“La semilla es vida, no es mercancía”
Con esa consigna el Movimiento Agroecológico de La Plata realizó el martes 2 una jornada de difusión en la Plaza Moreno con el objetivo de alertar a la población acerca de los peligros del modelo productivo del agronegocio y promover la agroecología como una alternativa para garantizar la soberanía alimentaria.
La actividad, convocada para las 18:30 horas en la emblemática plaza de la cuidad de La Plata, se dio en el marco de la llamada “ronda de los martes” que el Movimiento Agroecológico local viene realizando desde el 26 de febrero pasado, cuando decidieron sumarse a la iniciativa planteada por la Coordinadora Provincial por una vida sin Agrotóxicos en Entre Ríos Basta es Basta.
Se trata de encuentros semanales de protesta y concientización acerca del uso de agrovenenos y sus consecuencias en la salud de los pueblos. En este sentido, Juan Martín Sánchez, integrante del Movimiento Agroecológico de La Plata, explicó: “la ronda de los martes la inicia la coordinadora Basta es Basta en Entre Ríos reclamando por todas las catástrofes y genocidios a partir del uso de agrotóxicos, que han contaminado el ambiente y eso ha traído enfermedades como cáncer, malformaciones y otras no transmisibles. Empezaron rondando inspirados e inspiradas en las Madres de Plaza de Mayo, reclamando que cambie el modelo de los agronegocios”. La modalidad se replica en varias ciudades y pueblos del país, sobre todo aquellos afectados por las fumigaciones.
Frente al sistema contaminante que se denuncia en “la ronda de los martes”, diversas organizaciones, entre las que se encuentra el Movimiento Agroecológico de La Plata, plantean la necesidad de virar hacia un modelo agroecológico de producción de los alimentos, que sea libre de venenos y que mejore la calidad de vida de productores, productoras y de los pueblos en general. “La producción agroecológica no usa semillas enfermas como las que comercian hoy en día las corporaciones, que venden una semilla (transgénica) que necesita sí o sí fertilizantes y agrotóxicos. La agroecología usa semillas criollas, nativas. Combina distintos cultivos, generando una cooperación mutua entre las plantas que hace que no se enfermen tan fácilmente y se aboca al cuidado del suelo”, comenta Juan Martín en relación a este punto.
El horizonte hacia el que las organizaciones agroecológicas desean avanzar es una reforma agraria integral que garantice la soberanía alimentaria: que sea cada pueblo quién decida, junto a sus productores y productoras, sobre las políticas agrarias, priorizando la producción local y el acceso a la tierra y las semillas para aquellos que producen.
En un extremo diametralmente opuesto a estos objetivos se encuentra la modificación de la actual Ley de Semillas (20.247) que impulsa el gobierno de Cambiemos junto a multinacionales del agronegocio transgénico. Esta reforma intenta imponer el derecho de propiedad intelectual sobre las semillas, lo que implica ignorar el trabajo desarrollado durante siglos por comunidades indígenas y campesinas, promoviendo la apropiación de semillas criollas y nativas por parte de las corporaciones.
Según Juan Martín, de aprobarse esta modificación “sería ilegal producir tus propias semillas, volver a sembrarlas, intercambiarlas, regalarlas. Y por cada vez que uses la semilla deberías pagarles regalías a las empresas, atándote a estar toda tu vida pagándole a una empresa que lo único que hace es contaminar la semilla”.
Si bien ha habido intentos por transformar la ley 20.247 anteriormente, en noviembre del 2018 la iniciativa obtuvo dictamen de comisión y podría ser tratada en la Cámara de Diputados durante el 2019.
La puja entre estos dos modelos de producción es una problemática que nos interpela como sociedad. La semilla es la base de nuestra alimentación y de ella depende, en gran medida, nuestra calidad de vida y nuestra salud. Así, el debate agronegocio vs. agroecología nos exige una reflexión profunda que nos alerte sobre los peligros de dejar un elemento tan esencial como la semilla en manos de multinacionales que sólo buscan enriquecerse a costa de nuestro bienestar.
Fuente: ANRed