad como si fuera un transgénico más, cuando en realidad habían trasladado una ruta metabólica con 200 genes. Entonces, no es lo mismo que trasladar un gen a otro; no es lo mismo desde el punto de vista del impacto ambiental, ni en la salud ni en nada. Entonces, plantea todos estos temas nuevos, ¿no?

Como les decía, eso no les funcionó; no les funcionó por ahora lo de hacer combustible. Lo que sí les funcionó y están avanzando sobre eso es la sustitución de los derivados botánicos de alto valor agregado y poco volumen. Al revés del petróleo. O sea, el petróleo es un comercio que exige grandes volúmenes y grandes infraestructuras, pero por ejemplo el azafrán, por kilo, vale más que el oro, ¿no? Bueno, entonces, azafrán, vainilla, pachuli, vetiver, escualeno: estos son algunas de las cosas que en este momento se están haciendo con biología sintética. Entonces, lo que hacen es que en vez de ir… A ver, la vainilla es de Madagascar, también se produce en México; hay muchos trabajadores campesinos productores de vainilla. Y, en general, todas estas cosas que les nombré son de agricultura campesina. ¿Por qué? Porque son muy laboriosas, entonces son de agricultura campesina. La mayoría, además, son mujeres. Entonces, lo que están haciendo las empresas es decir: “No, vamos a sacarlo de ahí, lo vamos a llevar a una fábrica en Tennessee –de hecho, DuPont tiene un biorrefinería, así le llaman– y ahí, entonces, en microbios, vamos a producir vainilla”. Que como es producida por un organismo que está vivo, es vainilla natural. Y de hecho, hasta ahora, en el etiquetado no cuenta como vainilla sintética, cuenta como vainilla natural; entonces, en eso compiten con los verdaderos productores de vainilla. Entonces, el problema más grande que tenemos ahora, sin saber qué efectos puede tener el consumo… Eso no lo saben ni los que lo producen ni nadie más en el planeta; no lo sabe nadie, nosotros tampoco. Pero lo que sí se sabe es que hay unos cientos de miles de familias campesinas que van a perder sus fuentes de trabajo, porque van a tener una competencia en fábricas que están ya produciendo este tipo de productos en otros lugares. Y en algunos países es grave. Todas estas son sustancias que ya se producían sintéticamente, pero la producción sintética no alcanzaba a competir con la producción natural, porque la producción de todas maneras es más buscada, tiene alto valor, etcétera. Esto lo que pasa ahora es que sí se transforma en una competencia, entonces es otra de las cosas…

Quiero volver un poquito, porque es uno de los temas de hoy, el territorio, a decir: fíjense que lo de la biomasa y lo que yo les explicaba antes, es una fuente de disputa territorial indescriptible. O sea, si realmente lograran que les funcione el tema de usar biomasa como fuente de combustible, van a irse sobre todos los territorios que consideren ocupables. Sean territorios que en este momento son campesinos… Ya está pasando en Brasil, que se paró la reforma agraria desde hace dos gobiernos, justamente porque hay una cantidad de nuevas demandas de territorio que antes no estaban. Una de ellas es esta; no es la única. Entonces, lo que sí está claro que la biología sintética conlleva un elemento de disputa territorial por agua y nutrientes enorme. O sea que va a tener un impacto sobre la producción alimentaria y se va a ir sobre qué: sobre los terrenos campesinos indígenas y áreas naturales –lo primero–; además de después irse sobre otros territorios, que incluso industrialmente ya se usan para producir comida. Entonces, es otro de los grandes problemas que tenemos en este momento.

Les decía que de la biología sintética, lo que hay hasta ahora, lo único que hay, es una discusión en el Convenio sobre la Diversidad Biológica de Naciones Unidas, donde no se logró que se parara para ver los impactos que iba a generar todo esto –los impactos sociales, culturales y ambientales, de salud–, y lo único que se logró es que el CDB dijera: “Esto es un problema y hay que aplicar en principio de precaución”. Pero eso es nada, es como un llamado de deseo, digamos, ¿no? Entonces, bueno… ¿Hablo de geoingeniería o qué hago?

–Sí, sí, sí. Hasta las ocho, dale.

–Porque estuve hablando tanto tiempo y tantos temas…

–Después largamos la ronda de preguntas, dale.

–Perdón. Bueno, sí, les comento rápido. Otra de las cosas que tienen que ver con estas tecnologías es que, frente a todo el tema del cambio climático –en realidad, no sale de ahí, pero frente al cambio climático–, hay propuestas serias de premios nobeles –hay dos premios nobeles que hablan de esto todas las veces que pueden– y el Panel Intergubernamental de Cambio Climático lo está considerando como alternativa, lo promovió en su último informe como algo que se debe considerar, es la manipulación global del clima.

