Ecuador entre mascarillas
"En las dos fotografías, de fondo, hay un aire enrarecido, igual al que vivimos hoy. No sólo por el impacto de la pandemia en cada persona y sus familias, por la pérdida de vidas humanas, por la compleja situación que han vivido las personas que han enfrentado el contagio, sino además por las historias de corrupción que inundan este país y algunas de ellas instaladas en el propio sistema de salud. Todo esto nos enfrenta a una incertidumbre que durará un largo tiempo, pero hoy como ayer hay imágenes arquetípicas que pueden ser movilizadoras e inspiradoras para escribir de otra forma nuestro futuro, como esa mujer indígena de pie ante la adversidad y eso jóvenes estudiantes de medicina que tomados de la mano defienden a otros de la fuerza irracional".
Hay una imagen que retrató la movilización de octubre de 2019 en Ecuador como ninguna otra. Se trata de la fotografía de David Díaz Arcos donde una mujer indígena, mirando de frente, luce una mascarilla mientras en torno a ella otras personas comparten la escena en medio de una nube de humo. Así mismo, registrada en Quito, hay una fotografía en la calle Veintimilla en el tramo que comparten la Universidad Católica, la Politécnica Nacional y la Universidad Salesiana. Aquí filas de estudiantes de medicina tomados de las manos intentan frenar la arremetida de la policía contra indígenas que se albergan en las instalaciones universitarias, con la debida autorización de sus autoridades. Si bien estas fotografías cuentan episodios de octubre de 2019 coinciden con historias paralelas que volveríamos a vivir desde marzo de 2020 con la pandemia y emergencia mundial por la presencia del Covid-19.
La relevancia de los pueblos y nacionalidades indígenas en la vida nacional
En el Ecuador de octubre de 2019 como en la pandemia de 2020 la presencia y voz de la población indígena ha sido relevante y conmovedora. En octubre, llamando una vez más la atención sobre la política económica del actual gobierno y sus impactos en la vida de la población, pero además dejando en evidencia la incapacidad de diálogo gubernamental. Es casi imposible creer que tuvieron que pasar 12 días de paro nacional y varios muertos para finalmente presenciar la conversación entre el presidente Moreno y la dirigencia indígena, la cual debió ser la primera, no la última opción y ese orden de prioridades siempre lo tuvo el gobierno en sus manos.
Pienso en la relevancia del movimiento indígena para hacernos varias preguntas como país, preguntas sobre las que poco o nada hemos sido informadas, informados: ¿Cuál es la deuda que tenemos con organismos financieros internacionales, cuál es la deuda con el FMI y qué condiciones tiene, qué impactos tendrá para nuestro país en términos sociales? Antes de octubre no veíamos como prioritarios estos temas y fue el movimiento indígena el que los trajo a la mesa de discusión de esta manera tan contundente.
Ya en el contexto de la pandemia, al inicio de los confinamientos y conforme pasaron los días, vivimos las dificultades de varios sectores productivos del país para entregar sus servicios. Nos quedamos sin transporte, sin escuelas, sin acceso a la salud misma, incluso los servicios de telecomunicaciones se saturaron, pero nunca nos faltaron alimentos del campo en las mesas de nuestras casas. En medio de un anonimato y un silencio injustos, las manos de cientos de campesinas y campesinos e indígenas aseguraron nuestro alimento, aunque aquí también la pandemia era y es una realidad latente. Para septiembre de 2020 cantones rurales especialmente de la Amazonía están especialmente golpeados [1].
Garantizar la alimentación de todo un país en las circunstancias de una pandemia es un hecho que tal vez sólo valoraríamos en su ausencia. Pero es de profunda importancia que no hayamos pasado hambre por falta de alimentos, aunque la falta de recursos seguramente enfrentará a muchas personas a esta situación.
La Conaie en su pronunciamiento sobre la pandemia planteó la creación de un fondo de emergencia y la compra directa de alimentos por parte del gobierno para la entrega de kits de comida a poblaciones que deben permanecer en cuarentena, así como movilización gratuita de productos [2]. Sin embargo, la política social en el contexto de la emergencia sanitaria ha sido mínima y más aún para apoyar la producción alimentaria.
En octubre, como en la pandemia, la presencia del movimiento y la población indígena han sostenido el descontento, las preguntas, la comida, la sobrevivencia. En las calles y el campo.
La primera línea de salud, los cuidados en situaciones extremas
Casi como en medio de un conflicto armado las y los estudiantes de Medicina se apostaron en las universidades como en las calles de Quito para atender a las personas heridas en las movilizaciones de octubre de 2019. Y uno de los momentos de mayor tensión lo vivieron cuando se convirtieron en escudo humano frente a la represión policial aplicada en la ciudad por esos días. Meses después todo el personal de salud del país tendría que volcarse a atender miles de personas contagiadas por el Sarscov-2 o Covid-19.
Según Amnistía Internacional en Ecuador durante la pandemia (hasta inicios de septiembre), han muerto 83 médicos sin contar a otros profesionales de la salud [83]. Tanto en octubre del año pasado como para atender el Covid-19 han tenido como principal herramienta su mandil blanco. Vimos exhibirse sus mandiles en las calles de Quito para pedir el cese de bombas por parte de la fuerza pública para atender a heridos y luego durante la pandemia los mandiles fueron colocados en los exteriores de hospitales para demandar insumos básicos para la atención de los miles de contagiados por el coronavirus y para contar con equipos básicos de protección.
Hemos visto un sistema de salud muy empobrecido y desmantelado. Un sistema de vigilancia epidemiológica que no ha podido ofrecer datos ciertos sobre la evolución de la pandemia en el país para atenderla oportunamente. Además, con vergüenza ajena hemos sido testigos de que el sistema de salud ha sido uno de los botines predilectos de la impune corrupción institucionalizada en el país. Esto mientras vimos circular en los servicios de mensajería de texto las consultas angustiadas por una Unidad de Cuidado Intensivo (UCI) libre para un paciente grave.
Gracias a todo el personal de salud los servicios siguen dando respuestas a la emergencia, a pesar incluso de la gestión estatal, que no ha podido responder a la pandemia pero que además en este difícil contexto ha dejado rezagadas otras atenciones a diversos pacientes como los de enfermedades crónicas, de enfermedades raras, así como otras atenciones como las relacionadas a salud sexual y salud reproductiva de las mujeres.
La incertidumbre
En las dos fotografías, de fondo, hay un aire enrarecido, igual al que vivimos hoy. No sólo por el impacto de la pandemia en cada persona y sus familias, por la pérdida de vidas humanas, por la compleja situación que han vivido las personas que han enfrentado el contagio, sino además por las historias de corrupción que inundan este país y algunas de ellas instaladas en el propio sistema de salud. Todo esto nos enfrenta a una incertidumbre que durará un largo tiempo, pero hoy como ayer hay imágenes arquetípicas que pueden ser movilizadoras e inspiradoras para escribir de otra forma nuestro futuro, como esa mujer indígena de pie ante la adversidad y eso jóvenes estudiantes de medicina que tomados de la mano defienden a otros de la fuerza irracional.
Notas:
[1] https://twitter.com/SocialEcuador/status/1305617197147058177
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