La nueva ofensiva del “capitalismo verde”
Una alianza de países desarrollados, transnacionales, instituciones financieras internacionales (IFIs) como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), organizaciones no gubernamentales (ONGs) e inclusive agencias de Naciones Unidas promocionan el “mercado de carbono” como principal herramienta de lucha contra la crisis ecológica y el cambio climático. Se trata de la mayor ofensiva del “capitalismo verde”.
El capitalismo en crisis múltiple crea nuevas mercancías y desarrolla nuevos instrumentos para reproducirse, como por ejemplo el denominado “mercado de carbono”, donde compra y vende territorios, recursos naturales y “derechos” o “licencias” para contaminar y sobreexplotar la naturaleza.
El clima planetario está a merced del capital, rehén del mercado de carbono. Aunque parezca “una dinámica extraña”, el comercio de emisiones puede financiar varios proyectos, “hacer que el desarrollo sustentable sea eficiente en costo, y lograr verdaderos progresos en la reducción de los gases de invernadero”, justifica el vicepresidente ejecutivo de Desarrollo y Mercadeo de la empresa 3Degrees Steve McDougal.
Sin embargo, todas las propuestas ambientales del capitalismo verde, entre ellos los Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), han sido ineficaces en la práctica. Estas falsas soluciones permitieron a las naciones ricas seguir incumpliendo sus compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI); al tiempo que degradaron enormes extensiones de tierras y fuentes de agua, y alentaron la privatización de territorios indígenas y campesinos en todo el mundo.
¿Cómo funciona el mercado de carbono?
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) asigna “responsabilidades comunes pero diferenciadas” en la lucha contra el cambio climático a los países ricos y pobres. El Protocolo de Kyoto –refrendado en 1997 y vigente desde el 16 de febrero de 2005– compromete sobre todo a los países desarrollados a poner un tope a sus emisiones de GEI.
El Protocolo habilita tres mecanismos de mercado para ayudar a las naciones industrializadas a alcanzar metas de reducción de emisiones de GEI de 5,2% entre 2008 y 2012: el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), el Comercio de Emisiones y la Implementación Conjunta.
Los mayores emisores de GEI pueden alcanzar sus metas de reducción de emisiones ya sea optimizando sus procesos productivos, utilizando combustibles más limpios, o bien comprando asignaciones de derechos de emisión.
Los principales países contaminadores del Planeta venden, compran, subastan o canjean “derechos de emisión o “licencias” para seguir ensuciando la atmósfera.
En el mecanismo de aplicación conjunta, los países desarrollados intercambian entre sí “unidades de reducción de emisiones”; mientras que en el mercado de emisiones comercian con “unidades de la cantidad atribuida”. El “canje” de emisiones es el mecanismo dominante.
Si las asignaciones canjeadas son demasiado costosas o limitadas, los emisores de GEI pueden también adquirir derechos de emisión más baratos financiando proyectos del MDL en otras partes del mundo que ayuden a reducir o a “capturar” CO2 no emitido a la atmósfera.
Al financiar proyectos de MDL, los países y empresas del primer mundo adquieren “certificados de reducción de emisiones” (CER), que también pueden ser canjeados o vendidos, y con los cuales acreditan el cumplimiento forzoso de las metas de reducción de emisiones.
Los proyectos de compensación de MDL pueden ser vertederos que captan metano; monocultivos forestales; instalaciones de energía renovable como granjas eólicas e hidroeléctricas, y factorías de agrocombustibles, entre otros.
Los bosques no ingresaron en la agenda de negociaciones de las COP como mecanismos de mercado hasta 2003; desde 2005 se observa una activación y a partir de la COP de Bali en 2007 vemos una escalada meteórica de la idea de que los bosques tropicales son fundamentales para avanzar en cualquier acuerdo de clima, describe la especialista de Amigos de la Tierra Brasil Camila Moreno.
El Acuerdo de Copenhague reconoce formalmente a los REDD como mecanismos para “el manejo forestal sustentable, la conservación forestal, la reforestación y el incremento de las reservas de carbono forestales”, incluyendo monocultivos de arboles transgénicos. [1]
Los REDD otorgan al menos tres tipos de compensaciones: por la reforestación de áreas previamente taladas; por la forestación o la siembra de árboles en áreas donde no existían bosques por lo menos en los últimos 50 años; y por la deforestación evitada, es decir por los esfuerzos para detener la tala de árboles, explica el director en jefe de Mercados de Carbono Forestal de Conservation International Toby Janson-Smith.
Todos estos proyectos de mercado deben cumplir tres requisitos para ser considerados viables: 1. Deben ser “adicionales”, es decir que no ocurrirían en ausencia de un incentivo de compensación; 2. Capaces de reducir emisiones de una manera medible y permanente, y 3. Ser reales y verificados por inspectores independientes.
Evolución del mercado de carbono
El número de nuevas ofertas de proyectos del mercado de carbono subió drásticamente de menos de 10 por mes a principios de 2005 a cerca de 100 mensuales en 2007, estima el Fondo de la Fauna del Mundo. [2]
Hasta 2008, la CMNUCC registró más de 1.600 proyectos de MDL en diferentes países. Según la Comunidad Andina (CAN), se ejecutan al menos 262 proyectos MDL en la región, de los cuales 46 son proyectos forestales.
En Bolivia se registran por lo menos siete proyectos forestales, la mitad en valles en Cochabamba y Chuquisaca. Colombia tiene 12 proyectos forestales. En Ecuador hay 16 proyectos, de los cuales al menos seis se encuentran en provincias como Loja, Azuay, El Oro, Zamora, entre otras. En Perú existen 11 proyectos, cuatro de ellos en el área andina, principalmente en la región Junín.
La Internacional Tropical Timber Organization (ITTO), órgano intergubernamental de los países productores y consumidores de madera de bosques tropicales, lanzó el Programa temático sobre REDD y Servicios ambientales en Bosques Tropicales (REDDES), con un financiamiento de Noruega.
En 1990, el Directorio de Empresas Holandesas Generadoras de Electricidad constituyó la Fundación FACE (Forest Absorbing Carbon Dioxide Emissions) con el objetivo de plantar 150 mil hectáreas forestales en el mundo, la mitad en los Andes de Ecuador. El objetivo es compensar las emisiones de una nueva planta térmica de carbón en Holanda. [3]
Por otro lado, la anglo holandesa Shell, la rusa Gazprom y la Fundación Clinton están financiando el proyecto tipo REDD en la provincia Kalimantan en Indonesia.
Cargill donó millones de dólares para apoyar a la Amazon Forest Carbon Parnership (AFCP). Sus contrapartes locales son el Fondo Brasilero para la Biodiversidad (FUNBIO), la Fundación de Protección y Uso Sustentable del Medio Ambiente de Bolivia, el Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez de Colombia, el Fondo de Promoción para las Áreas Naturales Protegidas de Perú y el Fondo Nacional Ambiental del Ecuador.
En Brasil, The Nature Conservancy (TNC) y la Sociedade de Pesquisa em Vida Selvagem e Educação Ambiental (SPVS) impulsan el proyecto Guaraqueçaba en las reservas Morro da Mina, Rio Cachoeira e Serra do Itaqui, con financiamiento de la General Motors, ChevronTexaco y American Electric Power.
El comercio de los créditos de carbono ascendió a 126 mil millones de dólares en 2008, y se espera que llegue a los 3,1 billones en 2020. El mercado global no regulado de compensaciones voluntarias se triplicó entre 2006 y 2007, llegando a 331 millones de dólares, estima la organización Ecosystems Marketplace. [4]
El mercado de carbono se ha convertido en un negocio para los inversores privados y ha favorecido la especulación financiera. Las empresas adquirieron el 80 por ciento de las compensaciones en el mercado “informal”, mientras que en el mercado regulado los bancos y los especuladores concentran la mayoría de las transacciones. [5]
Grandes fraudes
Cada vez hay más evidencias de que muchos proyectos del mercado de carbono no cumplen requisitos mínimos y no contribuyen en absoluto a una mayor reducción de las emisiones de GEI.