La manipulación global del clima es, bueno, nosotros tenemos un problema gravísimo en este momento, de cambio climático, porque durante 100 años, a partir del industrialismo sobre todo (y cuando yo me refiero al capitalismo industrial me refiero al capitalismo de Estado y al capitalismo de no Estado, digamos, a todas las formas basadas en un modelo industrial), lo que ha sucedido es que este tipo modelo industrial de producción y consumo generó un exceso de gases. El efecto invernadero –seguro lo saben, pero para que sepan– es el Sol que llega a la tierra y en general, el proceso normal es que el sol lo necesitamos; el sol es la fuente de la vida en la tierra, realmente necesitamos que llegue. Después, una parte sale, rebota; una parte de los rayos sale de la tierra. Al crear este exceso de gases de efecto invernadero, el principal, más difundido, es el dióxido de carbono, que tiene que ver con los combustibles –hay otros, por ejemplo, el óxido nitroso, que es de los fertilizantes y la agricultura–, estos hicieron como una capita, como un invernáculo, como los invernáculos que se hacen para hacer plantines. Se hicieron una capa, entonces los rayos rebotan y no pueden salir, y vuelven a rebotar a la tierra, y la tierra se calienta. Y calentar, modificar la temperatura media del planeta es una hazaña, que no había sido posible por ningún otro sistema antes.

Y, cuidado, yo tampoco estoy de acuerdo –tengo el privilegio del micrófono, entonces lo uso–, tampoco estoy acuerdo con que los seres humanos somos todos una raza cochina y horrible, que ensuciamos el planeta. No, no, yo no creo en eso. Creo que hay seres humanos y seres humanas de todo tipo. Hay de todo: hay espantosos, asesinos y buenísimos, hay de todo. Todos tenemos algunas cosas; otros tienen otras cosas. Lo que hay es un sistema que privilegia cosas absolutamente perversas y la destrucción, ¿no? Pero no es intrínseco; no es que todos los humanos somos terribles. O sea, ese es otro de los discursos que hace que, en vez de dirigir la mirada a las trasnacionales, a los agronegocios, etcétera, tengamos que decir: “No, usé una botellita de plástico y debo ir a mi casa y pagar mis culpas”. Que es lo que quieren crear, ¿no? En vez de que seamos gente que resistimos a ese sistema.

Entonces, lo que está pasando con esto de la geoingeniería es que es la paradoja total de eso. Los políticos no se van a poner de acuerdo para resolver el cambio climático, lo cual es verdad, lamentablemente. O sea, a nivel político los (…) van a llevar a eso; entonces, los científicos tenemos que encontrar una solución técnica para manipular el clima y bajar la temperatura. Para eso, lo que proponen –por ejemplo, hay dos de las grandes propuestas que son verdaderas, o sea, las proponen de verdad– es crear una nube volcánica artificial sobre el Ártico, para tapar los rayos del sol. Entonces, en vez de eliminar los gases, que es el problema, que sigan los gases y entonces tapamos el sol. Fíjense, hablando del paradigma ingenieril, de verdad están hablando de tapar el sol, tapar la radiación. Entonces, la propuesta es hacer una nube volcánica sobre eso. Y esa nube volcánica tendría unos efectos espantosos, realmente terribles, porque todos los que están en zonas volcánicas saben que las nubes volcánicas, cuando caen, son tóxicas, acidifican el mar, que es otro de los problemas gravísimos globales, la acidificación del mar. O sea, todo eso cuando caiga, -y caería más o menos en unos dos años- caería completamente; habría que volverla a armar y rellenar, con lo cual sería un negocio de venta de tecnología, que es una de las cosas por las cuales lo hacen. Pero, además de eso, si cambian la radiación solar que llega a la Tierra, por supuesto cambian el sistema de lluvias y de sequías y de vientos, que es lo que está pasando ya con el cambio climático, pero lo harían de tal manera que cambiarían el régimen de lluvias en todos los trópicos y subtrópicos, y habría una disminución que, como son modelos matemáticos, podría ir del 5 al 30% de disminución, y en África sería directamente catastrófico, en zonas que ya están expuestas a la sequía. Esto es para enfriar el hemisferio norte. Se enfriaría el hemisferio norte, pero desequilibrarían todo eso. (…)

Cuando se les ha contestado… El que propone esto originalmente es Paul Crutzen. Paul Crutzen es un Premio Nobel de Física, que además le dan el Premio Nobel porque es el que planteó el tema del agujero de ozono. Esta nube agrandaría el agujero de ozono, además, por los contenidos azufrados. Pero cuando le dicen: “Oiga…” En un diálogo que tuvieron con él, le dijeron: “Pero si cae esta nube volcánica, es tóxica. Entonces, se calcula –por modelos matemáticos, etcétera– que medio millón de personas van a morir en forma prematura”; o sea, no inmediatamente, pero en forma prematura, por la toxicidad. Él dice: “Bueno, pero muchos más van a morir por el cambio climático; entonces, en realidad, estamos salvando gente”. Esa es la lógica, ¿no? Ahora, la lógica es decir: “No. Como ya van a morir tanta gente por el cambio climático, ya, ahora, hay que terminar con las emisiones y, sobre todo, los mayores emisores”. Porque, de nuevo, es como lo que les decía de los transgénicos: hay 14 países que son parte de la mayor parte de las emisiones en el mundo. Y dentro de esos 14 países ni siquiera es todo el país. Entonces, hay una situación de injusticia con respecto a todo esto, tremenda. Y lo más curioso es que en el tema de la negociación climática, cuando dice que los países no se van a poner de acuerdo, no están hablando de la Argentina, no están hablando de Uruguay ni de Gana, ni de Mali, ni siquiera están hablando de Indonesia ni de Filipinas ni nada. Los que no se van a poner de acuerdo son los mayores emisores históricos, que son Estados Unidos, algunos países europeos, y que dicen: “No, nosotros no podemos bajar las emisiones”. Esos son los que no se van a poner de acuerdo, y de ahí vienen las propuestas de geoingeniería. Entonces, eso es más perverso, porque vienen del mismo lugar. Es como una profecía autocumplida. Los políticos, que somos nosotros, no nos vamos a poner de acuerdo, y por lo tanto necesitamos geoingeniería. Y la geoingeniería es buenísima como paradigma para decir: “Todo sigue igual, y además vamos a vender una nueva tecnología”.

