21 de septiembre: Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles

Por WRM
Idioma Español

"El ejército silencioso de monocultivos de árboles continúa su marcha aplastante sobre los territorios de los países del Sur. A su paso van agotando el agua, empobreciendo el suelo, expulsando comunidades, destruyendo la flora y la fauna."

WRM – Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales

Boletín Número 158 - Setiembre 2010

EL FOCO DE ESTE NÚMERO: Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles

El ejército silencioso de monocultivos de árboles continúa su marcha aplastante sobre los territorios de los países del Sur. A su paso van agotando el agua, empobreciendo el suelo, expulsando comunidades, destruyendo la flora y la fauna. Al igual que en años anteriores, este nuevo 21 de septiembre, Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles, nos vuelve a congregar para la denuncia, la acción, la solidaridad y la construcción de la resistencia para enfrentar al verde ejército invasor.

NUESTRA OPINIÓN

* Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles

MONOCULTIVOS DE ÁRBOLES EN EL SUR

* Los monocultivos de árboles en América Latina – cómo, para qué, para quiénes

* El saqueo de áfrica continúa

* El avance de los monocultivos en el sudeste asiático

NUESTRA OPINIÓN

Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles

Como en años anteriores, este 21 de setiembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles. Destinado a fortalecer la lucha contra el avance de los “desiertos verdes” de árboles, la jornada apunta a denunciar los impactos de este modelo sobre las vidas de millones de personas afectadas por el mismo.

El árbol elegido para esos monocultivos varía según el objetivo de las empresas que los promueven y plantan. Es así que los pinos y eucaliptos apuntan a abastecer de materia prima a la industria de la celulosa; la teca, el pino y la melina a la industria de la madera; la palma aceitera a la industria del agrocombustible; el árbol del caucho a la industria automotriz; varias especies (en particular de eucaliptos y pinos) al negocio del mercado de carbono.

Los impactos sociales y ambientales de los monocultivos de árboles son muchos y muy serios sobre suelos, agua, flora y fauna, pero el impacto más grave es el de la ocupación de los territorios de pueblos indígenas, tradicionales o campesinos, que les priva de los medios de vida que hasta entonces obtenían en sus territorios ancestrales.

La ocupación territorial por parte de estas empresas tiene muchas similitudes con la de una invasión militar. Al igual que en las invasiones convencionales, no son los empresarios ni los gobernantes de los países responsables por la invasión quienes lo hacen personalmente. La invasión se inicia con la llegada de emisarios empresariales, que prometen paz, empleos, riqueza y desarrollo. Luego llegan funcionarios de gobierno anunciando que se ha firmado un acuerdo con la empresa, que beneficiará enormemente a la población local y llamando a colaborar con la misma.

Una vez cumplida esa etapa comienza la invasión propiamente dicha, en la que el primer paso consiste en la destrucción de la flora local mediante el uso de maquinaria y la aplicación de agrotóxicos. Finalmente, llega el ejército invasor, representado por interminables columnas de árboles plantados en fila que avanzan inexorablemente sobre el territorio local.

Dicha invasión puede encontrar (o no) resistencia en el momento inicial, pero ciertamente la genera con el correr del tiempo, una vez que las promesas demuestran ser mentiras y los impactos vuelven la resistencia casi inevitable.

Tanto en el caso de que la resistencia ocurra antes o después de la invasión, una vez que se empieza a manifestar, los invasores pasan a la etapa de la división de las comunidades y, en caso de que ello no resulte efectivo, a la represión, ya sea en forma directa a través de sus propios guardias o demandando el apoyo del aparato represivo del Estado (policía, tribunales, ejército), que acude prontamente en auxilio de su aliado.

En una gran cantidad de casos, el resultado final es la violación de una amplísima gama de derechos humanos, que en los casos más graves llegan al encarcelamiento, la tortura e incluso el asesinato.

En resumen, el establecimiento de estos grandes monocultivos de árboles constituye una guerra contra los pueblos y la naturaleza. El gran ejército verde invade, destruye y reprime a las poblaciones locales, cuyo único “delito” consiste en defender lo que es suyo ante el invasor.

Es por ello que en este 21 de setiembre queremos homenajear a los pueblos que luchan por la defensa de sus territorios y a hacer un llamamiento a redoblar esfuerzos para apoyarlos en la justa defensa de sus derechos.

MONOCULTIVOS DE ÁRBOLES EN EL SUR

LOS MONOCULTIVOS DE ÁRBOLES EN AMÉRICA LATINA – CÓMO, PARA QUÉ, PARA QUIÉNES

Los territorios de lo que hoy constituye América Latina suelen revestir dos características a los ojos de las grandes empresas y conglomerados comerciales: abarcan grandes superficies y son fuente de codiciadas mercancías: madera, palma aceitera, cultivos comerciales, carne, lana, materia prima para agrocombustibles, recursos genéticos, tierra, agua. Son un imán para el gran capital.

Las grandes extensiones de ricos ecosistemas biodiversos – selva, monte, bosque, pampa, serranía, altiplano, sabana – han sido la base territorial en la que proliferaron las diversas formas culturales y productivas de las comunidades de la región. Y lo que los grandes comerciantes ven como mercancías han sido los elementos constitutivos de la milenaria tradición agraria de muchos pueblos, cuyos vestigios dan testimonio del nivel que alcanzaron sus avanzados conocimientos.

Hoy, igual que hace más de 500 años, el colonialismo sigue vigente, con otras formas, con otros nombres. Los barcos que ayer partían de los puertos latinoamericanos con la plata, el oro, el cacao, el caucho, hoy son enormes cargueros que se llevan nuestra agua y nuestro suelo en los rolos, los chips, la celulosa, el aceite de palma. Se llevan también, de manera sofisticada, nuestra atmósfera para venderla en el mercado de carbono. Se llevan, en definitiva, a precio de mercado, el futuro de las próximas generaciones.

El modelo actual de globalización de los mercados se asienta en una estructura de subordinación – de los países del sur con respecto a los del norte, de los grupos que venden su fuerza de trabajo con respecto a los propietarios del capital, de las minorías étnicas con respecto a las hegemónicas, del sexo femenino con respecto al masculino. Esa subordinación ha sido funcional a la formación de un capital excedentario en los grupos dominantes, a costa de numerosas desigualdades intrínsecas y penurias para los grupos subordinados.

Es en el marco de la expansión de ese capital acumulado que la globalización se configura como una plataforma ideal para la apropiación y mercantilización creciente de la naturaleza por parte de grupos empresariales cada vez más concentrados. Las formas productivas asumen escalas cada vez mayores, cada vez más uniformes, para mercados cada vez más grandes y convenientemente uniformizados. El consumo se convierte en la base y el motor de la economía, y las políticas sociales muchas veces sirven para introducir las mejoras necesarias que permitan mantener el sistema e incluso sumar más consumidores a los mercados.

Como parte de esa expansión, los monocultivos a gran escala de árboles foráneos desembarcan en el continente en la década de 1950, en un proceso de ocupación y apropiación de la tierra y el agua y a expensas de los ecosistemas y comunidades locales. No se trata de un proyecto aislado sino que está inserto en el modelo de la “Revolución Verde” promovida por la FAO, que consolida la industrialización de la agricultura. Se suman luego el Banco Mundial, el FMI, el BID, procesos de Naciones Unidas sobre bosques (IPF, IFF, UNFF), agencias bilaterales como GTZ y JICA, empresas consultoras como Jaakko Poyry. A través de mecanismos de préstamo, subsidio, extensión, capacitación, propaganda, estos actores logran instalar sus argumentos en ámbitos científicos y académicos e incidir en las políticas de Estado de varios países que, aplicando modelos bastante similares, promovieron en América Latina las plantaciones forestales con destino a la exportación.

Según la FAO, entre 2000 y 2005 la superficie de plantaciones forestales creció unos 2,8 millones de hectáreas anuales (1) y los datos de 2009 indican que en América Latina y el Caribe hay 12,5 millones de hectáreas de monocultivos forestales – categoría que no incluye la palma aceitera. Para 2020 se proyecta un aumento que llevaría las plantaciones forestales a 17,3 millones de hectáreas.

Es así que la región se posiciona como “líder en plantaciones forestales de alta productividad” destacando especialmente Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, con el 78% de las plantaciones de ese tipo. Las plantaciones altamente productivas hacen referencia aquí en especial a las variedades que se han seleccionado de manera de obtener un rápido crecimiento, dentro de las que predominan eucaliptos (65% de las plantaciones de Brasil, 80% de las de Uruguay) y pinos (49% de las áreas de plantaciones en la Argentina, 78% de las de Chile). Más allá del papel dominante de estos países, en casi toda la región existen también vastas superficies de plantaciones forestales.

