Una Biofábrica Escuela para la agroecología bonaerense

Idioma Español
País Argentina

Docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLP validan el conocimiento campesino y elaboran los biopreparados que permiten fortalecer la transición agroecológica en el cordón flori-horticola de La Plata. Recibieron la primera habilitación del Registro de Biofábricas provincial y son referencia para formalizar una red de producción de bioinsumos frente al avance “verde” del agronegocio.

"El biopreparado es imprescindible en las primeras etapas de la transición agroecológica. Si no hay biofábricas presentes en los territorios, si los biopreparados no están disponibles, lo más probable es que el productor se quede con lo convencional”, afirma Guillermina Ferraris, ingeniera agrónoma y coordinadora de la Biofábrica Escuela, espacio creado en 2019 por la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Desde la Biofábrica se trabaja y construye conocimiento junto a los productores de la agricultura familiar del cordón hortícola platense.

La Biofábrica Escuela se transformó, en febrero pasado, en la primera en recibir la habilitación formal de la provincia de Buenos Aires para la producción, distribución y comercialización como parte del Registro de Biofábricas (ReBio). El próximo objetivo es asistir para su registro y formalización a unas 30 biofábricas que, según Ferraris, ya producen sus preparados para la producción agroecológica en el Gran La Plata.

La Biofábrica Escuela fortaleció su rol como aliado, desde la universidad pública, de la transición agroecológica de los productores del cordón hortícola plantense. Juntos logran fortalecer la transición agroecológica y romper con la dependencia a los insumos dolarizados de las empresas de biocidas y fertilizantes químicos del agronegocio. En un contexto en el que, en su primer año de gestión, el gobierno de Javier Milei derogó  la normativa del Senasa que permitía la comercialización de biopreparados a nivel nacional. Mientras que, en el ámbito internacional, avanzan las estrategias  green washing o maquillaje verde empresarial en la elaboración de bioinsumos.

La primera biofábrica habilitada en la provincia de Buenos Aires

La habilitación de la Biofábrica de la UNLP fue entregada por el ministro de Desarrollo Agrario, Javier Rodríguez, en acuerdo a la Resolución 214 de esa cartera provincial que, en abril de 2023, reguló la elaboración de biopreparados. Reconocidos como "sustancias y mezclas de origen vegetal, animal o mineral presentes en la naturaleza que presentan propiedades bioestimulantes/bioenraizadores, biofungicidas, bioinsecticidas o biorepelentes/biofertilizantes".

La Biofábrica Escuela está ubicada en el predio de la Estación Experimental Julio Hirschhorn perteneciente a la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, ubicado en calle 66 y 167, en las afueras de la La Plata. El equipo está compuesto por técnicos, docentes y estudiantes que trabajan desde el 2011, mucho antes de la formalización del espacio, en el acompañamiento a los procesos de transición agroecológica de los productores de la agricultura familiar del periurbano platense.

Actualmente, abastece a 300 unidades productivas, en todo el cordón de producción hortícola y florícola del Gran La Plata, uno de los más importantes del país. Y también provee a otros tipo de producción, como viñedos en Berisso y hasta experiencias ganaderas en Magdalena y Punta Indio. Han llegado a abastecer con sus biopreparados a otras localidades de la provincia como Luján, el Partido de la Costa y productores de trigo del sudeste bonaerense.

Silvio Pérez es segunda generación de floricultores e integrante de la asociación Floricultores Nueva Generación, que producen en el norte del cordón del Gran La Plata (en las localidades de Arturo Seguí, Gorina y Abasto). Estos productores aplican biopreparados en sus cultivos de rosas desde hace cinco años y Pérez asegura que "la calidad del producto mejora un montón el largo de los tallos, la cantidad de brotes y los pétalos".

En la floricultura como la hortícultura el común denominador es el uso de biocidas, agrotóxicos, pero la organización de floricultores comenzó a utilizar biopreparados; en principio por una cuestión económica: "Nos ahorramos un 40 por ciento en costos de producción y como la calidad de las flores mejoró hay más salida en el mercado", valora Pérez. Aplica en sus cultivos purín de ortiga (fertilizante y estimulante de crecimiento), supermagro (nutriente de amplio espectro), cola de caballo (fungicida e insecticida) y sulfocálcico (fungicida y acarcida) de la Biofábrica Escuela.

“A veces cuando te pasas con alguno medio fuerte como el jabón potásico, podés echar a perder la producción. Por eso nos hace falta un lugar para que podamos experimentar y que no sea en nuestros propios invernáculos”, valora Pérez. Es que este aspecto fue puesto en práctica por la biofábrica de la Facultad de la UNLP, desde 2021, cuando acordó con el Ministerio de Desarrollo Agrario la realización de ensayos en las Chacras Experimentales en Carhué, Mercedes, Gorina y El Pato.

Los precios de los biopreparados a los productores van desde 7000 a 15.000 pesos y se distribuyen en bidones de hasta cinco litros. El producto es concentrado y debe diluirse del cinco al diez por ciento por litro de agua para aplicar en riego o por aspersión. El equipo de la Biofábrica Escuela, compuesto actualmente por tres docentes y cinco estudiantes, elabora entre 200 y 400 litros por semana con un stock acumulado de hasta seis meses, tiempo de vida útil de un biopreparado.

Si bien el proceso de elaboración de los biopreparados es a partir de fermentación, decocción y macerado de vegetales y sales minerales, que pueden realizarse de forma artesanal, con cultivos o residuos orgánicos que los productores tienen en sus quintas, la elaboración tiene sus tiempos y no todos los productores cuentan con todos los elementos. Entonces, el abastecimiento por parte de la Biofábrica Escuela se transforme en una clave. Incluso, desde el espacio se lograron organizar compras colectivas de concentrado de ajo (materia prima para varios preparados) o tierra de diatomeas (fertilizante y fungicida) al proveedor mayorista.

Más allá de lo producido, ahora con permiso formal para su distribución en toda la provincia, la otra tarea relevante del espacio es la construcción de conocimiento, a partir del intercambio de experiencias y saberes, junto a los pequeños productores desde aquellos que tienen su pequeña biofábrica en la quinta a los que están organizados en la  Federación Rural o el Consultorio Técnico Popular nacido dentro de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT).

Ese trabajo en territorio le permite estimar a Ferraris que, en los últimos años, se han construido alrededor de 30 biofábricas en la provincia y muchas de ellas van en busca de la habilitación en el ReBio. "Ahora estamos más focalizados en acompañar los procesos de habilitación de otras biofábricas que en elaborar nuevos insumos", señala.

De biopreparados a bioinsumos, del maquillaje verde y la tecnología de la dependencia

El 17 de julio de 2024, un año antes de que se habilite la Biofábrica de la UNLP, el gobierno nacional derogó la  Resolución 1003/23 de Senasa, que regulaba la comercialización de biopreparados de escala artesanal en todo el país. Establecía un marco regulatorio construido con organizaciones de la agricultura familiar campesina e indígena, cooperativas y Pymes. “La normativa era espectacular”, recuerda Ferraris.

Se trataba de una demanda histórica del sector campesino y cooperativo para poder escalar la producción de las biofábricas y lograr independizarse del paquete tecnológico que ofrecen las empresas del agronegocio. La normativa contempla, entre otras cosas, que los especificidades técnicas de los biopreparados autorizadas no fueran confidenciales, lo que permitía, según explica Ferraris, "evitar que una empresa patentara un biopreparado y, después, un productor terminara pagando una patente cada vez que quiere elaborar un purín de ortiga. Tal como sucede con las semillas”.