Las compensaciones contempladas por el Protocolo de Kyoto tuvieron efectos “inciertos” sobre las emisiones de gases invernadero, con aportaciones “limitadas” al desarrollo de la tecnología sustentable, concluyó un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno norteamericano (GAO en inglés). [6]
El mercado de compensaciones conlleva un alto riesgo de fraudes y engaños, alertó la Comisión Federal de Comercio (en inglés, FTC), mientras que el director adjunto de seguridad de la Oficina de Protección al Consumidor Jim Kohm denunció que algunas empresas venden múltiples compensaciones para un solo proyecto.
“Las compensaciones no son como los productos que se pueden tocar o palpar (…) Yo podría venderle a usted una compensación de sembrar un árbol, pero ¿cómo sabe usted que no le he vendido ya esa misma compensación a otra persona?”, cuestionó Kohm.
Se supone que las oficinas federales proporcionan cierta asistencia técnica y protección al consumidor, pero “ningún cuerpo regulador único (en Estados Unidos) tiene responsabilidades de supervisión (en el mercado informal de las compensaciones)”, admitió la GAO en agosto de 2008.
Según la GAO, “se otorgaron algunos créditos de compensación para proyectos que habrían ocurrido aún en ausencia del CDM, a pesar de un riguroso proceso de revisión”.
El 20 de octubre de 2008, el reportero del Wall Street Journal Jeffrey Ball informó que los operadores de vertederos en todo el país estaban vendiendo compensaciones para proyectos de captación de metano que habían estado en funcionamiento desde hace varios años.
Los proyectos de energía en China (plantas de energía hidroeléctrica, energía eólica y gas natural), a los cuales se otorga la gran mayoría de los créditos CER, son “en su mayoría falsos”, aseveró David Victor, director del programa de energía y desarrollo sustentable del Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales de la Universidad Stanford. [7]
Violaciones de los derechos humanos
Los proyectos del MDL en marcha están causando males ambientales y sociales que contradicen los objetivos del programa de “reducción de emisiones”. Cada vez aparecen más pruebas de que muchos proyectos hacen más daño que bien.
Los biocombustibles, la energía hidroeléctrica, la conservación forestal, el mercado de carbono y otras medidas para detener el calentamiento global son tan dañinas para los pueblos indígenas como el propio cambio climático, concluye el informe La verdad más incómoda de todas: el cambio climático y los pueblos indígenas, elaborado por Survival International. [8]
“Los pueblos indígenas del planeta, siendo los que menos han contribuido al cambio climático y los más afectados por él, ven sus derechos violados y sus tierras devastadas en aras de los intentos de frenarlo. Al amparo de la presión internacional para prevenir el cambio climático, gobiernos y empresas están disponiendo una apropiación masiva de tierras”, denuncia el informe.
Se ha comprobado en la práctica que los bonos o “créditos” del MDL son utilizados por corporaciones transnacionales para acaparar tierras y recursos naturales en América Latina, en perjuicio de pueblos indígenas y pequeños agricultores. “Las personas que tienen los menores estándares de contaminación de la Tierra están siendo desplazadas por las compañías que más contaminan”, dice Mark Schapiro, del Centro de Periodismo de Investigación (CIR en inglés).
Las centrales hidroeléctricas, eólicas, gestión de residuos sólidos municipales, sistemas de transporte, agrocombustibles, reforestación y forestación desplazan a poblaciones y disputan tierras agrícolas que se destinaban al cultivo de alimentos básicos.
