¿Bananera por humedal? El caso de las Garzas

Idioma español
País Ecuador

Revista Biodiversidad, sustento y culturas #119 

La producción bananera, como industria extractiva, históricamente ha venido reclamando territorios campesinos y zonas naturales para su expansión. Desde mediados del siglo XX, en el periodo conocido como el boom bananero, la frontera se expandió estrepitosamente. Las plantaciones bananeras, con el apoyo del Estado ecuatoriano, casi en su totalidad, reemplazaron espacios de bosque primario, fuentes de agua y territorios campesinos. Esta modernización capitalista en el campo, transformó radicalmente el paisaje de la costa ecuatoriana.

Los pocos los espacios naturales que mantienen sus funciones naturales intactas, se conservaron no con ánimos de protección ambiental, sino por ser considerados de poco valor agrícola o menospreciados por sus condiciones de acceso que para la época eran imposibles de explotar. Uno de esos ecosistemas son los humedales.

Erróneamente catalogados como “tierras baldías”, los humedales han sido desvalorizados y devalorados, ignorando su crucial aporte ambiental y su significativa influencia en los territorios campesinos que comparten espacio con estos ecosistemas. Estos espacios vitales cumplen un importante papel como “esponjas naturales”, desempeñando funciones cruciales como la filtración y purificación del agua, así como la prevención de inundaciones al absorber y retener el exceso de agua durante las precipitaciones. Para llevar a cabo esta función de regulación hídrica, dependen de sus interconexiones con flujos de agua superficiales y subterráneas, estableciendo vínculos con cuencas fluviales, reservas naturales y otros ecosistemas acuáticos cercanos.

En Ecuador, la principal amenaza a los humedales son los cambios en el uso del suelo, la ampliación de la frontera agrícola, las alteraciones en la dinámica del agua superficial o subterránea, las actividades extractivas, la contaminación por actividades agroindustriales, entre otras.

En 2022, la cantidad de tierra utilizada para cultivar bananos a nivel nacional llegó a las 172,653 hectáreas. De ésas, un considerable 42.3% (64,827 hectáreas) se encuentra en la provincia de Los Ríos. Esta provincia es reconocida como el centro de grandes plantaciones de banano ecuatoriano y ha sufrido una pérdida significativa de sus bosques debido al crecimiento del agronegocio bananero y la expansión agrícola impulsada por los cambios en la agricultura moderna. Esto provocó que entre 1990 y 2018, Los Ríos experimente una significativa reducción del 80% en su cobertura forestal, siendo actualmente la provincia con la menor área boscosa en todo el país.

No obstante, dentro de los paisajes homogéneos de la provincia, irrumpe la diversidad del sistema de humedales Las Garzas.

Las Garzas es un complejo interconectado de ecosistemas acuáticos que se sostienen gracias a dos cuerpos principales: Aguacatal y Garzas Grande. También existen pequeños lagos y arroyos que se entrelazan a través de fuentes superficiales y subterráneas. La gran diversidad biológica presente en Las Garzas hace que sea un hábitat importante y una fuente de alimento para muchas especies animales y vegetales. Además, las comunidades campesinas que viven en esta área han aprendido a subsistir mediante la protección activa de este valioso ecosistema.

Las Garzas posee una situación singular dentro de los humedales costeros, sus dos cuerpos principales tienen condiciones físicas distintas que se complementan.  Mientras que “Garzas Grande” presenta un espejo de agua que es visible la mayor parte del año; “El Aguacatal” al contrario, goza de una espesa cobertura vegetal, la cual actúa a modo de “isla” de vegetación; esto hace que no destaque el espejo de agua en gran parte del año. Es a través de esta vegetación flotante firmemente entretejida, que las especies animales se mueven y encuentran espacios de protección y alimento.

La gran biomasa que conserva Las Garzas permite una mayor captura de carbono que otros humedales con grandes extensiones de espejos de agua. Además, las raíces que están permanentemente sumergidas aceleran la captación de nutrientes por las plantas y sirven como soporte para la acción de microorganismos que degradan los contaminantes y purifican el agua.

Frente a un sinnúmero de especies de animales y vegetales que habitan el humedal, los moradores de Las Garzas resaltan como especie emblemática de su territorio el canclón (Anhima cornuta), un ave de color negro con una especie de espuelas en sus alas, es muy común en el humedal escuchar su curioso canto.

Las Garzas es históricamente fundamental para la reproducción de la vida en los territorios campesinos circundantes. Su valor se manifiesta en el sustento de las economías campesinas. El humedal es generoso con quienes lo habitan proporcionando condiciones favorables para la producción de una gran diversidad de alimentos frescos.

