Soberanía alimentaria y el nuevo descubrimiento de la biodiversidad
"Dedicamos este boletín a las poblaciones que resisten al intento de mercantilización de la naturaleza y buscan defender sus territorios con toda su biodiversidad". Boletín Nº 171 del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
Hace miles de años que en especial las mujeres, pero también los hombres, de diferentes pueblos en las más diversas partes del mundo, han garantizado la soberanía alimentaria, basándose en la biodiversidad de las regiones donde viven. Con sabiduría, supieron distinguir y utilizar semillas, raíces, frutas, hojas, árboles, arbustos, plantas medicinales, animales, peces y mucho más.
Pero nuestro mundo llamado moderno consiguió reducir de forma drástica la riqueza de la biodiversidad, introduciendo monocultivos en gran escala para la producción de alimentos y productos como la madera.
Mientras los defensores del modelo del monocultivo argumentan que éste ha producido más granos, más comida, se constata que ha reducido la soberanía alimentaria.
Parece curioso que en las últimas décadas y, sobre todo, más recientemente, la biodiversidad captó nuevamente el interés de las grandes empresas que tanto defienden el monocultivo y contribuyeron en mucho para reducir la biodiversidad. ¿Por qué será?
Además del patentado de las semillas, en curso desde hace años, más recientemente, también otros elementos de la biodiversidad están en la mira del gran capital, en la medida en que estos elementos se vuelvan más escasos, como el agua, la regulación del clima, la conservación del suelo, etc.
En este boletín, los diversos artículos tienen que ver con esa nueva amenaza del redescubrimiento de la biodiversidad por parte de las empresas transnacionales por ejemplo, cuando quieren vender servicios ambientales. Eso puede generar profundos impactos sobre la vida de las personas, como muestra el proyecto de la empresa británica New Forests Company que actúa en Uganda, e incluso está certificada por el sello verde del FSC. Para que esa empresa plante sus monocultivos de árboles, expulsó nada menos que a 22 mil personas, con vistas a la venta del servicio ambiental de carbono, comprometiendo drásticamente la soberanía alimentaria de toda una población.
Dedicamos este boletín a las poblaciones que resisten al intento de mercantilización de la naturaleza y buscan defender sus territorios con toda su biodiversidad. Apoyamos a Via Campesina que, en este mes de octubre, junto a otras organizaciones, presionaron a la FAO en Roma, en especial al Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, para que se prohíba el ´acaparamiento de tierras´, la apropiación y concentración de tierras en manos de inversores, estados y empresas extranjeras, que ocurre, principalmente, en África. Este proceso perverso incentiva la agricultura del monocultivo, los agrocombustibles y la apropiación y venta de servicios ambientales. Según Oxfam, cerca de 227 millones de hectáreas de tierras ya estarían vendidas o dadas en concesión, un área del tamaño de todo el Noroeste de Europa, mostrando la profunda injusticia social y ambiental de ese modelo. ¡Reforzamos el llamamiento para que la FAO tome medidas que garanticen los derechos de los campesinos a sus tierras y a los recursos naturales!
Finalizamos con una buena noticia que nos motiva y anima: felicitamos a la organización amiga GRAIN, una de las organizaciones que desde hace muchos años alerta sobre la destrucción de la biodiversidad, mientras defiende la soberanía alimentaria. GRAIN ganó el llamado Right Livelihood Award, una especie de premio Nobel Alternativo, por su trabajo contra el ´acaparamiento de tierras ´ y en defensa de la agricultura campesina.
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SOBERANÍA ALIMENTARIA
- Bosques y soberanía alimentaria: hablan los hijos e hijas del bosque
La soberanía alimentaria, que pone su centro en la autonomía local, los mercados locales y la acción comunitaria e incorpora aspectos como la reforma agraria, el control territorial, la biodiversidad, la cooperación, la salud y muchos otros temas vinculados a la producción de alimentos, se convierte en un proceso de resistencia popular. Y, como ya dijéramos en el Boletín 115, la conceptualización de la soberanía alimentaria no solamente está inmersa en los movimientos sociales que impulsan esas luchas sino que les permite aglutinarse en torno a un acuerdo común de objetivos y acciones.
También decíamos que el avance de los agronegocios y sus monocultivos en gran escala para la exportación; la destrucción de la biodiversidad con la imposición de los transgénicos; la matriz petrolera cuyo proceso de explotación envenena y destruye todo a su alrededor; el cercamiento de sitios de alta diversidad para el negocio del turismo o la biopiratería (la apropiación del conocimiento y los recursos genéticos de comunidades locales por empresas que buscan tener el monopolio exclusivo de los mismos mediante patentes o propiedad intelectual), amenazan y afectan por igual a campesinos y campesinas, y comunidades del bosque. Y cuando se destruye el bosque, se destruye un espacio de soberanía alimentaria.
En ese sentido, la lucha por la defensa de los bosques se convierte también en una lucha por la soberanía alimentaria, porque para las comunidades del bosque, éste lo es todo. Es, muy en especial, el lugar de donde obtienen, entre otras muchas cosas, el alimento, de manera ecológica, social, económica y culturalmente apropiada a sus circunstancias exclusivas, como lo reconoce el concepto de soberanía alimentaria.
Desde el WRM hemos denunciado desde hace muchos años el mortal engaño armado inicialmente por la FAO – y secundado por los demás organismos internacionales – de considerar a los monocultivos industriales de árboles como una categoría de “bosques”. Esto, que podría parecer un simple error de definición, tiene consecuencias muy graves ya que las plantaciones de árboles se han valido de su presunta condición de “bosques” para sustituir, con monocultivos, valiosos ecosistemas biodiversos, entre ellos bosques de verdad.
Este año impulsamos la idea de “definir al bosque por su verdadero significado” y en ese marco realizamos un video testimonial para registrar las voces de habitantes del bosque de diferentes países y continentes, hombres y mujeres, indígenas y campesinos, que hablan sobre la importancia del bosque en sus vidas y que consideramos son un fiel reflejo de todas las voces del bosque.
Y esas voces cuentan. Desde la selva (en el Estado de Paraná, Brasil, Jonas Aparecido de Souza cuenta que “la selva da todo lo que la comunidad necesita, desde agua de calidad, desde la propia alimentación que se extrae de él, el tema de la propia madera que el bosque da para construir la mayoría de las residencias de las familias. La selva da parte de su vegetación para la cuestión de las plantas medicinales, para aquellas comunidades que tienen ese conocimiento y se apropian de ese conocimiento para su uso; semillas para hacer artesanías, genera renta para las familias también. También da el suelo; el suelo es siempre enriquecido la forma en que las familias utilizan la selva para producir su propia alimentación. Entonces la selva es todo lo que es bueno para la comunidad. … Si nos sacan la selva las familias van a perder su autonomía, no van a lograr sobrevivir aquí. Tendrán que irse, mudarse a otro lugar que no se corresponde con su modo de vida, van a tener que migrar para la ciudad, ir para las periferias de la ciudad y construir otra forma de vida que no es el hábito de ellas. ... Cuando esas familias salen de las áreas de la selva y van a otro lugar que no condice con su modo de vida, con su cultura, pasan por un proceso de deshumanización, pierden su característica de pueblos de la selva”.