Madera para celulosa

Hasta el presente la mayor parte de las plantaciones de variedades de eucaliptos y pinos de rápido crecimiento tiene como destino la producción de celulosa para papel, una actividad industrial muy contaminante y exigente en materia de agua y energía (este rubro es el 5º consumidor industrial mundial de energía). Por supuesto que nadie puede negar las ventajas que ha traído a la humanidad la fabricación industrial del papel, que a mediados de 1800 permitió su abaratamiento y la divulgación de la lectura y la escritura. Pero actualmente, la producción de papel ha excedido en mucho su uso asociado al acceso a la educación, a pesar de lo cual este simbolismo se utiliza con enorme fuerza para reforzar la necesidad de producir más y más papel. Sin embargo, en términos de los usos de papel, el empaque supera por lejos a los usos vinculados a la educación, la información y las comunicaciones, a lo que se suman muchos otros artículos y productos propios de la era del consumo descartable.

Esto demuestra la falsedad de la premisa de que a mayor consumo de papel, mayor nivel de educación. Basta comparar el indicador de consumo de papel y cartón con los indicadores de escolaridad. De eso resulta que, por ejemplo, Cuba, con un consumo muchísimo menor de papel que Estados Unidos, Finlandia o Chile, registra sin embargo una tasa de acceso a la educación terciaria que está por encima de Chile y Estados Unidos. (2)

Consumo de papel y cartón por persona por año (2005)
Europa: 132,39 kg. (Finlandia 324,97 kg.)
Estados Unidos: 297,05 kg.
América del Sur, América Central y el Caribe: 84,85 kg. (Chile 64,57 kg.; Cuba 8,63 kg.)

Índice de educación: tasa bruta de matriculación en nivel terciario (2006)
Finlandia 93%
Estados Unidos 82%
Chile: 48%
Cuba: 88%

De última, las desigualdades del consumo coinciden con las desigualdades intrínsecas del actual modelo dominado por los intereses empresariales. Pero en todo caso señalan que ese consumo desmedido no es necesario a los efectos de las necesidades del desarrollo humano.

Por otro lado, en el punto de inicio de la cadena forestal celulósica, los monocultivos forestales llegaron y siguen llegando a los territorios latinoamericanos con el argumento de que “contribuyen al desarrollo”. Sin embargo, en un caso emblemático como el chileno, en que la forestación fue y sigue siendo promovida fuertemente desde el Estado en desmedro del bosque nativo, un artículo de la organización CODEFF (3) señala que los censos de población prueban que “las comunas con mayor superficie cubierta por plantaciones, son las que han desplazado una mayor proporción de campesinos hacia las zonas urbanas, generando importantes niveles de pobreza.”

La tala indiscriminada de especies nativas para plantar especies exóticas como el eucalipto no solamente ha llevado a la destrucción de especies animales y vegetales endémicas de la zona sino que también ha provocado alteraciones en el sistema hídrico. Así lo señaló Bernardo Zentilli, presidente de CODEFF, indicando que la modificación del equilibrio acuífero ha generado grandes crecidas en invierno y esteros secos en verano, lo que ha disminuido la tierra cultivable.

Por su parte, el mismo artículo cita a la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN), la cual denuncia que: “entre 1978 y 1987 unas 50 mil hectáreas de bosque nativo desaparecieron en dos de las principales regiones forestales del país (VII y VIII), así como también casi la tercera parte de los bosques de la costa de la VIII región que fueron sustituidas por plantaciones de pinos. La actualización del Catastro de Recursos Vegetacionales Nativos en la Región de Los Ríos, indica que en la última década más de 20.000 hectáreas de Bosque Nativo fueron sustituidas por plantaciones forestales exóticas.”

El fruto de la discordia - la palma aceitera

La palma aceitera proviene de África y ha sido largamente utilizada para obtener aceite. Últimamente su producción se ha destinado a usos industriales y más recientemente se ha expandido de manera explosiva promovida frente a la crisis climática como una alternativa supuestamente “ecológica” para seguir alimentando el actual modelo de producción y consumo insustentable que está en la raíz del problema y sin embargo permanece incuestionado.

En América Latina el cultivo extensivo adopta el modelo de grandes extensiones de monocultivo con desplazamiento forzoso de las poblaciones autóctonas, combinado con casos en que los campesinos ponen el trabajo y en muchos casos la tierra. Por otra parte, las nuevas plantaciones de palma suelen implantarse en zonas de bosque húmedo tropical, las cuales son arrasadas, drenadas, fertilizadas, plantadas y posteriormente rociadas de continuo con potentes herbicidas que, junto con los fertilizantes químicos, pasan al suelo contaminando las fuentes de agua. Este manejo impide que se puedan plantar otros cultivos, lesionando así la soberanía alimentaria de las comunidades locales. A su vez, para maximizar la cantidad de aceite por fruto o por planta, se seca la tierra mediante canales de drenaje que desecan lagunas, caños y cualquier tipo de humedal cercano a los cultivos, afectando la flora y la fauna. (4)

El cultivo de la palma aceitera crece aceleradamente en otras zonas tropicales propicias de la región. En México las plantaciones entran a sangre y fuego en la Selva Lacandona; en Perú, los habitantes de la amazonía claman que ¡La selva no se vende! ¡la selva se defiende! y se enfrentan al grupo palmicultor Romero; en Guatemala, la palma se expande en un contexto de desalojos y compras forzadas de tierras a comunidades empobrecidas que tienen que emigrar a otros lugares; en Honduras, campesinos e integrantes del Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA) fueron brutalmente reprimidos por tropas del ejército y la policía en apoyo al terrateniente y palmicultor Miguel Facussé Barjum, conocido como “el palmero de la muerte”; en Nicaragua las plantaciones de palma son el nuevo negocio de la United Brands, otrora United Fruit, un nombre ligado a un largo historial de manipulación política y social; en Costa Rica la palma se ha ido consolidado.

Uno de los casos emblemáticos en la producción de palma aceitera es Colombia, con más de de 360.000 hectáreas de monocultivos de palma aceitera y el anuncio del ex presidente Uribe de llegar a los 6 millones de hectáreas. Su producción, financiada principalmente por el Banco Mundial, se ha fundado en el despojo de tierras colectivas de comunidades locales. Asesinatos, destrucción de viviendas y enseres, desplazamiento masivo, bloqueos económicos, hostigamientos continuos, amenazas, maltrato continuado por parte del ejército nacional y de paramilitares al servicio de las empresas, son el sustento de ese progreso, como lo denuncia la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. En el caso del Bajo Atrato, la expansión de la palma se ha cimentado en el despojo de 15 caseríos en el Curvaradó de más de 25 mil hectáreas y en el Cacarica de 20 mil hectáreas y 4 caseríos, que fueron titulados colectivamente por gobiernos anteriores. (5)

Los trabajadores de las plantaciones de palma trabajan en condiciones de esclavitud. La vigilancia por hombres armados durante las jornadas de trabajo y el pago en vales a canjear por comida en las tiendas de los empresarios, sin que el trabajador cobre el sueldo en dinero y disponga libremente de él, son el rostro oculto de la supuesta “energía limpia” que ofrecería el agrocombustible obtenido de la palma aceitera.

Indupalma es una de las empresas palmeras líder en el sector colombiano. Una de las estrategias que utilizó para expandirse, siguiendo el modelo de Malasia, fue la creación de alianzas con los campesinos para la producción en cultivos en fincas pequeñas si bien siempre vinculado al gran capital. Cuando en 1995 Indupalma propuso al sindicato Sintrainudpalma la formación de alianzas, el sindicato se negó. Los paramilitares asesinaron a 4 de sus dirigentes y desaparecieron a otro. (6)

Cosméticos para maquillar las plantaciones

Frente a las fuertes críticas que ha recibido la expansión de los monocultivos de palma aceitera en todo el mundo por sus graves impactos ambientales y socioeconómicos y por la violación de los derechos humanos, el sector ha reaccionado procurando maquillar su imagen de “verde”. Ha surgido así la llamada Mesa Redonda para la Producción Sostenible de Aceite de Palma (RSPO por sus siglas en inglés), dirigida principalmente a los consumidores europeos y norteamericanos.

En ese mismo sentido se ha promovido en Colombia también el programa de la “palma campesina”, que busca involucrar el cultivo de palma dentro del sistema productivo agroalimentario. La organización colombiana Grupo Semillas cuestiona su sustentabilidad a largo plazo, porque “se debe no solo evaluar si el cultivo es viable y rentable para el agricultor, sino también quién finalmente controlará todo el proceso”. (7)

En el Chocó Biogeográfico las organizaciones afrocolombianas e indígenas, en una reunión convocada por la organización conservacionista WWF para promocionar la “palma sostenible”, plantearon su rechazo a involucrarse no solo al modelo productivo industrial de la palma aceitera sino también a la iniciativa de la “palma sostenible”, por sus graves impactos que suponen la lesión de sus derechos, en especial sus derechos ancestrales al territorio, la pérdida de autonomía y de sus prácticas tradicionales de producción, el menoscabo de su cultura y de las expresiones de diversidad. (8)

Por su parte, las plantaciones de eucaliptos también tienen un cosmético que va en su ayuda. El FSC es el principal sistema de certificación que ha dado su sello para avalar plantaciones forestales altamente destructivas en la región. En el Estado de Bahia, Brasil, la empresa forestal Veracel (con capitales de la sueco-finlandesa Stora Enso y la brasileña Aracruz Cellulose), tiene más de 100.000 has de plantaciones de eucaliptos. Veracel ha despojado de su tierra a la mayoría de los indígenas de las comunidades Pataxó y Tupinambá, utiliza grandes cantidades del hormiguicida Sulfluramida prohibido por el FSC, y ha sido multada por matar una gran cantidad de árboles indígenas con herbicidas, por deforestar y por plantar muy cercano a parques nacionales. A pesar de eso ha obtenido el sello FSC.