Entonces, para que ustedes no digan por ahí, luego, que vine acá diciendo cosas que no van a suceder, esto ya está bajo moratoria en Naciones Unidas. Desde el año 2010, hay varios documentos y en este momento, como logramos a través de una campaña –para irme acercando al tema de la resistencia–, a través de una campaña mundial que se llama HOME en inglés, que quiere decir Hands off mother… (Saquen las Manos de la Tierra). “No manipulen la madre tierra”, se llama en español. Es una campaña que se formó entre algunos cientos de organizaciones, justamente para decir: “Bueno, no, este tipo de falsas soluciones no pueden ser permitidas”. Porque, además, toda la geoingeniería tiene un origen militar. O sea, todos los proyectos de geoingeniería que están planteando, la manipulación del clima, tienen un origen de ser desarrollados por los ejércitos como arma de guerra. Y, de hecho, hay un tratado en Naciones Unidas para prohibir la manipulación ambiental con fines hostiles, que se hace luego de la Guerra de Vietnam. En Vietnam, Estados Unidos hizo llover durante nueve meses, como forma bélica. Y la geoingeniería es una potenciación, a nivel planetario, de eso mismo. Entonces, esta es otra de las tecnologías que tiene que ver con eso.

Una de las propuestas de geoingeniería es hacer siembras masivas de cultivos genéticamente modificados, para que sean más brillantes y reflejen más la luz del sol, y por lo tanto devuelvan parte de la radiación solar. Hay unas 20. Ahora solo les nombré una.

Ahora, de todo esto que, digamos, puede ser un panorama tremendo… Nosotros, en ETC, es lo que trabajamos. Cada uno tiene que contribuir su pedacito: el nuestro es llevarle estas informaciones terribles a mucha gente. Pero la verdad es que nosotros igual no somos pesimistas. ¿En qué sentido? Es importante que nosotros conozcamos. El conocimiento, el debate, la información la tenemos que tener. Es una de las cosas que necesitamos más. Esto de la geoingeniería no va a terminar porque yo no venga acá y se los cuente. Aunque yo no se los contara, está sucediendo; ya hay este tipo de iniciativas, ¿no? Lo mismo que en el caso de los transgénicos.

Uno de los problemas básicos con los transgénicos… No de los problemas, al revés, una de las mejores cosas de los transgénicos, que yo siempre la remarco, es que no nos han podido colonizar la mente. En cualquier parte del mundo, aunque la gente no sabe lo que son los transgénicos, ante la simple pregunta: “¿Usted prefiere comer un transgénico, o no?”, la gente dice que no. O sea, en Londres, los empleados de Monsanto, en su edificio de Londres, exigieron que no hubiera transgénicos en su cafetería. Entonces, ese tipo de cosas tiene una diferencia abismal con la revolución verde. La revolución verde todos la compraron como que la agricultura industrial iba a ser lo que nos iba a salvar del hambre. Y además era el progreso. Venía con todo el paquete y todos nos lo tragamos, el de las semillas mejoradas y la agricultura industrial. Los transgénicos, no. O sea, los transgénicos son una imposición en todas las partes del mundo. Es verdad que mucha gente puede ser que no lo sepa. Bueno, hay campos y campos de soja transgénica. Pero hay mucha resistencia.

Acá, por ejemplo, es muy importante lo que está pasando con lo de Paren de Fumigar, con la resistencia en la planta de Malvinas Argentinas. Justamente, porque significa que la gente empieza a tomar medidas, aun cuando diga no… “Hay un monstruo terrible pero no importa, nosotros nos vamos a oponer igual”. Entonces, no es como una cosa de necios, no se trata de eso; es que en el caso de los pueblos de Paren de Fumigar, etcétera, etcétera, es una situación completamente humana. Están muriendo sus hijos, sus padres, sus esposos, sus hermanas, ellos. Cada uno está muriendo por la fumigación. No hay otra que salir a confrontar eso, obviamente. Entonces, ese tipo de cosas suceden, y suceden todo el tiempo. Pero lo bueno es eso que les digo: en todas partes, la gente piensa que los transgénicos son algo que está equivocado, que está mal, que es un invento terrible, que algo me va a hacer. Sepa o no sepa, sepa mucho o sepa poquito, eso es lo que piensa la mayor parte de la gente. Cuidado, eso no es poco; es muchísimo. Que no nos colonicen la cabeza, por ahí empieza todo. O sea, lo peor es cuando nos colonizaron la cabeza, entonces no pensamos ni siquiera que hay que moverse, porque en realidad, ¿qué nos pasó con la revolución verde? Nos pasó eso, nos pasó a todos, en general. Había como una cosa de decir que era bueno eso de ver los campos verdes y todos planitos y grandes, ¿no? En vez de ver los campos un poco desordenados y todos más diversos. Eso es porque nos pusieron que esa era la imagen linda. Bueno, en ese sentido llevamos largamente y ampliamente ganada la batalla contra los transgénicos. En todo el mundo, toda la gente –el 99% de la gente– piensa que los transgénicos están mal, se pueda o no se pueda oponer.