El jefe de una comunidad Bakumbule, en el territorio Walikale de la República Democrática de Congo, dice que “el bosque nos trae muchos beneficios. El bosque nos protege, nos brinda aire; allí cultivamos la tierra y nos permite alimentarnos. En el bosque comemos carne, la carne de los animales salvajes, y hay carne de todo tipo, y todo tipo de alimentos vegetales. Comemos todo esto y también juntamos otras cosas para tener una buena nutrición y obtener todas las proteínas que necesitamos. Después de comer, vamos al bosque a lavarnos. Cuando lo miramos sabemos que allí está nuestra felicidad. En este momento nuestra situación es difícil porque hubo una guerra y atravesamos un periodo muy complicado, pero en cuanto pueda regresar a mi bosque todos estaremos saludables porque allí encontraremos todo lo que necesitamos para alimentarnos y vivir bien.”
Para Francisca, de los Arara, que habitan en la selva de Acre, “la selva es importante porque es de donde obtenemos la fruta, la comida. Es de donde obtenemos el agua potable y donde criamos a nuestros hijos. Nuestros padres nos criaron aquí, y aquí obtuvieron el sustento. Sin la selva no podremos vivir en paz. Tenemos miedo que la selva desaparezca y que los Arara tengamos que mudarnos a las ciudades. Allí la vida es muy difícil, tendremos que comprar comida industrializada, o mendigar o prostituirnos por falta de dinero para comprar alimentos. Hoy respiramos el aire puro de la selva y tenemos agua limpia y comida, y lo que necesitamos para construir nuestras casas. Pero aún cuando tenemos una selva grande, vemos los problemas que existen, sentimos en nuestra tierra los efectos de cuando cortan otros bosques, o de las plantaciones, de los cambios que ocurren. Los ríos ya no son como antes. Nos preocupa y no sabemos qué haremos aún si preservamos este pequeño pedazo de selva frente a todos los árboles que están cortando. Algunos dicen que quieren reforestar pero nosotros sabemos que un área reforestada nunca es como la selva virgen. Es muy distinta ”.
En continentes diferentes, de grupos diferentes, con lenguas diferentes, los sentimientos, las visiones, sin embargo, son muy similares.
Desde la comunidad indígena pigmea de la provincia de Kivu Norte, en el territorio de Walikale, República Democrática del Congo, uno de los líderes de la comunidad que trabaja en la defensa de los pueblos indígenas de la provincia dice que el bosque y los pueblos indígenas pueden describirse como “amigos inseparables” porque “la vida de un pigmeo depende cien por ciento del bosque, que es su hogar por excelencia. Puedo decir que sin el bosque no hay vida para los pueblos indígenas. Además de todas las actividades para la producción de alimentos, los pueblos indígenas utilizamos nuestro conocimiento tradicional para proteger y manejar el bosque y realizar actividades que son parte de nuestra cultura única. Esto significa que la desaparición del bosque significaría la desaparición total de los pueblos indígenas”.
Lucas, del pueblo indígena Manchineri, vive en la selva en el Estado de Acre, Brasil. Para él, la selva es importante “porque allí es donde vivimos y obtenemos nuestro sustento. Para nosotros la selva es la vida; mientras esté en pie habrá varios tipos de animales que podemos comer y también tenemos nuestros cultivos que manejamos con todo cuidado. Si desaparece no tendremos dónde buscar los recursos que necesitamos, quedaremos sin un protector, porque para los Manchineri la selva es nuestro protector. ”
Mijak es un “OrangRimbo”, que en Jambi significa pueblo del bosque. Vive en Makekal Ulu, una de las zonas habitadas por los OrangRimbo, en torno al Parque Nacional Bukit12 de Indonesia. Mijak dice que “nuestra vida de comunidad depende del bosque. Si lo dañan o destruyen, entonces nuestras tradiciones y nuestra cultura desaparecerán.”
Desde la comunidad de Katobo, en la aldea de Kisimba, territorio de Walikale, RDC, una mujer da su testimonio de por qué en especial las mujeres necesitan el bosque: “porque allí es donde encontramos todo lo que necesitamos para alimentar a nuestras familias. Y si alguien nos dice que dejemos el bosque nos enojaríamos mucho, porque no podemos imaginar una vida que no esté en el bosque o cerca de él porque allí tenemos leña, plantamos nuestros cultivos. Tenemos todo tipo de vegetales y plantas comestibles y frutas. Las mujeres recogen cangrejos y pescan en los arroyos y hay todo tipo de animales que podemos comer y nos dan fuerza y energía, proteínas y todo lo que necesitamos para vivir bien”.
El concepto aglutinador de la soberanía alimentaria crece, se profundiza y trasciende la agricultura hasta llegar al bosque, uno de los ecosistemas terrestres más diversos y prolíficos, fuente de nutrición y alimentos para los pueblos que los habitan y para el planeta todo. Por eso, luchar por la soberanía alimentaria es también defender el bosque y defender el bosque es, entre otras cosas, definirlo por su verdadero significado.
Los invitamos a ver y divulgar el video de la campaña del WRM por una verdadera definición de bosques – Bosques, mucho más que un montón de árboles – en WRM (con subtítulos en inglés), que en breve será traducido a varios idiomas.
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- No existe soberanía alimentaria sin biodiversidad
Los monocultivos en gran escala para la producción de alimentos han sido introducidos, junto a "paquetes tecnológicos" de la "revolución verde" que, a lo largo de los años, han envenenado y empobrecido la biodiversidad, afectando en especial a las mujeres, porque ellas son, en muchas comunidades alrededor del mundo, las principales responsables de velar por la salud, el abastecimiento de agua y la producción de alimentos- actividades muy vinculadas a la conservación de la biodiversidad.
Al mismo tiempo en que gran parte de esa diversidad ya se perdió, se introdujeron y avanzan los monocultivos transgénicos de soja, maíz, eucalipto, etc. En sus definiciones, los organismos oficiales como la FAO apoyan y fortalecen el modelo de monocultivos, llamando ‘bosque' al monocultivo incluso de eucalipto transgénico y, de esta forma, desconsiderando completamente la enorme biodiversidad de un bosque de verdad.
El modelo de monocultivo en gran escala siempre ha alegado su supuesta ‘productividad', la cual, sin embargo, no logró – ni logra evitar que aproximadamente mil millones de personas sigan sufriendo de hambre en el mundo. Cabe aclarar que esa 'productividad' viene siendo cuestionada seriamente, incluso por la ciencia. El mayor estudio sobre este tema en los Estados Unidos comprobó que la agricultura sin insumos químicos es muy superior al modelo convencional en términos de cosecha y viabilidad (1). Y aún más, es un hecho que los campesinos, a pesar de todas las presiones vividas, siguen siendo responsables de la producción de la mayor parte de la comida consumida por la población mundial.
Y fueron justamente campesinos y campesinas, organizados en la Vía Campesina, los que a comienzos de la década de 1990 desarrollaron el concepto de Soberanía Alimentaria, un concepto amplio que engloba enfoques especiales para enfrentar y generar alternativas a las políticas neoliberales que mantienen el paradigma de desarrollo dominante fundamentado en el comercio y laproducción industrial agrícola y de alimentos. Tales políticas, canalizadas en gran medida por el “marco” internacional dado por la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros organismos de la política económico- financiera internacional, han sido responsables, entre otras cosas, de la continua expulsión de los campesinos y campesinas del campo y del creciente control de algunas empresas transnacionales sobre la cadena productiva que va desde la producción de las semillas hasta la venta de granos- factores que provocaron una reducción de la soberanía alimentaria.