Todos estos intentos apuntan a darle una buena cara al negocio. Pero el mayor error es tratar de mostrar como sustentable algo que es inherentemente insustentable: un producto obtenido de monocultivos a gran escala de árboles en su mayoría exóticos, que generan graves impactos sobre el agua, el suelo, la fauna y flora silvestres, los bosques, los medios de vida y la salud humana, y provocan el desplazamiento de personas y la violación de los derechos humanos.

La criminalización de la protesta social

En muchos países latinoamericanos, los movimientos o procesos populares que luchan contra la pérdida de sus territorios, el agua, el bosque, sus medios de vida por el avance de las plantaciones, sean eucaliptos, pinos, palma, caucho, etc., deben enfrentar lo que se ha dado en llamar la “criminalización” de la resistencia. Se trata de una estrategia dirigida a calificar los actos de resistencia como delitos, llevando un conflicto intrínsecamente social al campo judicial y penal. Las empresas, en este caso forestales o palmicultoras, cuentan con el poder punitivo del Estado para neutralizar la protesta.

Respetados y reconocidos líderes sociales, personas que defienden legítimamente su identidad, formas de vida y formas de producción, terminan siendo perseguidos, encarcelados, enjuiciados y hasta asesinados. Se combina la represión con el uso formal de la legalidad para penalizar a los actores sociales que se oponen a políticas y modelos productivos que, en aras del lucro, conspiran en definitiva contra la supervivencia misma del planeta.

En Chile, las cárceles albergan decenas de presos políticos mapuche que defienden su territorio contra el avance de los monocultivos de eucaliptos y pinos. La mayoría terminan siendo juzgados por la legislación antiterrorista que subsiste desde la época del tirano Pinochet. A pesar de eso, la resistencia continúa en la cárcel, con huelgas de hambre y ayunos, mientras la represión se extiende a los familiares. En Colombia, en la región del Chocó, los afrocolombianos y organizaciones de derechos humanos, como en este momento Justicia y Paz, enfrentan las amenazas y la violencia militar y paramilitar para la implementación del agronegocio de la palma aceitera y la extensión ganadera. En Honduras, la lucha social de los campesinos de Bajo Aguán, en defensa de sus derechos sobre las tierras que les fueron robadas para la producción extensiva de palma aceitera, dejó un trágico saldo de numerosos heridos y muertos que se suma a la escalada represiva que vive Honduras desde el golpe de Estado de junio de 2009.

La dimensión de género

La expansión de los monocultivos de árboles tiene, como los demás megaproyectos antisociales, una especial dimensión de género en cuanto a sus impactos. Como lo ilustra una declaración de mujeres sobre los impactos de la expansión de los monocultivos de árboles exóticos sobre la pradera, pronunciada en 2009 en cuestionamiento al Congreso Forestal Mundial celebrado en Argentina, las plantaciones de eucalipto han generado “situaciones de miedo, de violencia y de acoso sexual. Muchas mujeres relatan que tienen miedo de circular solas cerca de las plantaciones, debido a la presencia de personas ajenas a la comunidad. Eso hace que el derecho de las mujeres a ir y venir esté cercenado, favoreciendo cambios de hábitos y costumbres. Además de eso, muchas han vivido situaciones de acoso sexual por parte de dichos trabajadores. Eso, sin dudas, ha significado un retroceso en la independencia y autonomía de las trabajadoras, contribuyendo con un mayor desempoderamiento femenino”.

La declaración hace referencia a otros impactos acelerados que pueden incidir en la desestructuración del entramado social y familiar e incitar a situaciones como la prostitución, la proliferación de enfermedades de transmisión sexual, el consumo de drogas, los cambios en los hábitos alimenticios, “como generalmente ocurre en diferentes lugares luego de la llegada de emprendimientos de este porte. Infelizmente, estos impactos no son contabilizados ni estudiados por los entes públicos”.

Las mujeres concluyen diciendo que “resistiremos y seguiremos en lucha mientras sea preciso, no solamente contra el avance de los monocultivos de árboles exóticos y de los megaproyectos de las empresas de celulosa y papel, sino contra los procesos de mercantilización de la vida de los seres y de desempoderamiento de las mujeres. Nosotras, las mujeres, tenemos el potencial de hacer que ‘lo nuevo suceda’ y lo estamos haciendo”. (9)

En Brasil, cada 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, las mujeres campesinas, indígenas, negras, del Movimiento Sin Tierra y de Via Campesina, se han convertido en estandarte de lucha contra el avance de los eucaliptos de empresas de celulosa como Stora Enso, Votorantin/Fíbria, Suzano, Veracel. Las mujeres denuncian el hambre que traen esos ejércitos clonados con forma de eucaliptos, que se apropian de las tierras de los pueblos indígenas, las comunidades locales, las familias campesinas, despojándolos de su identidad, de sus saberes, de su capacidad de producir y consumir alimentos saludables, en la cantidad necesaria y de acuerdo con su cultura. Su lucha es contra el agronegocio y por la soberanía alimentaria.

Pero eso no les impide denunciar que a esa opresión se suman las diferencias de género, la situación de desigualdad de la mujer que la hace cargar casi exclusivamente con la responsabilidad de los hijos, que establece diferencias de retribución frente a los hombres por el mismo trabajo, que muchas veces las hace blanco del acoso sexual y que lamentablemente en ocasiones las convierte en víctimas de la violencia física incluso por hombres de la propia familia.

El negocio del cambio climático

Nada se salva del afán mercantilista. La crisis climática se ha convertido en otro negocio en que las falsas soluciones promovidas por organismos internacionales como el Banco Mundial y el mismo Protocolo de Kyoto sirven de plataforma para la expansión de los monocultivos de árboles. A través de los sumideros de carbono – parte de los Mecanismos de Desarrollo Limpio – o del sistema REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) – dentro del cual las plantaciones de árboles a gran escala podrían concebirse como una forma de “incrementar las reservas de carbono forestal” y recibir así financiamiento – las empresas encuentran nuevos “mercados” y la forestación se escabulle disfrazada muchas veces de bosque, para apostar fuerte en el mercado de carbono.

En Colombia, el Convenio Marco de Concertación para una Producción más Limpia, de 1995, habilitó a las empresas palmícolas a participar en el negocio mundial de los sumideros de carbono creado en el marco del Protocolo de Kyoto. Los incentivos y beneficios tributarios otorgados por el gobierno para el desarrollo de tecnologías que permitan capturar gas metano del ambiente permitirían a los empresarios obtener una ganancia adicional en un nuevo nicho de mercado – el del carbono (10).

También Ecuador promueve la plantación de 1 millón de hectáreas de monocultivos forestales para la venta de certificados de reducción de emisiones (CER) en el mercado mundial de carbono, a través del Plan nacional de forestación y reforestación del programa Proforestal.

El negocio de la forestación sirve a otras empresas fuera del rubro: la empresa Nestlé Waters Francia quiere compensar mediante proyectos de reforestación el equivalente a su emisión anual de carbono en la producción del agua mineral Vittel en Francia y Bélgica. Para ello financiará la plantación de 350.000 árboles en la Amazonía boliviana y otro proyecto de plantaciones en la selva de Perú, con la idea de renovar el mismo número de árboles todos los años. (11)

En Brasil, la empresa siderúrgica y forestal Plantar S.A. Reflorestamentos tiene plantaciones a gran escala de eucaliptos en el estado de Minas Gerais. A pesar de que esos árboles son utilizados para su negocio de fabricación de hierro en lingotes, de que se ha apropiado de tierras afectando el agua y el suelo así como el rico bioma nativo del Cerrado, y de que se trata de una industria muy contaminante, la empresa ha intentado reiteradamente recibir financiación del MDL para financiar sus plantaciones de eucaliptos. Alega que esa energía sería menos contaminante que el uso de carbón. No obstante, se trata de un ardid comercial para ganar por todos los lados posibles, ya que la empresa nunca utilizó carbón.

Hacia otro modelo

El modelo en gran escala de plantaciones de monocultivos de árboles es incompatible con la natural manifestación diversa de la vida. Es artificial, es destructivo, es contaminante.

Los pueblos de los países de América Latina han sabido tejer redes sociales para denunciar los impactos de los monocultivos de árboles. Tal es el caso de la Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Arboles (RECOMA), una red descentralizada de organizaciones latinoamericanas que coordina acciones, impulsa el apoyo a las luchas locales y a alternativas social y ambientalmente adecuadas a las distintas realidades, realiza intercambios horizontales entre países.

Muchas otras iniciativas van en esa dirección, como la experiencia de las familias quilombolas de Espíritu Santo, Brasil, quienes, en medio del eucaliptal, encuentran caminos para sobrevivir y luchar por la reconquista de sus recursos naturales y patrimonio genético. Las comunidades reelaboran prácticas tradicionales y adaptan técnicas de manejo, abren canales de comercialización en las ferias locales y regionales y promueven continuos intercambios inter-comunitarios de semillas y prácticas agrícolas.