Y un ejemplo muy bonito… Esto es también la resistencia, por ejemplo, al maíz transgénico en México, con la que quiero hoy cerrar como una nota diferente, digamos así. Cuando les hablaba de la campaña de geoingeniería no terminé. Se hizo esta campaña y logramos que se hiciera una moratoria en Naciones Unidas. Claro, ustedes pueden decir: “¿Para qué sirve una moratoria?” Bueno, sirve por ejemplo para que yo aquí vaya al Ministerio de Medioambiente y sepan de qué estoy hablando cuando les hablo de la moratoria de geoingeniería, y que tienen algo que van a tener que hacer, porque les va a venir de algún lado. Entonces, digo, no es que lo hayamos suspendido, pero por lo menos, digamos así, lo estamos deslegitimando desde ya. Y además sí se suspendió, sí tuvieron que parar muchos de los experimentos, pero siguen tratando de revertir la moratoria a nivel de Naciones Unidas, por eso es un tema que hay que seguir.

En el tema del maíz en México, lo que yo les quería contar es que desde hace 10 años, más de 10 años, se quiere plantar maíz transgénico en México. México es el centro de origen del maíz. Eso quiere decir que todos los cultivos, todo lo que comemos hoy –esto me encanta siempre hablarlo–, cualquier cosa que comemos, no era así desde el principio. Es así porque hubo manos campesinas que la hicieron comestible. Campesinas, indígenas. Sí, claro, hay algunos frutos y todo, pero incluso esos frutos. ¿Qué quiere decir esto? Que hay 10 mil años de agricultura, en donde la agricultura no era una actividad depredadora y, además, eran 10 mil años de agricultura donde había una relación de conocimiento y de interacción entre la gente y los cultivos y el resto de la naturaleza. Y así fueron los 10 mil años de agricultura antes de la revolución verde, más o menos. Por lo menos los 10 mil años anteriores del siglo último. En México se creó el maíz, que fue un logro agronómico -bueno, acá algunos van a decir los del arroz, pero es uno de los logros agronómicos más importantes de la historia, porque los predecesores del… El maíz era una hierbita, con unos granitos así; es como un pastito. Entonces, de ahí sacaron lo que hoy es el maíz, que es una mazorca que está llena de granos. Bueno, en muchos lugares tiene bastantes proteínas, incluso. En general, ahora, las mayores variedades no tienen tanto, pero hay…

No hay algunos cientos, hay algunos miles, decenas de miles de variedades diferentes, que los campesinos han ido adaptando desde Alaska a Tierra del Fuego. Antes de que llegaran los conquistadores, estaba el maíz desde Alaska hasta Tierra del Fuego, y aparte se plantaba desde el nivel del mar hasta tres mil metros de altura. Hay maíces que se cosechan en cuatro meses y hay maíces que demoran un año. Entonces, para todas las situaciones posibles de frío, de humedad, de viento, de ladera, etcétera… Bueno, eso en México está vivo. De ahí salió y es como que los centros de origen, de diversidad de los cultivos, mantienen mucho de esto. Y, por supuesto, está entrelazado con las culturas, con las formas de organizarse. Para las culturas, en México hay como mínimo unos 62 pueblos, pueblos indígenas –diferentes llamadas etnias, según los antropólogos, que son pueblos indígenas–, y para todos el maíz es importante, y para todos es distinto. Y para todos estos pueblos el maíz no es una cosa folclórica, es parte de su historia. La gente es de maíz en México. El mito fundacional de la mayor parte de las culturas indígenas en México es que son gente de maíz. Nosotros en este momento estamos en un proceso de Tribunal Permanente de los Pueblos. Uno de los jurados que participó en esto fue Andrés Carrasco. O como testigo, ¿no? No como jurado; fue jurado en otros. Y, bueno, se presentaron testimonios a lo largo de todo México, de cómo la gente está dispuesta… No solamente reconoce el maíz como parte, como digo, no sólo de la cultura, porque también eso es una manipulación, que dicen: “Ah, es que el valor cultural del maíz”. No, no. El maíz tiene valor alimentario, económico, de salud. Tiene mil usos, incluso medicinales. Y es parte de la autonomía.

Hay uno de los pueblos, el pueblo huichol, que dice: “Nosotros tenemos que defender el maíz, porque nosotros funcionamos por asamblea, y los que funcionan en asamblea, los que tienen diferentes funciones que son rotativas, para funcionar en la asamblea necesitan que haya maíz. Si no hay maíz, no pueden alimentarse y nosotros no podemos tener reservas de maíz en la comunidad, para liberar a la gente que defiende a su territorio. Y para que haya maíz tiene que haber agua, y el agua tiene que estar limpia, y para eso tiene que haber bosque, y el bosque tiene que alimentar a la tierra, etcétera. Y por todo eso, entonces, así puede funcionar la asamblea y puede funcionar la comunidad y la resistencia. Por eso defendemos el maíz”. O sea, no es defender el maíz; es defender esa totalidad.