Dentro de esta misma lógica, hace algunas décadas que está en curso un proceso de apropiación y privatización de semillas en el mundo por parte de algunas pocas empresas transnacionales, occidentales, que se conoce como 'patentamiento'. Hoy en día, muchos campesinos se ven obligados a comprar semillas, pagando ‘royalties' a las empresas 'dueñas' de tal semilla. Así pierden su autonomía para reproducir la vida en la tierra, y enriquecen a dichas empresas. Y para las empresas es estratégico tener el control sobre todas las semillas para seguir garantizando el abastecimiento a los agricultores.
Más recientemente surgió el concepto de los llamados ‘servicios ambientales', que implica que los elementos de la biodiversidad como el agua, la regulación del clima, la conservación del suelo puedan ser comercializados, inclusive en las bolsas de valores, abriendo margen a la especulación con la naturaleza. El hecho de que su valor dependa necesariamente de la oferta conduce a una lógica perversa: a más destrucción, más podrá rendir un ‘servicio ambiental'. Y todo eso se llama ‘economía verde'.
¿Qué significa eso para las poblaciones locales y, sobretodo, para la biodiversidad y la soberanía alimentaria? Significa más presión sobre los recursos naturales y la biodiversidad de los que esas poblaciones dependen, y a su vez, implica más expulsión de miles de personas. Y si eventualmente se acepta su permanencia, la población no podrá interferir más en los recursos, en la biodiversidad. Es una falta de respeto a su cultura y reduce su soberanía alimentaria, por ejemplo, cuando se les prohíbe plantar sus cultivos de subsistencia- algo que ya está ocurriendo en diversas partes del mundo. De esta forma, pierden el control sobre el territorio, pierden su autonomía.
Por ello, es muy importante que las comunidades, hoy en día, busquen entender plenamente las propuestas ‘verdes' que les hacen, desde el mecanismo de carbono forestal -REDD+ - hasta la venta de servicios ambientales. Generalmente, se presentan como algo bueno que beneficiaría a la comunidad y mejoraría el medio ambiente. En realidad, son mecanismos que por su propia lógica tienden a empeorar el medio ambiente global, y que, por el control que quieren ejercer sobre el territorio de las poblaciones indígenas, tradicionales y rurales, influyen profundamente en la soberanía alimentaria de millones de personas en todo el mundo que quieren conservar sus modos de vida.
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- Nyéléni: un nombre de mujer para la lucha por la Soberanía Alimentaria
En África hay una historia que ha perdurado a lo largo de los años sobre una mujer de Malí de nombre Nyéléni, quien desafió el poder patriarcal desde la agricultura, considerada una tarea de hombres. Además de superar a los hombres en numerosas competencias agrícolas, Nyéléni venció también la aridez del territorio y logró domesticar cultivos como el fonio y el samio, que permitieron alimentar a toda la población de Malí.
Los foros sobre Soberanía Alimentaria, iniciados en 2007 en Malí por La Vía Campesina y diversas organizaciones sociales con el objetivo de reafirmar las bases del concepto de soberanía alimentaria, tomaron el nombre de Nyéléni, en su recuerdo, al igual que el boletín creado como herramienta de comunicación e intercambio del foro para continuar con la lucha por la soberanía alimentaria.
El boletín Nyéléni ha cumplido su primer aniversario y lo celebra recordando cómo “día a día, las mujeres deben enfrentar problemas por el solo hecho de serlo: ya sea en el campo o en la ciudad, se ven confrontadas a un sistema económico que las discrimina por igual, ya que es tanto capitalista como patriarcal. Un sistema que está basado en la separación entre producción y reproducción; que sitúa a las actividades del mercado dentro de la primera y ubica a las tareas, que por lo general realizan las mujeres, dentro de la segunda, invisibilizando los lazos entre ambas”.
Pero también resalta cómo “en oposición a esta separación, la economía feminista vuelve a ampliar la noción de trabajo (1) y la diferencia de la de empleo (trabajo remunerado o de mercado) para incluir en la definición de trabajo a las tareas de reproducción biológica y social, es decir, las tareas domésticas, comunitarias, y de cuidado. La Soberanía Alimentaria también se sitúa dentro de este marco, ya que reconoce el fundamental trabajo que realizan las mujeres, así como también implica la redistribución e igualdad de tareas entre todos los integrantes de los hogares.
Desde esta óptica, el agronegocio es un ejemplo muy didáctico de cómo la economía patriarcal y capitalista, basada en un modelo corporativo de explotación y concentración, causa impactos sobre la vida de las mujeres: “desde sus costos sociales más evidentes, como el desplazamiento de los y las campesinas o los relacionados con la explotación laboral en términos generales, hasta aquellos más invisibilizados, que se relacionan con la división sexual del trabajo. En los sectores altamente mecanizados, como es el caso de la soja o la caña, los puestos más calificados son ocupados por hombres, mientras que las mujeres ocupan tareas relacionadas a los servicios de apoyo, como la limpieza y la cocina. Por otra parte, en sectores intensivos como los de la fruta y las flores, se contrata a las mujeres por su habilidad para manejos delicados (como el embalaje de la fruta), pero sin que esto implique un reconocimiento económico particular: de hecho, se contrata a mujeres por lo general jóvenes mediante un magro salario y sin concederles sus derechos como trabajadoras.
En el caso del negocio de eucalipto las mujeres trabajan tanto en el manejo de las mudas de eucalipto – un trabajo delicado – como también en la aplicación de agrotóxicos porque las consideran más ´responsables´ que los hombres, aun cuando su salud, en especial en su condición de mujer, tiende a tener más riesgos.
Uno de los artículos del boletín Nº 6 Nyeleni ( ver aquí) dice que en la práctica, se observa que la acentuación de la economía de mercado tiende a incrementar las disparidades ya existentes, tanto en lo que refiere a la explotación laboral asociada al agronegocio como un acceso diferenciado a la tierra entre hombres y mujeres. Según la FAO (2), a medida que la tierra se comercializa y disminuye su disponibilidad, se observa que los miembros hombres de las familias reducen el acceso a la tierra que tenían las mujeres, particularmente en el caso de viudas y divorciadas. A pesar de representar en promedio el 43% de la fuerza de trabajo agrícola de los países en desarrollo (3), las mujeres poseen menos del 15% de la tierra en todo el mundo (4). Al negar a las mujeres un acceso igualitario a la tierra - que no tiene por qué limitarse a la propiedad privada, sino que pueden asegurarse derechos sobre ésta a través del arriendo de tierras públicas o de propiedad comunal - se erosiona su condición a nivel económico, social y político, lo que se vincula directamente con el sistema patriarcal. Este sistema establece que la tierra se herede por línea paterna, y que las mujeres puedan acceder a ella únicamente a través de sus hijos varones, sus maridos o los familiares varones de éstos”.