La búsqueda de otra senda de producción, comercialización y consumo que nos aleje del actual proceso de exterminio se ha vuelto un imperativo, y las comunidades en resistencia son los agentes de cambio que pueden conducirnos hacia allí, creando soberanía local, construyendo soberanía alimentaria. Habrá que seguir trabajando para lograr el cambio de rumbo necesario.

(1) Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales 2005, 15 Resultados Claves, aquí (PDF)

(2) World Resources Institute, indicadores sobre educación: aquí; indicadores sobre consumo de papel: aquí
(3) “Plantaciones de eucalyptus ponen en peligro al bosque nativo”, Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF), www.codeff.cl, divulgado por Ecoportal, aquí
(4) “Palma africana: un proyecto mundial socialmente y ecológicamente destructor”, François Houtart, 2006, aquí
(5) “Agronegocios de palma y banano en el Bajo Atrato. Impactos ambientales y socioeconómicos”, por Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, aquí (Word)

(6) “En Medio del Engaño: El Magdalena Medio y el Banco Mundial”, Gearóid Ó Loingsigh, 2010, aquí

(7) “El agronegocio de la Palma Aceitera en Colombia. ¿Desarrollo para las poblaciones locales o una crónica para el desastre?”, Grupo Semillas, 2008, Revista Semillas Nº 34/35, aquí
(8) Documento de las organizaciones participantes de la mesa redonda de palma sostenible. Taller de discusión sobre principios y criterios; Cali, Colombia.Septiembre 18 y 19 de 2007; Revista Semillas Nº 34/35, aquí
(9) “Declaración de las mujeres sobre los impactos de la expansión de los monocultivos de árboles exóticos sobre la pradera” en ocasión del Congreso Forestal Mundial, Buenos Aires, Argentina, octubre de 2009.
(10) “El agronegocio de la Palma Aceitera en Colombia. ¿Desarrollo para las poblaciones locales o una crónica para el desastre?”, Grupo Semillas, 2008, Revista Semillas Nº 34/35, aquí
(11) “Peru hails Western carbon offsetting programmes”, BBC, 28 de marzo de 2010, aquí

EL SAQUEO DE ÁFRICA CONTINÚA

La historia de los últimos 500 años de este continente es una historia de saqueo de sus recursos y de explotación violenta de sus pueblos por parte de potencias extranjeras (en particular europeas) que se enriquecieron a costa del sufrimiento (y muerte) de millones de africanos y de la destrucción de sus recursos.

En ese proceso, las riquezas descubiertas por los primeros navegantes que llegaron a las costas africanas fueron el aliciente para que las distintas potencias europeas (Portugal, España, Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica) fueran invadiendo el continente y sometiendo a sus pueblos por las armas hasta llegar al robo completo de otorgarse el derecho de propiedad sobre esas tierras, e incluso sobre su gente, traficada como esclavos.

Los límites geográficos actuales de la mayoría de los países son el resultado de un proceso de lucha entre las propias potencias europeas, que nada tienen que ver con los territorios de las culturas nativas que poblaban el continente, que fueron desmembradas y amalgamadas de acuerdo con los intereses y posibilidades de los poderes coloniales. Las propias colonias de los invasores alemanes fueron fagocitadas por los poderes que los derrotaron en las dos grandes guerras desencadenadas para el reparto del mundo.

Entre las muchas formas que los invasores encontraron para apropiarse de los recursos del continente, una de las más típicas consistió en el establecimiento de grandes plantaciones (caña de azúcar, cacao, café, maní, tabaco, palma aceitera, caucho) basadas inicialmente en el trabajo esclavo y posteriormente en la semi-esclavitud.

Los monocultivos de árboles a gran escala no son sino una continuación de ese modelo de plantaciones que se inició con la colonización, que se continuó a través del neo-colonialismo post-independencia y que se profundiza hoy con la globalización.

Los monocultivos de árboles no aparecen por casualidad

La enorme diversidad geográfica de África, las diferentes situaciones post-coloniales, la guerra fría, las guerras civiles, los regímenes represivos o democráticos y los intereses de los poderes foráneos han sido todos factores determinantes en el establecimiento de distintos tipos de plantaciones en los distintos países. Para ilustrar lo anterior, cabe mencionar que:

- lo geográfico posibilitó o imposibilitó el desarrollo de ciertas especies en determinados ambientes, ya sea porque los suelos, o la radiación solar, o la temperatura, o la disponibilidad de agua fueran o no los adecuados para la especie en cuestión.
- La situación post-colonial implicó en algunos casos la ruptura con la antigua metrópoli, en tanto que en otros la situación permaneció casi incambiada, con implicancias en cuanto a la presencia o ausencia de empresas y mercados vinculados a las distintas plantaciones
- La llamada guerra fría en algunos casos resultó en el rompimiento con las antiguas metrópolis y en el establecimiento de regímenes vinculados a la ex Unión Soviética, a China o a Cuba, lo cual también implicó cambios productivos vinculados a los nuevos mercados
- Las guerras civiles (en muchos casos vinculadas a luchas entre las grandes potencias) desincentivaron inversiones a largo plazo
- Los regímenes represivos facilitaron (a través de la represión) la apropiación de tierras de las comunidades locales para destinarlas a plantaciones, en tanto que los más abiertos dejaron espacios para la resistencia frente al despojo.
- Las necesidades de materias primas de los poderes centrales vinculados a los distintos países determinaron su apoyo al establecimiento de determinados tipos de plantaciones en desmedro de otras.

Igualmente importante en cuanto a la expansión de ciertos tipos de plantaciones en determinados países ha sido el papel jugado por instituciones como el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, que a través de sus créditos e imposiciones en materia de política económica promovieron la privatización de las empresas estatales y un modelo de plantaciones a gran escala orientado a la exportación.

En todos los casos, la FAO ha cumplido un papel esencial a través de la imposición de la mal llamada “Revolución Verde”, que validó a los monocultivos y al paquete acompañante de agrotóxicos como la única alternativa para el desarrollo del sector agrícola y forestal. Los monocultivos de árboles son parte integrante de ese modelo y la FAO ha también jugado un papel esencial en su promoción al definirlos (en realidad, disfrazarlos) como “bosques”.

También merece ser destacado el rol de organismos bilaterales de “cooperación” (en particular de Europa y Estados Unidos), en la promoción de determinados tipos de plantaciones en diferentes países del continente.

La combinación de todos esos factores (ambientales, políticos, ideológicos y económicos) dio lugar al actual mapa de monocultivos en África, entre los que vamos a centrarnos exclusivamente en las plantaciones de eucaliptos, pinos, palma aceitera y caucho.

Eucaliptos y pinos en África

En África del sur se concentran plantaciones a gran escala de eucaliptos y pinos, especialmente en Sudáfrica, Swazilandia y Zimbabwe, si bien también se están expandiendo en Mozambique. Hay superficies más pequeñas en Angola, Zambia, Malawi y Tanzania, así como una gran plantación de eucaliptos en República del Congo, establecida por Shell Petroleum en la década de 1990 y ahora de propiedad de la empresa canadiense MagForestry.

En Sudáfrica, las mayores superficies se encuentran en las provincias de Mpumalanga, KwaZulu-Natal y Eastern Cape, abarcando 1,5 millones de hectáreas de tierra. Además, se estima que 1,6 millones de hectáreas han sido invadidas por especies de las plantaciones industriales, como acacias, eucaliptos y pinos.

Si bien el área plantada en Swazilandia es mucho menor (100.000 hectáreas), ocupa un gran porcentaje de la superficie territorial del país (9%) y esto se agrava por el hecho de que esas plantaciones ocupan las mejores tierras agrícolas. En el caso de Mozambique hay grandes plantaciones que aún están en su etapa inicial, pero existen planes de establecer grandes superficies de plantaciones para celulosa, madera aserrada y agrocombustibles.

La industria está dominada en la región por dos grandes empresas sudafricanas de celulosa y papel: Mondi y Sappi, con plantaciones y fábricas de celulosa en Sudáfrica y Swazilandia, así como actividades de fabricación de papel en todo el mundo. Las especies seleccionadas para las plantaciones han cambiado de principalmente de acacias (plantadas para la extracción de tanino y chips de madera) y pinos (para aserradero), a eucaliptos para la producción de celulosa y papel.

Es interesante señalar que, a pesar de sus graves impactos sociales y ambientales, la inmensa mayoría de tales monocultivos (en Sudáfrica y Swazilandia) han sido certificados como “ambientalmente adecuados y socialmente beneficiosos” por el FSC.

Palma aceitera: de especie natural y uso tradicional a monocultivos para agrodiesel

En África central y occidental, una región donde la palma aceitera crece de forma natural, existe una larga tradición de uso de este árbol. Hasta ahora, gran parte del aceite de palma utilizado por las comunidades locales se obtiene a partir de la recolección de los frutos de los árboles de palma existentes y su procesamiento se basa en técnicas artesanales tradicionales. Lo mismo es aplicable al jabón y al vino de palma. Es común que las mujeres desempeñen un papel central tanto en el procesamiento como en la comercialización del aceite de palma, mientras que en todos los casos la tarea de recolectar la fruta la realizan los hombres.