Muchas de estas comunidades están en algo en lo que nosotros participamos como ONG, nosotros somos una ONG, que se llama Red en Defensa del Maíz y que tiene más de 10 años. Y de hecho nosotros hemos logrado, pese a que se han hecho algunas siembras experimentales en México, hemos logrado que no se liberen. Ahora, de todas maneras, Monsanto quiere pasar a la siembra comercial, porque han hecho algunas siembras experimentales de pequeña escala, entonces dicen: “Bueno, ya experimentamos, ya vimos que esto funciona; ahora queremos la siembra comercial”. La siembra comercial sería realmente la contaminación irreversible, quizás, de estas variedades de la biodiversidad y todo. Nosotros logramos parar la siembra comercial que se planteó en septiembre de 2012 hasta septiembre de 2013; hasta ahora todavía está parada. Lo plantearon DuPont, Syngenta, Monsanto; hay varias, hay 14 solicitudes por millones de hectáreas de siembra, no por un poquito, y están paradas. Sobre todo por la lucha, pero también porque algunos –yo no participo en esta parte, pero algunos grupos, sobre todo ONG’s– se juntaron e hicieron una demanda legal, que dio lugar a una suspensión. Ahora, nosotros sabemos que esa suspensión, que es muy importante, no va a durar si no sigue la lucha desde la gente en muchos niveles. Esto que les cuento tiene mucho que ver con lo que empezaba esta charla, y por eso quería cerrar con esto. Es verdad que estamos ante poderes que además de ser tremendos, enormes, globales, etcétera… Pero finalmente, como decíamos del 99%, la mayoría somos otra cosa y pensamos otra cosa, y tenemos las capacidades de hacer otra cosa y estamos ahí. Por eso, por ejemplo, desde estas charlitas hasta las cosas que están haciendo en La Brecha, de juntar las luchas de base, eso es lo que alimenta esa gramínea que sigue sosteniendo –no solamente para el futuro, sino para ahora– una vida con mucho más sentido y que tenga que ver con poder rescatar la comunidad, la tierra.

Bueno, gracias.

(Aplausos.)

–Podría ser mucho más largo esto; el tiempo es tirano en televisión, así que la idea es que hagamos dos o tres preguntitas, que podamos cerrar y después, en todo caso, vemos si da para otra pregunta. Seamos sintéticos, en lo posible, así la podemos aprovechar a Silvia, que es la que viene de lejos.

–Solo quiero decir una cosa. En el Tribunal Permanente de los Pueblos en México, el proceso que estamos haciendo ahí, también estuvo Nora Cortiñas como jurado, y no lo dije.

(Aplausos.)

–Te acercamos un micrófono, así te escuchamos. Sintético, por favor.

–La tecnología, en realidad, es un arma política. ¿Qué quiere decir que es un arma política? (…) En mayo de 2013, el presidente Obama firmó un decreto. Acá hay uno que se llama Responsabilidad Social Empresaria, que es para que las empresas se porten bien. Bueno, él firmó un decreto de Irresponsabilidad Social Empresaria, porque (…) no se puede hacer demandas a Monsanto o a las empresas que hacen transgénicos (…)

–¿Expresamente qué? No entendí la última parte.

–Esto es un decreto que se aprobó hace seis meses.

–Esto es un decreto que se aprobó en agosto de 2013.

–Bueno, es un gusto conocerte personalmente, porque te vengo siguiendo hace mucho (…) Sino que además, haciendo un repaso un poco de lo que se charló hoy, parece que conspiran, en realidad, centros de poder económicamente (…) transfiriendo más tecnología, más costos, elevando la apariencia de los productos y decreciendo en su calidad alimentaria. Y eso es explotación, no hay otra palabra para definirlo. Yo me quiero detener en un punto de lo que vos describís, porque lo comparto profundamente, que es esto de la huella ecológica. Yo quiero decirte que existe la huella ecológica positiva, si uno puede (…) los huicholes en asamblea, y entender que uno es parte de la montaña, del río, de la biomasa, mal llamada biomasa, porque es la biodiversidad, que es nuestra cultura. Porque la cultura es el conocimiento de cómo interactuar (…) en un hábitat. Bueno, yo como comentario personal solamente te quería decir si la búsqueda de las multinacionales está orientada a metabolizar celulosa por un aceite, ya más o menos esa ecuación la daba la ballena. Acordémonos que antes de la era del petróleo, la ballena hacía ese trabajo. La celulosa producía el plancton, el actor biológico que comía el plancton era el kril, la ballena comía el kril y llenaba barriles de aceite para lámparas. Acá, en el Río de la Plata, tenemos al sábalo en esa posición biológica. El sábalo es un pescadito fitófago, que metaboliza directamente celulosa y que la transforma en aceite. Ahora, el (…) que se dio sobre la captura del sábalo para combatir el hambre en el tercer mundo, prácticamente agotó la (…) Yo recuerdo haber navegado, cuando era mucho más joven, la cuenca del Paraná, y ver que el río se ponía gris de la densidad del sábalo. O estar en un arroyo y ver correr y correr filas y filas de sábalos, migrando uno a uno (…) Era muy abundante. Y, sin embargo, no solo el impacto de los plaguicidas en el agua sino también el saqueo, conspiran contra eso. Por eso, si nosotros queremos lograr eso de una manera popular, apostemos a la huella ecológica positiva, que significa que haya más bosques, más pesca, más habitantes genuinos y agricultura (…) Nada más.

–¿Cómo es tu nombre? Perdoname.

–Arturo.

