Agricultura donde el mundo mira hacia otro lado | Nota sobre Palestina
Este artículo busca exponer el brutal sistema de violencia que se esconde detrás de estas violaciones, y amplificar las voces de los agricultores (mujeres y hombres) que continúan cultivando sus tierras en desafío, en memoria y con la firme creencia de que la tierra perdurará más allá del régimen que busca borrarlas.
En los campos abiertos del valle del Jordán y a lo largo de las laderas rocosas del sur de Hebrón, los agricultores palestinos luchan por sobrevivir. Aquí, la agricultura es un acto diario de supervivencia bajo un sistema colonial arraigado que despliega la ley, la violencia y el estrangulamiento económico para separar a las personas de sus tierras.
Desde octubre de 2023, Cisjordania ha entrado en una nueva fase de intensificación del despojo. Nada es arbitrario. Las órdenes de demolición se ejecutan con precisión burocrática, la violencia de los colonos se expande con plena protección militar y los recursos vitales, como el agua, los pastos y la movilidad, se cortan bajo el pretexto de la «soberanía». En una declaración reveladora y sin complejos, el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, se jactó hace unos días de que 2024 marcó un año récord en demoliciones de casas y estructuras palestinas, celebrándolo como una imposición exitosa del control israelí sobre el Área C. En un entorno tan abiertamente hostil, la noción de desarrollo se vuelve absurda, e incluso la estabilidad básica parece estar fuera de nuestro alcance.

Foto de UAWC – Puerta de hierro instalada por el ejército israelí en Qusra, Nablus, para bloquear el acceso de los agricultores.
Esta violencia no es incidental, es estructural. Los agricultores palestinos no son vistos como individuos que violan las regulaciones, sino como obstáculos geográficos que deben eliminarse. En lugares como Wadi al-Seeq y Khan al-Ahmar, los beduinos y las comunidades rurales se enfrentan a ataques metódicos: se queman cultivos, se envenenan pozos, se roba ganado y se bloquea la circulación. Forman parte de una estrategia deliberada para crear condiciones inhabitables y forzar el desplazamiento sin una sola orden oficial de expulsión.
En el frente económico, la agricultura está siendo asfixiada. La ocupación israelí controla el 85% de los recursos hídricos de Cisjordania, mientras que a los palestinos se les niega el permiso para perforar o mantener pozos. Según datos del Banco Mundial, la productividad agrícola palestina ha disminuido al menos un 35% en los últimos seis meses. En marcado contraste, los asentamientos agrícolas israelíes cercanos prosperan con acceso sin restricciones al agua, la infraestructura y los mercados internacionales, lo que pone de relieve la marcada desigualdad incrustada en la tierra.
Ver al agricultor palestino únicamente como un símbolo de resistencia o nostalgia es perder el punto. Hoy en día, el agricultor es el defensor de primera línea de la soberanía, la justicia ambiental y el derecho a la vida misma. La lucha no se trata de una sola cosecha, se trata de salvaguardar la posibilidad misma de una presencia palestina continua en la tierra, más allá de los guetos urbanos y los enclaves fragmentados.
Por Fuad Abu Saif, Activista de base palestino e investigador en la lucha por la tierra y la dignidad, afiliado a la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC) y miembro de la coordinación internacional de La Vía Campesina. Este artículo fue escrito para Defendiendo los derechos Campesinos, en el marco del Día Internacional de la Lucha Campesina, el 17 de abril. Para que, en este día, nuestras miradas se dirijan a los campesinxs palestinxs, a su sufrimiento, a la violencia de la que son objeto, pero también a su resistencia continua y siempre renovada para permanecer arraigados a su tierra.
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Fuente: La Vía Campesina