En el caso de las mujeres del bosque, la expulsión de sus territorios por proyectos empresariales y programas de áreas protegidas ha significado también un debilitamiento de su situación comparada con el tiempo en que sus pueblos vivían como cazadores y recolectores. Es probable que en ese entonces los derechos colectivos sobre grandes áreas de bosque permitieran a las mujeres ejercer con autonomía las formas de uso de la tierra, y sus derechos de recolección o caza no dependían de los hombres. Ahora, en muchas situaciones la pérdida de acceso a los recursos alimenticios del bosque tiene fuertes impactos sobre las mujeres, que son las principales responsables de proveer el alimento diario a la familia. Con ello, pues, esos proyectos lesionan no solamente la situación de la mujer sino también la soberanía alimentaria de esos pueblos.
Y las mujeres asumen la lucha, con Nyéléni como símbolo de las dificultades que deben enfrentar y vencer. Así, las trabajadoras rurales sin tierra, expatriadas en su propio país, cansadas de vivir precariamente, enfrentaron en Brasil a los “desiertos verdes” de eucaliptos de StoraEnso, Fíbria, Suzano, Arcelor Mital, financiados por el BNDES (ver Boletín Nº 165 del WRM); en India, un centenar de mujeres líderes de siete estados se reunieron en Dumka, Jharkhand, para realizar una consulta sobre los derechos de las mujeres bajo la Ley de los Derechos sobre los Bosques y reclamar el control comunitario de los bosques, dirigido por mujeres, a lo largo de los 7,5 millones de hectáreas de tierras boscosas (ver Boletín Nº 165 del WRM); en Papúa Nueva Guinea, las mujeres se asocian y fortalecen contra las plantaciones de palma (ver Boletín Nº 152 del WRM); en África, crearon la Red de Mujeres Africanas para el Manejo Comunitario de los Bosques (REFACOF, por su sigla en francés) con el objetivo de promover los derechos de las mujeres a la tierra y el bosque en África Central y Occidental.
La resistencia continúa, y, como anunciaron en Argentina (ver Boletín Nº 158 del WRM) las mujeres “resistiremos y seguiremos en lucha mientras sea preciso, no solamente contra el avance de los monocultivos de árboles exóticos y de los megaproyectos de las empresas de celulosa y papel, sino contra los procesos de mercantilización de la vida de los seres y de desempoderamiento de las mujeres. Nosotras, las mujeres, tenemos el potencial de hacer que ‘lo nuevo suceda' y lo estamos haciendo”.
1 - A partir del desarrollo industrial «sólo se establecerá como trabajo el asalariado o el autoempleo, perdiendo tal categoría las actividades sin remuneración desarrolladas por los miembros del hogar para cubrir sus propias necesidades. De esta manera, se restringe la definición original de trabajo sólo a aquellas actividades que presentan las características del trabajo de mercado» (Cristina Carrasco, La sostenibilidad de la vida humana, ¿un asunto de mujeres?, 2001).
2 - Informe Género y Tierra. Igualdad de condiciones, FAO, 2007
3 - FAO, 2011
4 - International Center for Research on Women, 2006
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- Tecnología Terminator en cultivos de alimentos y eucaliptos transgénicos: una amenaza a la soberanía alimentaria
“Vengo de una familia que tiene a la semilla como una cosa sagrada. En el tiempo de mi padre, los vecinos dormían tranquilos, porque sabían que mi padre tenía semilla segura para plantar”. (Agricultor familiar - Paraíba)
Las semillas son el mayor patrimonio de los agricultores. Son la base para la producción agrícola, y por lo tanto, para la alimentación de cualquier nación. Durante diez mil años, comunidades de agricultores, indígenas y pueblos tradicionales mejoraron y multiplicaron sus semillas libremente, haciendo del intercambio de semillas un momento de unión y distribución entre pueblos y naciones.
No es por otro motivo que tratados internacionales como el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura - TIRFAA (art. 5, 6 y 9), y la Convención sobre la Diversidad Biológica – CDB (art. 10, c y 8, j) protegen e incentivan el empoderamiento de las prácticas comunes como almacenamiento, intercambio, venta y mejoramiento de semillas en las unidades productivas por parte de los agricultores, fundamentales para la conservación de la biodiversidad y de la agrobiodiversidad de los países.
Recién en los últimos 40-50 años es que las semillas se volvieron un gran negocio: pequeños cambios hechos por las multinacionales pueden ser patentados y las semillas, que siempre fueron de libre intercambio, fueron privatizadas y pasaron de las manos de los agricultores, por lo tanto, de los ciudadanos de cada país, a las manos de las grandes empresas.
Actualmente, con el desarrollo de los transgénicos, las empresas desarrollaron un tipo de transgenia que permite el control total y absoluto de las semillas por parte de las empresas, haciendo que los agricultores e incluso los grandes productores queden rehenes de las multinacionales para poder obtener sus semillas. Nuestro alimento pasará a ser controlado por 4 o 5 empresas que dominan más del 60% del mercando mundial de semillas. A este nuevo tipo de transgénico se le llama Terminator.
Como mi padre, que siempre tenía costumbre de aquel semillero, él plantaba en un año, después seleccionaba, desgranaba todo a mano, me acuerdo que yo lo ayudaba, era lindo desgranar así. Entonces imagínese, con una semilla de esas, se acabaría con una tradición ya de años, ¿no? Y después no podría ser utilizada nuevamente. (Agricultor familiar, Paraná)
La tecnología Terminator (que quiere decir “exterminador” en inglés), se refiere a modificaciones genéticas hechas en las plantas para producir semillas estériles, o sea, que no se reproducen. En el medio científico esta tecnología se llama GURTs, que es la sigla en inglés para “Tecnologías Genéticas de Restricción de Uso”. De este modo, hay un control biológico del uso propio, ya que la semilla que es guardada de la cosecha de una variedad con tecnología Terminator no podrá ser usada para plantar en la zafra siguiente, ya que no germinará, porque está muerta.
Es como si estuviéramos programados también para morir. Como si supiéramos que a determinada edad fuéramos a morir. Como si tuviésemos un corto plazo aquí; terminando la zafra moriríamos. Eso es lo que ellos están programando para las semillas. (Agricultor familiar – San Pablo)
¿Cuáles son las posibles consecuencias de esta tecnología?
Un Grupo Técnico de Especialistas contratado por Naciones Unidas evaluó los impactos potenciales de las GURTs sobre agricultores familiares, campesinos y comunidades tradicionales y concluyó que se configuran como una fuerte amenaza a la garantía de la soberanía y de la seguridad alimentaria de estas comunidades.
Entre los impactos de la tecnología Terminator abordados en el Informe se destacan:
- Puede reducir y limitar las prácticas tradicionales de intercambio de semillas;
- Puede reducir la capacidad de innovación y el conocimiento local de las comunidades sobre mejoramiento de plantas;
- Puede reducir o afectar negativamente la agrobiodiversidad local, resultando en el deterioro de los sistemas tradicionales de conocimiento;
- Puede llevar a la dependencia de semillas o a pérdidas de cultivos;
- Puede causar, de manera irreversible, alteraciones ambientales negativas resultantes del cruzamiento entre variedades Terminator y plantas normales.
La más reciente justificación para la utilización de las tecnologías genéticas de restricción de uso es su utilización como una “medida de bioseguridad” para evitar la contaminación de plantas convencionales o agroecológicas por variedades transgénicas.