Además, es motivo de polémica el “pago” a las comunidades por conservar sus bosques. Los incentivos económicos individuales comienzan a afectar la organización y los derechos colectivos. El ingreso del dinero monetariza la protección de sus medios de subsistencia.
Los pueblos indígenas están hipotecando sus territorios hasta por 99 años.
Los REDD se han convertido en una forma de “CO2lonialismo de los bosques” y “podrían causar la clausura de los bosques”, “conflictos por recursos”, “marginalizar a los sin tierra”, “erosionar la tenencia colectiva de la tierra”, “privar a las comunidades de sus legitimas aspiraciones de desarrollar sus tierras” y “erosionar los valores culturales de conservación sin fines de lucro”, alerta la Red Indígena de Norteamérica. [9]
Casos ejemplares
Los grandes proyectos hídricos y de gas son los más perjudiciales, raramente ahorran emisiones adicionales y de hecho ofrecen incentivos perversos para ampliar industrias de degradación ambiental, afirma Eva Filzmoser del Observatorio CDM.
Las industrias de madera y celulosa expropian granjas indígenas y tierras de pastoreo para enormes plantaciones mono específicas, que amenazan la biodiversidad del área, y que pueden agotar seriamente los recursos hídricos. Otra amenaza es la introducción de especies exóticas (pinos y otros) a gran escala.
Varios grupos ecologistas afirman que las plantaciones forestales de ninguna manera sustituyen la selva natural perdida en lo que refiere a la vida silvestre, la producción de agua o, lo que es aún más importante, como reserva de dióxido de carbono. En realidad, la industria de los biocombustibles vinculada a las palmeras de aceite es una de las principales deforestadoras.
El desplazamiento de brasileños que viven en zonas rurales da cuenta de las consecuencias del sistema “Cap and Trade” que sólo favorece a algunos de los mayores contaminadores del mundo como la General Motors y Chevron.
En África, un proyecto tipo-REDD financiado por el PNUMA en el Bosque Mau de Kenia ha causado desalojos y amenaza a la supervivencia cultural del Pueblo Ogiek. [10]
El programa SocioBosque en Ecuador limita el acceso y uso tradicional (agricultura, cacería o pesca) a los pueblos usuarios del bosque, los cuales están expuestos a duras sanciones de orden penal, civil y administrativo. De esta manera se alienta la fragmentación de las tierras y territorios comunitarios, provocando conflictos internos muy graves.
La organización ecologista Greenpeace denunció que las norteamericanas American Electric Power y PacifiCorp y la británica British Petroleum incumplen un proyecto de conservación del Parque Nacional Noel Kempff Mercado, situado en el departamento de Santa Cruz, Bolivia, y declarado Patrimonio de la Humanidad en 1991.
El proyecto Acción Climática implantado en este parque en 1997 por las tres empresas, una ONG y el gobierno boliviano debía demostrar que los principales emisores de carbono podrían ganar créditos de emisión mediante la protección de los bosques en el extranjero. Sin embargo, es “poco más que una distracción peligrosa de verdaderos esfuerzos para detener el cambio climático”, advierte el informe de Greenpeace.
“Mientras se ha detenido la tala en los confines del parque, ésta se ha diseminado a las áreas que lo rodean. Y esto es algo que las personas interesadas en el proyecto no desean que se sepa”, dijo el director de la investigación de Greenpeace Kert Davies.
El proyecto incluía la dotación de prestaciones sociales a las comunidades de la zona, algo que nunca se ha materializado. “El proyecto Noel Kempff no ha entregado ni un solo beneficio y, por ende, el balance es muy negativo”, según Greenpeace.
“Desde un punto de vista ecológico, el establecimiento de plantaciones a gran escala de especies extranjeras (en Uruguay) es claramente un paso en la dirección equivocada. Desde un punto de vista social, podría llamarse genocidio cultural”, señala el Estudio de viabilidad de la repoblación forestal CDM en extensas pasturas difundido en 2008 por el programa Plantaciones de Japón en Ultramar para Madera y Pulpa Papelera (JOPP en inglés).