Tanto durante el periodo colonial como después de la independencia, en muchos países de la región se establecieron grandes plantaciones y fábricas para el procesamiento de sus frutos. Si bien en épocas coloniales el destino fue principalmente la exportación del fruto y del aceite de palma, más tarde se orientaron a abastecer el mercado interno con aceite de palma y jabón.

El reciente auge de los agrocombustibles basados en el aceite de palma ha generado fuertes incentivos a la inversión extranjera en más de una docena de países, con el objetivo de producir grandes cantidades de aceite para su conversión a biodiesel. Lo que sigue es un breve resumen de los principales proyectos de inversión identificados en un estudio llevado a cabo recientemente por el WRM, (1) el cual muestra un proceso generalizado de apropiación de enormes extensiones de tierras por parte de empresas extranjeras, cuyo interés central es la producción de agrocombustibles para su consumo en el norte.

Angola

- El Grupo Atlântica (Portugal), a través de la empresa AfriAgro ha logrado acceso a unas 5.000 hectáreas de tierra (con posibilidad de acceder a 20.000) para producir biodiesel.
- El Consorcio italiano ENI (en alianza con la brasilera Petrobras) ha logrado un acuerdo con el gobierno para que éste promueva la plantación de palma para abastecerse de materia prima para la producción de biodiesel.

Camerún

- El principal actor en este país es desde hace muchos años el grupo francés Bolloré, que produce el 80% de la producción nacional de aceite de palma y tiene unas 40.000 hectáreas de plantaciones en manos de sus empresas SOCAPALM, SAFACAM y Ferme Suisse. El grupo también tiene plantas industriales y recientemente ha declarado su interés en la producción de biodiesel.

República del Congo

- La empresa española Aurantia anunció su intención de invertir en plantaciones de palma para biodiesel.
- La empresa italiana de energía ENI logró acceso a unas 70.000 hectáreas de tierra para plantar palma aceitera.
- La empresa de energía Fri-El Green, también italiana, firmó un acuerdo para la plantación de 40.000 hectáreas con palma aceitera.

República Democrática del Congo

- La empresa GAP (Groupe agro-pastoral), perteneciente al Grupo Blattner, posee 10.000 hás de plantaciones.
- La compañía canadiense TriNorth Capital anunció que su filial Feronia había comprado la empresa Plantations et Huileries du Congo a UNILEVER. De las 100.000 hectáreas en su poder plantaría unas 70.000 con palma.
- ZTE Agribusiness Company Ltd, una empresa china, anunció su intención de establecer una plantación de 1 millón de hectáreas de palma.

Costa de Marfil

- PALMCI, propiedad conjunta del grupo francés SIFCA y de los grupos con sede en Singapur Wilmar International y Olam Internacional, posee 35.000 hectáreas de plantaciones industriales.
- La empresa belga SIPEF-CI adquirió 12.700 hectáreas de plantaciones industriales.
- PALMAFRIQUE, empresa perteneciente al holding financiero “Groupe L'Aiglon” dispone de 7.500 hectáreas de plantaciones.

Gabón

- La antigua empresa estatal Agrogabon fue privatizada y ahora está en manos de la empresa belga SIAT. Dispone de 6.500 hectáreas de plantaciones.
- Olam International, multinational con sede en Singapur, dispondría de 140.000 hectáreas de tierras para la plantación de palma. En el marco del mismo proyecto, otras 60.000 hectáreas serían plantadas por 3.000 empresarios locales

Gambia

- Hasta ahora solo se presentó un solo proyecto de plantación por parte de la empresa española Mercatalonia, pero no está claro si se va a llevar a cabo.

Ghana

- La empresa belga SIAT es hoy la principal accionista de Ghana Oil Palm Development Co., privatizada en 1995.
- Unilever es accionista principal de Oil Palm Plantation Limited, uno de los principales productores de aceite de palma de Ghana.
- Wilmar International (Singapur) pasó recientemente a ser la propietaria de Benso Oil Palm Plantation Limited
- La empresa noruega NORPALM (Norwegian Palm Ghana Limited), adquirió en 2000 las plantaciones de National Oil Palm Limited.

Liberia

- La empresa malaya Sime Darby firmó en 2009 un acuerdo de concesión sobre 220.000 hectáreas de tierra por 63 años. Unas 180.000 hectáreas serían plantadas con palma.
- Equatorial Palm Oil Company, empresa con sede en el Reino Unido, posee 169.000 hectáreas de tierra, de las que unas 10.000 ya han sido plantadas con palma.
- Golden Agri-Veroleum, una empresa indonesia, está culminando una negociación con el gobierno para el establecimiento de 240.000 hectáreas de plantaciones de palma.

Madagascar

Luego de un gran escándalo por un proyecto de asignación de más de 1 millón de hectáreas de tierras a la empresa sudcoreana Daewoo (de las que 300.000 iban a ser destinadas a la plantación de palma), dicho proyecto parece haber sido abandonado. Sin embargo, hay otros dos proyectos en proceso de aprobación:
- Sithe Global (empresa de energía de los Estados Unidos), que accedería a 60.000 hectáreas para la producción de biodiesel a partir de plantaciones de palma.
- Cultures du Cap Est, empresa financiada por un grupo de la India, contaría con un total de de 9.100 hectáreas para la plantación de palma.

Nigeria

- La empresa belga SIAT, a través de su subsidiaria Presco tiene unas 10.000 hectáreas de plantaciones, aparentemente para abastecer el mercado interno de aceite comestible.
- La empresa italiana Fri-El Green Power tiene una concesión de 11.300 hectáreas, con la posibilidad de extenderla a 100.000 hectáreas.

Sao Tome y Principe

- La empresa belgo-francesa Socfinco (parte del grupo Bolloré), a través de su subsidiaria Agripalma tiene una concesión de 5.000 hectáreas para la platación de palma aceitera. El objetivo es la producción de aceite d epalma para su ulterior procesamiento a biodiesel en Bélgica.

Sierra Leona

- La empresa Sierra Leone Agriculture, con sede en el Reino Unido, tiene una concesión de 41.000 hectáreas de tierra, 30.000 de las cuales serían plantadas con palma aceitera.
- El grupo portugués Quifel firmó acuerdos con comunidades locales para la plantación de palma aceitera, caña de azúcar y arroz. Se dedicaría un total de 40.000 hectáreas para la producción de agrocombustibles para exportación.
- La empresa Gold Tree, del Reino Unido, planea procesar los frutos de palma aceitera tanto de sus plantaciones como de las comunidades locales para la producción de biodiesel. El proyecto involucaría unas 40.000 hectáreas de tierra.

Tanzania

- La empresa belga FELISA tiene un proyecto que abarca 10.000 hectáreas de plantaciones, la mitad de las cuales son de su propiedad y el resto serían establecidas por pequeños agricultores locales.
- African Green Oil Limited tiene un proyecto de plantación de 20.000 hectáreas para la producción de aceite de palma.
- Tanzania Biodiesel Plant Ltd. tiene 16.000 hectáreas para ser plantadas con palma aceitera.
- InfEnergy Co. Ltd. tiene 5.800 hectáreas.
- La empresa malaya TM Plantations Ltd. Planea establecer plantaciones en Kigoma.
- Sithe Global Power, empresa estadounidense, planea establecer 50.000 hectáreas de plantaciones y refinar el aceite en el país.
- InfEnergy, del Reino Unido, tiene 10.000 hectáreas de tierra para plantar palma aceitera.
- Un grupo malayo aún no identificado planea plantar 40.000 hectáreas con palma aceitera.

Uganda

- Oil Palm Uganda Limited, propiedad de la empresa de Singapur Wilmar, en asociación con BIDCO, tiene una concesión de 10.000 hectáreas, pero el gobierno aceptó proporcionar 30.000 hectáreas más de plantaciones de palma aceitera conformadas por 20.000 hectáreas en régimen de fincas núcleo en torno a la empresa madre, y 10.000 hectáreas para pequeños propietarios subcontratados.

Plantaciones de caucho: otro monocultivo que se apropia de la tierra

En el caso de las plantaciones de caucho, África produce aproximadamente el 5% de la producción mundial de caucho natural, siendo los principales productores Nigeria (300.000 hectáreas), Liberia (100.000 hectáreas) y Côte d'Ivoire (70.000). Actualmente en muchos otros países africanos se están presentando y promoviendo nuevos proyectos de plantaciones de caucho.

Un actor muy importante en África parece ser la empresa francesa Michelin, con plantaciones de caucho en Nigeria, Côte d'Ivoire, Ghana y Benin. El Grupo Singaporian Golden Millennium posee 18.000 hectáreas de plantaciones en Camerún. En el caso de la compañía Bridgestone/Firestone, aparentemente tendría plantaciones solamente en Liberia.