Esta propuesta es particularmente perversa, ya que puede diseñar el siguiente escenario para las comunidades de agricultores familiares y campesinos: en caso que admitamos que no habría continuidad en la contaminación, el hecho es que en la primera generación hay contaminación, y el agricultor convencional u orgánico contaminado perdería sus semillas de ahí en adelante, ya que estarían contaminadas por el Terminator. En todo si la contaminación no continuara se debería a que las semillas campesinas se habrían vuelto estériles por haberse contaminado.
Por éstas y otras motivaciones, los 193 Países Parte de la Convención sobre la Diversidad Biológica establecieron una moratoria internacional a la tecnología Terminator o de restricción de uso, a través de la Decisión V/5 en el año 2000. Esta moratoria viene siendo renovada en las COPs y su mantenimiento fue apoyado por el gobierno brasileño en esta última COP 10 realizada en Nagoya, conforme manifestación de la División de Medio Ambiente de Itamaraty, Aviso nº 10/DEMA/CGFOME/AFEPA/SEAN BRAS, de fecha 23/04/2010.
Es una tecnología que quita autonomía a los pequeños agricultores, porque va a fortalecer solamente a las grandes empresas que van a producir las semillas. Van a quitar esa posibilidad que tiene el agricultor de hacer la selección de la semilla, guardarla de la forma en que está acostumbrado tradicionalmente, que aprendió con el padre, con la madre, con el abuelo. (Agricultor Familiar - Maranhão)
¿Cómo está la situación del Terminator en el Brasil?
Actualmente, la Ley de Bioseguridad prohíbe “ la utilización, la comercialización, el registro, el patentado y el licenciamiento de tecnologías genéticas de restricción del uso ” (art. 6º, ley 11.105), que involucren la generación de estructuras reproductivas estériles o la activación o desactivación de genes relacionados con la fertilidad de las plantas por inductores químicos externos.
Incluso bajo el peso de una moratoria internacional y frente a la actual prohibición nacional, dos Proyectos de Ley en el Congreso intentan liberar las semillas Terminator en el Brasil. El PL 268/07, originalmente presentado por la hoy Senadora Katia Abreu (Demócrata - Goias) , y hoy de autoría del Diputado Eduardo Sciarra del Partido Demócrata - Paraná. En 2009, el Diputado Cândido Vacarezza (Partido Trabajadores - Sao Paulo), que nunca actuó en el campo de la agricultura, presentó el PL 5575/09 que prevé la liberación de las semillas Terminator en el Brasil. El año pasado, la “Campanha por um Brasil Ecológico e Livre de Transgênicos” (Campaña por un Brasil Ecológico y Libre de Transgénicos) hizo una denuncia informando que el archivo que está disponible en el sitio web de la Cámara de Diputados con la propuesta del Proyecto de Ley ¡tiene como origen la computadora de una de las abogadas de la empresa Monsanto! Quedan demostrados los claros intereses que están por detrás de la aprobación de este Proyecto de Ley, que como fue muy cuestionado en su tramitación en la Cámara ahora se propuso la creación de una comisión especial para agilizar su tramitación.
En primer lugar está la miseria. Porque, piense bien, si fuéramos a pensar en nosotros, que somos pequeños agricultores, ¿de qué vivimos nosotros? ¡De nuestra propia semilla! ¡Entonces no podemos comprar la semilla! Nosotros mismos producimos nuestra propia semilla. Y de allí imagínese la miseria que puede llegar a venir... Porque el agricultor no va a conseguir plantar la propia semilla que tiene. Entonces viene más miseria, en vez de ayudar al agricultor, solo vendrá más miseria. (Agricultora familiar - Paraná)
Creo que a nivel del Brasil habría un impacto muy grande en la pérdida de esas semillas, ya que iría a causar principalmente una dependencia de que el agricultor tenga que todos los años comprar las semillas de las multinacionales. Para nosotros eso es una regresión en el progreso cultural de las comunidades. También porque lo que sustenta al Brasil hoy es la agricultura campesina y para nosotros, que inmediatamente que retiramos la semilla tenemos que guardarla, no tenemos cómo comprar nuevas semillas todos los años. (Agricultor familiar - Paraná)
En el Brasil se ha ampliado cada día la presión para la aprobación de los árboles transgénicos. Vista con recelo por la mayoría de los países en la CDB-ONU, la presión de algunas naciones abrió la posibilidad para que cada país pudiese decidir por su cuenta y riesgo la aprobación de los árboles transgénicos. Los riesgos se amplían y potencializan, el polen de los árboles se dispersa a distancias mucho mayores, aumentando los riesgos de contaminación. La utilización cada vez mayor de celulosa y el avance de la biología sintética en la investigación para el uso de celulosa como agrocombustible aumenta la presión de las transnacionales para la aprobación del eucalipto transgénico, que ya se tramita en la CTNBio.
La aprobación del Terminator puede estar “casada” con este proceso, pues uno de los “argumentos”, como ya dijimos, es que si todos los árboles transgénicos también fuesen Terminator se podría evitar la propagación de la contaminación. Sin embargo, según estudiosos, la tecnología es muy inestable y posee muchas fallas, haciendo que individuos que están programados para germinar, incluso así germinen, manteniendo los riesgos de contaminación.
Tanto en el Brasil como en los demás países, es necesario que haya un gran proceso de movilización social, con el fin de evitar a cualquier costo la liberación de esta tecnología. Más allá de los riesgos evidentes en términos ambientales, sociales y para la salud humana de los transgénicos, la liberación de la tecnología Terminator puede significar la sentencia final en términos de la total dependencia de los agricultores de las transnacionales y del control de éstas sobre la producción agrícola y forestal en nuestros países, dejando a merced de sus voluntades e intereses económicos el destino de nuestra agricultura, de nuestros agricultores y de nuestra alimentación.
El impacto va a ser para la nación entera, porque es una cuestión de seguridad alimentaria. En la medida en que está en manos de media docena de empresas en el mundo, que van a dominar esa tecnología, se coloca a millones de personas bajo la dependencia de esa tecnología, y ellos van a hacer lo que les parezca. Nosotros nunca precisamos de eso, si llegamos hoy hasta donde llegamos, es por la manera en que las cosas venían siendo hechas, que naturalmente, era la manera correcta. (Agricultor Familiar – Santa Catarina)
Por: Julian Perez-Cassarino, Campanha Terminar Terminator-Brasil y Larissa Packer ONG Terra de Direitos
*Los testimonios fueron extraídos del video “Terminator: sementes transgênicas da morte” (Terminator: semillas transgénicas de la muerte); para tener acceso, contacta a: moc.liamg@7zerepnailuj
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AMENAZAS A LA SOBERANÍA
- Uganda: la empresa New Forests Company – el FSC legitimando la expulsión de miles de personas y la venta de créditos de carbono
Recientemente Oxfam de Gran Bretaña lanzó un informe sobre las actividades de la empresa inglesa New Forests Company (NFC). Esta empresa posee 27.000 hectáreas de plantaciones de árboles en Uganda, Tanzania, Ruanda y Mozambique, y celebró contratos con los gobiernos de esos países que abarcan cerca de 90.000 hectáreas. La empresa afirma que la madera que se producirá podrá satisfacer las demandas de la población, evitando la deforestación de bosques nativos. En Uganda, plantó desde 2006 cerca de 9.300 hectáreas de pinos y eucaliptos, en tierras dadas en concesión por el gobierno.