¿Una bananera orgánica a cambio de un humedal?

En diciembre del 2021, la empresa bananera Export Jaime S.A., sin contar con los permisos ambientales respectivos, inició el drenado del agua del cuerpo de agua conocido como “El Aguacatal” para disponer de tierra no inundada y utilizarla para la implementación de una plantación de banano orgánico. No obstante, Las Garzas es un ecosistema cuya principal identidad es el agua, por tanto, no se lo puede fraccionar de ninguna manera dado que cualquier afectación impacta negativamente sus ciclos ecológicos.

Aun cuando existió una actuación inmediata de varias instituciones del Estado que se interesaron por lo que pasaba en Las Garzas, tras 26 meses de la denuncia, el drenado continúa en un ambiente de impunidad reduciendo significativamente su caudal ecológico y amenazando su existencia.

Entre los principales impactos se encuentran: migración de especies animales, erosión del suelo, falta de agua para la reproducción de la vida, alteraciones en el clima pérdida de las funciones ecológicas del humedal. Las familias campesinas reportan pérdidas económicas por la falta de agua para el consumo y la producción de alimentos de subsistencia.

Frente ello las comunidades han levantado su voz en favor de la conservación de este ecosistema, orientándolo hacia la construcción de una reserva alimentaria campesina, siendo una propuesta de expresión genuina de la gobernanza democrática del agua, como lo plantearía el Relator Especial sobre los Derechos Humanos al Agua Potable y al Saneamiento, Pedro Arrojo, en su informe sobre ecosistemas acuáticos del 2023.

La protección de los humedales está considerada en la Constitución ecuatoriana como “ecosistemas frágiles y amenazados”, por lo que se prohíbe la fragmentación de estos cuerpos de agua. Al contar con una legislación que contempla los derechos de la Naturaleza, un daño a los humedales podría ser considerado como como delito contra el agua, y ser sancionado severamente.

La preservación del sistema de humedales “Las Garzas” adquiere una importancia crucial en el contexto de la autonomía alimentaria de las comunidades rurales. Este espacio natural no sólo es un lugar hermoso y lleno de biodiversidad, sino que también juega un papel fundamental en el sustento de las comunidades agrícolas locales.

Las Garzas, guardiana de la memoria ecológica de la costa ecuatoriana

Entre los aspectos clave que resaltan la importancia de proteger este valioso ecosistema es el control de inundaciones que son muy comunes sobre todo cuando existe la presencia del Fenómeno del Niño. Preservar este entorno natural supone un ahorro significativo para el Estado en comparación con la construcción de infraestructuras artificiales para prevenir inundaciones. Esto no solo beneficia al ecosistema, sino que también contribuye a la estabilidad económica de las comunidades rurales que dependen directamente de la agricultura a pequeña escala.

La desaparición de este sistema de humedales puede tener consecuencias negativas para el bienestar de las poblaciones rurales y para el ejercicio pleno de sus derechos humanos. Las condiciones de este ecosistema afectan directamente la calidad vida de quienes lo habitan, ya que su derecho a la salud, a los medios de subsistencia, al agua, al ambiente sano y al desarrollo local están estrechamente vinculados con la preservación de esta área natural.

Su notable capacidad de captura de carbono, es su invaluable contribución al enfriamiento del planeta. Es por ello que, destruir un sumidero natural de carbono para permitir una plantación de banano orgánico que se promociona como un sumidero artificial, devela una clara contradicción, mostrando ser una falsa solución al cambio climático.

Las Garzas, como una de las ultimas zona biodiversas de la provincia de Los Ríos, representa la memoria viva de los ecosistemas primarios de la costa ecuatoriana. Su conservación no sólo preserva la herencia natural de la región, sino que también ofrece oportunidades para actividades educativas y de investigación científica. Las características únicas del humedal lo convierten en un espacio propicio para el ecoturismo y la conservación, generando oportunidades económicas adicionales para las comunidades locales.

La interrelación entre Las Garzas y las comunidades campesinas les brinda a éstas un sentido de identidad, pertenencia y conexión, que se traduce en el proceso de defensa y resistencia que mantienen, cuyos principales ejes son el cuidado de la naturaleza, la justicia social y la dignidad.

- Para descargar el articulo en PDF, haga clic en el siguiente enlace:

Para acceder a la revista completa, visita aqui.

Temas: Agua, Monocultivos forestales y agroalimentarios

Comentarios