Las plantaciones de Bridgestone/Firestone en Liberia sirven para ilustrar las condiciones de trabajo de las plantaciones de caucho en África. Lo que sigue son citas de un informe elaborado en 2008 por la ONG liberiana SAMFU. (2)

“Los caucheros trabajan unas 12 horas por día sin equipo de protección (guantes, lentes, botas de lluvia, impermeables y otros elementos de seguridad), a menos que lo compren ellos mismos. Deben cargar sobre los hombros desnudos el látex que producen, en dos baldes colgados de un palo, que pesan cada uno 70 libras [31,7 kg].

Esta forma primitiva de transportar el látex no ha cambiado desde 1926. Los trabajadores caminan hasta los puestos de pesaje, que pueden estar a tres millas de distancia [4,8 km] de los árboles, cargando 140 libras [63,4 kg] sobre sus hombros. Firestone no provee ningún otro medio de transporte. Los caucheros que se desloman realizando esta tarea corren el riesgo de sufrir daños y deformaciones con el paso del tiempo.

El cauchero se despierta cada mañana a las cuatro de la madrugada para empezar a sangrar los árboles, que pueden sumar hasta 750 en una jornada normal. Sin embargo, si no completa la cuota diaria sólo cobrará la mitad de los $ 3,38 que le pagan por día. La alta cuota fijada no le deja otro remedio que permitir que lo ayuden los miembros de su familia, o subcontratar a alguien.

Los caucheros trabajan todos los días del año, incluso los feriados nacionales con la sola excepción de la Navidad, y producen un gran volumen de látex. En promedio, la producción mensual de un cauchero equivale a US$ 2.296,80 en Liberia y US$ 3.915,00 en el mercado mundial, mientras que el cauchero recibe US$ 125. De ese sueldo mensual puede tener que pagar a uno o dos subcontratados para que lo ayuden.

“Esta gente nos trata como esclavos porque no tenemos a nadie que hable por nosotros y no tenemos dónde conseguir otro trabajo. Uno produce más de 5 toneladas de látex por mes para la compañía, y no le pagan ni lo que vale una tonelada”, dijo un cauchero con amargura.

Además de extraer látex, los caucheros deben aplicar productos químicos (tanto fungicidas como estimulantes) a los árboles, para protección y para aumentar la producción. También deben quitar la maleza bajo los árboles. Esta carga de trabajo hace que muchos de ellos deban contratar ayudantes para terminar con todo. Si el cauchero tiene una familia numerosa y no le alcanza su salario o su provisión de arroz para pagar a un ayudante, su esposa se ve obligada a abandonar a los niños para ayudarlo a cumplir con su cuota de producción.

A fines de abril de 2007, los trabajadores iniciaron una huelga para protestar contra los intentos de la dirección de Firestone de postergar las elecciones. Según se informó, durante la huelga, el 27 de abril de 2007, la policía golpeó brutalmente, con palos y bastones, a huelguistas pacíficos, persiguió a trabajadores inofensivos por toda la ciudad de Harbel (donde está ubicada la planta de procesamiento de Firestone), irrumpió en varias casas y golpeó a muchas personas inocentes, dejando decenas de heridos. Dos docenas de trabajadores recibieron heridas tan graves que debieron faltar a su trabajo mientras recibían tratamiento. Uno de ellos murió más tarde a causa de las heridas sufridas durante el ataque. Además, se disparó gas lacrimógeno contra la población de Harbel, a pesar de que había niños, mujeres y ancianos. Parece que muchos trabajadores inocentes fueron no sólo arrestados innecesariamente, sino detenidos sin justificación”.

La apropiación de tierras por los sumideros de carbono

En varios países africanos – Kenia, Uganda y Tanzania aparecen como los preferidos – se promueve el establecimiento de plantaciones de árboles para que sirvan como lo que se ha dado en llamar “sumideros de carbono”. Los proyectos se basan en la venta de “créditos de carbono” (el carbono que supuestamente absorben los árboles plantados al crecer) a los contaminadores (compañías o gobiernos), quienes pueden aducir que con la compra de esos créditos “reducen” o incluso “neutralizan” sus emisiones de carbono.

Uno de esos casos es el de la empresa Carbon Neutral Company, con sede en el Reino Unido, que ha establecido plantaciones en las montañas del sur de Tanzania. Con este fin, la empresa ocupó más de 10.000 hectáreas de tierra, donde ha plantado especies exóticas de eucaliptos y pinos. (3)

Otros caso es el de la empresa noruega Green Resources, con actividades comerciales en Mozambique, Sudán, Tanzania y Uganda. En el año 2000 la compañía fue muy criticada por la ONG noruega Norwatch. (4) La empresa ya plantó 14.000 hectáreas de pinos y eucaliptos, principalmente. Según su página web, “la empresa tiene más de 200.000 hectáreas de tierra para futuras plantaciones y para conservación”. (5)

Uno de los casos que ha recibido más amplia cobertura – por sus graves impactos sociales – fue el de la fundación holandesa FACE, que en 1994 firmó un acuerdo con las autoridades ugandesas para plantar árboles en 25.000 hectáreas dentro del Parque Nacional Mount Elgon, en Uganda. La Fundación FACE trabaja con Uganda Wildlife Authority (UWA), la agencia responsable de la gestión de los parques nacionales del país. El proyecto UWA-FACE implica la plantación de una faja de árboles de entre dos y tres kilómetros de ancho, dentro mismo de los 211 kilómetros que delimitan al Parque Nacional.

Sin embargo, el proyecto optó por ignorar los derechos y necesidades de los pueblos locales que viven en la zona. Como resultado de ello, y para mantener a los aldeanos fuera del parque nacional, los guardias forestales de UWA han mantenido un régimen brutal en Mount Elgon. En 1993 y 2002, los aldeanos fueron violentamente expulsados del parque nacional y desde entonces los guardias los han golpeado, torturado, humillado, disparado, amenazado y les han destruido sus cultivos. (6)

En resumen, las plantaciones de árboles para sumideros de carbono constituyen otra forma de monocultivo que se traduce en la apropiación de vastas extensiones de tierra, la violación de los derechos territoriales de las poblaciones locales y el despojo de sus medios y formas de vida.

Apoyar las resistencias locales

Con escasas excepciones, el tema de los monocultivos de árboles en África ha recibido escasa atención, tanto a nivel de los países afectados por los mismos, como a nivel regional e internacional. Ello ha hecho que las luchas locales hayan tenido muy poca visibilidad y que hayan recibido escaso apoyo. Los casos de la resistencia en Sudáfrica contra las plantaciones de eucaliptos y pinos, en Camerún contra la palma aceitera, en Uganda contra los “sumideros de carbono” y las luchas en Liberia contra las plantaciones de caucho son algunas de las excepciones que han logrado ser conocidas internacionalmente.

Sin embargo, a poco que se empieza a investigar van surgiendo numerosos casos de resistencia contra estos monocultivos, debido a sus graves impactos sociales y ambientales. En muchas ocasiones la resistencia es imposible debido a situaciones de grave violación de los derechos humanos existentes en ese momento. Sin embargo, la resistencia invisible se vuelve visible una vez que las condiciones cambian y la hacen posible. A modo de ejemplo, luego de décadas de haber perdido sus tierras para la plantación de palma aceitera, comunidades en Togo demandaron el retorno de sus tierras. No conformes con las soluciones aportadas desde el gobierno, decidieron cortar e incendiar las plantaciones. Como resultado, la empresa perdió casi 2.000 hás de plantaciones.

En el marco del proceso actual de proyectos que implican la apropiación de enormes áreas de tierra para la producción de todo menos alimentos (agrocombustibles, celulosa, caucho, madera, carbono), es dable esperar el inevitable surgimiento de numerosos movimientos de resistencia, algunos de los cuales se verán enfrentados a situaciones de grave riesgo. En tales circunstancias, el apoyo externo y la visibilización de las luchas serán cuestión de vida o muerte para las comunidades involucradas.

(1) http://oilpalminafrica.wordpress.com/
(2) ver informe completo aquí (PDF)
(3) Aquí
(4) Carbon Upsets. Norwegian "Carbon Plantations" in Tanzania, por Jorn Stave, NorWatch)
(5) http://www.greenresources.no/
(6) Ver informe completo aquí (PDF)

EL AVANCE DE LOS MONOCULTIVOS EN EL SUDESTE ASIÁTICO

Los monocultivos avanzan en el sudeste asiático

La característica principal de los monocultivos es que no solamente desplazan las alternativas sino que las destruyen. No toleran otros sistemas ni son capaces de reproducirse a sí mismos de manera sustentable, escribía Vandana Shiva en su clásico ensayo de 1993 “Monocultivos de la mente”.

Los monocultivos existen para aumentar la productividad de un producto, ya sea caucho, madera, aceite de palma, mandioca o azúcar. Pero mientras la productividad crece desde la perspectiva comercial, decrece desde la perspectiva de las comunidades locales.

Madera, celulosa y monocultivos

Shiva escribió acerca de la erosión del conocimiento local de los bosques provocada por la silvicultura “científica”, y acerca del reemplazo de la biodiversidad por los monocultivos. Los monocultivos de eucaliptos son la máxima expresión de la silvicultura científica. Filas uniformes de árboles casi idénticos, con tasas de crecimiento predecibles y para obtener un único producto: materia prima para la industria de la madera, la biomasa o la celulosa.

