Coincidencias…
"La lógica impuesta por el pensamiento hegemónico de la modernidad, que nos hace creer que el sentido de la vida de los seres humanos es contribuir al “crecimiento” y al “desarrollo” de nuestras sociedades, está dejando ver, cada día con mas claridad, que ese camino solo conduce al bienestar de unos pocos a expensas de la vida de muchos."
Parece la trama de una película futurista con ribetes apocalípticos…
Un puñado de hombres y mujeres llegan a una hermosa isla, rica en árboles, aves, animales de diferentes especies y bellisimos paisajes.
Deciden que allí se quedarán y desarrollarán su civilización, haciendo “progresar” al pueblo.
En pocos años, 20000 personas habitan ya esa isla y, enceguecidos por la competencia entre las diversas tribus, en la loca carrera por ver quien se “desarrolla” mas y mejor, construyen estatuas para honrar a sus dioses, mientras arrasan con los bosques, exterminando la diversidad biológica, entrando en una etapa de luchas internas que les llevan al borde de la extinción.
Este relato no es ciencia ficción... Ni visión futurista... Es la historia de lo que ocurrió en la Isla de Pascua, a partir de la llegada del príncipe polinesio Hotu Matu’a y su séquito a la misma.
En todos estos años, la humanidad parece empecinada en repetir la historia, de la mano del tan cantado “progreso y desarrollo”.
¿Esta es la idea de “Progreso” que se nos propone?
Los modelos de producción extractivistas, sean mineros, agroindustriales, portuarios, son eslabones fundamentales en el armado de la cadena de exterminio de los cinco mil millones de seres humanos que estamos “sobrando” en este mundo en el que algunos pocos pretenden construir sus “nuevas arcas de noe”.
La lógica impuesta por el pensamiento hegemónico de la modernidad, que nos hace creer que el sentido de la vida de los seres humanos es contribuir al “crecimiento” y al “desarrollo” de nuestras sociedades, asociando éstos a los modelos de explotación, extracción y extinción, está dejando ver, cada día con mas claridad, que ese camino solo conduce al bienestar de unos pocos a expensas de la vida de muchos.
Asistimos en estos días a una escalada de visibilizaciones de movimientos locales de vecinos que se organizan para defender sus vidas, a partir de las defensas de sus territorios.
Estos movimientos, ponen en jaque los intereses de empresas solo interesadas en una alta rentabilidad a corto plazo, posible a partir de la externalización de los costos ambientales y sociales que, en el mejor de los casos, son absorbidos por el Estado, es decir, por las mismas víctimas. ¿O no es acaso a partir de los impuestos de los ciudadanos que los diferentes Estados recaudan sus dineros?
Claramente lo que se está definiendo en estos tiempos, es quien se queda con los elementos esenciales para la continuidad de la vida humana…
El anuncio del Banco Mundial, que en 1991 establecía la conveniencia de trasladar los modos de producción extractivistas y contaminantes a los países del tercer mundo, no era ciencia ficción.
Paso a paso, la propuesta que hiciera por primera vez Henry Kissinger a fines de la década del 60 del siglo pasado, fue tomando cuerpo.
Los golpes de estado en la década del 70 en los países de América Latina, cuyos gobiernos, sostenidos en las ideas de defensa de la soberanía nacional y los derechos de los ciudadanos a una vida digna, a partir de trabajo, educación, salud, y un estado de bienestar, fueron el primer eslabón de esta cadena, que continuaría con la destrucción y desaparición de personas, pensamientos y organizaciones sociales capaces de poner freno a los avances de un proyecto de endeudamiento y empobrecimiento planificado, para poder hoy, argumentar que hay que aceptar que nos contaminen, enfermen y destruyan los cuerpos y territorios, porque “peor es no desarrollarnos”.
Por eso no podemos entender que antiguos luchadores por los derechos humanos, no adviertan las similitudes de los procesos sufridos en la década del 70 del siglo pasado, con lo que hoy vivimos..
Resulta como mínimo doloroso, ver a legisladores que ayer mostraban con orgullos las cicatrices de sus luchas setentistas, aprobar una ley que transforma en Terrorista a todos los ciudadanos que se decidan a actuar para defender su derecho a una vida digna y saludable para ellos y sus hijos y nietos.
Ni la agroindustria expansionista y dependiente de tóxicos resolvió el problema del hambre en nuestro país, (ni en ningún lugar del mundo), sino que la agravó, ni la explotación minera a cielo a abierto, dependiente del cianuro y el mercurio, van a enriquecer a nuestros pueblos, sino todo lo contrario.
Hay, sin embargo otra coincidencia entre ambos modelos de explotación del territorio en pos de rápidas ganancias: LA EXCESIVA NECESIDAD DE AGUA QUE AMBOS REQUIEREN PARA PODER FUNCIONAR.
AGUA que no se puede fabricar… AGUA que depende de los montes y bosques (en franca extinción también) para poder ciclar… AGUA que hoy escasea en el planeta, como consecuencia de la instalación de este modelo explotador que se nos presenta como el único posible, ocultando y destruyendo las expresiones alternativas que son quienes verdaderamente dan de comer a los seres humanos en nuestro planeta, sin poner en riesgo la continuidad de la vida, ni la salud de los ecosistemas de los que somos parte.
Nos indigna la Presidenta, con su puesta en escena alentadora de divisiones internas (“Trabajadores vs ambientalistas”) previa a la salvaje represión en Catamarca..
Nos indignan los cínicos que usan politiqueramente el dolor de los pueblos, mientras riegan sus campos con agrotóxicos tan dañinos como el cianuro o el mercurio, o dan la espalda a la vigente lucha contra la instalación de pasteras de celulosa en nuestra región,o pretenden transformar el delta en una planicie rentable..
Nos dan náuseas (y no tristeza) los que, amparados en sus pasados de “luchadores revolucionarios antiimperialistas” hoy son marionetas en el congreso nacional, o en los congresos provinciales, y no dudan en votar leyes que permiten la represión y encarcelamiento de quienes deciden movilizarse para defender la vida, colgándoles el mote de “Terroristas”, tal como el poder económico internacional lo exige...
Nos duelen quienes, cual aves psitaciformes, se suman al discurso que propone “trabajo antes que salud” como única salida posible, y defienden una política de exterminio, que mas temprano que tarde los incluirá, como víctimas.
Nos preocupa que las Universidades sean, en muchos casos, partícipes necesarios en este proceso de exterminio de la vida en pos de la productividad.
Como todos con quienes comparto profesión, al recibir nuestro título de médico hicimos un juramento, el Hipocrático… Juramos: ¡“Primero, No Dañar”!
Por ello alzamos nuestra voz.
Por ello nos movilizamos, en Solidaridad con los pueblos defensores del derecho a una vida digna y saludable para los de hoy y los de mañana.
Porque el primer derecho humano a defender, es el derecho a una vida digna, que solo es posible en un ambiente saludable.
En los ’70 la lucha era contra el pensamiento hegemónico que hacía uso del poder de las armas y el poder militar del Estado, para callar las voces del pueblo que se oponía al avance de la lógica de la destrucción de la vida en pos de la ganancia...
En el 2012 la lucha es, dolorosamente, coincidente….
DAMIAN VERZEÑASSI
Médico
Profesor Adjunto Responsable Académico del Ciclo Práctica Final
Responsable Académico de la Materia Salud Socioambiental
Sub-Secretario Académico
FACULTAD DE CS MÉDICAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO