¿Cómo puede el acuerdo MERCOSUR-Unión Europea impactar la vida de las mujeres?
En la Columna Aromas de este mes de marzo, las mujeres refuerzan asimetrías históricas, amenazan los derechos de las mujeres y aumentan los impactos socioambientales del acuerdo MERCOSUR-Unión Europea.
El acuerdo entre el bloque MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y la Unión Europea (UE, actualmente con 27 países) comenzó a diseñarse en la década de 1990, sin ocultar su “ADN” neoliberal, que en Brasil ya marcaba el tono de muchas políticas.
Las negociaciones de este acuerdo se llevaron a cabo en secreto y con exclusión de la participación popular durante los más de 20 años que duró su elaboración. En este largo período de tiempo, muchos años estuvieron estancados en las negociaciones, y los términos del acuerdo presentado en 2019 se definieron esencialmente durante los gobiernos de Jair Bolsonaro, en Brasil, y Mauricio Macri, en Argentina.
A partir de este texto, el equipo diplomático del gobierno de Lula propuso revisar algunos aspectos, pero que no cambian la esencia de la estructura neocolonial del acuerdo. En este sentido, es urgente comprender la magnitud de las violaciones sociales previstas y también analizar los impactos diferenciados sobre los sujetos, específicamente, la amenaza a los derechos de las mujeres, especialmente de las mujeres del campo, de las aguas y de los bosques.
El pilar comercial del acuerdo reitera asimetrías históricas, pues establece aranceles externos desfavorables a los pueblos sudamericanos, privilegiando el antiguo intercambio de bienes minerales y agrícolas, producidos por el MERCOSUR, por bienes industrializados provenientes de Europa, como vehículos, maquinarias y pesticidas.
La liberalización de los derechos aduaneros² resulta ser un instrumento geopolítico de Europa, que busca otros mercados frente al predominio de las economías china y estadounidense. Esto se traduce, en los territorios latinoamericanos, en una demanda de expansión de la frontera agroindustrial y minera sobre los biomas y territorios ocupados por los pueblos de las aguas, el campo y los bosques.
Además, los impactos de esta relación colonialista fueron analizados por investigadores de la Universidad de Boston (2021)³, y los resultados del estudio apuntan a la profundización de la desindustrialización y el desempleo en los países del MERCOSUR, situación que agrava la desigualdad y la inseguridad social, política y alimentaria. Así, la especialización en la exportación de materias primas coloca a los países del Atlántico Sur en una condición de vulnerabilidad y dependencia tecnológica.
Este escenario, propiciado por los tratados de libre comercio, impone una serie de vulneraciones y retrocesos a importantes logros alcanzados por las mujeres, quienes en tiempos de crisis laboral son las primeras en ser despedidas de las empresas. En el campo, la voracidad del extractivismo y el agronegocio y su consecuente potencial de degradación de la naturaleza favorecen la contaminación y las enfermedades en las comunidades, sobrecargando a las mujeres con las demandas del trabajo reproductivo. Además, el desplazamiento forzado de poblaciones enteras para dar paso a megaproyectos ignora a las mujeres como sujetos políticos en el proceso de negociación de compensaciones.
Sin embargo, el vector de resistencia reside en las mujeres. ¡Organizan reuniones comunitarias, promueven capacitaciones y ocupan las calles! Fueron las mujeres quienes jugaron un rol importante en las luchas que llevaron a la suspensión del proyecto imperialista del ALCA –Área de Libre Comercio de las Américas- en 2005, en Mar del Plata, y siguen impulsando la lucha contra el capital.
En el contexto actual, el acuerdo MERCOSUR-Unión Europea se encuentra en la fase de revisión jurídica del texto, antes de ser traducido. ¡El acuerdo aún no se ha firmado! Para ser firmado, necesita ser votado por el Parlamento Europeo y autorizado por el Consejo de la UE (requiere el apoyo de 15 países que representen el 65% de la población de la Comunidad). Con estos pasos completados se obtendría la autorización para firmar el acuerdo.
¡Pero no sin resistencia!
Las mujeres seguimos marchando, denunciando la violencia y los crímenes ambientales, luchando contra el saqueo de los bienes comunes, contra la firma y ratificación de acuerdos que, como éste, siguen llenando las galeras del Norte global con nuestras riquezas a costa de la masacre de los pueblos. ¡Las mujeres seguimos en lucha permanente, reivindicando una vez más la bandera de la soberanía popular!
Notas:
² Los derechos de aduana son impuestos que gravan el movimiento de bienes y capitales a través de las fronteras de un país. Se cobran en la aduana y tienen como objetivo proteger la economía nacional y obtener ingresos fiscales.
³ “Evaluación del impacto de la sostenibilidad en apoyo de las negociaciones del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y el Mercosur”. Disponible aquí.
Adaptado de un artículo de Raiara Pires, Movimiento por la Soberanía Popular en la Minería (MAM) que apareció en el sitio web del MST el 10 de febrero de 2025. Todas las imágenes fueron tomadas del sitio web del MST.
Fuente: La Vía Campesina