–La verdad que súper interesante, un montón de información, no paraba de anotar cosas. En primer lugar, quería hacer una pregunta y quizás una acotación. Con respecto a la pregunta, una de las cosas que me pareció interesante es esto de (…) Nombraste dos, pero además uno puede ir también a pensar la moratoria de (…) Y, digamos, el factor común de todas esas moratorias es que (…) que todavía no se liberaron comercialmente. Que están en proceso de investigación, entonces la moratoria lo que permite es frenar la posibilidad, aunque sea por un tiempo, de que esa tecnología se pueda comercializar. Me pregunto qué se puede hacer, por ejemplo, en un (…) Si tiene algún efecto pensar en una moratorio o si solamente se puede pensar en los casos en donde no hay transgénicos liberados (…) Quizás, pensar que hay muchas miradas de ingeniería que están relacionadas, por ejemplo, con la permacultura, que tienen una mirada mucho más amigables con el ambiente, ¿no es cierto? (…) Cómo la ciencia, desde la perspectiva positivista, capitalista, es aquella que mira la naturaleza desde un lugar de oposición, de control, manipulación.

–(…)

–Mirá, yo te dije en la puerta que creía realmente que no había manera (…) Yo quiero decirte qué es lo que me pasa con todo este planteo. Voy a citar dos cosas que dijeron, en los años 80… Creo que en el New York Times salió un artículo de (…) científicos atómicos, que dicen esto: “Los únicos seres vivos que son relevantes para el hombre son las bacterias de (…) Después, el hombre podría vivir absolutamente (…)” En el año 70. Craig Venter no hace tantos años dijo: “La agricultura, tal como la conocemos, tiene que desparecer. Nosotros en los laboratorios podemos crear proteínas mejores”. Esto significa, para mí, algo clarísimo, que está ligado con algo que ustedes deberían, creo yo, encarar, que es lo que se llama hoy (…) De señores que no son locos, sino que son señores con miles de millones de dólares a disposición, que (…) no tiene ningún sentido. Y de que pueden crear (…) artificial que es muy superior a esto (…) ¿Alimentadas con qué? Con material sintético. Y el campo ocupado únicamente realmente con (…) de energías. Nosotros seremos, como estamos siendo, aniquilados gradualmente, encerrados, digamos, en esos bunkers o en esos campos de concentración (…)

–Sí, no, poquitos comentarios. A ver, varios de los que hablamos informaron cosas, dijeron cosas; no tengo mucho que decir sobre eso. A ver, no sé si está en orden, pero el tema del paradigma ingenieril que decía la compañera y los ingenieros, claro, yo no estoy en contra de los ingenieros, ¿no? Tampoco estoy en contra de la tecnología. Admiro bastante a los luditas, pero no es eso. Tiene razón, digamos. Lo que sí creo es que sí hay ahí un paradigma que tiene que ver con ver esto como un mecanismo de relojería, que puede ser manejado y adaptado, y reducir todo eso, desde el clima global a todas las intervenciones, etcétera. Comunicándome un poco con la última intervención, claro, por supuesto los transhumanista están muy en boga. En general, digamos, han tenido un resurgimiento, no con la biología sintética sino con la nanotecnología, en la que hablan de que es posible desaparecer todos y eso, y bueno, no sé, a mí me parecen un poco así chalados, pero puede ser bastante peligroso, estoy de acuerdo.

Yo no diría, en ninguno de los casos, que hay un montón de gente mala tratando de eliminar a toda otra gente. Yo creo que hay intereses de lucro, comerciales, gente que utiliza el poder para mantenerlo y, entonces, bueno, de ahí se desprende otra cantidad de cosas, ¿no? De hecho, si el capitalismo por ejemplo pudiera eliminar los conflictos, estaría más feliz. Aunque es verdad que es capitalismo más keynesiano ha pasado a la época de la desaparición, pero con la crisis de Europa, por ejemplo, está como rescatándose. De todas maneras, a lo que voy es que, de nuevo, yo no creo que haya una intención de exterminar. Lo que es posible es que eso suceda. Pero no creo que sea una intención de alguien que es malo, sino que lo que creo es que los mecanismos de destrucción de las bases de la sobrevivencia, sí, son pesados. Por ejemplo, alguna de estas cosas podría ser tremenda.

Y la compañera me decía, bueno, qué podemos hacer por ejemplo con la moratoria y esas cosas. Bueno, nosotros creemos que las moratorias han tenido un efecto, han servido. Las cuatro moratorias que… Bueno, las tres, en realidad. Geoingeniería, fertilización oceánica, que es de geoingeniería Terminator, que se han logrado por ejemplo en el CDB, han tenido un efecto de paralizar estas actividades hasta ahora. No quiere decir que lo sigan haciendo, pero lo han tenido. Y eso ha dado tiempo, pero sobre todo ha dado posibilidad de hablar más.

Yo creo que no importa la cantidad de transgénicos que haya… O sea, sí importa, no quiero decir que no importa. Pero yo creo que siempre es tiempo de resistir, siempre es tiempo de resistir. ¿Resistir qué quiere decir? Ver cómo darle la vuelta, cómo crear otros focos de resistencia, que tengan que ver con la producción de la comida. O la resistencia, como lo que está pasando en Córdoba, que hace al nivel de organización, etcétera, en muchas formas, ¿no? Para eso, yo creo que sí es posible. Por ejemplo, yo creo que sí sería bueno que con los datos que ya hay de los aumentos de leucemia y de cáncer en la Argentina con respecto a los transgénicos, se dijera: “No, no puede haber 2,4 D. No pueden seguir trayendo un transgénico cada vez peor”. Por ejemplo, yo creo que hay una oportunidad ahí de decir pasamos un límite, digamos. Además, sobre eso hay una preocupación también muy grande a nivel internacional. Y cuando uno pensaba que no podía haber nada peor, vienen los árboles transgénicos. Lamentablemente hay muchas cosas que todavía tenemos que hacer y que yo creo que se pueden hacer, en una especie de abanico de resistencias, que es la resistencia desde lo local, también la resistencia a través de la información, de la organización, de la protesta. O sea, no hay una sola, digamos.

