Los países ricos cambian de opinión

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A sólo unos días del inicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible en Río de Janeiro, los gobiernos están lejos de haber acordado qué decir en una declaración o plan de acción. Todavía no se han puesto de acuerdo en la mayoría de los temas y los países ricos dan marcha atrás en los principios y compromisos originales realizados hace veinte años.

 

En la reunión final para organizar la conferencia que se realizó la semana pasada en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York se lograron algunos avances, pero no fue suficiente.

 

En la última declaración preliminar, de un total de trescientos veintinueve párrafos se acordaron solo setenta. Sobre el resto hay opiniones diferentes que deben ser zanjadas cuando los delegados se reúnan nuevamente el 13 de junio en Río de Janeiro.

 

Los dirigentes políticos se reunirán del 20 al 23 de junio para lo que se ha denominado la cumbre de Río+20, señalando el vigésimo aniversario de la histórica Cumbre de la Tierra de 1992, también celebrada en Río de Janeiro. Se espera que asistan más de cien jefes de Estado y de gobierno, lo que la convierte en la conferencia internacional más importante de este año.

 

Río+20 se celebrará en medio de una crisis financiera mundial, creciente desempleo y agravamiento de los problemas ambientales, en especial incremento de las inundaciones, por un lado, y mayor escasez de agua, por el otro, pérdida de la biodiversidad, inseguridad alimentaria y cambio climático.

 

Todo esto es parte de la crisis del desarrollo sustentable y sus tres dimensiones: la económica, la social y la ambiental.

 

Lamentablemente la cumbre llega en una época en que los países desarrollados y en desarrollo parecen cada vez menos capaces de llegar a un entendimiento común en temas y principios clave.

 

Surgieron grandes diferencias en los tres temas nuevos que trata la conferencia: el concepto de la economía verde, cómo definir los objetivos de desarrollo sostenible y qué nuevo marco institucional crear para dar lugar a las futuras actividades sobre desarrollo sostenible. Pero lo que preocupa aún más es que los países desarrollados intentan eliminar o diluir los principios acordados en Río hace veinte años, y retroceder en los compromisos que hicieron de ayudar a los países en desarrollo a través de la transferencia de tecnología y financiamiento con miras a que implementen el desarrollo sustentable.

 

Es por eso que la división Norte-Sur no gira solo en torno a cuestiones específicas sino que también se da a un nivel profundo, en los fundamentos sobre los que se erigen las bases de la cooperación internacional de las últimas décadas. Ellas incluyen el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y los compromisos de transferencia de tecnología y financiamiento.

 

El principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas fue uno de los Principios de Río adoptados en 1992. Se acordó que todos los países tienen la responsabilidad común de proteger el ambiente, pero también responsabilidades diferenciadas porque los países ricos deben cumplir un papel preponderante debido a que fueron quienes más contribuyeron a la crisis ambiental y también por sus mejores condiciones económicas.

 

Lo que están atacando es el principio básico. En las últimas negociaciones Estados Unidos dejó en claro que no puede aceptar el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Donde quiera que se mencione el término, pretende que se borre.

 

Casi todos los países desarrollados utilizan la excusa de que los principios de Río no deben tomarse por separado y que alcanzaría con una referencia general al conjunto de principios. Esto está causando una gran preocupación a los países en desarrollo, agrupados en el Grupo de los 77 y China. Para ellos la reafirmación clara del principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, en particular, y de los principios de Río en general, es el punto más importante que debe proclamar Río+20. De lo contrario sería un gran retroceso con respecto al Río original.

 

El segundo problema grave es la marcha atrás de los países desarrollados con respecto a su compromiso de transferir tecnología a los países en desarrollo.

 

En la declaración preliminar, en la sección de transferencia de tecnología, Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Australia no quieren que en el título haya siquiera una referencia a la transferencia de tecnología.

 

El título original del texto elaborado por los copresidentes de la reunión es “Desarrollo y transferencia de tecnología”. Estados Unidos, apoyado por Canadá y Australia, quiere borrar la palabra “transferencia” y cambiar el título a “Ciencia, innovación y desarrollo de la tecnología”. La Unión Europea también quiere un título nuevo: “Investigación, Innovación y Desarrollo tecnológico”. Éste es el indicio más claro de la intención de liquidar el concepto, y mucho más aún de la falta de voluntad de mantener el compromiso para con la transferencia de tecnología.

 

Sin embargo, todavía quedan algunos días de negociación y cabe una mínima oportunidad de que pueda haber un cambio en el corazón mismo de Río.

 

Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.

 

Fuente: Red del Tercer Mundo

Temas: Economía verde

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