Nueva arremetida del capitalismo verde
En las últimas reuniones de la CMNUCC en Tianjín, China, en octubre de este año, los países desarrollados se negaron nuevamente a asumir compromisos de reducción de emisiones de GEI y ejercieron una enorme presión para aprobar nuevos mecanismos del mercado de carbono en la Conferencia de Partes (COP 16) que se celebrará en diciembre en Cancún.
El embajador de Bolivia Pablo Solón denunció que algunos países desarrollados condicionan la adopción de mayores compromisos “a la creación de nuevos mecanismos de mercado y al establecimiento de reglas que les permitan incumplir sus obligaciones y traspasar sus responsabilidades a los países en desarrollo”.
Al mismo tiempo, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), el BM, la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA) y la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) dieron un renovado impulso al mercado de carbono en el V Foro Latinoamericano del Carbono (FLAC), celebrado del 13 al 15 de octubre en Santo Domingo.
En ese Foro más 600 expertos de 50 países debatieron y analizaron las mejores formas de implementar proyectos de MDL en Latinoamérica y el Caribe.
El MDL tiene un enorme potencial para llevar a cabo mejoras duraderas en infraestructuras y equipos, y sustituir combustibles fósiles con biodiesel o biomasa, expresó el director de carbono de la empresa española Abengoa Zeroemissions Luis del Castillo.
Del Castillo destacó la importancia de las plantaciones de palmeras y de caña de azúcar como materia prima de energía alternativa generada a partir de los subproductos de biomasa y de los aceites vegetales.
El PNUMA anunció que presentará en breve una serie de estudios que demuestran que las soluciones para luchar contra el cambio climático ya están disponibles y son replicables, como por ejemplo la plantación de árboles.
“A lo largo y ancho del mundo, programas basados en la comunidad y el esfuerzo del sector empresarial están desafiando el statu quo a través de la innovación y la creatividad”, destacó Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA.
En su criterio, esos proyectos aportan múltiples beneficios, desde el acceso a la energía, mejoras en la salud pública y la reducción de los impactos ambientales, y ayudan a la transición hacia un “crecimiento verde” bajo en carbono.
El BM cumple un papel protagónico en el desarrollo del mercado de emisiones. En 1999 entró al mercado del carbono con el lanzamiento del Fondo Prototipo de Carbono (PCF-Prototype Carbon Fund), y desde entonces su meta es catalizar temporalmente la inversión privada hacia la energía limpia y renovable.
Nueve años después, el Banco administraba una cartera de inversiones del carbono rápidamente expansible, “que enriquece a la industria sucia y poco hace por ayudar a los 1.600 millones de personas que viven en la pobreza”, explica la codirectora de la Red de Energía y Economía sostenible del Institute for Policy Studies (IPS) Janet Redman. [11].
El BM ha destinado más de mil millones de dólares a las industria más tóxicas (químicas, centrales carboeléctricas y fábricas de acero, cemento y aluminio), y a pesar de su compromiso inicial a favor del desarrollo limpio, sólo el cinco por ciento de sus transferencias al mercado del carbono se emplea en el desarrollo de energía eólica, solar e hidráulica. [12]
En la actualidad el BM promociona el mercado de emisiones a través del PCF, el Fondo de Bio Carbono y el Fondo de Carbono para el Desarrollo Comunitario, y a la vez impulsa la extracción y quema de combustibles fósiles a una escala mucho mayor, desafiado a su propia División de Industrias Extractivas, que recomendó eliminar progresivamente el financiamiento a la extracción de carbón, petróleo y gas.
La estrategia energética del BM a partir de 2011 consiste en facilitar la transición hacia el desarrollo de energía más sostenible, privilegiando la hidroelectricidad, la producción de electricidad con gas natural, los biocombustibles y la energía nuclear.