–Dos cositas. Nos habíamos comprometido con el lugar a terminar 20:30. Nos dan 10 minutos más, hacemos una ronda de preguntas, por favor, mejor, así (…)

–Silvia, una pregunta que tiene que ver con esto del abanico de resistencias y cómo avanzamos desde lo local en el plano de la denuncia. Vos hiciste referencia a las negociaciones (…) Sabemos que en diciembre las negociaciones se van a dar en Lima, o sea aquí, en América Latina. ¿Hay algunos puntos en particular que deberíamos tener presentes?

–Respecto a la relación entre las nuevas tecnologías y los intereses económicos y políticos, a mí se me venía a la cabeza, justamente hablando de México, el caso de la guerra contra las drogas. Yo quería preguntar, por un interés más personal, ¿cómo influye el interés de por ejemplo Monsanto, cómo se complementa con el interés político de por ejemplo Obama, en la (…) de México, contribuyendo a intereses políticos del Estado, adhieren más rentabilidad, por así decirlo, a la cuestión? Y cómo también se pueden pensar nuevas tecnologías, digamos, hechas desde las posiciones populares, por así decirlo, respecto a estas pequeñas complementaciones.

–No entendí la pregunta.

–Digamos, cómo el hecho de que se complemente por ejemplo la alianza entre Monsanto y Estados Unidos para contribuir a la guerra de las drogas en México, por ejemplo con los herbicidas. A Estados Unidos le conviene que se destruyan campos de marihuana, y de paso Monsanto destruye todas las (…) ¿Cómo eso también juega en materia de presión a nuestra lucha por generar tecnologías al servicio del pueblo y qué salidas piensa usted que se pueden llegar a hacer, o si ya se buscó algún método para detener ese proceso?

–Yo te quería hacer una pregunta sobre la instituciones (…) Las bases están funcionando, de alguna manera (…) En los 90, las ONG –y tal vez me equivoque– y los movimientos sin tierra destruyeron el Foro Social Mundial, creo yo.

–¿Destruyeron qué?

–El Foro Social Mundial. Me parece que (…) Pero en el inicio la lucha anti-transgénica (…) Lo que inició todo fue la lucha contra un modelo que ya empezaba a ser (…) Los sin tierra, que están haciendo soja transgénica, como los movimientos progresistas de América Latina. Entonces, la pregunta es: ¿dónde hay institucionalmente alguna organización que esté luchando? Porque la Vía Campesina también hizo como los sin tierra, y también están haciendo como que sí y eso, ¿viste?

–Hacemos la última (…)

–Sí, qué tal. En principio, yo sí creo que se puede hacer algo, por eso estoy acá. Pero… Digo, es una pregunta y un pequeño comentario. El comentario es en función de, en ese creer que se puede y de lo que preguntaba ella, respecto a qué hacer en un país como Argentina, donde la situación me parece que es muy distinta a la de México, por muchos motivos. Por lo que significa el maíz para México y lo que significa la soja para Argentina (…) Y porque a mí me parece, en principio, que ese 99% en Argentina no es tal, y me parece que hay como un discurso respecto de la tecnología y del avance de la ciencia, y en ese sentido los transgénicos, que hace que sea muy difícil, muchas veces, abordar la discusión. Y donde muchas veces si hay algunas voces críticas respecto del monocultivo, respecto de qué hacer con las inundaciones. Sí, las inundaciones son un problema, pero los transgénicos no. Es muy difícil discutir el transgénico como tal y, digamos, el modelo científico tecnológico que hay por detrás de esa forma de hacer agricultura. Que me parece que ahí hay una diferencia con México y otros países de América Latina que, bueno, hace que en Argentina la discusión tengamos que pensarla en otros términos, si bien hay (…) Y concretamente la pregunta es en qué está hoy la discusión de la Ley de semillas. En realidad, la Ley de (…) Que, perdón, sé que había sido frenada el año pasado y quería saber en qué estaba.

–Bueno, voy. Son como cosas muy distintas, ¿no? Bueno, lo de las negociaciones de clima, que preguntó Beverly, sí, como dije, yo considero que ese es uno de los ámbitos de Naciones Unidos más difíciles, ¿no? Porque está muy entregado a cosas que no sirven. Pero, bueno, hay una… Es verdad, se va a reunir ahora en Perú, en diciembre, se reúne el Convenio de Cambio Climático. Hay un momento interesante antes de eso, que es lo que ofreció Venezuela. Porque Venezuela dijo que todas las negociaciones se estaban llevando sin escuchar lo que quería la gente, así dijeron, en abstracto. Entonces, ellos van a llamar a una preconferencia en Venezuela, para escuchar lo que la gente realmente quiere hacer sobre el cambio climático. Yo creo que eso puede ser importante desde el punto de vista de la difusión; no sé qué impacto tendrá en las negociaciones. Y, bueno, en el tema de las negociaciones hay una coyuntura, vamos a llamarle entre comillas, “interesante”, porque está cayendo el mercado de carbono, de manera que… No es un tema para hablar a esta hora, pero el mercado de carbono está fracasando, sencillamente por toda la crisis del mercado especulativo, que arrastra también al mercado de carbono. Entonces, digamos, ahí se abre una cosa interesante, que es que todas las cosas que se están basando en el aumento del comercio de carbono no tienen adónde venderse, porque el mercado de carbono no está funcionando.