Sin embargo, como señala Shiva, en todas partes la gente ha resistido la expansión de los eucaliptos a causa de la destrucción que provocan en el agua, los suelos y los sistemas alimentarios. La autora plantea el ejemplo de un programa de silvicultura social financiado por el Banco Mundial en el estado de Karnataka, India. En agosto de 1983, el movimiento de agricultores Raitha Sangha marchó hacia el vivero forestal y arrancó millones de plántulas de eucalipto. En su lugar plantaron semillas de tamarindo y mango. Esta resistencia a la expansión de los monocultivos hizo lo contrario de la silvicultura científica que había reducido todas las especies a una sola (el eucalipto). Los aldeanos reafirmaron que sus necesidades eran más importantes que la necesidad de suministrar materia prima a la industria de la celulosa. También reafirmaron su conocimiento por encima del conocimiento de los expertos en silvicultura del Banco Mundial y el gobierno.

Similar protests against eucalyptus also started in the 1980s in Thailand. In a series of demonstrations, villagers have dug up eucalyptus saplings, burned down nurseries, marched, written letters, taken part in demonstrations, ordained forest trees to prevent them being cut down to make way for plantations, cut down eucalyptus trees and re-established community forests.

Protestas similares contra los eucaliptos comenzaron también en la década de 1980 en Tailandia. En una serie de manifestaciones, los aldeanos arrancaron eucaliptos jóvenes, incendiaron viveros, marcharon, escribieron cartas, participaron en diversas acciones, catalogaron los árboles del bosque como forma de evitar que fueran talados para abrir paso a las plantaciones, derribaron eucaliptos y restablecieron los bosques comunitarios.

A menudo la respuesta a esa resistencia ha sido la brutalidad. Los agricultores de Karnataka fueron arrestados. En Tailandia, más de una docena de activistas ambientales fueron asesinados en la última década. A veces la violencia comienza incluso antes de que los aldeanos protesten. A fines de los años 1980, una empresa llamada Arara Abadi, parte de Asia Pulp and Paper (APP), el gigante indonesio de la celulosa, comenzó a adquirir tierras cerca de la aldea de Mandiangin, en Sumatra. La empresa simplemente tomó tierras de los pueblos indígenas Sakai y Malay sin compensación alguna. La policía armada y los militares participaron en las reuniones de la empresa con los aldeanos. Un informe de 2003, realizado por Human Rights Watch, documenta la intimidación y la violencia contra los habitantes de las zonas aledañas a las plantaciones de APP. Un aldeano dijo a Human Rights Watch: “A menudo escuchábamos acerca de personas arrestadas o desaparecidas. Entonces cuando llegaron con sus armas, lo que hicimos fue mantener la boca cerrada.” La compañía impuso un monocultivo de opiniones, así como monocultivos de árboles de crecimiento rápido.

Ha habido varios informes acerca de que APP planea expandir sus operaciones a Camboya y Vietnam. En 2004, APP hizo sentir su poco atractiva presencia en Camboya a través de una empresa llamada Green Elite. La compañía planeaba establecer una plantación de 18.300 hectáreas de acacias dentro del Parque Nacional de Botum Sokor. Green Elite fue expulsada del país, pero no antes de haber talado varios miles de hectáreas de bosque de melaleuca y de haber comenzado a construir un aserradero.

En 2007, Green Elite obtuvo autorización para establecer 70.000 hectáreas de plantaciones de árboles de crecimiento rápido en la provincia de Nghe An, en Vietnam. Una subsidiaria de Green Elite, InnoveGreen Nghe, se encarga del negocio de la plantación. Las plantaciones están avanzando e InnoveGreen planea establecer un total de 349.000 hectáreas de plantaciones industriales de árboles en seis provincias de Vietnam.

Una empresa llamada Golden One Company que, según se ha informado, está vinculada a APP, pretende establecer plantaciones industriales de árboles en Laos. La compañía planea abarcar aproximadamente 12.000 hectáreas en el distrito de Samuoi, provincia de Salavan, aunque se desconoce la situación exacta de la concesión que le han otorgado para la plantación.

El mastodonte del caucho

En años recientes, enormes extensiones de tierra fueron convertidas en monocultivos de caucho en China, Laos, Tailandia, Vietnam, Camboya y Birmania. Según un artículo publicado en 2009 en la revista Science, gran parte de la expansión en China adujo ser promovida como una alternativa a los sistemas de tala y quema. Los gobiernos ven a menudo esta práctica agrícola como “un sistema destructivo que provoca la pérdida y la degradación de los bosques,” y han fomentado activamente su reemplazo por plantaciones. Irónicamente, esto se hace en nombre de la “reforestación” aunque, aparte de la presencia de árboles, los monocultivos resultantes poco tienen en común con los bosques.

Los autores del artículo publicado en la revista Science, Alan Ziegler de la Universidad Nacional de Singapur y sus colegas, calculan que 500.000 hectáreas de bosque montañoso en los cinco países han sido convertidas en plantaciones de caucho.

Los autores sostienen que los monocultivos de caucho resultantes podrían generar graves impactos ambientales, en especial la pérdida de biodiversidad, la reducción de reservas de carbono, la contaminación y la degradación de los recursos hídricos locales. Ziegler está realizando actualmente más investigaciones con los científicos locales de Tailandia y Camboya acerca del impacto de las plantaciones de caucho sobre los flujos de carbono y el agua. El gran aumento de la demanda de caucho y de los precios del mismo provocó la expansión de los monocultivos de caucho. En 2009, las exportaciones de caucho aumentaron en un 36 por ciento. Las empresas vietnamitas planean establecer 200.000 hectáreas de plantaciones de caucho en Birmania.

Plantando alimentos en monocultivos

Entre 2006 y 2008, los precios internacionales de los alimentos se dispararon. Hubo varias razones. El aumento del precio del petróleo fue una de ellas. Otra fue la demanda de cultivos alimenticios para biocombustible. Otra fue que los especuladores financieros de Goldman Sachs y otros bancos se retiraron de los derivados en hipotecas de alto riesgo y volcaron el dinero en derivados de alimentos, empujando con la especulación al alza del precio de los mismos.

Pero hay otra razón para el aumento de los precios de los alimentos, y ésta se encuentra en los arrozales de Vietnam. Dicho país es el tercer exportador de arroz del mundo. Una epidemia de enfermedades y plagas afectó los cultivos de arroz de Vietnam, cortando el suministro de arroz al mundo.

Una vez más, los monocultivos son el problema. Una agricultura menos intensiva es mucho menos vulnerable a las plagas y las enfermedades que la agricultura en régimen de monocultivo. En 1993, Vandana Shiva advirtió acerca de los problemas de las plagas en los monocultivos advirtiendo que al haber destruido la diversidad, el mecanismo de la naturaleza para controlar las plagas, las semillas “milagrosas” de la Revolución Verde se transformaron en mecanismos para alimentar nuevas plagas y crear nuevas enfermedades.

¿Monocultivos “sustentables”?

Gran parte de la respuesta del movimiento ambientalista respecto a los monocultivos ha consistido en exigir algo llamado “sustentabilidad”. Por ejemplo, a comienzos de este año, el WWF estableció un “Proyecto de plantaciones de nueva generación”, a través del cual trabajará con empresas productoras de papel y celulosa para promover monocultivos que estén “bien manejados y ubicados adecuadamente” y que “puedan contribuir positivamente al desarrollo sostenible.” El WWF ayudará a una de las compañías implicadas, Stora Enso, a expandir en 160.000 hectáreas sus controvertidas plantaciones en China. Las plantaciones ya existentes de Stora Enso en China generaron una serie de disputas territoriales y violencia contra un abogado representante de los agricultores locales.

Esta extraña palabra, “sustentabilidad”, ha devorado a gran parte del movimiento ambientalista, convirtiendo a los activistas en ejecutivos de cuello y corbata que se pasean de una fiesta de negocios a otra.

Tenemos el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), cuyo presidente trabaja para Shell y que cuenta entre sus 200 empresas afiliadas algunos dechados de virtudes ambientales como Sappi, Mondi, Stora Enso, Weyerhaeuser, MeadWestvaco, Veracel y Fibria (como actualmente se llama a Aracruz Celulose). El WBCSD tiene un proyecto de “Industria de productos forestales sustentables” cuya “fuerza conductora” es “encontrar caminos para manejar en forma sustentable los bosques a fin de cubrir las necesidades de seis mil millones de personas en este momento – nueve mil millones para 2050 – de productos de papel y madera, energía renovable y neutral en cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero, servicios de los ecosistemas y medios de vida saludables.” Aquí vemos el significado de desarrollo sustentable: más producción a partir de (y por ende más destrucción de) los bosques del mundo. Y más plantaciones industriales de árboles.