La empresa consiguió financiamientos para su emprendimiento: 5 millones de Euros del Banco Europeo de Inversiones para ampliar sus plantaciones en Uganda y 6,7 millones de dólares más del fondo de inversión ´ Agri-Vie Agribusiness Fund ´, un fondo mantenido, entre otros, por el Banco Mundial. Sin embargo, la principal inversión para las actividades de la empresa proviene del banco privado HSBC, con 10 millones de dólares.
Como si todos esos recursos de inversores no fuesen suficientes, la empresa quiere atraer más dinero a través de la venta del servicio ambiental de carbono, mediante los llamados créditos de carbono, por el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto. Empresas contaminantes del Norte van a poder continuar contaminando y agravando la crisis climática si compran créditos de carbono supuestamente ‘almacenado' en árboles plantados por NFC.
A pesar de que la empresa afirma que mantiene criterios sociales y ambientales rígidos y a pesar de que sus plantaciones están certificadas por el Consejo de Manejo Forestal (FSC), el equipo de Oxfam constató que, en el período de 2006 a 2010, más de 22 mil personas en los distritos de Kiboga y Mubende fueron expulsadas de sus tierras, incluso con uso de violencia, para dar lugar a las plantaciones de NFC. NFC admite que hubo que remover personas, pero niega haber participado de las expulsiones.
Muchas de las más de 22 mil personas alegan haber vivido durante 40 años en esas tierras, donde existía toda una infraestructura con policlínicas y escuelas. Pero, según la empresa, solamente 31 familias tendrían títulos legales, el resto estaría ilegal y la empresa clasifica a esas personas de ´invasores´.
El informe divulgado por Oxfam (1) muestra que las personas no fueron consultadas y, sobre todo, la desesperación de esa población, hoy sin tierra y sin perspectivas. En ciertos casos, las casas y tierras de cultivo fueron simplemente destruidas. La soberanía alimentaria de toda una población en dos distritos se vio profundamente afectada. Una de las personas expulsadas afirma: “Perdí lo que tenía. Donde estoy ahora, mis hijos lloran todos los días. No puedo mantenerlos y ellos no pueden ir a la escuela. Incluso comer se ha vuelto un problema”.
Mientras tanto, en el Documento de Diseño de Proyecto (PDD) presentado por la empresa en 2011 a la ONU para conseguir vender créditos de carbono, se alega que las personas cedieron sus tierras “voluntariamente y en forma pacífica”. Otros financiadores han declarado a Oxfam que el proyecto es coherente con sus criterios y salvaguardas sociales y ambientales.
Oxfam está exigiendo que haya una investigación independiente y urgente para identificar a los responsables de las violaciones que ocurrieron, y que se haga una reparación justa de todas las violaciones.
Lo que nos llama la atención es que incluso si la supuesta legalidad en que la empresa se basa tuviera algún fundamento, su práctica definitivamente no tiene nada de moral ni ética, si prestamos atención a los testimonios y a las historias de las personas expulsadas de las tierras donde vivían desde tanto tiempo atrás. Se trata de una grave violación de los derechos de esas personas.
Lo que llama la atención también es que la empresa consiguió el sello FSC, con el cual esa organización de certificación afirma que se trata de una empresa "socialmente justa". En un informe de evaluación del FSC de 2010, la entidad llega a afirmar sobre las expulsiones que “la empresa siguió medios pacíficos y actuó en forma responsable (..)” Es una muestra más de cómo el FSC en la práctica fortalece a las grandes empresas como NFC y contribuye al debilitamiento y el desmembramiento de comunidades impactadas por las plantaciones de monocultivos certificados, ¡y es incluso capaz de legitimar la expulsión de nada menos que 22 mil personas!
Y como si todo eso no fuese suficiente, el FSC acaba avalando el principal interés, quizás, de esta empresa inglesa para realizar este emprendimiento en un país africano: las ganancias futuras que pueda obtener para su matriz en Londres y sus accionistas con la venta del servicio ambiental de "carbono".
(1) Puede encontrarse más información sobre este caso de Uganda en el informe de Oxfam sobre el caso, disponible en Internet ( ver aquí), en el cual se basó este artículo.
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- Uruguay: la industria foresto-celulósica pone en jaque la cuenca lechera
Uruguay es un país con una base productiva agropecuaria en la cual la producción lechera ocupa un lugar importante. La producción lechera se ha desarrollado básicamente en tres departamentos, dos de los cuales – San José y Colonia - presentan una matriz diversa de explotaciones familiares y una sociedad local organizada que ha logrado buenos niveles de ingreso y de vida conformándose en una de las regiones más productivas y exitosas del medio rural uruguayo.
Pero esta situación se ve amenazada por la expansión de la industria foresto-celulósica, una producción que se transforma en excluyente por el acaparamiento de tierras que conlleva.
La corporación Montes del Plata – consorcio formado por la empresa chilena Arauco y la empresa sueco finlandesa StoraEnso – es propietaria actualmente de 235.000 hectáreas de tierra y se encuentra en proceso de construcción de la que pasará a ser la mayor fábrica de celulosa del país. Dicha fábrica se está construyendo en el departamento de Colonia, uno de los departamentos lecheros, ubicado en el suroeste del país.
En la industria de la celulosa, es conocido que los costos de transporte de la madera desde el lugar de cosecha a la fábrica de celulosa es un factor central para el “éxito” económico del emprendimiento. En este caso las plantaciones de árboles que la alimentarán se encuentran a una distancia superior a los 200 kms, en los departamentos de Rio Negro, Paysandú y Soriano mayoritariamente, lo cual es un inconveniente para la empresa.
Recientemente, a raíz de las gestiones de un fiscal de la Nación, fue dado a conocer que el Gobierno nacional otorgó, a través de un contrato secreto de inversión (ver boletín 166 del WRM), una serie de beneficios únicos y extraordinarios a Montes del Plata.
Un comunicado de prensa del grupo Guayubira (1) denuncia que “entre la serie de beneficios que el gobierno negoció secretamente se hacía referencia al hecho de que el Gobierno y Montes del Plata acordaron hacer los 'mejores esfuerzos para lograr una superficie forestable de 100.000 hectáreas de [nuevos suelos declarados de aptitud forestal] con posibilidad de ser plantadas dentro del radio de 200 kilómetros de la futura fábrica'.”
Para ello, las autoridades recalificarían los suelos de tal manera que tierras donde hasta ahora se ha desarrollado exitosamente la producción láctea serían incluidas en la lista de suelos de prioridad forestal. Esta decisión beneficia enormemente a Montes del Plata, pues podría forestar en un radio de 200 kilómetros de distancia de su fábrica de celulosa.
Para el Departamento de San José, esta modificación implica que el departamento pasaría a tener –potencialmente –un 22% de su superficie con suelos pasibles de ser plantados con monocultivos de árboles. En números, hablamos de 109.163 hectáreas de tierra.
En el caso de Colonia, se trata de un 27% del territorio, lo que equivale a 164.251 hectáreas pasibles de ser forestadas.
El comunicado de Guayubira alerta que la llegada de las plantaciones de árboles a ambos departamentos para la producción de celulosa – una producción muy extensiva en el uso del suelo con relación a la producción agropecuaria existente – pone en serio riesgo la supervivencia de las explotaciones familiares.