Según el BM, “si bien se está gestando una nueva arquitectura financiera… hay que aprovechar instrumentos ya existentes como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, Fondos de Carbono vinculados con el MDL y la Iniciativa de aplicación Conjunta para los contratos de compraventa de unidades de reducción de emisiones después de 2010”.
Según la investigadora de Amigos de la Tierra Brasil Camila Moreno, en mayo 2010 se conformó la aparcería París-Oslo con el fin de promocionar los mecanismos REDD. [13]
En octubre de este año, la secretaria ejecutiva de la CMNUCC anunció el lanzamiento de una fase de preparación para proyectos REDD en los países en desarrollo en la próxima COP 16. Todo indica que en Cancún se cocinará “sí o sí” el acuerdo sobre los bosques.
La mercantilización del clima
A 10 años de su implementación, el mercado de carbono es un fracaso rotundo. Desde la firma del Protocolo en 1997, los 36 países industrializados signatarios han incumplido sus compromisos y las emisiones de GEI han aumentado casi 13 por ciento.
Estados Unidos, responsable de un cuarto de las emisiones mundiales, ni siquiera ha firmado el Protocolo. El 76 por ciento de las emisiones de carbono provienen de los países industrializados y “siguen aumentando”. [14]
En vez de “mitigar” el calentamiento global, el mercado de carbono agravó el problema y retrasa aún más su solución porque ha permitido que los países con mayores volúmenes de emisiones eludan completamente sus compromisos ambientales.
En realidad, el comercio de “créditos de carbono” desincentivó a las grandes corporaciones de energía eléctrica, siderurgia, cemento, celulosa y papel y otros emisores de gases de efecto invernadero a mejorar sus procesos industriales y a invertir en energías renovables, afirma el especialista de Greenpeace Joris den Blanken.
“El comercio de carbono, con sus enormes subsidios gubernamentales, es justamente lo que el mundo de las finanzas y la industria querían. No va a hacer absolutamente nada respecto al cambio climático, pero con él mucha gente ganará un montón de dinero y se pospondrá la hora de la verdad”, critica el ambientalista James Lovelock.
El mercado del carbono mercantiliza los “sumideros de carbono” y convierte a los elementos y procesos de la naturaleza en objetos de compra y venta. Los países ricos no solo hacen trampa e incumplen sus compromisos, sino que además dan inicio a una nueva etapa de privatización de la naturaleza nunca antes vista, que ya comenzó con los bosques y que se irá extendiendo al agua y a la biodiversidad.
“Los bosques pasarán a tener un precio por la cantidad de toneladas de carbono que son capaces de absorber; los bonos o derechos de carbono serán vendidos y comprados como cualquier mercancía. Para asegurar la propiedad de los compradores de certificados se instaurarán una serie de restricciones en bosques y selvas, afectando el derecho soberano de los países y de los pueblos indígenas”, deplora el Presidente Evo Morales.
Según Camila Moreno, el mercado de carbono es una especie de “caballo de Troya” del capitalismo que reproduce la historia del petróleo con la biomasa, haciendo realidad “las peores y más salvajes fantasías de la mercantilización de la naturaleza”. [15]
Como respuesta a la crisis, el sistema capitalista “revierte todos los bienes comunes de la naturaleza, incluido el derecho a la vida; redobla su control sobre los territorios, y convierte al carbono en un nuevo commodity”, explica la investigadora.
Los bosques son los últimos territorios colectivos o públicos que no están en el mercado, pero los REDD obligarán a titularizarlos mediante profundas reformas en las leyes forestales. Estamos hablando de un nuevo tipo de ajuste estructural, en este caso climático, y de una contra reforma agraria a escala global.
Lo paradójico es que la facultad y la capacidad de salvar a la Tierra pasa a manos de las mismas corporaciones que destruyen el planeta; mientras la “catequesis del carbono y de los servicios ambientales” –la nueva “evangelización” de las ONGs– se irradia en el campo y en las comunidades rurales más alejadas “como fuego en la pradera”.