El mito del aceite de palma “sustentable”

Luego tenemos la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO por su nombre en inglés), que fue establecida por el WWF y varias empresas productoras de aceite de palma. Un video promocional publicado en el sitio web de la RSPO pregunta: ¿Qué prácticas de sostenibilidad fomenta la RSPO?” Las respuestas son reveladoras. Plantación de variedades de cultivos de alto rendimiento. Utilización de búfalos para transportar los racimos de fruta cosechados, “reduciendo así el uso de energía obtenida de combustibles fósiles”. Manejo de los desechos en la planta procesadora. Control integrado de plagas. Cultivo de leguminosas para agregar nitrógeno al suelo. Cero replantación por quema. Procesos de extracción eficientes en consumo de energía, en especial la conversión de desechos en biocombustible y biogás. Defensa de la seguridad en el trabajo y suministro de servicios de salud adecuados. Promoción de la protección de la biodiversidad. Apoyo a las comunidades locales y a la educación de los niños.

Estas son cosas que la industria del aceite de palma debería hacer de todas formas. Pero la hipocresía de las dos últimas frases es sorprendente. La industria con mayor responsabilidad por la destrucción de los bosques de Malasia e Indonesia y de los medios de vida de miles de lugareños e indígenas ahora reclama estar promoviendo la protección de la biodiversidad y apoyando a las comunidades locales. Sería bueno si fuera cierto, pero no lo es.

Volvamos al video. Mientras la cámara recorre un monocultivo de palma aceitera, el presentador nos dice con toda calma:

“Mientras otras industrias agrícolas buscan soluciones ecológicas superficiales, resulta claro para muchos que el aceite de palma sostenible podría ser un esfuerzo histórico y revolucionario que serviría de faro para la esperanza y la inspiración.”

Varias ONG (no de la clase de cuello y corbata, me apresuro a agregar) han trabajado duro para asegurar que la RSPO fije estándares rigurosos. Hay un Protocolo de Certificación, un Código de Conducta, y Principios y Criterios que incluyen los derechos de los pueblos indígenas y el derecho al consentimiento libre, previo e informado.

Sin embargo, los abusos continúan. En junio de 2010, cientos de pequeños productores de palma aceitera protestaron en Riau, Sumatra, contra la forma en que PT Tri Bakti Sarimas, miembro de la RSPO, había faltado a sus promesas de devolver la tierra a los agricultores. Durante la protesta, un oficial de la Brigada Móvil de Policía mató de un tiro a una manifestante. Varios otros manifestantes resultaron heridos o fueron arrestados.

Tal vez la mayor falla de la RSPO es que no se ocupa de la constante expansión de la industria. La ONG SawitWatch calculó que la industria planea expandir sus plantaciones en Indonesia en un total de 26,7 millones de hectáreas.

Hay una contradicción inevitable en el hecho de describir como “sustentable” cualquier producto que se cultiva en vastos monocultivos. Pero con la palma aceitera en el sudeste asiático no hay otro camino, como lo explica Marcus Clochester del Forest Peoples Programme, en un informe reciente titulado “ Palm oil and indigenous peoples in South East Asia”:

“La máxima producción con la menor cantidad de tierra requiere monocultivos de palmas plantadas a intervalos regulares. Como el aceite que se encuentra en los pesados racimos de frutos frescos y maduros pierde rápidamente su calidad, los productores deben poder llevar dichos frutos en un máximo de 48 horas a una planta donde se extraerá y estabilizará el aceite. Esto significa que los agricultores necesitan acceso rápido a los caminos, los cuales a su vez requieren mantenimiento.”

Ya sea que la plantación pertenezca a una empresa o que sea manejada en pequeñas propiedades, se necesitan grandes superficies de monocultivos para mantener en funcionamiento la fábrica de aceite de palma. Colchester calcula que serían entre cuatro y cinco mil hectáreas por fábrica.

Los vastos monocultivos han destruido el hábitat de los elefantes, tigres, orangutanes y muchas otras especies. También han provocado graves violaciones a los derechos humanos, que fueron documentadas en una serie de informes realizados por diversas ONG durante los últimos seis años. “La adquisición de tierras en pequeña o gran escala viola los derechos de los pueblos indígenas a su propiedad,” escribe Colchester. “Sus tierras están siendo expropiadas sin compensación y sin el debido pago.” La Administración nacional de tierras de Indonesia sostiene que hay alrededor de 3.500 disputas territoriales en el país.

Carbono: ¿un nuevo monocultivo?

En mayo de 2010, los gobiernos de Indonesia y Noruega firmaron una carta de intención sobre un acuerdo de deforestación evitada por mil millones de dólares. Como parte de ese arreglo, el gobierno indonesio anunció una moratoria de dos años de toda nueva concesión en los bosques o los pantanos de turba. Pero el gobierno no aclaró en qué consistía realmente esa moratoria. Algunos funcionarios dicen que se aplicará a unos 26,7 millones de hectáreas como mínimo, en las cuales la industria del aceite de palma planea extender sus plantaciones. Agus Purnomo, jefe del Consejo Nacional sobre el Cambio Climático de Indonesia, dijo a Reuteurs que al menos una parte del dinero de Noruega se destinaría a compensaciones para las empresas plantadoras cuyas concesiones serían canceladas. “Cuando se retira un permiso, cuando se anula algo, hay dinero de por medio”, dijo. Otros funcionarios declararon que la moratoria no se aplicaría a las concesiones existentes. Si es así, no tendrá impacto alguno sobre la deforestación en Indonesia, ni siquiera durante los dos míseros años que durará.

Las negociaciones internacionales sobre la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques (REDD) podrían incluso llevar a que se eliminen aún más bosques y se drenen más pantanos para dedicarlos a monocultivos en Indonesia. Según publicó Reuters en agosto de 2010, Wandojo Siswanto, consejero especial del ministro de silvicultura, habría dicho que “si hay acuerdo en torno a REDD, podríamos presentar nuestras plantaciones de palma aceitera para participar en eso”. Y agregó: “Creo que bastaría decir que las plantaciones de palma aceitera podrían mitigar el cambio climático secuestrando carbono, por la característica de los árboles”. También dijo que las plantaciones existentes o planeadas para tierras degradadas podrían ser candidatas para la obtención de créditos de carbono.

El problema, como el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales y otros lo han señalado hasta el cansancio, es que las Naciones Unidas no reconocen que las plantaciones no son bosques. En el extraño mundo de las negociaciones de la ONU sobre el cambio climático, la actual definición de bosques no distingue los bosques nativos de los monocultivos de árboles.

Incluso si el sistema REDD funciona como corresponde y logra evitar la deforestación en vez de estimular la expansión de las plantaciones, siguen existiendo riesgos. Está emergiendo una nueva forma de silvicultura “científica”, según la cual los expertos enseñan a las comunidades locales a manejar los bosques como depósitos de carbono. Los conocimientos sobre el bosque y su manejo que poseen dichas comunidades deben adaptarse a la nueva economía del carbono. Los bosques podrían convertirse en monocultivos de carbono y existir con el único fin de producir créditos de carbono para sacar del atolladero a los países del Norte que no reducen sus emisiones de gases de efecto invernadero. La productividad (en créditos) aumentaría quizás, como en todo monocultivo, pero podría disminuir lo que las comunidades locales consideran productividad.

Obviamente, los pueblos indígenas y las comunidades locales no están tomando esto pasivamente. Muchos de ellos están exigiendo que todo acuerdo internacional sobre REDD incluya plenamente sus derechos. Su mensaje es claro: “Sin derechos no hay REDD”.

En abril de 2009, más de 400 pueblos indígenas se reunieron en Anchorage, Alaska, en la Cumbre Mundial de Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático, y produjeron la Declaración de Anchorage, en la que rechazan específicamente el comercio del carbono y las compensaciones forestales como falsas soluciones del cambio climático. Sobre REDD, la declaración dice:

“Todas las iniciativas bajo el esquema de Reducción de Emisiones por la Deforestación y Degradación (REDD) deben reconocer e implementar los derechos humanos de los pueblos indígenas, y tomar en cuenta la seguridad de la tenencia de la tierra, su propiedad, el reconocimiento de la titularidad según usos, costumbres y leyes tradicionales, así como los múltiples beneficios del bosque para el clima, los ecosistemas y los pueblos, antes de tomar acción alguna.”

Otros se oponen de plano al sistema REDD. La Vía Campesina, un movimiento internacional de campesinos y pequeños agricultores que cuenta unos 300 millones de miembros, declara que “la iniciativa REDD+ debe ser rechazada”. Los pueblos indígenas reunidos en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, organizada en abril de 2010 en Bolivia, declararon: “Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y sus versiones + y ++, que está violando la soberanía de los Pueblos y su derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como a la soberanía de Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza.” En agosto de 2010, el Foro Social de las Américas rechazó el plan REDD:

“Denunciamos que los gobiernos de los países del Norte geopolítico, antes que pensar en enfrentar los graves efectos del cambio climático, están buscando evadir su responsabilidad y desarrollar nuevos mecanismos de mercado de carbono para hacer más ganancias, como el de ‘Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación’ (REDD), que promueve la mercantilización y privatización de los bosques y la pérdida de soberanía sobre los territorios. Rechazamos tales mecanismos.”

WRM - Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales

Secretariado Internacional

Ricardo Carrere

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Montevideo 11200, Uruguay

Tel: +598 2 413 2989

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Temas: Monocultivos forestales y agroalimentarios

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