A la par que se eliminó la resolución que daba un marco para escalar la producción de biopreparados, el gobierno nacional dejó vigente la  1004/23, que se ocupa de la regulación de los bioinsumos, con el aval de la Cámara Argentina de Bioinsumos y la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe, que reúne a las grandes empresas de agrotóxicos). La  diferencia entre "biopreparados" y "bioinsumos" marca la diferencia del modelo industrial de producción más que el objetivo de la sustentabilidad ambiental.

En los últimos años la venta de bioinsumos por parte de las grandes empresas del agronegocio (como Bayer, Corteva o Syngenta) crecieron exponencialmente, dado el cuestionamiento a nivel mundial de los métodos de producción convencionales. Son las mismas empresas sancionadas por uso de agrotóxicos las que ahora ofrecen una “línea verde” como opción para el control de plagas.

La estrategia del green washing (maquillaje verde) en las empresas cumple la función de no bajar ventas y amoldarse a las demandas que la sociedad y el mercado imponen. Sin embargo, la lógica sigue siendo la misma: la tecnología de la dependencia, que el productor compre sus insumos. En este punto, Ferraris marca que la composición de los bioinsumos hay algo clave: micro o macro organismos foráneos, que no se adaptan nunca a los suelos locales. “Las empresas prefieren traer componentes biológicos de afuera que desarrollar tecnologías nativas. En cambio, si nosotros trabajamos con microorganismos autóctonos se van a instalar y no va a ser necesario la incorporación de insumos todos los años”, señala.

Los equipos de la Biofábrica también hacen investigaciones en los laboratorios de la UNLP y a futuro esperan producir bioinsumos. “Son tecnologías excelentes, la cuestión es quién y cómo se producen”, marca Ferraris y agrega: “No puede ser que el productor tenga que ir a comprar bioinsumos con microorganismos que vengan de Europa, cuando nosotros tenemos laboratorios dentro de la facultad, que hace tres décadas vienen estudiando cepas nativas, y saben cómo reproducirlas”.

Generalmente las grandes empresas cuentan con las patentes de sus fórmulas para la obtención de bioinsumos y componentes vivos extraídos de otros países, una práctica que es fomentada en el actual contexto con la quita de barreras para el ingreso de fitosanitarios ( Resolución 694/2024). “Les conviene traer la patente acá, que inscribir una formulación nueva en base a organismos autóctonos”, insiste Ferraris.

Cuando la universidad hace agroecología

La agroecología se consolidó como alternativa a un modelo hegemónico de producción y consumo, pero además como forma de independizarse de un paquete tecnológico que al mismo tiempo crea la necesidad de la producción intensiva y la explotación de la tierra para el pago del arrendamiento, la salida que encuentran la mayoría de las familias productoras del cordón hortícola platense.

Ferraris sostiene que el biopreparado es imprescindible en las primeras etapas de la transición agroecológica. Si no hay biofábricas presentes en los territorios, o los biopreparados no están disponibles, lo más probable es que el productor se quede con lo convencional. Pero no solo la sustitución de insumos alcanza para afianzar el sistema de producción agroecológico. Es necesario garantizar circuitos de venta diferenciales para que las producciones de las familias tengan otro valor que en el circuito convencional, donde entregan su producción con precios “a culata del camión”, como le dicen los quinteros al precio que les pagan los camiones de intermediarios para llevar su producción a los mercados de abasto.

La UNLP acompaña hace años la transición desde todos sus frentes a partir de  ferias agroecológicas en las facultades, una comercializadora de productos locales denominada  La Justa y la Biofábrica Escuela, que marca la validación de los conocimientos campesinos y la perspectiva de un desarrollo científico y tecnológico aplicado a la agricultura familiar. “Hemos probado distintos bioinsumos que nos proveen empresas, cada vez que vienen a experimentar a las quintas, y es mucho mejor la calidad de los productos de la Biofábrica”, asegura Pérez, productor de la asociación Floricultores Nueva Generación.

Fuente: Agencia Tierra Viva

Temas: Agroecología, Nuevos paradigmas

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