“La competencia por la tierra sin duda alguna elevará los precios y las rentas de la tierra, agravando aún más un problema tradicional de la cuenca lechera y de la región intensiva del suroeste del país e incrementando los costos de producción. Al mismo tiempo, todos los impactos y externalidades de las plantaciones agregarán múltiples conflictos que llevarán a una transformación profunda de la región y la sociedad local. Sus rubros estrellas, la quesería en Colonia y la producción de leche fluida en San José, pagarán esta factura, y sin duda su contracción se reflejará en la industria láctea, en las exportaciones, en los proveedores de insumos y servicios, y en la demanda de empleo”, expresa el comunicado.
El grupo señala que “la empresa ya ha comenzado a comprar campos en el departamento de San José”, y en su comunicado termina alertando que “en aras de mejorar el rendimiento económico de una corporación muy poderosa, como lo es el consorcio Montes del Plata, no se incurra en esta nueva y grave afectación del ordenamiento territorial de una región emblemática”, y exhorta al Gobierno, al sistema político y a los sectores productivos a que “discutan y revisen esta medida para lograr un genuino desarrollo rural del país”.
Artículo basado en información obtenida de: (1) “La cuenca lechera del Uruguay en jaque: 5.02 b es la clave”, Comunicado de prensa del Grupo Guayubira, 25 de octubre de 2011.
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- Indonesia: medios de vida amenazados por proyectos REDD+, minería y de palma
Los Dayak han habitado los bosques de Kalimantan largo tiempo antes de que se estableciera el actual Estado de Indonesia. Su adat (costumbre) aseguró la integridad del medio ambiente y el bosque hasta que sufrieron la imposición de diversas actividades comerciales que comenzaron a devastar, alterar e invadir sus tierras ancestrales. Desde entonces han denunciado que décadas de proyectos destructivos impuestos directa o indirectamente por el Gobierno a través del otorgamiento incontrolado y a menudo ilegal de permisos y concesiones - en los que no ha faltado la corrupción - han desempoderado y empobrecido progresivamente a los Dayak. Como ha señalado la red YayasanPetakDanum (YPD), de los 15,1 millones de hectáreas de la superficie total en Kalimantan central, no menos del 83% (12,5 millones de hectáreas) quedará destruido por la conversión que supondrán los permisos de explotación minera y el establecimiento de plantaciones de monocultivos de palma aceitera o de árboles para la producción de celulosa (1).
La semana pasada, un grupo de 10 ancianos Dayak de cinco aldeas de Kalimantan Central presentaron su caso en Yakarta ante el Ministerio de Forestación, la Cámara de Representantes y la Agencia Nacional de Tierras. Advirtieron que la expansión de las plantaciones de palma aceitera, las concesiones mineras y también los proyectos de REDD amenazan acabar con la forma de vida tradicional de las tribus Dayak de Kalimantan (2).
También está el caso de los proyectos considerados una intromisión. "No es necesario que alguien de afuera venga a decirles a las tribus que protejan sus bosques", dijo April Perlindungan, de la Fundación PetakDanum, que aboga por la conservación del bosque a través de métodos indígenas y apoya la causa de los Dayak. "Ellos no necesitan que se les enseñe cómo cultivar los árboles de caucho o pescar de forma sustentable - ésa ya es su forma de vida. Sólo debemos dejarlos hacer lo que siempre han hecho”. Citó el caso de los esfuerzos de rehabilitación de los bosques a raíz de un proyecto de plantación de arroz en gran escala llevado a cabo en 1996, que había implicado la tala de un millón de hectáreas de seculares bosques de turbera de Kalimantan para convertirlos en arrozales. "Vino gente de fuera que trató de bloquear los canales excavados para drenar los pantanos de turba, pero no tuvieron éxito porque nunca consultaron a la población local ", contó. "Por iniciativa propia, sin embargo, la gente del lugar reforestó la tierra, cavó zanjas para volver a desviar el agua hacia los pantanos, y construyó estanques para los peces que resultaron aún más grandes que los embalses anteriores. Ellos siempre han sabido proteger el bosque. "
Los líderes Dayak también han denunciado los supuestos proyectos de conservación de bosques, como es el caso de la Asociación para los Bosques y el Clima de Kalimatan (KFCP por sus siglas en inglés), un proyecto REDD+ en el marco de la Cooperación Indonesia-Australiano para el Carbono Forestal (IAFCP por su sigla en inglés) fundada en 2008. En febrero de 2011, en una carta a la Delegación de Australia de visita en Kalimantan Central, la red YPD destacó algunos puntos, resultado de su seguimiento de las actividades de KFCP en los distritos de Mantangai y Timpah. YPD denunció el "sesgo en la información de los avances del proyecto KFCP" en la medida que "la remuneración del personal de campo de KFCP se hace en función de resultados y por lo tanto hay un gran incentivo a que los informes resulten distorsionadamente positivos. Tememos que la eficacia de la KFCP como proyecto piloto REDD + se verá comprometida por la falta de información precisa y confiable para extraer lecciones y aprender, lo cual debería ser el objetivo principal de un proyecto piloto. "
También cuestionaron el papel de las ONG internacionales que participan en el proyecto REDD+, como Borneo Orang Utan Survival (BOS), de quien YPD dice que “no ha tenido respeto alguno por los derechos de los Dayak a los bosques que quedan, a los cuales han declarado como área de conservación para la rehabilitación de los orangutanes, sin haber consultado previamente a las comunidades locales”. La comunidad Dayak expresó su falta de confianza de que las ONG “tengan las habilidades o la experiencia necesaria para llevar a cabo la restauración del medio ambiente o cualquier otra actividad del proyecto en la zona, más allá de ser personal pago del proyecto”.
Hasta ahora el proyecto KFCP no ha dado ninguna garantía de que se respetarán los derechos básicos de los Dayak, en especial el derecho a manejar los recursos naturales de las 120.000 hectáreas que abarca el proyecto. Es por eso que para los Dayak es lema es "sin derechos no hay KFCP".
En su carta a la delegación australiana, YPD destaca que la red ha "apoyado a las comunidades de 12 pueblos en el subdistrito de Mantangai a través de nuestro programa comunitario de uso de turberas, de acuerdo con nuestros conocimientos tradicionales. El Plan está diseñado para reducir la pobreza y restaurar la turbera. Hemos reunido una gran cantidad de información a partir de nuestro programa y tenemos mucha experiencia en el manejo de las turberas en respuesta al destructivo emprendimiento arrocero” de 1996, mencionado anteriormente.
Y concluye advirtiendo que Australia no sólo corre el riesgo de despilfarrar fondos públicos en un ineficaz proyecto de reducción de emisiones, sino que puede ser culpable, entre otros males, de destruir “el medio de sustento de unas 15.000 personas que habitan las 14 aldeas incluidas en el proyecto KFCP - especialmente nuestros derechos de acceso a los recursos naturales de los bosques de turberas y de la turba, que han sido nuestras fuentes tradicionales de subsistencia”.