Bueno, en fin, un poco como cosa más general, yo creo que sí hay mucho… Por ejemplo, yo creo que es muy importante el tema de la bioingeniería también ahí. Sobre todo que ahora Argentina y Brasil están proponiendo que el tema de la bioingeniería salga del Convenio de Diversidad Biológica y vaya al de Cambio Climático. Nosotros no estamos de acuerdo en absoluto. Aunque ustedes digan qué diferencia hay entre uno y otro, sí, hay una diferencia: el Convenio de Diversidad tiene 193 miembros y el Convenio sobre Cambio Climático tiene 194, que es Estados Unidos. Estados Unidos no es miembro del Convenio de Diversidad Biológica, y por eso se pueden sacar decisiones por consenso. En cambio que en el otro alcanza con que Estados Unidos levante la mano y no sale nada, porque son por consenso. Entonces, nosotros creemos que es muy importante que no se vaya. Pero ese es un detalle, realmente no está en el fondo de los temas que estamos discutiendo ahora.

De las otras cosas que están… Bueno, lo que no entendí muy bien eso de los métodos populares, etcétera, pero en México no hay campañas de fumigación contra la siembra de marihuana, porque hay… Te podría contestar de muchas maneras, pero no hay, eso es en Colombia. En México, un narco está en el gobierno, entonces no va a ir a fumigar, para decírtelo en breve (…) Entonces, hay una situación muy distinta. De todas maneras, claro que hay un interés de tipo tecnológico con respecto a la supresión de la agricultura en México, como en cualquier otro lugar. Y en Colombia, igual que en México, la defensa territorial a partir de la organización comunitaria es fundamental en esos dos lugares, porque eso existe. Existe ese tipo de organización en esos dos países, digamos, ¿no?

En el caso de… ¿Qué otra cosa habían…? Ah, bueno, yo no estoy de acuerdo con las aseveraciones que hiciste sobre el Foro y otra cantidad de cosas pero, bueno, tampoco tenemos tiempo de hablarlo ahora. Creo que son procesos que son diversos y pasan muchas cosas en ellos; sin embargo, quiero decir que si bien los sin tierra puede que al principio algunos plantaran soja transgénica, los sin tierra de hecho encabezan la lucha contra los transgénicos en muchos lugares, igual que la Vía Campesina. Son movimientos que en estos momentos tienen una posición sumamente clara en contra de los transgénicos, e incluso en estos momentos, en la campaña contra los agrotóxicos, en Brasil. Entonces, digo, me parece un poco injusto decir que ellos solamente están en eso. Y con respecto de si hay organizaciones que sirven o no, no lo sé. Eso lo podemos ver. Yo creo que hay organizaciones que están haciendo un trabajo equis, diferente, que puede ser bueno. Hay algunas redes que son interesantes y que están haciendo un buen trabajo, tanto de información como de aportar datos, etcétera. Creo que no son una u otra, creo que hay una complementariedad, por ejemplo entre algunas cosas… Por ejemplo, organizaciones como la nuestra puede dedicarse a hacer investigación, que muchas veces organizaciones de base no pueden. Yo vivo en la ilusión de que a lo mejor las dos cosas se necesitan, digamos. Nada más quiero decir que puede haber formas complementarias. No es lo mismo, claro, no es el mismo tipo de lucha. No estoy diciendo que una es más importante. Bueno, sí, yo pienso que la de base es fundamental y es la más importante, si hablamos de importancia. Pero creo que se pueden dar cosas complementarias, digamos, ¿no?

Con respecto al 99%, yo lo decía como una imagen. Claro, yo entiendo, es una situación distinta. Yo incluso todavía vivía en Uruguay cuando se empieza a plantar soja en la Argentina y, sí, me acuerdo cómo fue. Es que fue muy artero, pasó así como una cosa más. De hecho, es uno de los primeros lugares donde se empieza a sembrar. Digo, yo en ese momento hablé con algunos de los que empezaban a sembrar soja, que eran de la Federación Agraria Argentina, ni siquiera eran de los grandes. Y se tomaba así como: “Bueno, es una tecnología más…” Sin embargo, a lo mejor en la Argentina está pasando al revés, que ahora es cuando la gente se está dando cuenta de todas esas implicaciones, y como decía, nunca es tarde. Es decir, es mejor ahora que no darse cuenta nunca. Entonces, claro, hay un trabajo muy grande que hacer, porque están en contra. Acá es como la revolución verde, es como que ya está instalado y, entonces, hay mucho trabajo que hacer, de desmitificar. Yo creo que, por ejemplo, mostrar los impactos brutales que está teniendo la siembra de soja y lo que tiene que ver con los impactos en la salud, son temas que se podrían usar, muy importantes, ¿no?

Bueno, creo que hay terminar, así que yo les agradezco a todos y les paso a ustedes la palabra. Gracias.

(Aplausos.)

Acceda al audio de la charla AQUÍ

Temas: Nuevas tecnologías, Transgénicos

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