[1]. REDD y el futuro de los bosques; Amigos de la Tierra Brasil, Porto Alegre.
[2]. Sustainable Energy and Economy Network, Institute for Policy Studies: ver aquí; Carbon Trade Watch ver aquí; Friends of the Earth: ver aquí; CDM Watch: ver aquí
[3] FACE comercializa créditos de carbono a través de dos empresas holandesas: Business for Climate y Triodos Climate Clearing House, y Business for Cimate y Triodos Bank y Kegado BV. Inició operaciones en Ecuador en 1993 a través del Programa FACE de Forestación de Ecuador (PROFAFOR), que habría sembrado hasta la fecha 23 mil hectáreas de pinos y eucaliptos. Ofrece 165 dólares por hectárea plantada como “incentivo” a propietarios privados y 130 dólares a organizaciones campesinas. Ciertos contratos se firman a modo de hipoteca, con plazos hasta de 99 años. La estructura de los convenios contiene cláusulas penales que obligan a las comunidades la restitución de más del 250% del total del dinero que FACE entregó por concepto de indemnización. También establece que la comunidad debe re sembrar la plantación las veces que fuera necesario en el caso de que sucediera algún imprevisto. Esta cláusula convierte al contrato en una herramienta de contratación coercitiva que obliga a las comunidades a servir los intereses de la empresa. Sobre REDD+ y el programa Sociobosque; REDD, precio a la deforestación y usurpación masiva de territorios; Acción Ecológica, ver aquí
[4] Las compensaciones de carbono, Los dolores de crecimiento de un mercado creciente, Charles W. Schmidt, Salud pública, México vol.51 no.3 Cuernavaca Mayo/Junio 2009. Publicado originalmente en Environmental Health Perspectives, Volumen 117, Número 2.
Entrevista a Manuel de Castro, catedrático de Física de la Tierra en la Facultad de Ciencias del Medio Ambiente de la Universidad de Castilla-La Mancha y autor contribuyente en el Tercer Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC); Mario Cuéllar, Globalízate, febrero de 2009.
[5] A dangerous obsession”, ver aquí
[6] Programas Internacionales para el Cambio Climático: Las lecciones aprendidas del Plan de Comercio de Emisiones de la Unión Europea y el Mecanismo del Protocolo de Kyoto, noviembre de 2008.
[7] A realistic policy on international carbon offsets, abril de 2008, en coautoría con Michael Wara, investigador y catedrático de la Escuela de Leyes de Stanford.
[8] Ver aquí
[9] Ver aquí
[10] Ver aquí
[11] Marta Gómez Ferrals, Periodista de la redacción de Temas Globales de Prensa Latina.
[12] The World Bank and Climate Change: Sustainability or Exploitation?, Mary Tharin. Estudiantes investigadores: Victoria Masucci y Christine Wilson. Evaluador académico: Elaine Wellin, Ph.D., Sonoma State University. Upside Down World, 11 de febrero de 2009, traducción Ernesto Carmona, ARGENPRESS.info
[13] Making REDD+ Real: Guiding Principles and Operational Framework for Tropical Forest Carbon; Pavan Sukhdev y Kaavya Varma, octubre 2009.
[14] En 2007, los países industrializados registraron un nuevo aumento en sus emisiones de gases de efecto invernadero por séptimo año consecutivo, reveló el Convenio Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (UNFCCC en inglés). Las 40 naciones desarrolladas obligadas por ese instrumento incrementaron sus emanaciones en uno por ciento en el período 2006-2007. El nivel alcanzado está cuatro puntos por debajo del registrado en 1990, pero tres por encima de lo producido como promedio entre los años 2000 y 2007, agrega el reporte.
[15] Taller Financiamiento Climático en Sudamérica; Oxfam, Latindat, Jubileo Sur Américas y Red Brasil sobre Instituciones Financieras Multilaterales, Sao Paulo, 5-8 de octubre 2010.
Fuente: FOBOMADE