Artículo basado en información obtenida de:
(1) Carta de líderes comunitarios de la red YayasanPetakDanum (YPD) a la delegación australiana en Kalimantan Central, febrero de 2011, http://www.redd-monitor.org/; “Indonesia: Plantations, Mining and REDD a Threat to Dayak Indigenous Peoples,” Fidelis E. Satriastanti, 25 de octubre de 2011, http://www.thejakartaglobe.com/
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- Colombia: plantaciones forestales amenazan la soberanía territorial y alimentaria
Hace más de 20 años que en Colombia avanzan los monocultivos forestales para beneficio de empresas transnacionales, quienes han contando y siguen contando con políticas oficiales que los favorecen. Para analizar esta expansión que acapara territorios, viola derechos y desplaza comunidades, la organización CENSAT Amigos de la Tierra Colombia realizó en Bogotá, en el marco de las acciones por el Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles, 21 de setiembre, el foro “Plantaciones forestales en Colombia. Una mirada crítica”.
Entre las conclusiones del foro (1) se mencionan algunas de las “ayudas” que han recibido los monocultivos forestales, muy en especial la ley 1377, que reglamenta la actividad de reforestación comercial e incorpora el concepto de “vuelo forestal”. Esta figura, específica para el sector de plantaciones comerciales, separa los derechos sobre la tierra de los derechos sobre la cobertura forestal – es decir los árboles-. La figura del “vuelo forestal” da la posibilidad a las empresas de no tener que plantar en territorios propios para obtener financiamiento, negociar la madera en los mercados bursátiles o contabilizar esos árboles en sus activos y patrimonios, habilitándolas así a absorber la producción de las tierras de pequeños o medianos propietarios.
Otro impulso a la expansión de las plantaciones forestales vino dado por el decreto 125 de enero de 2011, emitido por el gobierno con motivo de lo que se denominó “Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica por razón de grave calamidad pública”, en referencia a las lluvias y crecidas que según cifras oficiales afectaron a 2.220.482 personas. El objetivo de este programa era el de “ejecutar proyectos de reforestación comercial en las áreas afectadas por el Fenómeno de la Niña 2010-2011 para rehabilitar el uso de los suelos con potencial para la reforestación incluyendo las cuencas de los ríos y las áreas conectadas con ellas”.
De esta manera, las inundaciones, que entre otras cosas afectaron 925.000 hectáreas agrícolas, lecheras y ganaderas, se convirtieron en la justificación ideal para enmascarar la financiación a los monocultivos, como expresara Diego Rodríguez Panqueva en su presentación “Proyección de las plantaciones forestales en Colombia” que figura en las memorias del foro. En dicho trabajo Diego Rodríguez aclara que “el modelo de desarrollo con altos niveles de deforestación es la principal razón de los impactos de la crisis climática que atraviesa el país y en este sentido las plantaciones forestales poseen relación directa con el estado de emergencia, no por restablecer las coberturas de bosque natural destruidas y la estabilidad de suelos en laderas y cuencas hidrográficas, sino por ser una de las causas de la deforestación, pérdida de biodiversidad, perdida de fertilidad y propiedades del suelo”.
Las plantaciones forestales, que no solamente han agudizado la erosión de las laderas sino que realizan un uso intensivo de agrotóxicos, han afectado en algunos casos de modo irreversible la dinámica de los ecosistemas y las comunidades rurales. Aún así, las metas de reforestación propuestas por el gobierno son de 280.000 hectáreas para 2014, lo que implicaría que para esa fecha habría más de 1 millón de hectáreas de monocultivos de árboles en Colombia.
Los movimientos sociales han respondido a los megaproyectos y el agronegocio realizando el 29 de septiembre en la ciudad de Cali el Congreso Tierras, Territorios y Soberanía (CTTS) (2), al que asistieron 15.000 delegadas y delegados de las organizaciones campesinas y de trabajadores y trabajadoras del campo y las ciudades, de los pueblos indígenas y afrodescendientes.
Como resultado del encuentro se elaboraron una serie de mandatos, uno de los cuales es “profundizar la liberación de la Madre Tierra y la realización participativa de la reforma agraria. No permitiremos que en el lugar de los grandes latifundios del narcotráfico y el paramilitarismo, que deben ser desmantelados, se instale el gran latifundio de los conglomerados agroindustriales. Por el contrario, esas tierras –robadas en cientos de años a indígenas, campesinos y afrodescendientes-- deben restituirse a nuestras comunidades. Ocuparemos pacíficamente lo que por historia y por derecho nos pertenece”, expresaron.
Ese mandato es complementado por el que habla de “construir una economía propia y articulada de los pueblos, no supeditada al mercado global, que garantice la soberanía y autonomía alimentarias y los saberes asociados a las semillas, las plantas y los alimentos. Vamos a fortalecer las prácticas de producción, transformación, intercambio y consumo culturalmente apropiadas, socialmente justas y en armonía con la vida; no utilizaremos ni permitiremos agrotóxicos y transgénicos; impediremos la presencia de los agrocombustibles, plantaciones forestales y otros monocultivos que amenazan nuestra soberanía territorial y alimentaria”.
Y los pueblos se pronuncian: “Cansados de obedecer. Cansados de ser consultados mientras otros deciden. Queremos gobernar. ¡Vamos a gobernar en nuestros territorios!”
Artículo basado en información obtenida de:
(1) Memorias del Foro “Plantaciones forestales en Colombia. Una mirada crítica”, 21 de septiembre de 2011, Bogotá, Colombia, enviado por Diego Rodríguez de CENSAT, email: clima@censat.org;
(2) Declaración Final del Congreso Nacional de Tierras,Territorios y Soberanías, 4 de octubre de 2011, http://tinyurl.com/3b7664q
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NOTICIAS BREVES
- ¡Belo Monte ocupado!
Cientos de hombres y mujeres indígenas, pescadores y ribereños, ocuparon el 27 de octubre la obra de uno de los proyectos hidroeléctricos más grandes del mundo, la represa de Belo Monte, en el Estado de Pará, Brasil, que tendrá un impacto devastador en las vidas de la población local. La protesta no tiene fecha límite para finalizar.
Es una protesta contra la intransigencia del gobierno en el diálogo así como contra la posición del gobierno brasileño que se negó a comparecer en una audiencia convocada en Washington por la Comisión de Derechos Humanos de la OEA para dar explicaciones de por qué las comunidades afectadas no fueron debidamente oídas. Finalmente, los manifestantes denuncian la lentitud de la justicia en las decisiones relativas al número de demandas y solicitan la suspensión del trabajo debido a las numerosas irregularidades que han sido debidamente comprobadas.
- Encuesta sobre el Boletín del WRM
Desde el año 1997 publicamos mensualmente el boletín electrónico del WRM. En la actualidad el boletín es enviado en cuatro idiomas a más de 15000 suscriptor@s. Este mes damos inicio a una encuesta para evaluarlo, con el objetivo de mejorarlo y lograr que cumpla de la mejor manera su cometido de ser una plataforma de información de ida y vuelta y una herramienta para las luchas de las comunidades.
Los invitamos a que participen y respondan a esta breve encuesta para que cumpla de la mejora manera su cometido, está disponible aquí.
- Declaración: ¡PAREN la expansión de los Monocultivos de Árboles!
El 21 de septiembre pasado, en ocasión del Día Internacional de Lucha Contra los Monocultivos de Árboles, 21 de septiembre, organizaciones socioambientales de África, América Latina, Asia y Europa se reunieron en Montevideo, Uruguay, para intercambiar conocimientos y experiencias de resistencia a los impactos de las plantaciones de árboles. Como resultado de la reunión se divulgó una Declaración que puede ser leída aquí.